Menem y River

El ex presidente cumplió 90 años y River es gran parte de su vida. Dybala está en llamas.

Hola, ¿cómo estamos?

La cosa en Dinamarca parece que está picante y hubo una revuelta tribunera. En la final de la Copa del país, le dieron 750 entradas a cada uno de los equipos. Sonderjyske era el local y AaB los visitantes. El público estaba permitido siempre y cuando se respetaran las distancias sociales recomendadas. El tema es que a la banda que venía desde Aalborg no les gustó nada que les pusieran los puntos y decidió agruparse contra las reglas que demanda el COVID-19. El árbitro tuvo que detener el juego durante catorce minutos porque cuarenta personajes violaban las normas para manifestarse. Hasta los futbolistas se acercaron hasta la tribuna a pedirles que reconsideraran su comportamiento. No se pudo: a los protestantes los subió la policía a un colectivo y los devolvió a casa, tras 110 kilómetros de viaje. Va a ser dura la vuelta a las canchas.

Menem y River

El último jueves, Carlos Saúl Menem cumplió 90 años. Está internado, en terapia intensiva. “Hoy quiero saludar al ex presidente, con el que comparto la misma pasión”, lo saludó Rodolfo D’Onofrio. Su pasión por el deporte podría ser un libro: jugó al tenis, al fútbol, al básquet (hace poco hicieron una parodia de  Last Dance con imágenes del riojano jugando en los noventas que no tiene desperdicio) y hasta compitió en carreras. Su amor por el club es gigante y en su vínculo se exhiben muchas características suyas. Todos los testimoniantes con los que se hizo este informe dijeron en algún momento de la conversación que “estaba loco por River”. Tres de ellos aclararon: “Si no le ponían un límite, quería armar el equipo”.

