Nunca he podido arrancar tu corazón de mi corazón

Belgrano, sus revoluciones y sus ascensos.

Hola, ¿cómo estamos?

No saben que todo, todo, ese amor es puro. El peruano Eddy Carazas apenas se había puesto siete veces la camiseta. Reclamó una deuda de 15 mil pesos. 18 de septiembre de 2001. Argentina se iba a la mierda. Con los clubes de la mano. Gregorio Ledesma, el por entonces presidente, anunció que la cosa no iba más. Quiebra, en la previa de un partido con San Lorenzo. Menos de seis meses después, descendía. La legislación que habilitaba el gerenciamiento, inventada cual respirador artificial para Racing, funcionaba como electroshock. Vendrían tres gestiones. La última, la definitiva, de la mano del empresario de cosméticos Armando Pérez. Casi la resurrección. Porque hasta que no regresara la democracia no habría orgullo pleno. Eso del dicen que, por amantes, somos descarados. Ocurrió. Diez años después, Belgrano volvía a ser. Fuego y pasión que no se apagará. Te amo y te lo juro.

El humo celeste bailando en el cielo. La jeta del planeta sin creer que eso ocurrió en la segunda división. Belgrano, la barra de los Piratas, el busto del Potro en la platea, se enfrentaba a Instituto. Unos punteros y los otros escoltas de un torneo delirante: 37 equipos, solo ida, todos contra todos y al campeón le debieran entregar el Ministerio de Economía. El corazón del fútbol radicado en el centro del país. La ilusión de retornar a Primera es tan vox populi como los cuartos de final de la Libertadores a los que arribó Talleres. Las pasiones no son por puntos. Un centro de tres cuartos, el delantero Pablo Vegetti la toca, rebote y la empuja el defensor Alejandro Rébola. El corazón explota. A los días, el empate contra Quilmes. A siete fechas, la B de Córdoba lleva nueve de ventaja y se ilusiona con la vuelta a la cima del fútbol argentino. Un cielo extraviado al que se arribó tras el infierno.

La historia arranca antes. Nombre y apellido. Un score inimaginado. Ricardo Zielinski partía de Patronato. Aterrizaba en Córdoba. Entre el descenso al Federal y diez puntos de los ascensos. Diez victorias, siete empates y dos derrotas. El puntapié de cómo transformarse en ídolo. La Promoción. Contra River. En el receso invernal del 2011 se disputaría la Copa América. El mítico Chateau Carreras mutaba en el estadio Mario Alberto Kempes. Las reformas obligaban a disputar el partido en Barrio Alberdi. Un escenario que reventó emocionalmente al rival. Ni ocho mil personas del Millonario -por encima de tres mil tickets disponibles- pudieron torcer la fuerza de gravedad de un pueblo emocionado. De visitante, la historia tuvo otros traumas conocidos. Belgrano nunca ganó un título nacional, ni siquiera de la B. En 2015, debutó en la Copa Sudamericana. La Promoción, el tiempo celebrando en el Monumental mientras los locales violentaban su dolor, los jugadores festejando en el césped como dos horas después. Cómo olvidarla, si ha dejado huellas en mi corazón.

Entre una sociedad anónima y una asociación civil hay un salto que se evita decir: la democracia. Se chamuya sobre eficiencia en un terreno que conquista solo quien posee el capital. La semana siguiente al ascenso, Belgrano demostró haber saneado sus cuentas y convocó a elecciones. Pérez ratificó su gestión en las urnas. De gerenciador a presidente. Hasta 2019, los Celestes se mantuvieron en Primera. El empresario dio un paso al costado para 2017. En el medio, donó un patrimonio que escenificó un salto cualitativo: el predio de Villa Esquiú. Del que no paran de salir cracks. Con el Cuti Romero como principal cartel. Luego, un acuerdo entre la FIFA y la Presidencia de Argentina derivó en que la AFA fuera intervenida. El sueño húmedo y privatizador de Mauricio Macri. El titular de Belgrano se transformó en la cabeza del proceso. Lo acompañaron Carolina Cristinziano -compañera de Gonzalo Belloso, pieza fundamental de la CONMEBOL post FIFAGate en la última década-, Javier Medín -abogado, hombre de la corporación PRO en Boca- y Pablo Toviggino -santiagueño, cerebro del Consejo Federal de fútbol, socio político de Chiqui Tapia-. Una experiencia que culminó mal y con citaciones en la AFIP. Si trascender a Córdoba era el objetivo, el mapa no le funcionó a Pérez.

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El vice Carlos Franceschi heredó la presidencia. Un caso literalmente increíble. Profesor de historia. Hasta los padres de los alumnos ingresaban a clase para verificar que sus hijos no les mentían cuando les aseguraban que el profe mandaba en Belgrano. La democracia no se tocaba. Las cuentas, en regla. El problema latió en la pelota. Que no entró y no por azar: malos refuerzos, flojo desempeño de entrenadores, ausencia de jerarquía en el proyecto deportivo. Treinta mil personas despedían a Belgrano de Primera en un cruce contra Patronato.

Hay en la Patria Celeste una suerte de dominó. La Asamblea estaba picante. Al borde de los sillazos. La masa societaria pretendía masticar vivo a Franceschi. Tanto griterío no permitía avanzar. Hasta que del público emergió Luis Artime. El tipo que más goles marcó con esa camiseta. El ídolo vuelto tribuna. En 2010, cuando el gobierno de Córdoba propuso una votación para que cada tribuna del Kempes se bautizara con el nombre de un héroe de cada uno de los equipos grandes de la provincia, él ganó su primera elección. Desde ese piso, sin pretensiones, intentó calmar a las fieras y sugirió escucharse. Entró a sus frases siendo socio y salió como candidato. Un año después, vencería en las urnas al propio Armando Pérez. El Luifa se volvió millones.

