Me han dicho que has estado engañándome

Incertidumbre, imprecisión, mentira y ficción son cosas distintas. Y este año está lleno de todas. ¿Cómo confiamos en nuestras decisiones cuando no confiamos en las fuentes de información?

Holis ¿cómo andás? Yo acá sentimental. Veo que ya estamos en noviembre y me pongo goma. Increíble pero real, hasta despedir el 2020 me da melancolía. Pienso, por ejemplo, en que Juan se va de Cenital, me acuerdo de cuando me llamó en verano para ofrecerme hacer Que la ciencia te acompañe y me río de que le dije “sí, puedo mencionar lo del coronavirus pero tampoco hacerlo girar alrededor de eso, es como cuando a vos por cualquier conflicto te quieren hacer hablar de guerra mundial”. Evidentemente su Mundo propio tiene mucho más que ver con el mundo nuestro que el mío. Lo vamos a extrañar. 

Pensar en ese llamado, además de esta sensación rara de saber que voy a echar de menos a un compañero que nunca vi en persona, me trae otra emoción: la alegría de que hayan confiado en mí para dar las noticias de ciencia. Cenital y vos. La verdad es que me parece muy zarpado que te fíes de mí para informarte sobre el acontecimiento más relevante y escabroso de la década. Gracias.

La confianza no es poca cosa. ¿Te acordás que en esta edición la abordamos citando a Byung Chul-Han? Pero más allá de no ser poca cosa por ser un concepto complejo, no es poca cosa porque no abunda. Podríamos decir que nuestra danza pandémica de los lunes ha girado en torno a la incertidumbre. Pero incertidumbre, imprecisión, mentira y ficción son cosas distintas. Y este año está lleno de todas.

Necesito creerte, convénceme

La sensación de no saber qué hacer excede las cosas sobre las que no tenemos dominio. No se trata solo de impotencia frente a un problema descomunal, sino de lo más banal y cotidiano.

¿Cómo confío en los datos que se publican? Esto es un es-cán-da-lo. ¿Te acordás que en esta edición hablamos de la corrección en el subregistro de muertes de la Provincia de Buenos Aires? Bueno, en la Ciudad entre septiembre y octubre se cargaron 899 fallecimientos con varios meses de retraso. La verdad es que dudé si ponerlo en nuestra carta o no, porque como no se hizo ningún anuncio oficial no tengo ninguna explicación para dar con la que pueda introducir algún concepto o práctica científica. Decidí hacerlo porque si vivís en CABA y solés mirar la cantidad de muertes para evaluar la situación epidemiológica y tomar tus decisiones deberías saber que ese número no es confiable.

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¿Cómo confío en que esto se va a terminar? La apuesta al desarrollo y distribución de una vacuna efectiva sigue siendo una de las vías más mentadas para pensar en un mundo libre de COVID-19. En los últimos días, Oxford y AstraZeneca anunciaron que su vacuna logró producir respuesta inmune en adultos jóvenes y mayores. Si bien el factor decisivo a la hora de definir la efectividad de la vacuna –la duración de la respuesta inmune– aún está por verse, estas son buenas noticias, ya que las personas mayores son las que presentan más riesgo de complicaciones graves. Otra cosa a tener en cuenta es que este anuncio no implica que los resultados se hayan hecho públicos. Aún falta que los experimentos de la fase III sean sistematizados en una publicación académica que se someta a una evaluación rigurosa.

¿Cómo confío en los resultados de los tests? A esta altura, seguramente hayas escuchado hablar de los falsos negativos, aquellos tests que dan negativo cuando deberían haber dado positivo. Sin embargo, los falsos positivos –aunque infrecuentes– también son un problema. 

En esta nota se mencionan algunas de sus consecuencias, como por ejemplo que en lugares donde el virus está casi fuera de circulación los falsos positivos puedan ser mayores que el número de casos real, socavando la confianza en los tests, lo que termina en menos medidas de cuidado y nuevos brotes. Otro problema de pensar que estás infectado cuando no lo estás es entrar en aislamiento innecesariamente y con ello perder días de trabajo, presentismo o no poder realizar tareas de cuidado. Si a esto le sumamos la administración de tratamientos inadecuados, una falsa sensación de seguridad por creer que una vez infectado ya se es inmune y el estrés derivado de creer que se tiene una enfermedad con muchos aspectos desconocidos, tal vez queramos modificar esa intuición que nos dice que detectar de más entraría en una suerte de “mejor prevenir que curar”.