  • “No me lleves al palco con vos, vas a ser presidente de River y con mi presencia te voy a perjudicar”. Carlos Menem conocía a Hugo Santilli del Partido Justicialista. En 1976, había sido destituido como gobernador de La Rioja y detenido por la Dictadura Militar. Para esa época, el mandatario de River era Rafael Aragón Cabrera, cercano a algunos personajes emblemáticos del gobierno de facto. Antes de la vuelta de la democracia, ya libre, el riojano quiso volver al Monumental. Al padre del ahora vicejefe de Gobierno de la Ciudad, que representaba a la oposición riverplatense, no le importó lo que pudieran decir y lo ubicó ahí igual.
    A los quince días, Menem volvió a llamar a Santilli para ir a la cancha: “Pero ni se te ocurra llevarme al palco, no quiero perjudicarte, voy a ir a la platea”. Lo situó en esa privilegiada zona, pero el hombre que sería dos veces jefe de Estado no quiso. En los tironeos, hubo tablas: aceptó quedarse ahí, a cambio de no sentarse juntos. A su lado, permaneció Mara, histórica compañera de Santilli. Así vieron el resto del campeonato.
    En 1989, cuando asumió como presidente, volvió al Monumental. Santilli, desde 1983, ejercía el mismo cargo, pero en el club de Núñez. Menem fue al palco presidencial. Cuando se acomodó, a su izquierda tenía a su amigo y a la derecha al vicepresidente, Osvaldo Di Carlo. Giró y le pidió a su secretario, Ramón Hernández, si podía ir a buscar a Mara. Miró a Di Carlo y le consultó: “Discúlpeme, ¿usted me podría hacer el favor de dejar que ella se siente a mi lado?”. Al llegar, le explicó: “Usted se sentó conmigo cuando yo salí de la cárcel. Cuando era nadie. Ahora quiero verlo con usted desde acá”.
    Cuando Menem desembarcó en Casa Rosada, Santilli dejó su cargo en River para asumir como titular del Banco Nación.
  • La interna del Partido Justicialista para las elecciones presidenciales de 1989 fue un duelo de titanes: Antonio Cafiero, gobernador de Buenos Aires y abuelo del actual jefe de Gabinete, era el gran candidato, pero Menem sorprendió con el 53,44% de un padrón de más de un millón y medio de votantes. Dos días antes de los comicios, metió un cierre de campaña con 60 mil personas en el Monumental. Le prepararon el vestuario con champagne para que saliera a la cancha. Aquí un video de esa jornada.
  • Por riojano y por riverplatense, Menem siempre tuvo devoción por Ramón Díaz. Por eso, le resultaba imposible entender que Carlos Bilardo no quisiera llevar al delantero del Mónaco al Mundial de 1990. Lo convocó a un almuerzo en Olivos, junto a Julio Grondona. Al terminar, apartó al entrenador y le preguntó qué pasaba. La leyenda dice que el capitán de la Selección no lo quería.
  • Al terminar el Mundial, Bilardo decidió renunciar a su cargo. Menem pretendía participar de la determinación por el sucesor y le encargó a Fernando Galmarini, secretario de Deportes, que fuera a la casa de Passarella, a unas cuadras de la Quinta de Olivos, y le preguntara si le interesaba ser el entrenador de la Selección. Tras un café, el funcionario le llevó la propuesta, que según comentaron en la residencia gubernamental, se aceptó de inmediato. Nadie sabe todavía cómo Julio Grondona se anotició del ágape y al día siguiente confirmó a Alfio Basile al mando.
  • Siempre le gustó jugar al fútbol. Bajo el aire de la Quinta de Olivos, convocó a un picado a montones de futbolistas, en especial al Beto Alonso y a Joaquín Martínez. Usó la residencia para recibir a campeones de River y de la Selección argentina –los juveniles de Qatar 95, por ejemplo–. Hasta se dio el lujo de llevar a la cuarta división millonaria para que, tras ganar la categoría, diera la vuelta olímpica ahí mismo. Aquí en un partido en Banfield con Eduardo Duhalde.
  • En una excelente entrevista en Olé, titulada “El fútbol sin River es como el tango sin Gardel”, aseguró que el mejor equipo que vio fue Carrizo, Vaghi y Soria o Rodríguez; Yácono, Rossi, Ramos, Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Aunque le encantaba el Pipa Gancedo como mediocampista central, admiraba a Leonardo Astrada porque “es el que respetan los compañeros en la cancha, como a Mostaza, Pipo Rossi o Gallego”. 
  • Una de las últimas acciones de gobierno de Menem, en 1999, fue tramitar la entrega de terrenos en Ezeiza donde ahora está el River Camp. María Julia Alsogaray, secretaria de Recursos Naturales y Ambiente, se oponía a esta cesión de tierras. El presidente cambió de área el tema y lo colocó a cargo de la Secretaría de Deportes, encabezada por Hugo Porta, ex rugbier, hincha de Boca. En el 2000, David Pintado y José María Aguilar firmaron la nueva sede de alto rendimiento.
  • En 1999, Nelson Cuevas había llegado a River desde el Sport Colombia de Paraguay, pero Ramón Díaz no lo ponía. La madre del jugador, que hacía público su enojo, se enteró de que Menem era de River y se acercó a la Casa de Gobierno. Una fuente asegura haberla visto más de tres veces en la Rosada. El presidente se cansó de escuchar el problema y le pidió a Alberto Kohan, su secretario, que intercediera con el DT. El 16 de mayo, contra Gimnasia, debutó. Pero no es posible confirmar que fuera por aquel contacto.
  • Según consigna el libro Ser de River de Andrés Burgo, Menem solía llamar al Tribunal de Disciplina de AFA para menguar las sanciones que recaían sobre futbolistas de su equipo. En 1995, solicitó que revieran una expulsión a Enzo Francescoli, contra Deportivo Español.
    Por aquellos años, Héctor Baldassi además de árbitro era trabajador del Estado. En la previa a un Superclásico, Kohan, hincha de Boca, lo llamó para señalarle: “Ojo con lo que hacés en el Superclásico”. El actual diputado le contestó riéndose: “Quedate tranquilo, hace un rato me llamó tu jefe para pedirme lo mismo, pero para el otro bando”. 

Aclaración de vestuario: Revista Panamá acaba de publicar un dossier de la década menemista. No aborda la temática futbolera, pero es un lujo.

Dybala conquista a Ronaldo

En la previa del Mundial de Rusia, al finalizar un entrenamiento en el predio del Barcelona, Paulo Dybala le pidió ayuda a un auxiliar: quería poner un arco delante de otro, el segundo en la línea del área chica. Desde la medialuna, empezó a patear. No le salía y, la verdad, parecía imposible. Marcos Acuña se sumaba al challenge. No había casi espacio para que la pelota bajara después de pasar el primer travesaño.

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El asistente seguía mirando, hasta que se cansó: “¿Para qué estás haciendo esto?”. El cordobés lo argumentó como si se tratara de algo lógico: “En cuartos de la Champions, tuve un tiro libre a esta distancia. Cristiano salta en recto más que dos metros diez. O sea, por arriba del palo. Practico por si vuelve a pasar”. Ese es el nivel de locura y talento que maneja.

