¿Por qué los clubes no quieren jugar?

Sin público, resulta muy difícil de sostener. Donovan, en Estados Unidos, le pone un freno a la homofobia.

Hola, ¿cómo estamos?

Perá. Si este correo lo estás abriendo antes de las 13:30, seguí leyendo. Si ya es esa hora, prendé la tele: juega el Manchester City de Pep Guardiola contra el Leeds de Marcelo Bielsa. Va a ser un partidazo. No puede fallar: si te defraudo, respondeme este mail con el tema que te pinte -el delirio que sea- y lo investigo a tu servicio para la semana que viene.

Va por ESPN como (casi) todo el deporte que se puede ver en Argentina.  

¿Por qué los clubes no quieren jugar?

Para jugar la Libertadores, Marcelo Gallardo almorzó con Alberto Fernández, Juan Román Riquelme telefoneó a Sergio Massa, y Sebastián Beccacece y Diego Milito tuvieron un zoom con Ginés González García. Para el regreso del torneo local, Marcelo Tinelli, presidente de la Liga Profesional de Fútbol, dijo en TyC Sports que la idea era volver entre el 16 y el 23 de octubre, pero que dependía del ministerio de Salud. El miércoles, Diego Maradona apareció enmascarado en un amistoso contra San Lorenzo y declaró: “No hay un argentino que no quiera que vuelva el fútbol”. Con el perdón de las damas, de los caballeros y de este dios, no es así.

Es casi impronunciable, pero el presupuesto de la televisión para el fútbol argentino en la temporada 2019-2020 terminó en 685.968.000 de pesos. Con un reparto basado principalmente en el rating y en el mérito deportivo, la liga argentina es de las más equitativas: la diferencia entre los que más y los que menos perciben es de 2,2, por debajo del 1,6 de Inglaterra y por encima del 4,7 de Italia. Una diferencia con Europa es que acá, durante la pandemia, nunca le dejaron de bajar la plata de los derechos de TV a los clubes. Incluso, se dejó de cobrar el pack fútbol a los abonados y el dinero siguió apareciendo. En España, La Liga pegó la vuelta post Covid-19 porque, como explicó James Roura, director de Mediapro y multimillonario autodefinido trotskista, era la única manera de salvar el 30% de los ingresos. 

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Es indispensable aclarar que la Libertadores reapareció no por presión de los clubes argentinos sino porque la AFA perdió en CONMEBOL la votación. Brasil, enmarcado por sus políticas sanitarias, manijeado por Facebook y por la TV, convenció al resto de que era el momento. Chiqui Tapia había asegurado en un video institucional que el fútbol regresaría cuando el país estuviera en fase 4 y todos los equipos de todas las categorías pudieran llevar adelante ese proceso. No pasó -la archivología, en el medio de una pandemia, me parece un acto de mala fe-. Pero el primer mensaje que deslizó el líder de la pelota nacional apenas comenzó la cuarentena fue que no se volvía hasta que el Gobierno o CONMEBOL o la FIFA lo indicaran. Eso pasó: hasta Lionel Messi jugará en La Bombonera por decisión de Gianni Infantino. Desde esa lectura, es complejo de comprender por qué no lo harían Vélez o Argentinos Juniors.

No lo es. Los clubes argentinos sobreviven en gran medida por su público. Sin gente, el gasto no se recupera. River, por caso, el miércoles debió alquilar la cancha de Independiente para jugar. El protocolo de la Copa indica que se requieren los efectivos necesarios para cumplir con el “encapsulado perimetral a 100 metros del estadio”. Para enfrentar a San Pablo, aseguran que les exigieron 200 efectivos para custodiar a 37 personas. Desde la APREVIDE, desmienten esa cantidad y afirman que hubo 115. En el Cilindro, hace dos semanas, contra Nacional, un comisario confirmó que había 267 oficiales. 

Más allá de la discusión de si se necesitan tantos o si es un ajuste para darle extras a los oficiales de la Bonaerense que reclamaron en Olivos en septiembre, en el escenario del fútbol local, desde lo económico, los costos no tienen ingresos que los soporten: dos ambulancias en campo de juego, una para el staff, la seguridad, más el personal administrativo, más los test suman aproximadamente diez millones de pesos. Entre los profesionales, los sparrings, el cuerpo técnico, los médicos y auxiliares hay 70 análisis. Se suman 60 entre bomberos, policías y asistentes, con un costo individual de 5 mil pesos. Distinto es el caso de la Libertadores, que reparte un millón de dólares por partido de local y un millón para octavos -el campeón percibe un total de 22,5 millones-.

Jugar el torneo local hoy es perder plata porque la plata pautada que debiera ingresar ya ingresa.

¿Por qué la televisión sigue pagando?

