La sociedad de los poetas

Messi y Cristiano no estarán entre los ocho mejores de la Champions. El ocaso de una era.

Hola, ¿cómo estamos?

El cerebro de Gallardo. El diccionario de Russo. El mapa de Enzo Pérez. La picardía de Carlos Tevez. El acento de los colombianos. La construcción horizontal de la banda roja. El vértigo de los bosteros. La defensa adelantada de Núñez. La seguridad de los xeneizes. 

El Superclásico abomba mediáticamente, pero exhibe un juego que va a otro ritmo. Boca y River, líderes en el continente, están un escalón por encima del resto y se ven las caras mañana a las 18. Horario ideal para la picada y para el vermouth. 

Que se hable en la cancha. 

La sociedad de los poetas

Puso el botín sobre su asiento del vestuario y empezó a cruzar los cordones. Escuchó que había ganado el Real Madrid y, bajito, le preguntó a Gabriel Milito quién había metido los goles. “Dos de Cristiano”, le replicó el defensor. Así al pasar. Sabía que detrás del silencio del 10 había una espuma que salía de la boca. El ahora técnico de Argentinos ya conocía cómo funcionaban los estímulos de ese cerebro y, en el túnel, tranquilizó a otro compañero: “Olvidate. Hoy ganamos”. Lionel Messi surfeaba tanto la perfección que hasta encendía más la mecha cuando el genio del rival brillaba. Metió tres. Obvio.

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Hubo una época en que todos los fines de semana sonaban con la misma melodía. Una máquina y un artista. Un muñeco y un payaso triste. Nike y Adidas. Madrid y Barcelona. La explosión de la PlayStation. El debate en una plaza de La Habana o en una esquina de Vietnam con casacas con la 10 o con la 7. Las redes sociales con hashtags. La globalización empujándolos o ellos arriando de la globalización. El estadio de pie. Tan orgásmico que sumaron a la fiesta a los yanquis, a los chinos, a los rusos y a los árabes. El debut de los celulares prendidos para filmar un tiro libre. O dos. O tres. Porque ¡pum!: iba a ser gol de Messi o de Ronaldo. En cantidades. Tantas que se pasaron tan rápido y ni nos dimos cuenta que un día nos sentiríamos solos.

Jorge Mendes es un señor que camina con una valija cuando cobra. Un celular siempre le amamanta la oreja. Es el representante más poderoso del mundo. Ser portugués le abrió la ventana para administrar dos diamantes en bruto del negocio de la pelota: Mourinho y Cristiano Ronaldo. A Messi le decía El Enano. Discriminándolo. Lo repetía con la prensa, en las mesas de negocios y en el oído de su estrella. En 2008 le habían dado el Balón de Oro a su joya luego de que ganara la Champions League con el Manchester United en sociedad con Wayne Rooney y con Carlos Tevez. En 2009, cuando se lo dieron por primera vez al argentino, le estalló en el oído a su pupilo: “¡Cómo le van a dar un Balón de Oro a un enano!”.

Cuentan los pasillos del Real Madrid que en las horas más sangrientas de los cruces entre Mou y Pep Guardiola en El Clásico -así se consagró marketineramente al partido entre madridistas y catalanes, tomado como propio en el planeta-, el entrenador portugués le pedía a sus jugadores que, en los amontonamientos del encuentro, le tocaran la cara o el pelo a Messi. Para fastidiarlo. Álvaro Arbeloa, Pepe y Xabi Alonso se prestaban. Ronaldo nunca quiso jugar a eso.

No tengo interés en llamarlo rivalidad. Me gusta decirle sociedad. Messi y Cristiano se retroalimentaron para ser los astros del mundo y para, durante catorce años consecutivos, poner a sus equipos entre los ocho mejores de Europa. Con las caídas del Barcelona frente al PSG y de la Juventus contra al Porto en esta semana, hay cierto run run de un final. Pelé se retiró en 1977. Diego dejó la pelota en 1997. Es difícil pensar que este juego hermoso no siga pariendo tipos y tipas que hagan llorar. Pero Sergio Ramos, en una entrevista con el streamer Ibai Llanos, puso un freno a la hipótesis de herencia de Mbappé y de Haaland: “Son jugadores que no tienen un ejemplo con el que puedas compararlos”. 

