Mauricio al rescate

Macri reapareció en un momento muy delicado para el oficialismo y le brindó involuntariamente un punto de apoyo al Frente de Todos. Los riesgos de alejarse de la representación en un marco de caída de la participación electoral.

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Macri al rescate de un tipo común

Con temas que no estaban en agenda y declaraciones que obstaculizan la estrategia de una oposición que se encontraba en un escenario inmejorable, Mauricio Macri reapareció para tenderle la mano a un Alberto Fernández que hasta anoche estaba evaluando la movida siguiente para salir del clinch al que tuvo que apelar ayer por la tarde en medio del escándalo por la foto durante el cumpleaños de Fabiola Yañez en la Quinta de Olivos. “Esa foto nos da la sensación de que tocamos fondo”, dijo el ex Presidente. La musicalidad ineludible a la principal espada discursiva de campaña de Cristina Fernández de Kirchner le permitió a La Cámpora recordar la reunión de Macri y su equipo con Christine Lagarde en el marco del acuerdo por 57 mil millones de dólares con el organismo y, al gobierno, un punto de apoyo para intentar recuperar el centro del ring. “El Presidente tardó 24 horas en pedir perdón. Y en realidad vemos que quienes pretenden construir la alternancia de gobierno lo único que hacen es esconder al señor que fracasó y cruzar candidatos de un lado a otro para ver si pueden disimular ese fracaso”, había dicho Sergio Massa unas horas antes del reportaje que Macri brindó al canal Todo Noticias y en el que pidió expresamente una consulta sobre la actualidad del Club Atlético Boca Juniors.

Ante el fusilamiento en 1804 del duque de Enghien, acusado de participar en un complot de los realistas para derrocar a Napoleón, Joseph Fouché acuñó una de las frases por las que pasó a la posteridad: “Fue más que un crimen, fue un error”. El Exocet que estalló el viernes lesionó uno de los ejes narrativos que el oficialismo había decidido utilizar en la campaña y dejó en evidencia algo que atravesó, hasta el momento, toda la gestión de Alberto Fernández. La figura del Presidente y lo que la rodea, que debería funcionar con precisión de relojería, queda expuesta en múltiples ocasiones y el jefe de Estado termina siendo el escudo sobre el cual estallan todos los proyectiles contra un gobierno al que, además, no le quedan cartuchos para descargarlos sobre sus pies. Si bien la justificada indignación social se centra en el episodio, en términos de funcionamiento es más preocupante advertir que no hubo ningún criterio que empujara a los invitados a dejar los celulares fuera del mitin o, al menos, no dejar registro fotográfico de un encuentro que, como reconoció Fernández, no debería haber ocurrido. 

¿Son los vicios privados de un político virtudes públicas? ¿Es posible llegar al bien a través del mal? ¿Es insuficiente o mezquino juzgar éticamente a un político y sólo hay que juzgarlo políticamente? ¿Son la ética y la política incompatibles y es un oxímoron la expresión ética política? Al menos desde Platón la filosofía ha discutido el problema de la tensión entre medios y fines, y no hay ninguna ética seria que no se haya preguntado si es lícito usar medios dudosos, o peligrosos, o simplemente malos, para conseguir fines buenos. Maquiavelo no tenía ninguna duda de que era posible llegar al bien a través del mal, pero casi un contemporáneo suyo, Michel de Mointagne, fue todavía más explícito: “El bien público requiere que se traicione y que se mienta, y que se asesine”.  

El escrito corresponde a Javier Cercas en Anatomía de un instante, pero es perfectamente aplicable al debate que recrudeció por estas horas en el Frente de Todos. El Presidente, que a veces llega a Casa Rosada manejando sólo su propio auto, se comporta como un tipo común en un país donde sus tomadores de decisiones demandan otra cosa. “Vinimos a hacer otra cosa”, suele retrucar molesto Fernández ante los reclamos sobre la falta de astucia de un gobierno al que llegaron a acusar, en público y sin pruebas, de realizar fiestas sexuales en la quinta presidencial. “Uno tiene que comportarse con los caballeros como un caballero y con los canallas como un canalla: ése es el honor bien entendido”, escribía Mario Vargas Llosa en La tía Julia y el escribidor. La recomendación de aquel Vargas Llosa podría hacer referencia a la oposición, pero también a algunos vectores del oficialismo: que en la misma quincena en la que un policía bonaerense le disparó en el abdomen a un músico popular y sin un plan integral para mostrar, Sergio Berni continúe en su inexplicable cruzada contra el Presidente mientras acepta un amable reportaje junto a Patricia Bullrich debería llamar la atención de sus jefes políticos.

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“Acá no impactó la foto. La gente no cumplió mucho y cuando pudo la incumplió. Les parece una picardía, una boludez”, le dijo a #OffTheRecord el encargado operativo de un populoso municipio opositor del conurbano bonaerense. Las versiones coinciden con los testimonios que recogieron en sus recorridas algunos ministros del gobierno nacional y La Cámpora. Algo similar a lo ocurrido con el vacunatorio VIP. Luego del escándalo que selló la suerte de Ginés González García, la imagen del gobierno se deterioró unos pocos días después del hecho, pero se estabilizó antes de las dos semanas. Este costo hundido de la política que interpreta la sociedad le da un aire tramposo al oficialismo. Si bien puede no impactar linealmente, es una gota que horada la piedra. En Santa Fe y la Provincia de Buenos Aires se registra un número de indecisos en torno al 35%; en Misiones, Jujuy y Salta bajó la participación casi en un 10% respecto del promedio histórico. Si eso llegase a ocurrir en PBA habría 1.2 millones de personas que generalmente van a votar y no lo harían. Esto podría explicarse en parte por la pandemia, pero son demasiadas las señales que permiten alertar sobre un fenómeno que podría tener relevancia electoral.  