La historia empezó el 20 de marzo de 2019. Desde 21st Century Fox anunciaron que la firma había sido adquirida por The Walt Disney Company a cambio de 71.300 millones de dólares. Se sumaba al grupo donde ya habían caído Marvel, LucasFilm y Pixar. Tras un largo tire y afloje, Mickey Mouse le ganaba la pulseada a la firma Comcast, que proponía 65 mil millones. Al ser una suma de multinacionales, la aprobación del acuerdo tuvo un entramado legal que se fue adaptando a las diversas regiones: Estados Unidos sugirió que la familia Murdoch continuara controlando los canales de noticias y creando una firma independiente ahora llamada Fox Corporation; México lo aceptó a cambio de que cediera Sony Pictures; China aprobó sin condiciones. En Argentina, esta historia tardó en llegar, pero ocurrió.

Ya la Libertadores, cuyos derechos eran de Fox Sports, se transmite por ESPN. Han pasado conductores y cronistas. Muchos trabajadores y trabajadoras pedalean en la incertidumbre -y va el abrazo solidario. El canal de deportes de Disney no tuvo límites por parte de la Ley de Servicios Audiovisuales ya que la gestión de Mauricio Macri modificó las condiciones de propiedad de señales. Sin embargo, la Defensa de la Competencia en su facultad antimonopólica marcó peros: no pueden quedarse con todo el tenis, el básquet y el mercado de fútbol europeo y latinoamericano. Aun así, no definió. 

Los derechos locales del fútbol argentino se dividen entre TNT Sports (Turner, que forma parte de WarnerMedia, o sea de AT&T) y Fox Sports (ahora, Disney). Desde 2019, ambas compañías percibieron que compartir el negocio no les servía. Los primeros interpretaron que a sus competidores se les venía la noche y apostaron a la lealtad con la AFA -y, por lo tanto, con los clubes-. Ante la pandemia, sin partidos y sin cobrar el pack fútbol, decidieron seguir invirtiendo. Los rivales, incluso con problemas de pago, no se bajaron del carro y siguieron abonando. Ambos pagaron para marcar su platea en el territorio político: sí, la política y la burocracia también son del mundo empresarial, aunque pretendan situarse en lo opuesto.

Todavía no hay una definición sobre si Disney entregará las banderas o no. El Gobierno, mientras, sostiene las intenciones de poder transmitir dos partidos del interior y a un grande por la TV Pública. Defiende esa decisión desde una óptica lejana a la visión clásica del negocio y un referente detalla: “En el Fútbol para Todos, hicimos campañas con el INCUCAI y aumentaron las donaciones de órganos. Ahora, difundimos marcas de alcohol. Antes, los partidos los miraban 10 millones de personas, ahora dos”. 

Conociendo ese pensamiento, una de las dos empresas promete, para el año que viene, lanzar la OTT –Over the top media services, es decir transmisiones vía internet, un Netflix del fútbol- y entregarle al Gobierno usuarios y claves gratis para repartir en los barrios populares. Para el resto, apuesta al negocio de la pelota codificada. La otra sumó esta semana como panelista al secretario de Prensa y Difusión de Carlos Menem, quien alguna vez sugirió que el que quisiera fútbol gratis se fuera a vivir a Cuba. 

Tantos años discutiendo entre el kirchnerismo y Clarín para que hoy el fútbol argentino se lo disputen el perro Pluto y Bugs Bunny.

Pero esa es otra historia.          

Por ahora, Tapia aclaró esta semana: “Después de las Eliminatorias, nos reuniremos para ver cuándo vuelve el fútbol local”.

Orgullo

Fue en la noche del 28 de junio de 2018. El futbolista estadounidense Collin Martin decidió hacer público en las redes sociales lo que sus compañeros ya sabían: “Esta noche, mi equipo, el Minnesota United, celebra su noche del Orgullo. Es una noche importante para mí. Anuncio que soy un jugador abiertamente gay en la MLS”. La semana siguiente, el entrenador lo mandó a la cancha en el minuto 78, los hinchas se pusieron de pie y lo ovacionaron. Hasta el periodista que hacía campo de juego se emocionó.

No siempre es así. Collin ahora juega para el San Diego Loyal, un equipo de la B de Estados Unidos. Esta semana, en un partido contra Phoenix Rising, comenzó a pelearse con un rival, Junior Flemmings. Lo expulsaron. Nadie entendía qué pasaba hasta que se acercó a su entrenador, el mítico Landon Donovan, y le aclaró que le habían dicho ‘batty boy’, un insulto jamaiquino contra los homosexuales, algo así como maricón. 

Al escuchar su versión, Donovan encaró al árbitro y le dijo que no podía aceptar lo que estaba pasando. El entrenador rival, Rick Schantz, le minimizó el hecho, con la excusa de que “eran cosas del fútbol”. “No hagas una escena”, le pidió. Entonces, tomó una decisión que me parece un acontecimiento histórico: le propuso a su equipo que abandonaran el partido. Acá está el video.

