Elecciones en Colombia, entre la transición y la incertidumbre

Colombia se debate entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer. La historia de sus partidos y cómo llegamos a este 2022. La desconfianza ciudadana. Elecciones pintorescas en Australia y México.

Hola, ¿cómo estás?

Seguro arrancaste esta semana con otra sorpresa. Te levantaste de la cama, te pusiste las pantuflas, un bucito porque hacía frío, preparaste la pava o la cafetera, agarraste el celular y te encontraste con que un tal Rodolfo Hernández había desplazado del segundo lugar al candidato del uribismo, Federico “Fico” Gutiérrez, en la primera vuelta presidencial de Colombia. También viste que pasó al ballotage un tal Gustavo Petro, líder en las últimas décadas de la izquierda colombiana, espacio que nunca ganó una elección presidencial en la historia del país. En unos pocos minutos seguro dijiste que no lo podías creer y que cómo había pasado todo eso. Me imagino el shock. Tremendo. Me pasó, estuve ahí.

Bueno, tiene una explicación estructural. Yo voy a intentar dártela en esta entrega. A Juano le queda meterse con los personajes, sus historias y perfiles el lunes que viene. Sale con arepas.

Colombia tenía un sistema

Te voy a contar cómo se desarmó. Pero antes, la historia de cómo se armó que, como todas las historias políticas, es apasionante. Todo empezó allá por 1957, cuando los tradicionales Partido Liberal (PL) y Partido Conservador (PC) acordaron sacar del poder al general Gustavo Rojas Pinilla. Gusti quería ser presidente y tuvo la linda idea de dar un golpe de Estado en 1953. También tuvo la linda idea de perpetuarse en el poder un buen tiempo. Un innovador nato. Resulta que no les cayó muy bien a liberales y conservadores, quienes lo sacaron del poder y acordaron armar lo que se llamó Frente Nacional, el cual contempló una serie de reglas bastante coalicionales. Los dos principales partidos colombianos brindaron (literal) por alternarse entre ellos en la presidencia durante los 4 años que duraba el mandato constitucional, distribuirse los ministerios y los ravioles de la burocracia en los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). De esta manera, el presidente electo era acordado por los dos partidos y se alternaban mutuamente. Esto no daba espacio a otras figuras o espacios políticos para competir y menos para gobernar. Así, los liberales presentaban una candidatura, los conservadores llamaban a votarlo y nadie más podía ganar. Al terminar el mandato de éste enrocaban. Así, durante los 16 años que duró el Frente, hasta 1974. Pacto de caballeros intensifies.

Esto, claro, no gustó a todos los grupos sociales que buscaban alcanzar cierto espacio de poder y representación política. Surgieron divisiones internas entre liberales y conservadores, al mismo tiempo que aparecieron distintos grupos guerrilleros de izquierda, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Movimiento 19 de Abril (M-19). Estas guerrillas fueron actores centrales del conflicto armado desde entonces, convirtiéndose en tema recurrente del debate público, político, legislativo e internacional durante décadas. Al punto de que, en estas elecciones de 2022, tanto los herederos de las FARC, bajo el nombre del Partido Comunes, como las víctimas del conflicto armado, eligieron representantes al Congreso. Sobre esto, justamente, te comparto un capítulo del podcast “A Los Votos”, donde tuve una pequeña participación.

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En 1974 terminó el Frente Nacional, pero no el dominio político casi absoluto del PL y del PC en Colombia. De hecho, el país es uno de los casos testigos de bipartidismos fuerte, puro y duro que caracterizó a la región durante varias décadas. Claro, hasta hace algunos años.

Empecemos con los gráficos. Acá podés ver la proporción de voto presidencial entre liberales y conservadores sumados vs. el apoyo a otras candidaturas partidarias. El gráfico incluye aquellos años en los cuales alguno o los dos principales no presentaron candidatura propia, pero sí dieron apoyo a otras. En pocas palabras, la sumatoria de ambas muestra cuándo decidieron jugar por alguna figura.

Fuente: Wikipedia.

Como se puede ver, el dominio de ambos partidos fue casi absoluto durante varias décadas. Salvo en las elecciones presidenciales de 1970, cuando Gusti decidió volver con la Alianza Nacional Popular (ANAPO), que reunió sectores de izquierda y disidentes liberales con conservadores no muy a gusto con el acuerdo del Frente Nacional. Otra que podemos mencionar es la de 1990, cuando Álvaro Gómez Hurtado rompió con el PC y armó el Movimiento de Salvación Nacional, que comió una buena cantidad de votos. Salvo esas dos, hasta entrados los 2000, liberales y conservadores concentraron la mayor cantidad de votos. Esto, al mismo tiempo, se replicó en ambas cámaras del Congreso de Colombia. Mirá esa abrumadora mayoría azul. Gobernar en paz.

