Mudar la Capital y, mientras tanto, valorar el transporte público

La idea de mudar la Capital a otro territorio, una nueva ciclovía por avenida del Libertador y la utilidad de los colectivos. Tres novedades urbanas para terminar el año.

Hola, ¿cómo estás? Espero que muy bien. Yo acá, escribiéndote estas líneas pensando que falta una semana para Navidad sin poder creerlo. Esta es la última entrega del año y ya nos leímos la semana pasada, así que te propongo una picadita de novedades urbanas.

Vamos a lo nuestro.

Proyecto Patagonia

Esta semana el presidente Alberto Fernández dijo en Tucumán que piensa todos los días en la posibilidad de mudar la Capital Federal al norte del país. Es un debate de larga data y con implicancias urbanas, claro. La propuesta más recordada, y quizás la que más avanzó, fue la de Raúl Alfonsín, que en 1986 lanzó la propuesta de mudar la Capital a Viedma, Río Negro.

En esta nota de El Dipló, el politólogo Alejandro Sehtman cuenta que además de la mudanza a Viedma existió otra propuesta en esa misma época que era fundar una nueva provincia que incluiría a la ciudad de Buenos Aires y a su área metropolitana: la Provincia del Plata. Interesante.

Sobre la mudanza a Viedma, me gustó el paralelismo que hace el politólogo entre la Patagonia argentina y la Amazonia brasileña. Sehtman cita a Alfonsín cuando dice que cada país tiene el espacio que utiliza. “Viedma/Carmen de Patagones reemplaza al Amazonas por el Atlántico, y aparece como una Brasilia austral que permitiría desplazar el centro de gravedad del desarrollo”, señala.

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En otro artículo, para la Revista Turba, el sociólogo Juan Laxagueborde cuenta que hasta se había creado el Ente para la Construcción de la Nueva Capital (ENTECAP) con el fin de planificar la mudanza. Además, hubo hasta un spot oficial con la voz de Alfonsín que anunciaba que no había vuelta atrás en la decisión y que el llamado “Proyecto Patagonia” era un hecho. 

Por esos años, testimonios cuentan que el precio de la tierra en el aglomerado Viedma-Carmen de Patagones se había disparado a causa de la inminente noticia. Quizás sólo ese hecho sirve para pensar una de las consecuencias  ¿indeseadas? de cambiar la centralidad político-territorial. Si querés saber más del proyecto trunco de mudar la Capital, mucha gente en la que confío me recomendó la novela Viedma, de Gonzalo Álvarez Guerrero, hijo de Osvaldo Álvarez Guerrero, quien gobernaba la provincia de Río Negro en la época del sueño frustrado del presidente.

En bicicleta por Libertador

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció la construcción de dos ciclovías de mano única por avenida del Libertador que costarán 1.200 millones de pesos y empezó un debate a propósito de qué obras son prioritarias en materia de movilidad. La discusión se vio acrecentada, además, porque en la misma semana se pospuso por decimotercera vez la licitación del estudio de impacto de la línea F del subterráneo porteño. En esa línea, la presentación del presupuesto porteño 2022 oficializó algo que se rumoreaba: no habrá el año que viene obras de extensión de la red. Ya que estamos con la efeméride a flor de piel: ni en 2001 se habían frenado este tipo de obras.

Este tweet de la cuenta satírica del jefe de Gabinete del gobierno porteño, Felipe Miguel, refleja el descontento por el contexto de paralización del subte en el que se dio el anunció de la ciclovía de Libertador. De todas formas en mi opinión estamos, nuevamente, ante una falsa dicotomía: tanto el fomento a la bicicleta como la mejora del transporte público son necesarios. 

Pero pongámonos serios (?). Sobre este tema consulté a dos especialistas en movilidad: Mariel Figueroa, ingeniera especializada en movilidad urbana, y Rafael Skiadaressis, economista especializado en la misma materia. Lo primero que me interesaba, porque me pareció una cifra bastante alta, es si el costo estaba en sintonía con la magnitud de la obra. 

“Si se trata de una ciclovía con la seguridad y experiencia de viaje que se requiere en una arteria con velocidades altas, lamentablemente no tenemos ninguna así en el país con la que podríamos comparar los costos”, me respondió Mariel. Por su parte, Rafael me dijo que “a tipo de cambio oficial sería de aproximadamente 1 millón de dólares por kilómetro, lo cual es mucho más costoso que una intervención convencional. Pero tiene que matizarse por el tipo de obra encarada que excede la mera delimitación de una vía de circulación”.

Para Rafael, además, uno de los puntos más interesantes es el de la integración con la zona norte de la provincia de Buenos Aires, ya que la ciclovía llegará hasta el límite con Vicente López. Sin embargo, señala que “la Ciudad no puede desentenderse del resto de la red de transporte”. Y se pregunta “¿cuál es la estrategia a futuro?”. 

Mariel, además, destaca un punto que tiene que ver con el diseño de las nuevas ciclovías, que tendrá espacio para que estacionen autos particulares como separador del resto de la calzada : “Al ser relativamente escasos, y en zonas no comerciales, los considero innecesarios ya que generan una alta demanda con una ínfima oferta que solo provoca congestión, interferencia en el flujo vehicular, inseguridad vial, malestar y contaminación. Se podrían cambiar por más árboles o estaciones de bicicletas públicas”.

En defensa del colectivo

Seguimos con movilidad. Quizás no lo sabías pero la red de colectivos del Área Metropolitana de Buenos Aires es de las más extensas del mundo. Se dice que el colectivo es un invento argentino pero según le consulté a Felipe González, magíster en Informática Urbana, no lo es. Su inventor fue Blas Pascal en el siglo XVII y las primeras carrozas con rutas fijas recorrían París y no Buenos Aires.

Me empecé a hacer preguntas sobre los colectivos a partir de la lectura de esta nota, que es la segunda de una seguidilla de publicaciones sobre este noble modo de transporte a cargo del Instituto de Transporte de la UNSAM. Una de las preguntas que busca responder el artículo, firmado por el propio Felipe González y Alejandro Sicra, es por qué los trenes y el subte no son suficientes para abastecer la demanda de movilidad del AMBA. 

La respuesta es la capilaridad: “Los colectivos son el principal modo de transporte del AMBA y el gran responsable del transporte público, ya que pueden cubrir corredores troncales (las “venas” y “arterias” del sistema de transporte) como los alimentadores (“capilares sanguíneos”), llegando a abarcar gran parte del área urbana. Esta capilaridad de los colectivos explica su alta participación en el reparto modal de los viajes”, señalan los autores.

Bonus track

  • Me gustó mucho este ensayo fotográfico aéreo sobre agricultura urbana en Boston que publicó el Instituto Lincoln de Política de Suelo. Me pareció bastante increíble la cantidad de iniciativas -que incluyen desde sembrar un baldío hasta granjas transportables debajo de autopistas- que hay en torno a generar alimento sin la necesidad de ir al “campo” y los beneficios que eso podría traer.   
  • Plancito para el fin de semana: el sábado a las 16.30 hay una bicicleteada por el Riachuelo que me dijeron que la rompe. Yo creo que me mando y te recomiendo que lo hagas. Te inscribís acá.

Eso es todo por hoy.

Que tengas un lindo fin de semana y que empieces lo mejor posible el 2022. Tu deseo seguramente es el mismo que el mío. Y el de Lionel Messi. 

Abrazos,

Fer

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Escribo sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de mi trabajo. Estudié Sociología en la UBA y cursé maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en mis ratos libres juego a la pelota con amigos. Siempre tengo ganas de hacer un asado.