Pasaron cosas

Las elecciones del domingo en Boca como un guión de Scorsese. Mafia, fútbol y política.

Vito Corleone sacude y tranquiliza al deprimido Johnny Fontane (supuestamente Frank Sinatra). Le garantiza que tendrá el papel que ambiciona en una película que viene. Que hablará con el productor de Hollywood. «Le haré una oferta que no podrá rechazar» (I make an offer he can’t refuse). Frase mítica de «El Padrino». Pasamos de Marlon Brando a Robert De Niro, «El Irlandés». Los ancianos de Martin Scorsese juegan a las cartas en el geriátrico. De fondo, románticos, suenan los Five Saints (Los Cinco Santos) asegurándole a la prometida que nunca quedará sola. Cantan «En la quietud de la noche». Y aparece Frank Sheeran (De Niro). Solo, en silla de ruedas. Recuerda que cuando era joven creía que los pintores eran «los que pintaban casas». Hasta que dejó el camión y empezó a «pintar casas». La imagen muestra una pistola. La pared manchada de sangre. El mafioso no dice «te voy a matar». El mafioso pinta casas.

No es difícil imaginarse a Daniel Angelici, presidente saliente de Boca, comunicándole meses atrás a su amigo Mauricio Macri, presidente saliente de la nación, que no habría problemas para que Juan Román Riquelme jugara con ellos en las elecciones del domingo. «Le haré una oferta que no podrá rechazar». Riquelme contó a Jorge Rial en «Intrusos» su versión de esa charla, sucedida en octubre pasado, apenas después de la dura paliza en las PASO. No sirve la síntesis que ofrecieron los diarios. Hay que escuchar toda esa parte de la entrevista, ironías, tonos y risas incluídas. «Me llamó el presidente de mi país -empieza Román-. Son cinco segundos inolvidables porque es el presidente de mi país. Me dijo que estaba preocupado por nuestro club. ‘Tengo que reconocer -le dije yo- que la verdad lo querés al club. Para llamarme en el lugar que estás, para llamarme por el club. Yo lo quiero un poquito más, pero se nota que vos lo querés'». «¿Eso le dijiste?», le pregunta Rial. «Sí», responde Riquelme. Se ríen todos en el estudio, Román incluido. Sigue Riquelme contando qué más le dijo Macri. «Estoy preocupado, tenés que sentarte con Daniel (Angelici)». «Yo le dije que no, que con Daniel no me siento. Y entonces él me dice: ‘hacemos una cosa, yo te mando a mi Daniel, vos me mandás a tu Daniel (por Bolotnicoff, su representante)'». Riquelme cuenta que responde que así sí, que su representante puede atender «a quién sea» y que entonces, allí mismo, se comunica él con Bolotnicoff. Y que le dice que «es el presidente» de la nación el que se lo pidió y que por eso tiene que reunirse hasta «treinta veces» si así lo precisa Angelici. Y que Bolotnicoff le responde: «¿pero de qué hablo si vos ya tenés la decisión tomada?». Le responde Riquelme a Bolotnicoff: «hablá de lo que quieras. Churrasco, fideos, plata, de lo que quieras». Rial, riéndose, confirma que «Maquiavelo» Riquelme ya tenía claro que jugaría en las elecciones con el opositor Jorge Ameal. «Son estrategias. Cada uno usa las que quiere», responde Riquelme a Rial. Otra vez el estudio estalla en risas, Riquelme incluido. A tres días del cierre de listas -completa Riquelme su relato- Angelici le manda un mensaje diciéndole que quiere hablar «cara a cara» con él «porque tenés que venir con nosotros». A lo que Riquelme responde con otro mensaje: «Te doy las gracias, estoy a las corridas. Seguí hablando con Daniel. Con total confianza».

Angelici (y Macri) entendieron todo. Después detonaron las esquirlas: que Riquelme pidió plata, que es mitómano, mentiroso e hincha de Tigre. Hasta gritó Diego Maradona, aliado inesperado de la fórmula macrista. Son esquirlas casi de jardín de infantes para un hombre como Angelici, descript-externoo durante años hasta por aliados del propio Macri como un «monje negro, operador de Comodoro Py y los servicios de inteligencia, binguero poderoso», y «padrino» en la AFA y hasta en la Superliga (no en la Conmebol, donde «manda River», según dicen sus críticos). La esquirla más «angelicista» fue la del viernes, cuarenta y ocho horas antes de la elección: la impugnación a Ameal-Mario Pergolini-Riquelme («Identidad Xeneize») por la presencia irregular en su boleta de la lista «Por Un Boca Mejor». Es la lista del «Coti» Nosiglia, aliada histórica del macrismo, clave para su triunfo electoral en 1995, pero que, a última hora, también decidió jugar para Ameal. No habría habido impugnación si Nosiglia hubiese seguido con el oficialismo de Angelici («La mitad + vos»), que postula a Christian Gribaudo, ex diputado PRO, a cargo de la caja de jubilados del Estado bonaerense en el Instituto de Previsión Social bajo gobierno de María Eugenia Vidal. Es el hombre que no mide bien. El elegido por Angelici para perpetuar al macrismo en Boca.

