Noruega y las elecciones climáticas

Los votantes noruegos se enfrentan a su modelo de desarrollo. Un contrato de submarinos desata una crisis geopolítica entre Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Australia. La previa de las elecciones en Alemania, con unas papitas con cheddar.

¡Buen día!

¿A que no querés distraerte un poco del quilombo del país con más quilombo… pero de afuera? Mundo Propio: más que un goce, un desplazamiento. Porque la política internacional puede ser, por qué no, una maniobra de evasión.

Vamos a lo nuestro. 

Noruega y las elecciones climáticas

La semana pasada la centroizquierda noruega volvió al poder en unas elecciones marcadas por la crisis climática. Por primera vez, la discusión sobre el futuro del modelo de desarrollo del país, basado en la explotación de gas y petróleo, y responsable de la prosperidad de la que gozan los ciudadanos, fue protagonista de la campaña y obligó a todos los partidos políticos a posicionarse. Noruega, líder en venta de autos eléctricos y uso de energías renovables, sacó sus contradicciones al sol. El futuro del modelo y los tiempos de la transición, sin embargo, siguen en disputa. 

Las elecciones

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Poco importa que el Laborismo haya tenido una de las peores performances de su historia. Con el 26% de los votos, Jonas Støre está a un paso de convertirse en Primer Ministro con el apoyo del Partido del Centro –una fuerza agraria que sacó el 13,5%– y posiblemente de la izquierda socialista, que obtuvo el 7,6%. Sin el apoyo de esta última, Støre podrá gobernar, pero en minoría. 

Su triunfo corta con 8 años de dominio de los conservadores (20%, 9 escaños menos), quienes gobernaron casi todo el período junto a la extrema derecha (11%, 6 menos que en la última elección). En el pelotón de los chicos resaltan el partido Verde (3,9%) y el Rojo (4,7%), dos fuerzas que proponen que Noruega acelere el cambio de su modelo de desarrollo por los daños ambientales que provoca. Si bien les fue un poco peor de lo esperado, ganaron relevancia en una campaña atravesada por la cuestión climática, en la que todos los partidos que propusieron algún tipo de crítica al modelo –desde las más tibias, como los laboristas, hasta las más radicales, como estos dos últimos– ganaron bancas respecto a la última elección; los defensores de mantener todo cómo está, en cambio, bajaron. 

La campaña coincidió con la publicación del informe bisagra de Naciones Unidas que alerta sobre el “código rojo” en la crisis climática (tanto Eli como Agos dedicaron correos a explicarlo). Según contaban algunos corresponsales en Noruega, el reporte contribuyó a que el tema escalara en la agenda, con el modelo de desarrollo del país en primer plano. 

Desde Bergen, una ciudad del sureste del país, la segunda más grande después de Oslo, Ernesto Seman, profesor de historia de la Universidad de Bergen, me cuenta que el informe, antes que iniciar un debate, lo acentuó. “Hace tiempo que el tema de la dependencia en combustibles fósiles de la economía noruega está en discusión. Es difícil imaginar cómo perpetuar el modelo de prosperidad sin la industria petrolera”, sintetiza.

La historia de Noruega con el oro negro es reciente. Comenzó a finales de los sesenta con el descubrimiento de yacimientos de petróleo y gas en la zona del Mar del Norte. Hoy, el sector explica el 6% del empleo nacional, el 14% del PBI y aproximadamente el 40% de las exportaciones del país, que figura en el top ten de los mayores jugadores globales en el rubro. Pero, además, la explotación de hidrocarburos es responsable de una de las claves del llamado “milagro noruego”: el Fondo Soberano, que administra las ganancias de la industria y las invierte en todo el mundo, apenas guardando un 4% de las reservas (que superan los 1,3 billones de dólares, uno de los fondos de inversión más grandes del mundo) para inyectar a la economía doméstica. Es imposible entender el nivel de prosperidad de los noruegos sin el petróleo. 

