Tenemos que hablar de dengue

¿Qué pasa con el sistema científico tecnológico en un país que es una matrioshka de pandemias? Los casos de dengue se dispararon y el tema casi no aparece en las comunicaciones oficiales.

Holis, ¿cómo va? Aquí La Barbie Científica desde el corazón de las 7 plagas de Egipto, o sea, la Ciudad de Buenos Aires, que, como si no le bastara con ser el epicentro nacional del  coronavirus, ahora alcanzó un récord histórico de casos de dengue.

From el Abasto with love, esta edición sale con olor a espiral y alcohol en gel mientras también lucho con una invasión de mosquitas de la fruta. ¿A vos también te pasó que se te llenó la casa estos últimos días? Según la confiabilísima fuente que es Twitter Argentina, lo de las moscas es un flagelo ampliamente extendido por las comunas porteñas. Ya se ensayan hipótesis (como que el boom del pan casero cuarentennial las atrajo por la levadura) y hay muchos tips de trampas caseras para que saquen sus alitas de nuestras galletitas (básicamente son todas variaciones de poner vinagre, agua y azúcar en un frasco y esperar a que se ahoguen). Prueba, ensayo y error. La ciencia y la vida misma.

A ella le cabe mi picadura, para el dengue aún no hay vacuna*

*técnicamente hay una vacuna con permiso de comercialización, pero no se difundió mucho ni es tan efectiva como otras vacunas. Sabrás entender que prioricé la licencia poética.

Según el boletín Epidemiológico Semanal publicado el 16 de abril, entre agosto de 2019 y abril de 2020, 14.237 casos de dengue en Argentina se listaron como confirmados o probables, de los que 11.297 no reportaron antecedentes de viaje, por lo que casi el 80% son de carácter autóctono. 

Si tenemos en cuenta que en abril del año pasado la cantidad de casos confirmados o probables era 589, la primera pregunta que se nos viene a la cabeza es ¿qué carajo pasó? Para empezar, el dengue integra el infame grupo de las enfermedades tropicales desatendidas, por lo que ya desde su clasificación epidemiológica nos habla de su relación con las políticas públicas. ¿Qué caracteriza a estas enfermedades? ¡Sí, adivinaste! En general afectan a las poblaciones más vulneradas. Esto se ve claramente en este hilo que citó Fer Bercovich en su último correo, donde al analizar mapas de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra una correlación fuerte entre casos de dengue y vulnerabilidad habitacional (residencia en villas, situación de hacinamiento o precariedad). Por supuesto, la crisis económica que atraviesa el país y la pandemia de coronavirus agravan esta situación de desidia sostenida porque el ya restringido presupuesto dedicado a las campañas de salud pública se dedica casi enteramente a otra enfermedad. 

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Además, como si no les alcanzara con prestarle poca atención a los pobres, varios gobiernos provinciales decidieron tampoco prestarle atención a los científicos. En esta nota de Martín Waisman, el biólogo Nicolás Schweigmann señala que «en el plan estratégico (de la Ciudad de Buenos Aires) se planteaba trabajar integralmente con un programa y no con una campaña como hablan hoy, que es a corto plazo». De esta forma considera que «no hay suficiente difusión, sólo algo tibio por las redes pero por la calle y la televisión no se ve» por lo que «las autoridades del gobierno deberían responder por qué no se cumplió con el plan».

La situación respecto a la articulación entre investigación e iniciativas públicas no es tan distinta en el resto del país. Durante el último mes, en Provincia de Buenos Aires, Córdoba y La Rioja se anunciaron fumigaciones aéreas que requerían que la población afectada se quedara en sus casas durante dos horas con puertas y ventanas cerradas, las mascotas adentro y los tanques de agua tapados. En un comunicado emitido por la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas se afirmó que “la reproducción del mosquito vector podría ser totalmente erradicada con la labor del aeroaplicador” y estalló la polémica. Si a simple vista podría resultar sospechoso que el insecticida que promete eliminar completamente al mosquito no tenga contacto con el medio de reproducción del vector (o sea que tengas que tapar el tanque de agua cuando se sabe que es un potencial criadero), el GIMA (Grupos de Investigación de Mosquitos de Argentina) dejó muy claro que la medida no se ajusta a ninguna evidencia al señalar que:

  • Los adulticidas (insecticidas que matan mosquitos adultos) no pueden eliminar por sí solos a los mosquitos, ya que no matan a las larvas ni a los huevos.
  • Los insecticidas recomendados son de tipo ULV (ultra bajo volumen) y se aplican con máquinas manuales o montadas en camionetas que producen una niebla formada por microgotas que quedan suspendidas por unas horas en el aire y matan mosquitos adultos en vuelo. En estas fumigaciones se recomienda abrir puertas y ventanas para que el producto entre en las casas. Los ULV se aplican 200 metros a la redonda de donde ocurrió un caso confirmado, ya que se sabe que los mosquitos que transmiten la enfermedad no se trasladan más allá de ese radio. Se hace de esta forma y no como fumigación general porque los productos generan resistencia en los mosquitos que no mueren en la aplicación, por lo que si se quiere volver  fumigar va a tener que hacerse en una concentración mayor, exponiendo a las personas a mayores niveles de toxicidad.
  • Las gotas que produce un avión rociador de productos agrícolas son mucho más grandes y pesadas que las de los ULV, por lo que permanecen menos tiempo en el aire y matan menos mosquitos
  • La legislación vigente no permite sobrevolar aglomeraciones de edificios en ciudades, pueblos o lugares habitados, o sobre una reunión de personas al aire libre, excepto cuando sea necesario para despegar o aterrizar o cuando se cuente con una autorización especial de la Autoridad Aeronáutica competente. Si se quisieran fumigar esas zonas, la altura permitida haría que el insecticida se disperse mucho. Por eso, el Ministerio de Salud determinó que la modalidad de fumigación aérea resulta perjudicial para la salud pública y el ambiente, dado que el insecticida podría caer en espejos de agua o en almacenamientos de agua potable (por eso lo de tapar los tanques). 
  • Para erradicar la enfermedad es necesario erradicar el vector y esto implica afectarlo en todo su ciclo de vida, fundamentalmente en su reproducción. Los insecticidas que matan mosquitos adultos solo son efectivos si están acompañados por campañas de descacharrado (vaciar los recipientes que puedan acumular agua) y eliminación de criaderos.