Como una cebolla. Cada capa de Alberdi atesora la historia. El cemento en el que se alienta antes fue el pueblo La Toma. Denominado así porque desde ahí se chupaba agua del río para las casas. En donde habitó el último bastión comechingón de Argentina. De ese linaje, salió Miguel Dellavalle, primer futbolista cordobés en la Selección, campeón Sudamericano en 1921, ídolo Pirata. Las descendencias se mezclaron. El compromiso de Belgrano con sus raíces los llevó a que los llamaran “bolivianos come ajos”, sustantivo que algunas tribunas bramaban como insulto, que ellos percibieron como elogio. Esta semana, nombraron socia honoraria a la cantante peruana Susana Baca por su compromiso con la cultura afroamericana y latinoamericana. La historia subiendo de los pies a la cabeza.

A Belgrano lo fundaron adolescentes, en 1905. Arturo Orgaz fue uno de los púberes que inició el club. También, uno de los estudiantes determinantes en la Reforma Universitaria de 1918. Una movilización que cambió la historia de las facultades de Argentina: autónomas, democráticas, laicas y populares. Un puntapié en la educación de cara al pueblo.

Atrás de la cancha, funciona el Hospital de Clínicas. La ciudadanía todavía lo prefiere por encima de los sanatorios privados. Desde esas paredes, se parió el Cordobazo. En 1969, una insurrección popular que puso en jaque a Juan Carlos Onganía y sembró el final de la dictadura. Agustín Tosco plantó un legado imborrable. Las vertientes obreras constituyeron tres días de huelgas defendiendo sus derechos. Un hito en la historia de las rebeldías de la provincia. Que vincula al épico líder sindical con los Piratas, aunque algunas pistas indiquen que era de Talleres, otras que era de Huracán. Sus hijos y sus nietos, hinchas fanáticos de Belgrano.

Hace falta saber de dónde se viene para emprender el futuro. Guillermo Farré es un héroe de la institución. Van 16 minutos del segundo tiempo, River vence 1–0, hay una carambola y el mediocampista aterriza para pegarle, sacarse la remera y acariciar el ascenso. Del 2007 al 2017, vistió la casaca celeste. Tras un gran paso conduciendo a Atlético Tucumán, a Zielinski le ofrecen el barco de Estudiantes. Apela a sangre joven en el cuerpo técnico y convoca al volante. Que acepta. Hasta que le suena el celular: Belgrano quiere contratarlo como entrenador. El Ruso le hace la venia. El ídolo regresa a su barrio. En su primera experiencia como entrenador. El sueño iba a comprender un equipo metedor, organizado, sin muchas situaciones de gol a favor, con muy pocas en contra, un goleador infernal como Vegetti y la magia del niño Bruno Zapelli.

Las paredes del estadio de Barrio Alberdi hablan, dan discursos, estrujan y emocionan. Los ojos tan tristes como pícaros del Potro Rodrigo. El rostro mundialista de Diego Maradona con una fecha: el 10 de julio del 86. Diez días después de salir campeón del mundo, el 10 participó de un amistoso en beneficio del Patronato de la Infancia y jugó con la remera de Belgrano. En un mosaico, la cara de Pepa Gaitán. Que siempre lloraba cuando el club de sus amores hacía un gol. El 6 de marzo de 2010, el padrastro de su novia la asesinó con una escopeta. La Justicia sentenció que se trató de un homicidio como cualquier otro. Durante años, en las paredes de la cancha estuvo escrita la justa: “Pepa Gaitán. Hincha Pirata. Asesinada por lesbiana”. Algunos asociados se quejaron. A la lesbofobia todavía le queda poder para borrar aclaraciones. Persiste su imagen. La verdad no se puede esconder.

El orgullo de Belgrano no solo es el aroma a ascenso. Ni sus pestañas testigos de la historia. Ni su supervivencia. Ni sus proclamas. El fútbol femenino explota corazones. Marcha primera, con 34 unidades, por encima de Banfield. Pepa Gómez, su mágica, a fuerza de talento y de compromiso consiguió que fuera un derecho ganado jugar en el mismo estadio que el masculino.

Curado de su propio espanto, el piso del cuadro celeste se mueve porque impulsa para arriba. Democrático, femenino, masculino, con consciencia de clase, el Pirata anda orgulloso de su trajín. Y, si las cosas no marcharan, da la sensación de que continuaría igual. Porque hasta el domingo, mi amor. ¿Cómo dejarte?, si te llevo conmigo. Nunca he podido arrancar tu corazón de mi corazón.

Pizza post cancha:

  • Este viernes se cumplieron 118 años del nacimiento del maestro Julio Cortázar. Fana del boxeo, menciona a ese deporte montones de veces en su literatura. La noche de Mantequilla ambientado en la pelea entre Carlos Monzón y José Ángel “Mantequilla” Nápoles, es, para siempre, una maravilla.
  • Oriundo de Ayacucho y residente en Tandil, Diego Ignacio Tusq sacó un hermoso libro de cuentos futboleros. Se llama 18 toques para el segundo gol.
  • Veinte años después del Mundial de Básquet de Indianápolis, un grupo de jóvenes periodistas labura en twitter un diario del día a día del torneo en que Argentina llegó a la semifinal.

Esto fue todo.

Cada vez vamos más cerca de la Copa del Mundo. Presentamos Nos fuimos Mundial, una tremenda producción que haremos desde Cenital. Todo lo que nos aportes, nos ayudará. Es por acá.

Abrazo grande,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.