La historia del duelo comenzó con la vara alta. Se vieron en el césped por primera vez el 23 de abril de 2008, por la ida de la semifinal de la Champions League. La segunda fue el 29 del mismo mes, en la vuelta, que se volcaría a favor del Manchester United: 1-0, con gol de Paul Scholes, en lo que marcó el ocaso del holandés Frank Rijkaard en el banco de la casa culé. La tercera no se quiso quedar atrás: sucedió en Roma, en la primera gran final del 10, el 27 de mayo de 2009, cuando Messi se suspendió en el aire, un poco de Michael Jordan y otro poco de Aladdin, y cabeceó por encima de Edwin Van der Saar para ganar el primer título bajo el mando de Guardiola. A ese grito, todavía, el argentino lo asume como el más importante de su carrera. El duelo se repitió en 36 ocasiones, durante doce años: 11 victorias para el portugués, 16 para Leo, 9 empates, 21 goles para Cristiano y 22 para el rosarino. Uno y otro los máximos artilleros de la historia de El Clásico: 25 el blaugrana y 22 el merengue.

“Siempre he tenido una relación muy cordial con él. Compartí 12, 13 o 14 años de entregas de premios. Nunca le vi como un rival. Nos llevamos muy bien. Pero sabemos que en el fútbol intentan buscar una rivalidad para buscar entusiasmo.” Ronaldo, ya en la Juventus, hizo una síntesis el año pasado sobre el vínculo. En 2017, cuando todavía estaba en Real Madrid, planteaba algo semejante: “Claro que me gusta ver jugar a Messi. Me gusta ver a todos los buenos futbolistas y él es un crack. Cómo no me va a gustar una persona que no le hace mal a ninguno. Al contrario”.

“No nos conocemos con Cristiano. Nos cruzamos solo en entregas de premios o partidos, pero hay buena onda. No tenemos relación porque no nos conocemos, pero siempre que nos cruzamos, diez puntos. Tuvimos una buena rivalidad. Nos hizo bien a los dos. Continuamente queríamos superarnos, hizo más fuerte la competición. Hacía una Liga muy importante.” En 2019, Messi explicó el mayor producto de su sociedad. 

El argentino y el portugués coincidieron con el fútbol español en el mismo tramo en que los ibéricos vivieron una de las peores crisis económicas de su historia reciente. En 2007, el desempleo era de 7,95%. Para 2013, era de 27%. La diferencia con la Premier League resultaba abismal: a modo de ejemplo, para 2010, la TV inglesa repartía 1179 millones de euros (en 2018, ya era 2800) contra 500 de La Liga (ahora en 1100). 

Sin embargo, desde 2005 hasta 2020 los resultados son sorprendentes a nivel Champions: 8 veces ganaron los españoles (seis el Madrid y cuatro el Barcelona), 2 veces los italianos (Milan e Inter), 3 veces los ingleses (United -con Cristiano en el plantel-, Chelsea y Liverpool) y 2 veces los alemanes (Bayern Munich).

Si en algo divirtieron fue en los goles. En las nueve temporadas de Cristiano en el Real Madrid, apenas tuvieron un invitado en la lista de goleador de la Liga -Rafael Moreno Aranzadi, popularmente conocido como Pichichi, fue un artillero histórico del Athletic Bilbao y para homenajearlo el diario Marca entrega desde 1952 (cuando se cumplía el 30º aniversario de su muerte) un reconocimiento al que más veces besa la red y así se le dice al máximo anotador-. Messi se ubicó en el primer lugar en cinco ocasiones. Ronaldo en tres. ¿El intruso? Luis Suárez, en 2015/2016, pero con 16 asistencias el argentino se erigió como el más habilitador. Ahora, el uruguayo le pelea la cima, pero desde el Atlético Madrid.

El dinero ha sido un flujo sobre el que también se planteó la competencia. Además, el escándalo: ambos atravesaron problemas legales con el Ministerio de Hacienda de España. La diferencia estuvo en el control político del Madrid sobre Barcelona y en el manejo del escenario de la familia Messi y del equipo legal de Cristiano. El entorno del 10 fue con los tapones de punta. El portugués también lo padeció, pero con otro salvador: Florentino Pérez, amo y señor del Real, lo protegió con otro peso. 