¿Cómo confío en que voy a saber si estuve en contacto con alguien infectado? El rastreo de contactos es uno de los temas más controversiales de la pandemia. En esta nota se evalúa el fracaso de la técnica en occidente bajo una premisa fuerte: que al no invadir la privacidad de la gente explotando sus datos personales para saber con quién estuvieron en contacto, se apeló a una confianza que no fue recíproca. En muchos casos, las personas dieron información personal de forma voluntaria para que sus contactos fueran notificados, pero a cambio no recibieron un sistema de testeo rápido y confiable ni se garantizó la provisión de techo, ingresos y comida para quienes debieran aislarse. Es decir que la gente cumplió con su parte para que el sistema de rastreo funcionara, pero los gobiernos no lo complementaron. Este artículo de Florencia Halfon en Cenital tiene muchos detalles sobre el sistema de rastreo de contactos en Argentina. ¿Lo fundamental? Es muy difícil pensarlo como estrategia nacional, ya que es muy desparejo según el lugar del país en el que uno se encuentre.

¿Cómo confío en las medidas de prevención en situaciones grupales? A medida que se van habilitando actividades nos vamos volviendo a encontrar con otros. Vemos que los lugares dicen “abrimos con todos los protocolos” y que las fotos muestran masas de gente sin barbijos pero un frasco de alcohol en gel en la puerta. 

Esta visualización espectacular de El País muestra cómo circula el virus en una casa, un bar y una escuela. ¿La clave? Los espacios ventilados, el uso de barbijos y restringir el tiempo de reunión disminuyen notablemente el riesgo de contagio. También, ahora que se viene el verano me gustó este video de Science and art sobre coronavirus, piletas y playas. 

¿Lo fundamental? No hace falta agregar cloro al agua de la pile, con el que solemos usar alcanza. La sal del mar también desactiva el virus. Y algo más que no sabía, la arena tampoco es buena conductora de coronavirus por los rayos de sol, la salinidad y la rugosidad. En lagos y lagunas, sin cloro ni sal, la cuestión es distinta. No se aconseja meterse en aguas tranquilas ya que se vio que otros virus parecidos sobreviven en ellas. Por último, las aguas cloacales y residuales están completamente desaconsejadas, así que también hay que evitar playas cercanas a desagües. ¿Entonces? Pileta y mar mientras no haya aglomeraciones están ok. La conclusión es la de siempre, el problema es la gente.

Qué pena nuestra historia pudo ser fantástica

Tengo un gran amigo que siempre me dice lo siguiente: “Cómo vamos a confiar en las instituciones si a nosotros en la escuela nos dijeron que el agua era un recurso renovable”. Mas allá de la risa que me causa esa afirmación, pienso mucho en que, si hace tan poco la pifiábamos tanto, no entiendo por qué deberíamos confiar en que el saber es la clave para resolver.

Vivimos en un mundo en el que ya sabemos que para 2050 podría haber más de 1000 millones de personas desplazadas por cuestiones climáticas y en el que, a pesar de conocerse las raíces zoonóticas de la pandemia, no se han instrumentado medidas estructurales para cambiar la producción de alimentos. Si el conocimiento nos sirve para confiar en algo, en todo caso es en que no hacemos lo suficiente y que tal vez nada que podamos hacer alcance.

Van dos notas sobre cosas que sabemos y que hacen todo peor de lo que suponemos:

1-  Se empezaron a liberar los depósitos de metano del Ártico. Un grupo de investigadores detectó grandes concentraciones del gas de efecto invernadero hasta 350 metros de profundidad en el Mar de Láptev en Rusia. ¿Qué quiere decir esto? Que los depósitos de gas que estaban congelados se empezaron a derretir como efecto del aumento de las temperaturas. ¿Por qué es un problema? Porque el metano tiene un efecto de calentamiento 80 veces mayor al del dióxido de carbono en un lapso de 20 años y ya se vio que sus niveles en la superficie eran entre 4 y 8 veces mayores a los normales y eso ya se está evaporando a la atmósfera.

Aunque falta hacer nuevas mediciones para determinar cuál es la tasa de evaporación y a qué niveles este metano se está incorporando al aire, esto nos muestra que a la hora de pensar en cuánto reducir las emisiones también deberemos tener en cuenta las que son un efecto indirecto de la actividad humana.