Fuente: Wikipedia.
Fuente: Wikipedia.

Y ahora no sabemos qué tendrá

No todo se queda quieto. Cuando se mueven las cosas abajo, entonces arriba algo siempre tambalea. América Latina lo sabe muy bien. Si volvés a ver los tres gráficos anteriores vas a ver que hay un año donde todo cambió para siempre: el 2002. Durante ese año, “se descongeló por completo el bipartidismo”, me cuenta Juan Pablo Milanese, politólogo argentino, profesor titular y jefe del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad ICESI (Cali). “El sistema de partidos está fragmentado. No es el escenario de principios de los 2000 y la década de los 90 que, digamos, se pulverizó”, ahonda Sandra Botero, profesora de Ciencia Política en la Universidad del Rosario (Bogotá). Como bien indica la politóloga argentina Margarita Batlle en este capítulo de un libro muy bien dedicado al estudio de los sistemas de partidos en la región, Colombia es un caso claro de pérdida de poder de los partidos tradicionales en favor de nuevos actores políticos que surgieron al calor de la descentralización del Estado. A este proceso contribuyó también un cambio del sistema de boleta partidaria por boleta única, como muestran en este trabajo Santiago Alles, Mónica Pachón y Manuela Muñoz. Liberales y conservadores “llevan más de 170 años activos y son de los partidos más antiguos del continente — agrega Nicolás Liendo, analista político — . El hecho de que las elecciones de congreso y subnacionales sean en fechas distintas, ayudan a estas estructuras a sobrevivir, pero evidentemente cada vez les cuesta más hacerlo. Carecen de nuevos liderazgos movilizadores y están presas a los dictámenes de expresidentes”.

De modo que, lo que vimos en estas elecciones 2022, tanto legislativas como presidenciales, no sería entonces una nueva dinámica competitiva de la política colombiana sino un momento más de algo que viene pasando hace 20 años. “En la dimensión legislativa el sistema de partidos en Colombia no cambió mucho, solo hubo un cambio de equilibrio de fuerzas dentro del sistema”, me dice Juan Pablo. ¿A qué se refiere? A dos cosas. Por un lado, a que “los partidos que antes eran grandes ahora son partidos medianos. Hoy tienen alrededor del 20% de la representación legislativa”, aclara. Se refiere a liberales y conservadores, y coincide con Nicolás. Por otro lado, que el Congreso colombiano es un Congreso altamente fragmentado. Lo cual, como en todos lados, “obliga a formar coaliciones”, alerta.

Colombia, entonces, es Latinoamérica. Mirá.

Fuente: Wikipedia. Fragmentación legislativa y presidencial se mide como Número Efectivo de Partidos (NEP), indicador que ya ha sido explicado en entregas anteriores.

En este gráfico podés ver cómo ha ido creciendo la fragmentación legislativa y presidencial desde los años mozos del Frente Nacional hasta la última elección. El año clave sigue siendo 2002, cuando más partidos entraron a las dos cámaras legislativas. La consolidación del uribismo (2002–2014) comprimió un poco este proceso, pero volvió a subir en las últimas dos elecciones (2018 y 2022). De hecho, el próximo presidente colombiano, sea Petro o Hernández, se encontrará con los recintos más fragmentados de la historia del país. “No es Brasil, pero es un número bastante alto”, compara Sandra. Van a extrañar al Frente. La competencia presidencial, si bien no subió tanto en términos de fragmentación, sí tuvo un salto destacado, pasando de dinámicas competitivas de 2 o casi 3 competidores a un juego de 4 por momentos. Alguien ya extraña al Frente.

Esto, igual, no es algo que vaya a quedarse quieto. Estamos en un momento donde lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. “Sin dudas es un momento de transición, pero depende un montón de quien gane la presidencia”, aclara Sandra Botero. Juan Pablo Milanese amplía: “hoy estamos en una transición como la de 2002. Lo que ocurre es que en ese momento vimos nacer el uribismo, que produjo un cambio significativo en las dinámicas de la política colombiana. En este momento no sabemos porque todavía falta esperar a ver quién gana la presidencia [en la segunda vuelta]. Y eso termina definiendo un montón de cosas. Estamos en una transición pero no sabemos hacia dónde”. Big BIG question. Y acá mi amigo de Sarmiento de Junín se pone enigmático. “Creo que lo que pasó el domingo lo tenemos que patear a la segunda vuelta. Hay una diferencia grande en el sentido de que si gana Petro el sistema se mantendrá en una dicotomía asociada a temas distributivos y esa cuestiones”. Sandra menciona que “si gana Petro, entonces jugará con los partidos y con las instituciones”.