Renació hecho fuego de dos duras circunstancias: estuvo con síntomas de coronavirus más tiempo de lo esperado y su entrenador, Maurizio Sarri, manifestó: “Es difícil hacerlo jugar a Dybala con Cristiano Ronaldo”. Las dos tenían riesgo de secuelas. Por un lado, la enfermedad no lo dejó “al 100% para los entrenamientos”. Por otro, en septiembre de 2017, previo a un cruce por fase de grupo de Champions League, fue sincero y declaró que “es difícil jugar con Messi en Argentina”. En aquel momento, fue víctima del bullying mediático de más de un falso gracioso. No la pasó bien. Podía tener el mismo riesgo.

Su reaparición fue bestial: tres partidos, tres victorias. Por favor, no se pierdan estos golazos: 

Juventus juega hoy 12.15 contra Torino. La Lazio le come las patas con cuatro puntos nuevos. Acaba de hacer un trueque: recibe al brasileño Arthur y entrega a Miralem Pjanic al Barcelona. El bosnio, en su festejo familiar, se emocionó hasta las lágrimas por llegar a la casa de Messi. 

Sarri dirigió en 16 equipos de Italia y hasta el 2000 fue empleado bancario. Dice que ahora anda de ropa deportiva porque hasta los 41 años tuvo que usar traje y zapatos. Su método roza la obsesión: lo apodaron Mister 33 porque aseguró poseer esa cantidad de variantes para una pelota parada, es de la línea de sistematización del ataque y es revolucionaria su manera de trabajar la defensiva (aquí va un buen video). Aun así, todavía no ha ganado la Serie A. Tras su experiencia en el Chelsea, donde ganó la Europa League, y una temporada de lujo en Nápoli (Gonzalo Higuaín, su centrodelantero, marcó 36 tantos, récord de anotaciones en la liga), a nueve fechas del final, va por su deuda de toda la vida.  

“Nadie puede decirnos nada”

“El club es nuestro y podemos hacer lo que queramos con él y nadie puede decirnos nada”. La frase la escribe en una historia de instagram Kim Lim, la hija de Peter, el singapurense que, desde 2014, es el dueño de Valencia. Su única relación con el club es ser heredera del propietario. Ese título le alcanza para pelearse con quienes critican a su padre por haber echado a Albert Celades, el séptimo entrenador consecutivo al que limpia. Apenas un tiempo después de expulsar al sexto director deportivo. Mario Kempes anunció lo que se venía, en 2017, cuando renunció a su cargo de embajador de la gestión: “Igual un día te encuentras que al Valencia no le queda ni el nombre”.

En otra geografía, Lim es la personificación del sueño americano: es hijo de un pescador, tiene seis hermanos y, de niño, vivió en dos habitaciones con otras once personas. Fue taxista, cocinero y mozo. Logró una beca para irse a estudiar a Australia, se recibió de contador y comenzó a apostar en la bolsa. Hasta que la pegó: puso diez millones de dólares en acciones en Wilmar Internacional, en la producción de aceite de palma, y las vendió cuando la empresa ya cotizaba 1500 millones. Invirtió en Thompson medical, una prepaga. Apostó a un meganegocio: se asoció a los gobiernos de Singapur y de Malasia y fundaron Iskandar Malaysia, una nueva metrópoli, de la nada, con edificios, shoppings y un parque temático de Lego. Hasta que apareció el fútbol y, detrás, George Mendes, el representante más poderoso del mundo, que en 2015 le vendió a Lim los derechos de imagen de Cristiano Ronaldo. Tantos delirios para que una pelota fuera su berretín.

Lim ambicionó comprar al Liverpool, al Atlético Madrid y al Milan. Perdió en todos. Fundó Meriton Holding, una corporación que compra y vende jugadores. Mendes lo metió ahí y lo floreó: lo empezó a invitar a cenas con la categoría 92 del Manchester United, Paul Scholes, David Beckham, Ryan Giggs y los hermanos Neville. Gary, el mayor, dirigió al Valencia bajo la administración del singapurense y al irse llegó a admitir: “No quería ir a trabajar, me daba vergüenza”. Con ellos, se puso una cadena de bares del United en Singapur y se adueñaron del Salford City, de la cuarta división inglesa. También invirtieron en McLaren. En el medio surgió la oportunidad del Valencia.

La deuda de 365 millones de euros ya no dejaba respirar al club. Unos 230 eran con el banco español Bankia. Lim hizo un plan de pagos con el banco, adquirió nuevos créditos y puso menos de 100 millones por las acciones de la fundación que controla al Valencia. No fue sencilla la operación, pero se terminó saliendo con la suya: lo habilitaron para construir un nuevo estadio, a vender la vieja cancha y a incorporar futbolistas, aunque fueran de su propia escuadra empresarial. Empezando por André Gomes y por Rodrigo, a quienes trajo ese año desde Portugal, la tierra de Mendes.

