Mañana en el Abasto

El Mercado Central, el Abasto y qué tiene que ver la Ciudad con los precios de lo que comemos.

Hola, ¿cómo estás? Yo, acá, terminando de escribirte este correo con mucha dificultad y muy sobre la hora. Semanas difíciles.

Vamos a lo nuestro. 

Calidad y precio

Una de las tantas cosas que la pandemia puso en jaque es la forma en que nos relacionamos con los alimentos que comemos. No solo qué comemos sino, con perdón de la cacofonía, cómo comemos. Y dónde compramos eso que ingerimos a diario. Los envíos a domicilio vía apps de delivery se volvieron mucho más comunes durante las distintas etapas de confinamiento, sobre todo en los barrios de clase media para arriba de las grandes ciudades, donde se convirtieron en un servicio casi esencial, pero muy poco reconocido. 

Otro vínculo que se modificó fue con las compras en supermercados, que aumentaron su caudal vía internet. Pero una cantidad importante de productores y mayoristas aprovecharon para empezar a saltearse intermediarios y vender directo a los hogares que se subieron a la propuesta en búsqueda de mejor calidad y precio. Todas esas dinámicas tienen imbricaciones con lo urbano por tres variables centrales que intervienen en ella: la propiedad y precio de la tierra urbana, la movilidad entre los centros de producción de alimentos y los de consumo y la infraestructura urbana necesaria tanto para permitir esa movilidad como para garantizar el funcionamiento de dicho circuito. Y sobre este punto quiero explayarme. 

Esta nota de revista Crisis aborda el problema de la suba del precio de los alimentos pero se detiene en un lugar fundamental para entenderlo: el Mercado Central (MC). Este espacio, además, adquiere otra dimensión urbana, que es la gestión metropolitana. El MC es uno de los pocos organismos -junto al CEAMSE y AySA- que funciona de forma más o menos efectiva en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

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Pero, ¿cómo podríamos definir a un espacio de 540 hectáreas por donde transitan alrededor de 10 mil personas por día y donde entran y salen 700 camiones en cuestión de horas? La nota que te mencioné lo describe como “un nexo entre productores y consumidores, que concentra el 20% del comercio frutihortícola de todo el país y el 60% de lo que se compra y vende en el área Metropolitana de Buenos Aires”. Es eso y mucho más también. Si bien en el país hay otros 60 mercados concentradores, el MC es el más importante y constituye una de las infraestructuras comerciales más grandes del mundo.

La larga gestación

En La planificación del abastecimiento alimentario a la gran ciudad: Marchas y contramarchas del Mercado Central de Buenos Aires (1960-2019), los investigadores Joaquín Pérez Martín y Andrés Barsky de la Facultad de Agronomía de la UBA y del Instituto del Conurbano de la UNGS respectivamente, analizan en detalle la compleja forma en que se gestó el MC y, una vez inaugurado, cómo fue mutando. En breve será publicado.  

Para la década del 60, el desarrollo urbano que generó la industrialización del país había comenzado a poner en duda que tener mercados mayoristas de alimentos en el medio de la ciudad fuera una buena idea. Dificultades en el tránsito y otros factores como los residuos generados en los alrededores, sobre todo el de Abasto, hacían que la autoridades -la, en ese momento, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (MCBA)- empezaran a plantear mudar todos los mercados presentes en su territorio hacia el conurbano bonaerense. Por eso, para 1963 la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires propone desterrar la comercialización mayorista de la Capital y crea el Ente Regulador del Mercado Central de Buenos Aires. Además, la tendencia era mundial. 

No era tarea fácil. El proyecto requería hacer pie en territorio bonaerense. Ahí es cuando la escala metropolitana se hace carne y se institucionaliza bajo el nombre de Corporación Mercado Central, conformada por autoridades porteñas, nacionales y de la provincia de Buenos Aires. Con una lógica parecida a la que se formaría años más tarde para vender la tierra portuaria en desuso de la ciudad de Buenos Aires, mediante la Corporación Puerto Madero.     