Pandemias aparte, no todo son malas noticias

Por suerte, no dependemos de las cámaras empresariales para el control epidemiológico y en febrero se anunció que, aunque sigue sin haber una vacuna para el dengue que pueda aplicarse masivamente, hay un test que lo detecta en 10 minutos. 

  • ¿Cómo funciona? Parecido a un test de embarazo, son tiras reactivas que cambian de color en contacto con la sangre, indicando la presencia del virus.
  • ¿Cómo detecta el dengue? Por la presencia de anticuerpos, o sea de la presencia de defensas contra el virus, un indicador de exposición.
  • ¿Es efectivo? Sí, tiene una efectividad del 95% cuando se utiliza en pacientes con más de 5 días de fiebre. Con menos, del 80%.
  • ¿Es mejor que otros métodos de diagnóstico? Sí. Además de que es más barato que los importados con los que contábamos hasta ahora, no requiere personal especializado, cadena de frío ni equipamiento sofisticado.
  • ¿Es importante para la salud pública? Sí. Los síntomas del dengue suelen ser inespecíficos, lo que hace que mucha gente se lo confunda con otra cosa y los diagnósticos lleguen demasiado tarde. Lo más característico es la fiebre alta prolongada, que puede estar acompañada por náuseas, tos y dolor muscular.

Las tiras reactivas serán producidas y comercializadas por Chemtest, una empresa de base tecnológica incubada en la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN) dentro del campus de la UNSAM y de la cual varios investigadores que participaron en el proyecto son cofundadores, así que podríamos decir que todo queda en familia. Además, la presencia de los Ministros de Ciencia y Salud en la presentación (¿se acuerdan de las presentaciones con público?) muestran una voluntad de intervención de varias áreas, lo que nos da esperanzas respecto a que este sea el primer caso de un nuevo enfoque. 

Sin embargo, en mi personalísima opinión, la única forma de hacer verdaderamente efectiva la articulación entre ciencia y políticas públicas es insertar la producción científica en el universo de las demandas populares. En este caso, está claro que el dengue presenta un problema de salud pública que amenaza a toda la población. Sin embargo, ¿qué sucede cuando un desarrollo tiene un impacto potencial diferenciado por la clase o cuando queda opacado por una pandemia mundial que acapara toda la agenda?

En general, esos dispositivos que muchas veces ganan premios internacionales y se anuncian en los medios como “la solución argentina al problema de la resaca” (o a otra cuestión de alta prioridad), no llegan a su público objetivo. A veces se traban en la burocracia del sistema de patentes, otras, no son rentables para el mercado y no hay capacidad productiva nacional y pública. Sin producción a gran escala y distribución, esas soluciones anunciadas con bombos y platillos son en realidad prototipos exitosos. Y sin información en los medios masivos que nos ponga en posición de reclamar atención sobre un tema, estamos lejos de que los fondos públicos utilizados en inversión y desarrollo cumplan su cometido.

Bonus track: coronADN*

*En realidad es el ARN, otro tipo de información genética, pero quedaba raro a la vista. Perdón, hoy no es mi mejor día de precisión titular.

A partir de muestras obtenidas de 3 pacientes argentinos, un equipo del Anlis-Malbrán logró secuenciar de forma completa el genoma del SARS COV-2 (en mi barrio le dicen coronavirus y esto quiere decir que se conocen sus genes). El genoma de cualquier virus contiene las “instrucciones” que ese organismo usa para infiltrarse en las células de su huésped y reproducirse. Al conocer el genoma se pueden comparar distintas muestras y saber, por ejemplo, si el virus está mutando. Según Campos, una experta involucrada en el trabajo: “A nivel nacional nos permite poder seguir la epidemia en tiempo real, porque estos son los primeros genomas, pero la idea es seguir con más muestras. Con lo cual vamos a poder ver la evolución local, asegurar el diagnóstico –podremos saber si los test diagnósticos que están usando hoy y que se están desarrollando están enfocados en nuestro genoma, están respondiendo correctamente- y, a su vez, van a permitir que nuestro genoma sea considerado en la selección de cepas para el desarrollo de vacunas”.

En el futuro cercano, espero que podamos charlar de cosas que no sean enfermedades mortales. De hecho, creo que podríamos agregar un sección tipo “al final la vida sigue igual” (fun fact sobre mí: soy fanática de Sandro) en la que te cuente algún hallazgo sobre el comportamiento de los gatitos o los beneficios de la masturbación, ¿qué te parece? Un poco de enfermedades mortales, fin de la historia y colapso del sistema y otro poco de glitter, picardía y ternura, que al fin y al cabo nos seguimos conociendo y este news debería ser también una puerta a mi interior.

Te mando un beso enorme y nos leemos el lunes que viene,

Agostina

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.