La contradicción está a la vista. Hacia dentro, la sociedad se comporta como una con conciencia verde: es líder en ventas de autos eléctricos y uso de energías renovables, unas pautas de comportamiento incentivadas y financiadas desde el Estado, cuyos recursos provienen en gran medida de una de las mayores industrias responsables de la crisis climática. “Es una sociedad que vive muy conscientemente su prosperidad sobre la base de la destrucción de algo que valora: el planeta”, me dice Ernesto. 

Para él, hay dos perversiones. La primera es esa contradicción que podríamos ubicar en el campo de la moral. Pero la segunda es que los noruegos son conscientes de que esa actividad va a tener impacto ambiental dentro de sus fronteras. “Los climas acá van a ser mucho más extremos, y eso va a tener consecuencias desde la infraestructura a la salud pública”, dice. Y el petróleo suele tapar las consecuencias de otra industria clave para el país: la del salmón, el tercer producto de exportación, cuyos efectos negativos en el medio ambiente también son significativos. Para Ernesto, que escribió al respecto, se trata de una industria mucho más difícil de desmontar por el poder de lobby que ejercen los empresarios y porque está asociada a la construcción de la imagen –la marca– del país. 

Con la primera contradicción se puede convivir. La segunda afecta la propia idea de la convivencia.

El debate es bien interesante, porque en el centro se encuentran los altos niveles de prosperidad de la que gozan los noruegos (y que naturalmente no quieren abandonar). Por el momento, la compañía petrolera estatal, Equinor, no muestra intenciones de detener la explotación de hidrocarburos. La pregunta es si el nuevo gobierno puede forzar un cambio en la ecuación. Si bien en la campaña el Laborismo alentó la continuidad de la industria, se comprometió a limitar las inversiones y a considerar el daño ambiental en la proyección exterior. Los críticos, tanto afuera como adentro del país, señalan que el momento para hacer el cambio es ahora. Como la izquierda socialista es uno de los partidos que busca mayores compromisos, el tema está destinado a protagonizar la rosca dentro de la coalición y en el Parlamento, con otros partidos ecologistas.

¿Por qué es importante?

El dilema lo plantea Branko Milanovic: si Noruega, que tiene recursos privilegiados para aguantar mejor la transición que el resto del mundo, no está dispuesto a replantear su modelo de desarrollo, ¿qué podemos esperar de otros países dependientes de combustibles fósiles, como Nigeria y Ecuador, con muchos menos recursos y nivel de desarrollo alcanzado para hacer más digerible el cambio?

El vaso medio lleno es que las ciudadanías, por más ricas que sean, ya no miran para el costado. Las elecciones de Noruega son un buen ejemplo.


Qué estoy siguiendo

Estados Unidos y Reino Unido mandan a Australia a tocar el timbre

Es llamativa la riña que se dio con la presentación de Aukus, una alianza estratégica entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que va a dotar a los aussies de submarinos nucleares y tecnología para ganar masa militar. Ninguno tuvo que mencionar la palabra China porque ya viene sobreentendida: el proyecto se enmarca en la estrategia, con sello norteamericano, para contrarrestar la influencia militar de Beijing en el Asia Pacífico.

Pero hubo un pequeño detalle. Australia ya tenía pensado recibir submarinos… de Francia, por lo que el pacto implicó la ruptura de un contrato con una empresa francesa para reemplazarlo con el de Estados Unidos. París catalogó la maniobra como una “puñalada por la espalda” y apuntó cañones a Washington: “Se parece mucho a lo que hacía el señor Trump”, dijo el canciller. El viernes, Macron llamó a consulta a sus embajadores en Washington y Canberra. Es la primera crisis entre los dos aliados desde la llegada de Biden a la Casa Blanca. Como suele suceder, importa más por lo que revela de fondo: la desconfianza –fundada– de París acerca de que los planes militares de Estados Unidos colocan a Europa –pero sobre todo a Francia– en una posición tan incómoda como irrelevante. Entre otras humillaciones, el país pierde un contrato de 90.000 millones de dólares.

