Si no hay un cisne negro, hoy se firma el acuerdo con el FMI

Hasta hace unas horas, el gobierno ultimaba con el Fondo la redacción del entendimiento en ambos idiomas para que Alberto Fernández pudiera presentarlo en la apertura de sesiones. Detalles sobre los aumentos de tarifas y la segmentación. Los tuits de Cristina, un acompañamiento a su propia historia y a la posición oficial.

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Al cierre de esta edición, el equipo de Martín Guzmán y su contraparte en el FMI afinaban el texto del documento escrito en ambos idiomas para que Alberto Fernández anunciara el entendimiento en la apertura de sesiones. Ya entrada la madrugada, nadie en el entorno del Presidente se animaba a anticipar si iban a llegar con los tiempos. Según pudo saber #OffTheRecord —sujeto a cambios por el vértigo antes mencionado— las diferencias más delicadas sobre la versión final pasaban por la redacción del apartado tarifario. Hasta anoche, en el acuerdo no había mención a los desequilibrios globales producidos por la guerra. “No les conviene ni a ellos ni a nosotros”, resumían ante este medio. 

En cuanto al esquema de segmentación, como anticipó esta entrega la semana pasada, el decil 10 —es decir, el 10% de los hogares más ricos— pagará la tarifa plena. Esto es, sin subsidios. El aumento para este convoy sería de entre 2.5 y 3 veces más de lo que paga hoy. La segmentación se hará, en este y todos los casos, por ingreso y patrimonio —para esto último, más para descartar que incluir, se utilizará la cuestión geográfica—. Además, en Casa Rosada calculan que en la tarifa social quedan impactados el 24% del total de los usuarios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En ese sector solo se mantendría el aumento del 20% ya anunciado por el ENRE en audiencia pública. Para el 65% restante, la propuesta oficial era que las tarifas aumentarán —una vez hecha la segmentación— un 80% del Coeficiente de Variación Salarial (CVS). Es decir, si el aumento de los salarios es del 45%, el incremento tarifario para ese tramo sería del 36%. 

Esta propuesta tiene el espíritu de la Ley de Emergencia Tarifaria que vetó Mauricio Macri en 2018. Aquella propuesta, en la que las tarifas aumentaban siempre menos que los salarios, tiene un activo: le da previsibilidad al sector y al usuario. Sin embargo, la industria la rechaza. “Si nunca vas a llegar a cubrir los costos, lo único que hacés es demorar el problema”, analizaba un empresario del sector con #OffTheRecord. El Fondo piensa lo mismo. Se impone, otra vez, una inquietud que fue esgrimida en este espacio: por qué un director en el organismo de, por ejemplo, Francia, aprobaría que Argentina financie subsidios de tarifas domiciliarias para el 20% de mayores ingresos mientras las de su país aumentan descontroladamente al ritmo de los precios internacionales.

Según la última información que tiene el Índice Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) del tercer trimestre de 2021, alguien que gana $62.500 ingresaría en el decil 10.  Sin embargo, hay varios aspectos a tener en cuenta. Por ejemplo, la situación es sensiblemente distinta para un individuo que cobra $80.000 y vive solo que para otro que percibe el mismo ingreso, pero lo acompañan cuatro personas y es sostén de familia. Por lo tanto, lo que define la pobreza es el ingreso per cápita familiar. Y acá surge un problema, entonces, de información. En la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) hay subdeclaración de ingresos. Mientras más gana la persona encuestada, menos declara. Pasa en la EPH, pasa en la vida. En el decil más rico, calculan varios especialistas, la ganancia real es más o menos el doble de la reconocida.

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Por lo tanto, el ingreso de 62.500 debería duplicarse. Entonces, una pareja que percibe $250.000 entre ambos entrarían al decil 10. Si bien hay consideraciones de revoque fino —no es lo mismo si son dueños o inquilinos, por ejemplo— sirve como aproximación. El ejemplo claro es con los docentes. Siempre, y con justicia, se recuerda lo bajos que son los sueldos de quienes educan. Sin embargo, la pobreza en ese universo es, felizmente, baja. En primer lugar, porque, en general, tienen más de un cargo. Además, viven en hogares más chicos que la media y el cónyuge, en general, es un profesional con ingresos. Todos estos datos se están intentando condensar para realizar la segmentación. El FMI no confía en que eso vaya a tener éxito y, por eso, pide una actualización transversal y por arriba de la inflación. El Presidente sabe que eso no es sostenible políticamente.

No es el único conflicto que tiene que abordar el Frente de Todos. Antes de la apertura del año legislativo, el canciller, Santiago Cafiero, debió pronunciarse ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas respecto de la situación de Ucrania. La alocución profundizó la postura del gobierno argentino sobre lo que considera una agresión por parte de la Federación Rusa y sumó la defensa de los derechos humanos a otros argumentos ya expresados como el resguardo de la integridad territorial y la soberanía de los estados, así como la solución pacífica de controversias. 