En esos años, además, había una tendencia mundial: se inauguraron mercados centrales con similares características en Nueva York, Boston, Viena, Barcelona y París. De hecho, para proyectar el MC de Buenos Aires se encargaron estudios a la Société Centrale pour l’Equipement du Territoire, organismo que había estado a cargo de generar 53 mercados en toda Francia bajo la denominación de “Mercados de Interés Nacional”. El modelo era el Mercado de Rungis en el sur de París

Más de dos décadas después de surgida la propuesta, en 1983, Raúl Alfonsín inauguró la primera etapa del Mercado Central. Al año siguiente, en el marco de la batalla contra la inflación heredada de la dictadura que libraría sin éxito el gobierno radical, se inaugura formalmente el centro de distribución de alimentos. Fueron un factor clave algo de los que hablamos en este espacio varias veces: las autopistas 25 de Mayo y Perito Moreno -las únicas dos del Plan de Autopistas Urbanas que se llegaron a inaugurar- que irrumpieron en la Ciudad de Buenos Aires hacían más viable el transporte de cargas desde La Matanza hacia el resto del aglomerado urbano más extenso del país. De todas formas, el plan original del MC había previsto la logística, aunque por medio de trenes, al punto tal que las vías férreas irrumpen aún hoy en su interior.            

La construcción de las autopistas fue quizás una de las razones por las que la inauguración del MC tardó tres décadas, pero existen otras dos: el costo de la obra, cercano a los 1.000 millones de dólares, y un debate interno entre atomizadores y centralizadores -o mejor dicho entre regulacionistas y liberales- que estuvo presente en casi todos los gobiernos del período y que en algún punto sigue hasta el presente.

¿Concentrar o descentralizar?

Como dijimos, algo de lo que recorre subterráneamente la estructura de precios de los alimentos en Argentina es un elemento bien urbano: la propiedad de la tierra, que está cada vez más concentrada en pocas manos en las grandes ciudades. De hecho, otra de las razones por la cual se demoró el comienzo de la construcción del MC fue la dificultad para conseguir un predio de ese tamaño, ubicado estratégicamente, y cuyo costo no fuera sideral.

De manera explícita, la centralización del comercio mayorista en un solo lugar buscaba frenar la inflación de tres dígitos anuales que venía castigando a la economía. Claro que el fracaso alfonsinista por frenar la escalada de precios no podría imputarse a la creación del MC, pero el debate acerca de cómo incide la concentración de los lugares de compras en los precios -en particular los super e hipermercados- sigue muy vigente. 

Por eso le pregunté a Joaquín Pérez Martín, uno de los autores del artículo que te mencioné al principio, si era una buena idea llevar sedes del MC desde el periurbano a los barrios de la ciudad consolidada, algo que se intentó hace poco años pero que no perduró. Me dijo que no es tan viable como generar mercados de cercanía en los barrios donde la propiedad del establecimiento sea estatal y la gestión de los locales sea privada. Como sucede en muchos mercados de ciudades europeas. De esa manera, según Joaquín, el Estado reduciría los costos de los comerciantes y a la vez ejercería cierto poder de planificación sobre ellos, que redundaría en una estructura de precios y abastecimiento más razonable, y a su vez competiría con las cadenas de supermercados.    

Uno de los efectos negativos de la expansión de las manchas urbanas con baja densidad (por lo general en forma de casas quinta o barrios cerrados) es el alejamiento de los llamados cinturones frutihortícolas -la periferia urbana con fines de producción de frutas y hortalizas- de los centros urbanos consolidados, que puede redundar en un encarecimiento de los alimentos una vez que llegan a la góndola. Sin embargo, para el investigador del Instituto del Transporte de la UNSAM el efecto no es tanto sobre el precio final sino sobre qué autores tienen la capacidad de operar a lo largo y a lo ancho de una metrópolis cada vez más extensa y con menor demanda. La respuesta: las grandes cadenas de supermercados. “La escala y la dimensión de la Ciudad lo que hace es excluir actores pymes y concentrar la góndola”, concluye.   