La impugnación fue adjudicada a la lista de José Beraldi («Unidos Para Volver a Ganar»), sospechada de «oposición amiga», pero que luego desmintió autoría. Sí confirmó la impugnación Carlos Aguas, integrante oficialista de la Junta Electoral, recordado cuando en octubre pasado, tras la derrota contra Racing en la Bombonera, respondió insultos de plateístas con una escupida y más insultos. La polémica del viernes hizo pensar en la Inspección General de Justicia (IGJ), donde Ameal había mandado denuncias de supuestas y graves irregularidades en el padrón electoral, una zona bajo control de Juan Carlos Crespi, vice del oficialista Gribaudo. En la IGJ, a su vez, comanda Sergio Brodsky, ex militante de Franja Morada, muy cercano al abogado Darío Richarte, ex SIDE, actual vicepresidente de Angelici. Todo es territorio de El Tano, como se lo llamó siempre a Angelici desde sus viejos años de militancia en la UCR. Curioso: las elecciones de Boca, se dice, sin sutilezas, enfrentan macrismo vs peronismo. Gobierno que sale vs gobierno que entra. Pero a última hora pareció dirimir una interna radical. Mundo Boca. Mundo de políticos, operadores, sindicalistas, hombres de TV, jueces y de La 12. La barra puede jugar su propio partido el domingo si el oficialismo lo precisa, porque parece imposible que los 33.000 socios estimados (sobre 84.000 habilitados) puedan votar ordenadamente en nueve horas en las apenas 148 mesas habilitadas. La oposición teme colapso planificado a la hora del cierre de la votación en la carpa levantada al lado de la Bombonera. Son todos actores de poderes visibles y poderes bajo las sombras. Sin embargo, desde un importante sector de la prensa, cercano a Angelici, el único villano de esta elección parece Riquelme.

El colega Ignacio Damiani escribió en 2016, junto con Julián Maradeo «El Tano. Quién es Daniel Angelici», libro de difusión difícil en años macristas. «Román -me dice Damiani- es el único que Angelici nunca pudo cooptar. Desplegó todas las herramientas. Desde la influencia político judicial hasta la económica y no pudo. Angelici se encontró con uno más hábil que él. Que manejó los tiempos, las estrategias y el poder con tanta eficacia como la que manejó el propio Angelici. Con un agregado: si Angelici tiene legitimidad en la justicia o en el poder empresarial (por tener alianzas con cuadros que construyeron y luego ocuparon la justicia porteña o emanciparse en el mundo de la política para ampliar sus negocios con independencia y conducir sin más que reportar a un puñado de socios); Riquelme, por su parte, tiene mayor legitimidad en el mundo del fútbol».

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Irónico, Román fue el lanzamiento político de Angelici en Boca, cuando El Tano era tesorero y se negó a firmarle un contrato que consideró oneroso para el club. Ahora Román puede ser su puerta de salida. Le pregunto a Damiani qué personaje de «El Irlandés» podría corresponderle a Angelici. El colega cita primero a Russel Bufalino, el Joe Pesci que ya no sabe cómo decirle al sindicalista Jimmy Hoffa (Al Pacino) que su era terminó, que se retire a pescar y a disfrutar de sus nietos. Pero Damiani añade de inmediato que Angelici «se ensañó tanto en su poder que no vio las advertencias de Riquelme». Y que, entonces, más que Bufalino, Angelici podría terminar ahora derrotado como Hoffa. Porque primero fue la derrota electoral del macrismo en elecciones nacionales. Y ahora es el turno de Boca, la gran vidriera donde comenzó todo en 1995, cuando Macri ganó elecciones presidenciales y, al día siguiente, Julio Ramos publicó en la tapa de Ámbito Financiero: «Nace un proyecto político». Un proyecto más amenazado que nunca bajo el nombre de Riquelme. Como le dice De Niro a Pacino-Hoffa en «El Irlandés». «Así son las cosas».

Soy periodista desde 1978. Año de Mundial en dictadura y formidable para entender que el deporte lo tenía todo: juego, política, negocio, pueblo, pasión, épica, drama, héroes y villanos. Escribí columnas por todos lados. De Página 12 a La Nación y del New York Times a Playboy. Trabajé en radios, TV, escribí libros, recibí algunos premios y cubrí nueve Mundiales. Pero mi mejor currículum es el recibo de sueldo. Mal o bien, cobré siempre por informar.