“Nuestros muchachos simplemente dijeron: ‘No vamos a tolerar esto’. Tuvieron muy claro en ese momento que estaban renunciando a todas las esperanzas de llegar a los playoffs, a pesar de que estaban derrotando a uno de los mejores equipos de la liga. Pero dijeron que eso no importa, hay cosas más importantes en la vida y tenemos que defender lo que creemos. Y ellos tomaron la decisión de marcharse”, explicó Donovan, que en su época de futbolista disputó tres mundiales para la Selección de EEUU y jugó en el Bayern Munich. En 2018, en el último año de su carrera, arribó como refuerzo del León de México y también se manifestó políticamente: “Yo no estoy de acuerdo con ningún muro”, en oposición a la propuesta de campaña electoral de Donald Trump.

La semana pasada, recomendé una entrevista a Leonardo Di Lorenzo, futbolista de Temperley. Allí marcaba: “El tabú más grande y el más difícil de romper en el fútbol es el de la homosexualidad. Porque eso está en el relato diario; cada dos palabras está el “puto, cagón, se bajó los lompa, te cojo, te cogí”. Me pregunto, ¿cómo hace un pibe para decir ‘yo soy gay’?”. 

Hace tiempo, Jorge Valdano reflexionó: “El fútbol femenino tiene algunas cosas de las que debiéramos aprender. Por ejemplo, que tengan una relación tan libre con el sexo. Da la sensación de que en el mundo de los hombres no existe la homosexualidad, y en el de las mujeres, sí, sólo porque tienen una manera más desenfadada de decirle a la sociedad quiénes son. Y ahí Rapinoe ha hecho una gran labor al insertar el fútbol en la normalidad de la dinámica social”. 

En una entrevista con Goal, el Monito Vargas también pensó el tema: “Estamos en un mundo tan sexual, todo tan llevado a lo sexual, que el problema es que acá (señala al vestuario) nos bañamos todos juntos, entonces el otro va a pensar ‘este me quiere coger porque es puto’. Es un mundo tan sexual que claro, el pibe que va a a la escuela puede salir «tranquilamente» del clóset, va a recibir muchas cosas malas, pero después no se va a bañar con un grupo de heterosexuales. Todos somos hipócritas, todos”.

En Argentina, Nicolás Fernández, arquero de la Liga Cultural de La Pampa, es el único futbolista argentino en actividad abiertamente homosexual. Su relato en esta entrevista es indispensable: “En el fútbol es un tema tabú. Se comentan muchas cosas. Hay gente gay que por ahí con un chiste se siente mal. A mí, no me pasa. Me pueden decir cualquier cosa, y me puedo enojar pero lo resuelvo sin ponerme mal. Cuando atajaba en Huracán de Pellegrini vino a jugar Ferro de Trenque Lauquen. Y una persona se puso atrás del arco, arriba de una camioneta, y me insultó todo el partido. Ya sabía. Ahí me calenté. Le decía que cuando terminara el partido lo iba a buscar. Cuando termina, salgo corriendo, la policía me frena. Mi viejo y la hinchada fueron a buscarlo. Tuvo que intervenir la policía para que pudiera irse. Siempre sentí apoyo. Ahora me gritan ‘puto’ en la cancha y yo me doy vuelta y me río”. 

Emblemática es la historia de Justin Fashanu, inglés, primer futbolista en la historia en hablar públicamente de su sexualidad. La encuentran en el documental Forbidden games de Netflix. Me parece obligatorio.

Pizza post cancha

  • Abrir el juego es un contenido creado por el ministerio de Turismo y de Deporte con estrategias para la erradicación de la violencia de género y la construcción de un deporte más justo. 
  • “La sensación era que el equipo solo podía empeorar. En ese momento los fanáticos se alejaban. Necesitábamos que volvieran. Si nacés amando a un club, morirás amando a ese club. No cambiarás. Pero a veces no estás enamorado de tu equipo”. Mourinho, en El manual del juego, un documental en Netflix que tiene buenos aportes.
  • Tiro de larga distancia. El basquetbolista Craig Hodges tiene una visión alternativa del compromiso social de los deportistas de élite. Librazo.
  • Se está jugando Roland Garros. Pocos días más históricos para el tenis argentino que la final que Gastón Gaudio le ganó a Guillermo Coria. Acá esta completa.

Este newsletter y todos los de la banda cenitalense llevan sangre, sudor, lágrimas y alegría. Necesitamos que nos tires un pase a la cabeza -decirle centro es de burro o de buscar un resultado desesperado post minuto 85 y no llegamos a eso-. Metele acá.

Abrazo grande,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.