Planos de la escucha

En una época llena de interferencias en las comunicaciones, probemos concentrarnos en la escucha. Este Hilo Conductor es una invitación a que abras tus oídos y experimentes sensaciones nuevas.

Hola, ¿qué tal? Espero que lo mejor posible en este presente pandémico. También espero que te estés cuidando y uses el barbijo por encima de tu nariz así no me pongo de mal humor.

Este Hilo estará dedicado a un sentido en particular: el del oído. Por esta vez dejaremos suspendida la primacía cultural de lo visual para concentrarnos en la escucha. Ya bastante rodeadas estamos de pantallas. Son tiempos difíciles en los que escuchar a otres cuesta –hay interferencias de distinto tipo en las comunicaciones–, pero a la vez la escucha se vuelve muy necesaria. Cuando somos escuchadas sentimos alivio. Y a la vez escuchar con atención, concentrarnos solo en eso, puede ser muy reconfortante. ¿Qué tipo de percepción se habilita si nos predisponemos a dejar la vista en un segundo plano y a traer la escucha al centro? Probemos. 

Cómo suena lo que no se puede escuchar

Desde que leí Resonancia siniestra, del artista sonoro e investigador británico David Toop, su premisa me rompió la cabeza. Él parte de la idea de que la escucha tiene un carácter espectral e inaprensible y traza una historia posible de ella a partir de los mitos, la literatura y la pintura. Una de las cosas que se pregunta en el libro es cómo suenan las cosas que no podemos escuchar. El ejemplo más claro que da son los cuadros en los que se representan situaciones sonoras y actos de escucha que contemplamos en silencio. Nos propone imaginar ese mundo sonoro en el interior de las cosas mudas. ¿Cómo era la vida auditiva de otras épocas? 

Este cuadro, por ejemplo, pertenece a una serie llamada The Eavesdropper, del pintor barroco Nicolaes Maes, que Toop analiza detalladamente. El término “eavesdropper” podría traducirse como “oyente furtiva” y efectivamente vemos aquí a una criada escuchando una conversación ajena, oculta en la escalera. Toda la escena tiene ruidos de fondo y palabras dichas en secreto en distintos planos. Pero lo más maravilloso es el gesto entre sigiloso y cómplice de esa criada hacia nosotres, que presenciamos en silencio cómo ella escucha lo que no es debido y hasta nos pide discresión con el dedo. Todo esto me gusta tanto que decidí ilustrar este Hilo con cuadros de la misma serie: escenas de escucha y complicidad. 

Nicolaes Maes, The Eavesdropper (1667)

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La poética del espacio

Escuchar un poema requiere de una mínima predisposición. Partir del silencio, poner play y dejar que la voz que lo lea vaya ocupando el espacio con su ritmo, su cadencia, su tono. No quedamos igual después de haber escuchado poemas leídos en voz alta: algo del misterio de la poesía flota en el aire aunque no se pueda asirlo del todo. A veces se trata de que una metáfora nos sacuda, de que una imagen se corporice o de que un verso deje una pregunta. A veces hace falta escucharlo de nuevo. Aquí van algunas páginas de poemas para perderse –y encontrarse– en la escucha.

Audioteca de poesía contemporánea: curada y producida por la escritora Valeria Tentoni desde 2011, esta audioteca reúne los registros sonoros de muchísimos poemas leídos por sus propios autores y autoras. Los audios están crudos, sin musicalización ni efectos de ningún tipo, para darle predominancia a las palabras y los cortes de verso. Hay audios de poetas de distintas generaciones: de Arnaldo Calveyra, Marta Rosenberg, María Teresa Andruetto y Arturo Carrera a Eloísa Oliva, Martín Armada, Mariano Blatt y Daiana Henderson, entre muchísimos otros. Y también hay voces de otros países que vale la pena investigar: registros poéticos de Chile, México, Perú, Uruguay, Bolivia y España.  

Orden de traslado: Desde Brooklyn, el traductor y poeta argentino Ezequiel Zaidenwerg cura cada miércoles el podcast de poesía Orden de traslado. La idea es llevar la poesía más allá de su micromundo y que pueda ser escuchada por todes por medio de audios de 2 a 5 minutos. Los protagonistas son los poemas, salidos del archivo de traducciones de Zaidenwerg y leídos por una galería de invitades. Cada intérprete modifica el poema según su procedencia: algunas traducciones están voseadas, otras leídas en inclusivo, y otras de forma más tradicional. Este proyecto en pleno crecimiento aloja por ejemplo poemas de Mary Olivier en las voces de Julieta Venegas, Dolores Fonzi o Paula Maffia, de Adrienne Rich en la de la escritora uruguaya Fernanda Trías, de Charles Simmic en la voz del escritor colombiano Juan Cárdenas y un largo etcétera. También hay canciones leídas. Ahí está Billie Jean por Francisco Garamona o Everyday is like sunday por Leo García. 