Según el informe de 2020 de la revista Forbes, Cristiano es el segundo deportista con más ingresos: 105 millones de dólares al año, 60 por su salario y 45 por patrocinios. Messi el tercero: 104 anuales, aunque con un sueldo de 72. Encabeza la lista Roger Federer, quien ha mantenido un vínculo competitivo semejante, en la misma era, con Rafael Nadal. No es pública la cifra del acuerdo del argentino con Adidas. El portugués cerró con Nike por 200 millones a cambio de seis años. Messi es la cara visible de trece marcas -Gatorade, Mastercard, Pepsi, entre otras-. Cristiano de once, con prioridades para Unilever y Herbalife como estandartes.

¿Qué será del futuro? “Teniendo en cuenta que un genio nace cada 15 o 20 años, tendrá condiciones más académicas. Messi es un milagro formativo: le debe tanto a la calle como a la academia. El próximo Messi será más parecido a Cristiano Ronaldo que a Messi, más superhombre físico, más competitivo, igual de héroe, pero con un corte futbolístico distinto”, reflexionó Jorge Valdano para Tiempo Argentino y, quizás, sea una buena premisa para imaginar qué se nos vendrá cuando se termine esta historia.

Alguien hizo circular un audio de Diego Simeone, justo cuando Argentina perdió contra Croacia en el Mundial, en el que decía que él elegiría a Cristiano, en un equipo normal. “Comparar a Messi con Ronaldo es como comparar a Batman con un buen policía”, dijo Jorge Sampaoli. Guardiola elige a Leo. Mourinho se para siempre a un costado: “Ronaldo, pero el Fenómeno. Ellos mantuvieron carreras largas, pero si hablamos de técnica y habilidad nadie supera al brasileño”. El Fenómeno se ríe: “Me gustan mucho los dos, pero ficharía a Messi”. Frank Lampard dijo: “Es una pregunta horrible, pero apuesto por Messi”. Carlos Tevez, que jugó con los dos, sentencia siempre con picardía: “Messi no necesitaba ir al gimnasio una hora antes para poder hacer una gambeta, Cristiano sí”. 

Los dos genios acompañaron el sistema de grietas. La polarización organizada detrás del qué por encima del por qué. Republicanos y demócratas clonando un sistema a todo el mundo. El engaño entre pensar y tomar posición. El análisis surgido desde la oposición como si para ser algo hiciera falta no ser otra cosa. Messi y Cristiano han sido una sociedad de maratonistas: hubo mucho crack, ninguno aguantó tanto tiempo. Ellos no hubieran sido ellos sin el empuje del otro. 

Pero esperen.

No bajen el telón.

Cristiano tiene 36. Messi, 33.

Todavía queda alguna función más.

(Un regalo)

Pizza post cancha

  • “En el ciclismo hay una frase que indica que, en los momentos decisivos, el que frena pierda. Todos tienen miedo, todos conocen el peligro que implica no frenar. Algunos lo superan. Otros no. Andrés es un temerario que nunca frena, que siempre arriesga. Y seguirá actuando de esa manera mientras le sea posible.” Marcelo Bielsa escribe estas hermosas palabras en la autobiografía de Andrés D’Alessando. Cabezón, editada por Aguilar, es un hermoso trabajo del 10 y del gran periodista Diego Borinsky. No se la pierdan.
  • Un 13 de marzo de 1932 debutó Bernabé Ferreyra, uno de los primeros cracks asalariados del fútbol argentino. Figura emblemática de River. Hay una película muy buena sobre su vida: El cañonero de Giles. La encuentran en Cine.ar
  • “Los futbolistas morimos dos veces.” Entrevista a Sebastián Abreu sobre la eternidad y la pelota. Por el maestro Diego Torres.
  • “Yamila Rodríguez, memoria de una wing izquierda.” Gran perfil de la figura de Boca y de la Selección argentina. Delfi Corti la cuenta en la flamante web de Relatores.

Esto fue todo.

Cenital te necesita como hincha.

Abrazo grande,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.