Mañana en el Abasto

El Abasto era el mercado mayorista de alimentos más importante en territorio porteño. Pero antes del surgimiento del MC, existían en el AMBA más de 20 mercados mayoristas (el de Valentín Alsina era de los más grande del conurbano), 8 de los cuales estaban en la Ciudad de Buenos Aires. Además del Abasto, los más emblemáticos de la Capital eran el Mercado Nacional de Papas de Casa Amarilla (donde hubo un proyecto de viviendas baratas nunca concretado), en La Boca; el Mercado de Concentración Mayorista de Pescado en Barracas (hoy reciclado como Centro Metropolitano de Diseño); el Mercado de Frutas de Saldías (hoy Polo Cultural Saldías) y el Mercado Dorrego (también de frutas y verduras hoy Mercado de Pulgas). 

En este mapa elaborado por Joaquín Pérez Martín y Andrés Barsky podés ver cómo cambió la distribución de mercados mayoristas a partir de la creación del Mercado Central y la prohibición por ley de generar mercados mayoristas de alimentos en el AMBA.

Pero volvamos a esa intersección hermosa entre Balvanera y Almagro.

Cuando Luca Prodan escribió uno de los temas emblemáticos de Sumo, el Mercado de Abasto había cerrado hacía ya tres años, el mismo año que el MC había sido inaugurado. Él, como Carlos Gardel, había elegido ese barrio para instalarse y vivió de cerca la decadencia que le siguió a su clausura. Es que, contrariamente a lo que se buscaba, la zona quedó derruida y más hostil que antes una vez que el mercado dejó de funcionar. 

Tomates podridos por las calles del Abasto,
podridos por el sol que quiebra las calles del Abasto.
Hombre sentado ahí, con su botella de Resero,
los bares tristes y vacíos ya, por la clausura del Abasto.

Es que no había demasiados planes para la mole de hormigón de estilo brutalista -mezcla con art decó- que había diseñado en 1929 Viktor Sulčič, el mismo que dos años después dibujaría los planos del estadio más lindo del mundo. En realidad, el Abasto funcionaba en ese lugar desde fines del siglo XIX, en un edificio que tenía el estilo de los mercados franceses de esa época. Pero en la década del 30 el aumento demográfico porteño demandaba la ampliación de los mercados de proveedores de la Ciudad. 

A fines de los 70, las autopistas planificadas por el intendente de facto Osvaldo Cacciatore vuelven a colarse en la historia. El Abasto se situaba molesto en la traza de la famosa y nunca construida Autopista Central (AU3) que buscaba cortar la la Ciudad de Buenos Aires a la mitad para agilizar el tránsito vehicular. Es decir que, en los planes de la última dictadura cívico militar, el Abasto debía ser demolido. Por suerte eso no sucedió y ya no es posible porque en 1985 fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad.    

Entre el 84 y el 97 nacen distintos proyectos para recuperar el Abasto. El más conocido fue el de la cooperativa el Hogar Obrero, encargada desde que había sido creada por Juan B. Justo en 1905 de muchos proyectos habitacionales para sectores populares en todo el país. En un raro giro simbólico, la cooperativa había comenzado a construir shoppings centers como el Spinetto y propuso para el Abasto construir uno similar pero reservando una parte para un centro cultural. El Hogar Obrero entra finalmente en quiebra hacia mediados de los 80 y desaparece a principios de los 90 ante la negativa del gobierno menemista de otorgarle un salvataje financiero.  

Siempre paciente para los negocios, acá entra un actor que venimos mencionando mucho en las últimas ediciones y que empezaba a despegar: IRSA, la empresa de Eduardo Elzstain, en ese momento asociada con el magnate George Soros. En 1998 (al año siguiente que IRSA había comprado el predio de la ex ciudad deportiva de Boca Jrs. en Costanera Sur) el shopping del Abasto es inaugurado con la presencia del Presidente Carlos Menem y el jefe de Gobierno Fernando de la Rúa. La fisionomía del barrio de Luca y Gardel cambiaría para siempre. 

Eso es todo por hoy.

Que tengas un lindo fin de semana.

Abrazos,

Fer

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Escribo sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de mi trabajo. Estudié Sociología en la UBA y cursé maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en mis ratos libres juego a la pelota con amigos. Siempre tengo ganas de hacer un asado.