El enigma es, claro, Hernández. “Él no tiene bancada en el Congreso. No tiene relación específica con un partido que haya sido duradera. Es un populista hiper pragmático que no tiene sello ideológico. No veo que esté dispuesto a trabajar con algún partido en particular o a cooptarlo. Es hipercrítico de todos”, profundiza. Juan Pablo coincide al indicar que “si gana Hernández puede cambiar mucho más porque entra fuertemente un actor antipolítico a ocupar el cargo presidencial. Pero a diferencia de otros casos, como Nayib Bukele, Hernández es más viejo, tiene el doble de edad. Por lo tanto la persistencia temporal de cuánto puede durar esa dinámica o incluso la sucesión presidencial se vuelve mucho más complicado, produciendo más incertidumbre”. Esa palabrita otra vez: incertidumbre. Acá también hay acuerdo con Sandra, profesora de Ciencia Política en la Universidad del Rosario (Bogotá): “El resultado del domingo es una mezcla de cosas. Por un lado, el Pacto Histórico va camino a volverse el partido de izquierda. Una coalición que aglutina a muchas cositas chiquitas. Como mínimo, una coalición estable. Pero lo otro que ves es la irrupción de este populista outsider independiente que llegó a la candidatura con un movimiento cualquiera, chiquitico. Por eso es un momento raro. No es el escenario peruano donde no hay partidos, sino que estamos ante una elección en la cual no llegaron todos los partidos tradicionales pero siguen estando en el Congreso, y hay otro que se está consolidando”.

Entonces, el uribismo fue la respuesta a la salida del 2002, pero todavía no sabemos bien cuál va a ser la salida del 2022. Esto porque, por primera vez en la historia, ninguno de los dos candidatos presidenciales que pasaron al ballotage en Colombia está directamente asociado a los partidos tradicionales. Al mismo tiempo, tanto Petro como Hernández marcaron una importante distancia discursiva y estratégica del actor político predominante de los últimos cinco mandatos presidenciales: el que construyeron Álvaro Uribe (2002–2010), Juan Manuel Santos (2010–2018) e Iván Duque (2018). Creo que la clave de este cambio radical que va a derivar en algo nuevo se desprende de un componente muy latinoamericano y vigente, del cual Colombia no escapa. No escapa nada.

Un dato me llamó mucho la atención cuando empecé a meterme en las elecciones colombianas: el poco apego que tienen sus ciudadanos y ciudadanas por las reglas del juego. Apego como sinónimo de confianza, claro. Estos dos gráficos que hice a partir de las encuestas de LAPOP y Latinobarómetro creo que son bastante simbólicos al respecto. A medida que se fueron haciendo nuevas oleadas de ambas encuestas, los colombianos y las colombianas fueron virando de una mayor confianza en las elecciones como un mecanismo efectivo de la ingeniería democrática hacia una menor.

Fuente: LAPOP.

A eso se sumó que las elecciones pasaron a ser una herramienta menos relevante a la hora de cambiar la realidad y la marcha general de las cosas. Ambas cuestiones, en definitiva, dan cuenta de que en las últimas décadas cada vez más todos parecieron un poco más parecidos. Oficialistas y opositores, rivales y aliados, todos en la misma bolsa. Un descontento generalizado y creciente, como muestra el #pescaditotemerario. A ver dónde para.

Fuente: Latinobarómetro.

Sobre este punto, Nicolás me cuenta que las encuestas de IPSOS Global Advisor de agosto 2021 “ya habían dado ciertas luces del rechazo generalizado y hartazgo con la clase política. Allí el 85% de los encuestados manifestaron que ‘los partidos tradicionales y los políticos no se preocupan de personas como yo’, y el 77% considera que ‘el país necesita un líder fuerte que lo saque de las manos de los ricos y de los poderosos’”. Esos datos ubicaron a Colombia en los primeros lugares del ranking. Cabe agregar, además, “el malestar demostrado en las masivas protestas y actos de violencia de noviembre de 2019, septiembre de 2020 y abril-mayo de 2021, que no solo eran contra el gobierno y rechazando políticas específicas, sino reflejo de un descontento generalizado contra la clase política y la falta de soluciones efectivas a sus demandas. En la visión mayoritaria de la sociedad, las instituciones existentes se han tornado ornamentales y reproductores de las desigualdades”. El resultado de la primera vuelta presidencial y de la alta fragmentación legislativa resultante de marzo, entonces, no está desconectado de estas sensaciones.