2- Los incendios de este año arrasaron con un cuarto de la superficie del Pantanal brasilero. El humedal más grande del mundo es hogar de una enorme cantidad de jaguares, tapires, nutrias gigantes y guacamayos azules. Su ciclo, que se trata de llenarse de agua en la estación de lluvias y luego vaciarse, tiene un nombre hermoso –the flood pulse (pulso de la inundación)– y purifica el agua y previene inundaciones y sequías, además de almacenar carbono. 

Los análisis muestran que desde enero se quemó al menos el 22% del ecosistema y aún se está intentando determinar cuántos animales murieron. Un agravante de la situación es que, dada la sequía de este año, el fuego se extendió por debajo de la superficie, esparciéndose a través de las raíces secas de la vegetación y eliminando la posibilidad de refugios bajo tierra.

Los investigadores de la zona –algunos de ellos devenidos bomberos– advierten que cuando la devastación es tal, la estimación de daños es muy difícil, ya que no se debe medir solo in situ pues la interconexión de los biomas es muy compleja y esto podría tener consecuencias en zonas lejanas. En palabras de Sandra Guató Silva, lideresa de la comunidad Guató y habitante de la zona: “Los pájaros ya no cantan. Ya no escucho la canción del Chaco chacalaca. Incluso el jaguar que antes me asustaba está sufriendo. Esto me lastima. Padezco depresión por esto. Ahora hay un silencio ensordecedor. Siento que nuestra libertad nos ha abandonado, que nos fue arrebatada con la naturaleza que siempre hemos protegido”.

¿Por qué tengo que andar disculpándote?

En estos meses, nos hemos cansado de decir que la tecnología nos mantuvo unidos. Si hacemos una excepción a ese análisis es en cuanto a acceso: el aislamiento se hace efectivo en quienes no pueden pagar los instrumentos tecnológicos. Sin embargo, esto presenta un problema, que es suponer que la tecnología en sí misma es universal y el único problema es su distribución.

Este artículo trae una perspectiva interesante al narrar en primera persona la experiencia de un diseñador sordo que invitó a sus compañeros a hacer una videollamada desde su perspectiva.

Como los videos no funcionan bien para leer los labios (esto yo no lo sabía, pero es porque para leer los labios se necesita mucha más información visual que ver la boca), Quinn, el autor de video, suele usar herramientas de desgrabación que convierten el audio en texto. En sus palabras, “esto no se trató de saber cómo es hacer una videollamada siendo sordo, se trató de que vieran cómo es depender de subtítulos para seguir el hilo de la conversación. No fue sobre capacidad, sino sobre tecnología”.

¿El resultado? En algunas plataformas, los subtítulos no incluían el nombre de los hablantes, así que tenían que prestar mucha atención. A los 5 minutos empezó a haber “delay” entre la transcripción y la conversación, así que cambiaron a otra plataforma en la que andaban mejor pero no quedaban guardados en un texto paralelo, por lo que tuvieron que dirigir toda su atención a la lectura para no perderse nada. Además, los subtítulos a veces se cortaban.

Por otro lado, se observaron cambios en la forma de conversar: más expresiones corporales, menos intercambios cortos y más declamaciones reflexivas. Sin el sonido, ir de un hablante a otro es más difícil, por lo que todos estructuraban mejor sus intervenciones.

En este caso, la confianza en la tecnología como herramienta de unión no dependió solo de las posibilidades técnicas que ofrece, sino de efectivamente querer ejercer la capacidad para encontrarse. El problema de la adaptación sigue siendo humano.

Es una pena siempre seguirás odiándome 

Siempre que llego al final de estas cartas temo que me dejes por pájaro de mal agüero. Me hubiera encantado que nos tocara conocernos en un año en el que pudiéramos meter más gatitos y curiosidades. Por ahora, soy esta señora que esquivás en la verdulería porque siempre te deja re bajón. 

Si a pesar de todo valorás mi tenacidad para pensar en lo que cualquier persona con dos dedos de frente evitaría, acordate que podés aportar a Cenital y que las fotos de tus mascotas me alegran el día.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: si las referencias de este news se te escaparon, te recomiendo arrancar el lunes a grito pelado con esta balada de uno de los intérpretes más poderosos de todos los tiempos. También podés ver este documental sobre la vida animal que en un confuso episodio quedó narrado con la voz del Sol. 

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.