Lim hizo circular por el banco del Valencia a Juan Antonio Pizzi, a Neville, a Nuno, a Ayestarán, a Prandelli, a Marcelino y a Celades. El único título que ganó fue la Copa del Rey de 2019. Marcelino, el conductor campeón, viajó a Singapur a exhibir el trofeo, pero el dueño lo felicitó por haberse clasificado para la Champions League.

“Para él, era una competición menor”, blanqueó el DT. Allí, igual, pactaron que no le venderían a ningún jugador. Al regresar del viaje, el mandatario anunció que habría una transferencia al Atlético de Madrid: Rodrigo. “Un propietario puede establecer y modificar el modelo de trabajo pero creo que son muy importantes los tiempos y las formas, y yo he demostrado fidelidad y honradez. Me voy con la conciencia tranquila.”, reflexionó y se fue. A Lim no le importó.

La última víctima del empacho del singapurense fue Celades. Tras él, el ex arquero César Sánchez renunció al puesto de director deportivo. También agotado. El problema es que Lim ya no está en la misma situación: según la revista Forbes, desde 2019 a 2020 perdió 700 millones de dólares, lo que lo hizo pasar del puesto 916 al 1246 entre las personas más ricas del mundo.

Parte de esa crisis económica se ve en que la deuda del Valencia es de 560 millones, 200 más que cuando tomó el club. El estadio está sin terminar. El equipo volvió del parate por coronavirus con cuatro derrotas y un empate. Otra vez, no hay conducción deportiva. El representante Mendes perdura en las sombras. Lim tiene el poder y su hija lo deja en claro. Las sociedades anónimas siempre portan el peligro del empacho de los propietarios. 

Análisis de juego

Proliferan en las redes sociales cuentas que realizan estudios tácticos del fútbol. El arte de la edición de videos al alcance de la mano construyó un nuevo género periodístico que me parece, sobre todo, sano. De la mano, viene el Big Data. Van algunas recomendaciones.

  1. Fúlbo trabaja sobre temas específicos: actuales o atemporales. Este análisis de cómo Kevin de Bruyne juega entre líneas está muy interesante.
  2. El canal de YouTube de Álvaro Benito es un lujo: este sirve para pensar al Real Madrid de Zinedine Zidane.
  3. El trabajo que efectúan Fabián y Tomás Godoy en PaseyRecepción es actual y muy bueno.
  4. Sudanalytic despliega un scout público de jugadores y posiciones. Aquí un hilo sobre quién podría ser el sucesor de Exequiel Palacios en River.
  5. El blog Cultura Táctica evidencia un alto nivel, más vinculado a los entrenamientos que al análisis posterior del partido.

Pizza post cancha

  • Hoy hubiera cumplido 94 años Alfredo Di Stéfano. Murió en 2014, el 7 de julio. Hay gente que lo vio jugar y dice que era mejor que Maradona y que Messi. “De pibe a leyenda”, es un buen documental para conocer a un mito.
  • El último Mundial es un maravilloso libro que acaban de publicar Cune Molinero y Alejandro Turner. Yo nací en el 91, soy de Los Messis, no vi al mejor Diego y me perdí de gritar el gol de Caniggia a Brasil. Esta obra es una buena manera de volver a sentir un pasado que no viví y otros disfrutaron.
  • El miércoles se cumplieron 30 años del día en que Marcelo Bielsa firmó su contrato como entrenador de Newell’s. El Informe Robinson sobre el Loco y Rosario es emocionante. Estos detalles rosarinos me encantan: un grupo de fanáticos pagó para que en la cancha del Leeds, como hincha virtual, apareciera la foto de Jorge Griffa, mentor del entrenador argentino que hoy a las 11 disputa un encuentro clave contra Blackburn por el ascenso.
  • Comenzó la Fórmula 1, en Austria. Si gana el Mundial, Louis Hamilton llegará a siete títulos y puede destronar a Michael Schumacher. La serie Formula 1: Drive to Survive, que está en Netflix, es espectacular.
  • El domingo celebra 70 años Carlos Caszely, el mejor futbolista de Chile en los setenta, enfrentado a la dictadura. Es muy bueno este documental con Eric Cantona. 

Esto fue todo.

Messi podría dejar el Barcelona. Creo que es lo único que le faltaba al 2020.

Abrazo,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.