La certeza de que el Presidente se haya comportado como un ciudadano transgresor más, cuando resaltaba en público -y correctamente- las virtudes del cuidado, seguramente alimente el resquemor hacia la política. Las disculpas «al pueblo» y la asunción de responsabilidad atenúan pero no borran la mancha, que será utilizada para agitar el discurso de moda entre las ultraderechas emergentes a nivel global en el contexto de la campaña. Este discurso gira sobre la necesidad de barrer a una supuesta casta dirigente en lo que no es otra cosa que un embellecimiento del viejo autoritarismo. En un contexto de pandemia y endeudamiento, en que la dirigencia no puede dar solución para la pobreza y la falta de crecimiento, dar el ejemplo no es un problema de moral y normativa sino uno estrictamente político y de primer orden. 

Otra foto de Olivos de estos días, esta vez tomada en la semana, ahondó en las cuestiones de responsabilidad e irresponsabilidad. El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, se hizo presente para un asado en la residencia presidencial argentina. El mandatario, acompañado de su canciller, Francisco Bustillo, se reunió con el Presidente y con Felipe Solá, en la que fue la admisión tácita del bluff en la última reunión del Mercosur. Lejos de la interpretación que prevaleció en los medios argentinos, sobre un país aislado frente a un eje Brasilia-Montevideo consolidado, el anuncio de que Uruguay comenzaría a negociar por sí sólo acuerdos comerciales fue unilateral y político, sin una base sólida en la legalidad regional. En la cena de Olivos hubo reproches al posicionamiento público uruguayo y se acordó un mecanismo de comunicación para evitar repetir los desplantes públicos de las últimas cumbres. Lejos del unilateralismo uruguayo altivo pregonado hace apenas unas semanas, se discutió cómo hacer para viabilizar un posible acuerdo que permitiría a los vecinos avanzar en un intercambio comercial con Turquía de un modo que resulte beneficioso para todos los miembros del bloque. Lacalle Pou logró consolidar hacia adentro el relato de un presidente de mano firme frente a un Frente Amplio de guante de seda al costo de dañar la confiabilidad y previsibilidad del país frente a sus socios. Como un estadista, pero al revés.

Mientras tanto, las Naciones Unidas presentaron el informe de expertos sobre el avance del cambio climático. De acuerdo a la mejor información científica, estamos experimentando un grado de daño ambiental que ya no podemos revertir en las próximas décadas. Sí estamos a tiempo, en cambio, de evitar un colapso global que haga palidecer las consecuencias de este año y medio de pandemia, pero las medidas deben ser contundentes. Los resultados fueron la tapa de los principales medios del mundo aunque tuvo menos cobertura de la esperada en nuestro país y tampoco cambió demasiado el discurso de los principales dirigentes opositores; una omisión incomprensible cuando el gobierno anterior tuvo una activa, aunque trunca por su dependencia del endeudamiento externo, política de desarrollo de energías renovables. 

En el triple marco de la crisis ambiental, la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional y la campaña electoral, el Frente de Todos propuso canjear parte de la deuda externa por acciones ambientales y de preservación climática. La propuesta fue recibida con cierta sorna, como voluntarista, inviable y hasta ingenua por opositores e incluso por algunos oficialistas. Si bien es improbable que la propuesta prospere con la forma de un canje directo -porque sería muy difícil para la Argentina embarcar a otros países en un problema como las crisis de deuda que casi nadie tiene- lo cierto es que el dinero es fungible, y Argentina viene trabajando de manera constante en una iniciativa con idéntico efecto, que consiste en la afectación de recursos del Fondo Monetario Internacional y otros organismos multilaterales para la transición ecológica.

Lejos de ser una propuesta ingenua, el último comunicado de los ministros de Economía del G-20 señala la necesidad de financiar una recuperación resiliente y sustentable, alineada a los objetivos del acuerdo de París; la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, señaló luego de dicho encuentro que la institución que encabeza estaba explorando mecanismos para utilizar derechos especiales de giro para abrir un financiamiento «verde» de países vulnerables, tanto pobres como de ingresos medios. La inclusión de esas propuestas fue la principal preocupación de Martín Guzmán en el marco de su participación en el foro el mes pasado y, de concretarse, sería un avance en ese sentido. El ejemplo de la Unión Europea, que está financiando, con créditos y transferencias, políticas productivas sustentables para la recuperación de sus miembros, merece ser observado e impulsado para ser replicado en las periferias que explican una parte relativamente pequeña de las emisiones globales, pero corren el riesgo de quedar rezagadas ante una inevitable transformación productiva.

Bonus track

  • La Corte Suprema está evaluando un caso -que ya tiene dictamen de la procuración a favor de las empresas- donde se discute si es legal que las cerealeras utilicen sociedades trader en paraísos fiscales sin sustancia económica para reducir el impuesto a las ganancias que pagan en Argentina. Si el máximo tribunal ratifica el dictamen de la procuración, quedarían sin efecto todos los ajustes determinados por las áreas operativas de la AFIP-DGI sobre estas compañías que “planifican” fiscalmente sus exportaciones. El monto en discusión son 40 mil millones de pesos.

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Iván

Soy director de un medio que pensé para leer a los periodistas que escriben en él. Mis momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no me gustan los tatuajes. Me hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que soy un conservador popular.