Antes de aquello, la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, había despejado las dudas sobre la pertinencia de la posición del gobierno al interior de la coalición oficialista. Lo hizo de un modo coherente con su propia historia y con sus propias posiciones, donde remarcó compromisos que considera que deberían ser de Estado y recuperó un discurso que prioriza el contexto general que da fundamento a la posición, incluso, por encima de la cuestión de fondo. La vicepresidenta recordó que Argentina apoyó en 2014 la integridad territorial de Ucrania con el mismo convencimiento con el que sostiene la obligación de aplicar idéntico principio a las Islas Malvinas —resaltando así el doble rasero del Reino Unido y de las grandes potencias occidentales sobre dicha causa. También recordó que la Federación Rusa comparte con Francia, el Reino Unido, China y los Estados Unidos la prerrogativa de vetar cualquier resolución legalmente vinculante de Naciones Unidas que vaya contra su voluntad, aun si todas las demás naciones del mundo estuvieran de acuerdo. De Malvinas a Irak y de Georgia al Sahel, las consecuencias las sufren los más débiles. 

El pronunciamiento de CFK, sin embargo, fue cuidadoso en preservar la postura del gobierno que integra. Al rememorar el pasado, podría haber acudido a la votación sobre Ucrania de 2014 en la Asamblea General de la ONU en la que Argentina se abstuvo, casi como protesta por el doble estándar de las potencias occidentales y la explícita impotencia de la organización internacional. Eligió mencionar, en cambio, la iniciativa estadounidense que nuestro país acompañó en el Consejo de Seguridad, que desconocía la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia. Intencionalmente o no, eso legitima ante su base la consistencia de la postura de la Cancillería y evita un contrapunto muy estridente con la postura del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

Respecto del fondo, nada hay que objetar a la posición argentina. La incursión bélica rusa sobre el territorio ucraniano es ilegal de acuerdo al derecho internacional. Dicho esto, y como han señalado académicos estadounidenses como Stephen Walt y John Mearsheimer, en un análisis histórico que en el país recuperaron en estos días Juan Gabriel Tokatlian y Bernabé Malacalza, las tensiones que dieron lugar a la creciente incomodidad rusa con el statu quo podrían resultar atendibles en un marco distinto al de una invasión. La expansión de la OTAN hacia el oriente europeo, en abierta contradicción a la promesa explícita que el ex-secretario de Estado norteamericano James Baker hizo a Mijaíl Gorbachov y la desconfianza en el carácter defensivo de la alianza —tras sus operaciones en Yugoslavia y Libia— explican las prevenciones que en Rusia exceden, con mucho, a Vladimir Putin y los suyos. Paradójicamente, esta guerra, aun si Rusia fuera exitosa en sus metas territoriales y de cambio de régimen, probablemente termine por fortalecer la unidad de la OTAN e incluso expandir sus fronteras para incluir a países como Suecia y Finlandia. En cuanto a los mensajes, resulta paradójico el destino de Ucrania, el único país del mundo que entregó voluntariamente su arsenal nuclear, solo para ver diezmada, en menos de veinte años, su integridad territorial y, luego de menos de treinta, ser atacada por el Estado que prometió garantizar sus fronteras.

Last but not least, si tomáramos una foto del día de hoy, las mayores catástrofes humanitarias no están sucediendo en Ucrania sino en Yemen, Siria, Afganistán y Etiopía. Las grabaciones repetidas de reporteros anglosajones destacando las costumbres y el color de piel de los ucranianos son tan indignantes como representativas de los focos de la atención mediática occidental. El lugar otorgado a la invasión ilegal y no provocada de Irak en 2003 y al conflicto palestino-israelí apenas suma un matiz y demuestra que una situación de estas características también puede trascender cuando los agresores tienen el color de piel correcto. La nula atención y solidaridad que reciben casi nueve millones de afganos en riesgo de inanición, seis millones de desplazados en Siria, ochenta y cinco mil niños y niñas yemeníes que murieron de hambre desde 2016 o regiones enteras de Etiopía donde poblaciones civiles enteras están expuestas a torturas y violaciones masivas en el marco de la guerra civil, dan testimonio de un mundo injusto y cruel donde no iguala ni siquiera la condición de víctimas.

NdeR: si no leíste los productos de Cenital sobre la invasión en Ucrania, te recomiendo enfáticamente que lo hagas. Y, si te gusta lo que hacemos, que nos acompañes:para nosotros es mucho muy importante.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván

Soy director de un medio que pensé para leer a los periodistas que escriben en él. Mis momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no me gustan los tatuajes. Me hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que soy un conservador popular.