(Si prefieren escuchar los poemas extranjeros en su lengua original, pueden entrar a Poetry Foundation, una archivo de muchísimos textos leídos y nombres que puede recorrerse de manera aleatoria, por ejemplo seleccionando una “escuela”, “período”, o bien por país de nacimiento.)

Y también es lindo que nos cuenten un cuento, claro, sea con auriculares puestos o sonando en los ambientes de la casa. Por el lado de la prosa, pueden conocer la Audioteca de cuentos de Lucrecia Martel y Graciela Speranza. Realizada durante la pandemia por el Ministerio de Cultura de la Nación, esta serie de 29 relatos dirigidos por Martel son un recorte posible de la literatura argentina de los últimos años. Cada uno es leído por un actor o actriz y su duración varía de los 16 a los 50 minutos. Algunos ejemplos: El cerebro musical de César Aira por Fernando Noy, Japonés de Fogwill por Luis Ziembrowski, y La casa de azúcar de Silvina Ocampo por Cristina Banegas.

Cazadores de sonidos vs maniáticos del silencio

Llegando a la literatura más tradicional, es interesante rastrear qué representaciones adquiere el sonido o la ausencia de él en los libros de ficción. ¿Cómo se describe un sonido con palabras? ¿Cómo suenan los ambientes desconocidos que un autor o autora describe largamente? ¿Logramos asir algo de esos ambientes cuando leemos, o por lo menos de lo que el autor imaginó transmitirnos?

Uno de los mejores libros del año pasado fue la última novela de Valeria Luiselli, Desierto sonoro. Luiselli es una escritora mexicana talentosísima que vive en Nueva York y escribió esta novela directamente en inglés. La que leemos es la traducción que hizo de la novela otro escritor mexicano, Daniel Saldaña París. Pero más allá de estos traslados, uno de los ejes de la novela es el sonido, porque está protagonizada por una pareja de documentalistas sonoros que decide viajar con sus hijos en auto por el interior de los Estados Unidos registrando distintos ambientes con micrófonos y equipos. Él busca recuperar sonoramente lo que queda de las tribus apaches; ella en cambio intenta documentar la hostil y dolorosa realidad de los “niños perdidos” que viajan ilegales de México a Estados Unidos completamente solos y librados al destino. Los ecos tienen una presencia fuerte y misteriosa también en la novela. Pero no quiero contarles más. Si no la leyeron, se las recomiendo muchísimo.

El silenciero, del escritor mendocino Antonio Di Benedetto, es otro de los libros en los que la escucha está tematizada de manera ficcional. Esta novela de 1964 del autor de Zama está protagonizada por un narrador sin nombre que padece de manera demencial los ruidos. Di Benedetto maneja una gran exactitud al diferenciar ciertos ruidos de otros, al medir o comparar esos sonidos molestos con los distintos tipos de silencio. Su protagonista busca obsesivamente un lugar en la ciudad invulnerable al ruido y va arrastrando al resto de los personajes a su locura.

Acá pueden leer el prólogo de Juan José Saer a la novela en el que dice que “la prosa narrativa de Di Benedetto es sin dudas la más original del siglo. Desde el punto de vista estilístico es inútil buscarle antecedentes o influencias: no los tiene”. 

Otro lector célebre de Di Benedetto fue Roberto Bolaño. El primer cuento de su libro Llamadas telefónicas está protagonizado por un tal Sensini que es Di Benedetto y por Belano, que es el mismo Bolaño. Empieza así: “La forma en que se desarrolló mi amistad con Sensini sin duda se sale de lo corriente”. Si les da intriga en qué consistió esa relación, les dejo el cuento por acá.

Nicolaes Maes, serie The Eavesdropper (1656)

Activaciones sonoras

¿Qué hacemos con lo que escuchamos? Con la premisa de que la escucha dispara la creatividad y la pone a funcionar en el mundo, hay dos proyectos artísticos con sede en Buenos Aires que la tienen como protagonista.