El timing es exquisito. El anuncio llegó unas horas antes de que Europa presentara su nueva estrategia para el Asia Pacífico y unos días después de la llamada entre Xi y Biden, que aspiraba a bajar la tensión con su contraparte, aunque no le comentó nada de los planes. Beijing reaccionó con fuerza: dijo que la iniciativa “perjudica la paz y la estabilidad regional”. El que se la juega es Australia, que tiene a China como su principal socio comercial y es uno de los pocos países donde Beijing testea una nueva diplomacia, más agresiva, dispuesta a comprometer acuerdos económicos. Quizás esto explica la cautela de sus vecinos: Nueva Zelanda tomó distancia del pacto y avisó que no va a permitir la entrada de los submarinos aussies a sus aguas.

Esta semana. Biden recibe en la Casa Blanca a los líderes de la alianza Quad –Japón, Australia, India, además de EEUU–. Será la primera reunión presencial del grupo. Me pregunto de qué país van a hablar. 

Ponele un ojo. Estamos a unas semanas de una cumbre climática vital en Glasgow. Se espera que todos los países, pero especialmente China y Estados Unidos, mejoren sus compromisos en materia ambiental. Biden insiste en que puede separar la agenda de confrontación para cooperar en el clima; los roces de los últimos meses, sin embargo, no son una buena señal.


Qué estoy escuchando

Esta semana estamos de previa: el domingo son las elecciones en Alemania. Franco Delle Donne y Rául Gil Benito hacen un muy buen podcast sobre el Fin de la Era Merkel; el último capítulo justamente es sobre la recta final de la campaña, en la que la socialdemocracia sigue sacando ventaja. Si te quedas manija, te recomiendo también el capítulo sobre la división Este-Oeste, uno de los principales desafíos a resolver para quien le toque suceder a Angela. Vinculado a lo que hablamos antes, va a ser interesante ver si la socialdemocracia profundiza su avance regional en Alemania y si Los Verdes logran consolidar el protagonismo que tuvieron durante toda la campaña.


Qué estoy comiendo

La papa es el alimento más noble en la faz de la tierra. Multifascética, puede ser protagonista o acompañante; poco importa su forma de cocción: nunca –nunca– te va a defraudar. Y si bien no necesito que ningún ensayito me lo recuerde, me gustó encontrarme con este texto (acá traducido) que unge a la papa a lo más alto de la historia mundial. Recorre sus orígenes tempranos, su aparición en Los Andes y el cruce con la conquista española. Cuenta, también, que la papa fue vital, entre otras cosas, para acelerar el surgimiento de la agricultura moderna en EEUU y Europa y para detener el efecto letal de las hambrunas en el viejo continente. Acá otra nota para complementar, en español.

Así que la próxima vez que te sientes a tomar una cerveza primaveral (idealmente a las 19) y masculles no sé qué cosa sobre que ya no aguantás más “estos bares que lo único que tienen para comer son papas con cheddar”, acordate de estos versos de Pablo Neruda:

Honrada eres
como
una mano
que trabaja en la tierra,
familiar
eres
como
una gallina,
compacta como un queso
que la tierra elabora
en sus ubres
nutricias,
enemiga del hambre,
en todas las naciones
se enterró su bandera
vencedora
y pronto allí,
en el frío o en la costa
quemada,
apareció
tu flor
anónima
enunciando la espesa
y suave
natalidad de tus raíces.

Acá el poema entero.


PICADITO

  1. Malasia: gobierno y oposición firman un acuerdo histórico para ponerle fin a la inestabilidad.
  2. Se agrava la crisis política en Haití: el presidente desplaza al procurador que quiso imputarlo por el magnicidio de Moise.
  3. Rusia: Putin se impone cómodo en unas legislativas sin competencia, aunque pierde apoyo.
  4. Cumbre CELAC: con dardos cruzados, líderes regionales discuten sobre la pandemia y el rol de la OEA.
  5. Muere Abdelaziz Bouteflika, el presidente que quería despertar Argelia.

Bueno, hasta acá llegamos por hoy. Antes de irnos te comparto este meme que me gustó. Proteger\quemar el Amazonas o Amazon: la political compass definitiva.

Mirá qué amoroso: te deseo que tengas una semana tranquila.

Nos leemos el lunes.

Un abrazo,

Juan

Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.