Ideas sobre un futuro incierto

Acá hay muchos puntos de contacto entre Juan Pablo y Sandra. El primero me indica que “una potencial victoria de Petro lo obligaría a formar una coalición ideológicamente heterogénea. Que, discutiblemente, puede lastimar un poco en las bases de partes significativas de su electorado, el más fiel. En el caso de Hernández nos encontramos con un perfil antipolítica que, en términos retóricos, plantea la idea de no formar coaliciones”. Sandra considera que “si miras la composición del Congreso tenemos un Congreso fragmentado. Nadie tiene mayoría clara. Cualquiera que llegue, tendrá un congreso no lo dejará hacer lo que quiere. Va a tener que negociar, los van a constreñir y a limitar sus iniciativas”. Acá ella resalta un matiz que me parece fundamental, y que se conecta con la historia que vengo contando. “Hay que ver cómo responden los partidos a quien gane la segunda vuelta. Si los otros que quedaron van a lograr fortalecerse y hacerles contrapeso, porque no es el escenario peruano donde los partidos ya están pulverizados. Aquí todavía hay algo de estructura. Hay partidos tradicionales que controlan recursos, que controlan maquinaria y que son ideológicos. Pueden todavía hacer resistencia, tanto a Hernández pero también pueden constreñir a Petro”. Se refiere a liberales y conservadores que, junto con el Pacto Histórico, tienen las bancadas más grandes. Pequeñas, respecto de años anteriores, pero con cierta capacidad para marcar agenda, límites y calle.

Juan Pablo me dice que no ve complicado el primer año, “cuando el congreso suele ser más dócil, pero en adelante, cuando los costos de transacción empiecen a aumentar, se volverá mucho más complejo. Y en el caso de Hernández creo que hay un elemento extra para sumar que será ‘cuánto agrede al Congreso’. Él, como alcalde de Bucaramanga, tuvo una política muy agresiva contra el concejo municipal”, dice el politólogo argentino instalado en Cali. Cierra Sandra con un presagio a la peruana de los viejos ’90: “Petro solo la tiene más fácil porque tiene un partido en el Congreso y tiene con quien negociar. Pero si ves a Hernández, él llegaría sin ningún aliado en el Congreso y sin operadores políticos que sepan qué hacer en él. En ese escenario, mi temor es que él diga ‘miren, el Congreso no me deja hacer nada’. Y terminemos con el Congreso cerrado, haciendo él lo que quiera. Es el más complejo de los escenarios que me imagino.”

Ahora sí, toda tuya Juano.

Elecciones pintorescas

  • En la primera entrega de este año te resalté las elecciones de Australia como una de las top 10. No me quedó espacio para tratarlas mucho porque Colombia se llevó los flashes. Así que te agrego alguna data cortita. Tal como adelantó #LaGenteVota, los laboristas venían silbando bajito pero sumando votitos. Ya te comenté que el sistema es complejo (y muy bello), lo que hace que todo se demore. Tardaron más de una semana en contar todo y asignar las bancas. El resultado dejó ganador al Partido Laborista con 77 bancas sobre 151 (la mayoría es 76), por lo que ganaron 10 respecto de 2019 y vuelve al poder después de 9 años arafue. La Coalición Liberal-Nacional perdió 17 y quedó en 58. Los Verdes subieron 3 y quedaron en 4. El dato es que la primera preferencia de votos hizo que los liberal-nacionales, que gobernaban, perdieran casi un millón de apoyos, mientras que los laboristas solo unos 300.000. Magias de la ingeniería electoral. Por eso es bello. Acá tenés mucha más data
  • México tiene elecciones subnacionales en 6 Estados el domingo próximo. Son los más chicos (Durango, Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo) que agrupan unos 11.7 millones de electores (de un total de casi 94 millones en todo el país). Según me cuenta Juan Cruz Olmeda desde allá, el oficialista Morena puede ganar 4 o 5 gobernaciones, lo que puede hacer que llegue a 21/22 de los 32 contando aliados (PVEM y PES), diagnóstico con el que coincide este artículo. La misma nota asegura que la oposición reunida en Va Por México (PRI+PAN+PRD) parece estar quedando cada vez más vacía de propuestas, teniendo solo el antilopezobradrismo como factor aglutinante y haciéndole fácil el trabajo al oficialismo. Al respecto, acá dicen que hace 6 años PRI y PAN no necesitaban ir juntos para ganar, pero hoy en día sí. Esos acuerdos, por otra parte, no han dado los mejores resultados: perdieron el 88% de las veces. Morena les está comiendo por abajo y por arriba. Acá encontrás notas sobre cada escenario estatal.

Recordá que, por ser parte de este prestigioso club electoral, podés estar al día con el Google Electoral Calendar (acá desde tu compu y acá desde tu celu) actualizado a 2022 y/o con una lista de Twitter que nutre a La Gente Vota.

Un abrazo electoral, cuidate y nos leemos en dos semanas,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy me encuentran dando clases en UBA y UTDT. Me encantan las elecciones y me sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tengo es aprenderme la historia de los partidos políticos. Creo que la política marida muy bien con un tinto.