El primero es Sonido Cínico, que se encarga desde hace años de motorizar laboratorios de investigación sonora promovidos por los artistas y músicos Sebastián Rey y Leonello Zambón en distintos contextos pedagógicos, tanto para adultes como niñes. Con una pata en la investigación y otra en el activismo, Sonido Cínico ejecuta de manera lúdica una serie de activaciones que van de la construcción de instrumentos inventados (el amuletófono, la mochi-ampli) a las intervenciones sonoras urbanas. Una de sus acciones más insólitas es la amplificación de un guiso de lentejas a través de micrófonos piezoeléctricos. ¿Cómo suena un guiso desde adentro si se microfonea a los vegetales?  

El segundo es el hermoso proyecto Audionautas – Viajes de escucha, una experiencia perceptiva que aspira a seguir construyendo una comunidad sensible en tiempos tan complejos. Surgida estos meses desde Planta Inclán, una sala de teatro en Parque Patricios co-dirigida por la actriz Elisa Carricajo y el coreógrafo Juan Onofri Barbato, Audionautas hace dos viajes cada fin de semana solo por medio del audios. Les puedo contar mi experiencia porque participé de uno el domingo pasado, coordinado por Dani Zelko: reservé mi lugar colaborando a la gorra y a la hora señalada –las 17– me conecté a un zoom sin prender la cámara. El artista designado para ese viaje nos hizo una guia hablada que incluyó varios momentos perceptivos y práctivos que duró en total 30 minutos. ¿Los libros transportan presencias? ¿Cómo suena la casa? ¿Cuántas acciones hacemos sin reparar en el sonido? Estas son algunas de las preguntas que guían cada una de las incursiones sónicas. Más info para anotarse en los próximos viajes en la web o el ig de Planta Inclán.

La inmersión desde pequeñes

Es clave que las niñas y los niños vayan aprendiendo a escuchar desde temprano. A veces perdemos la noción de que la escucha también se estimula y se profundiza si le dedicamos tiempo y concentración. Resulta muy placentero compartir momentos de escucha con les más pequeñes de la casa y después hablar de lo que sintieron. También es importante saber guardar silencio mientras se escucha, para captar mejor lo que está sucediendo gracias a nuestros oídos. 

Un recurso muy valioso para este tipo de ejercicios es el collage de voces y sonidos del escritor Nicolás Schuff llamado El pájaro fantasma. Hecho con mucha dedicación, este podcast “para chicos y chicas de cualquier tamaño, forma y color” invita a descansar la vista y dejar que el oído sea el motor de la imaginación. Cada episodio dura entre 20 y 30 minutos y está organizado alrededor de un tema: la luna, la lluvia, los colores, los gatos, las listas, las verduras, los fantasmas. Hilvanados con canciones, audios divertidos o informativos y opiniones de chicos y chicas, los temas se despliegan de manera muy estimulante y creativa. Este Pájaro al que “todos escuchar pero nadie ve” puede ser escuchado desde este WordPress o bien desde Spotify. Es un planazo para poner en el auto durante viajes largos (pero cierto que estamos en cuarentena).

Otra propuesta agradable para profundizar el hábito de escucha es Filbita Cuenta, que nació en pandemia para paliar la angustia de les niñes desde la literatura. Homenajeando al magnífico escritor italiano Gianni Rodari en el año de su centenario, la propuesta fue grabar relatos inspirados en los famosos Cuentos por teléfono en las voces de chicos y chicas. Los de Rodari son cuento cortos, en su mayoría disparatados y graciosos, que enmarcó en la siguiente historia: un padre debe viajar por trabajo y para que su hija no lo extrañe la llama todas las noches desde donde esté y le cuenta un cuento por teléfono (son relatos de una época en la que no existían los celulares, así que el gesto es más valeroso). Una experiencia de escucha bella y amorosa.

Bueno, llegamos al final de este hilo sin recomendar películas –me contuve porque dijimos que dejábamos la vista de lado–. Pero no puedo despedirme sin linkear siquiera una canción. Va este clásico que mi papá me recordó el otro día, “The Sound of Silence”, que creo que viene al caso.

Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

¡Hasta la próxima! 

Malena

PD: Antes de irme te cuento que si te gusta lo que hacemos en Cenital, podés colaborar con el proyecto.

Soy licenciada en Letras por la UBA y trabajo hace muchos años en la industria editorial. Fui editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Formo parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tengo un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumulo en mi biblioteca. Lo que más me gusta es viajar.