La oposición venezolana se divide

No importa cuándo leas esto.

¡Buen día!

Leí que esta semana se cumplen seis meses de pandemia. Medio año así. Hay un chiste que a veces repito y dice: no te preocupes, que el peor año es el primero. Ya no me causa gracia. Se sabe, igual, y esto es lo último que voy a decir, que el secreto es poner piloto automático, así que arranquemos con el correo de hoy. 

CAPRILES PATEA EL TABLERO

Las cosas se están moviendo en Venezuela. La semana pasada hubo dos noticias importantes: el lunes, Maduro indultó a 110 dirigentes opositores, entre los que se contaban 50 presos políticos; el miércoles, Henrique Capriles, ex candidato presidencial en dos ocasiones –contra Chávez y Maduro–, llamó a participar de las elecciones legislativas el próximo 6 de diciembre, distanciandose de la estrategia de Juan Guaidó, que pide abstenerse de los comicios. 

Acordate cuando hablamos sobre las lecciones que dejaba el libro de Bolton respecto a Venezuela, donde admitía la subestimación de EEUU sobre la fortaleza del régimen de Maduro, la desconfianza personal de Trump hacia Guaidó y la voluntad del presidente estadounidense de reunirse personalmente con Maduro, algo que el propio Donald puso sobre la mesa la semana en la que se publicó el libro. Ahí te conté que después del fracaso de la Operación Guaidó, sumado a escándalos de corrupción y su vinculación con la fallida incursión paramilitar en mayo (de la que hablamos acá), la figura de Guaidó como líder unívoco de la oposición estaba siendo cada vez más cuestionada. Que se olía un nuevo ciclo. Los primeros movimientos de ese nuevo ciclo parecen haber llegado.

¿Por qué es importante?

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La maniobra de Capriles, en tándem con Stalin González, otro dirigente opositor, y dialogada con Maduro –quien emitió la primera señal con los indultos– quiebra la estrategia de Guaidó, quien llama a no participar en las legislativas. En la primera línea de la oposición hace más de una década, aunque recluido en un silencio estratégico en el último año, Capriles es el primer dirigente de la llamada oposición tradicional –en contraposición a los sectores más dialoguistas, menospreciados como colaboracionistas por los tradicionales– en plantear una nueva estrategia para enfrentar a Maduro.

“Es un falso dilema votar o no votar. El dilema es luchar o no luchar. La gran pregunta es cómo se logra el cambio en Venezuela. No se logra por una acción militar que no viene, no va a venir y la mayoría de los venezolanos no desea que venga”, dijo Capriles, que calificó al gobierno interino de Guaidó como un “gobierno de internet”, sin peso en el país, una descripción que no por filosa deja de ser cierta. 

Además de la posibilidad de que otros actores opositores que hoy están detrás de Guaidó se acoplen a la estrategia, el movimiento busca afectar de manera directa el proceso electoral: Capriles pide involucrar a la Unión Europea como observador (Maduro también la invitó, al igual que a la ONU), forzar un aplazamiento de la fecha y lograr más concesiones del madurismo de cara a la votación.

Pero es importante también por lo que dice. Pasado el temblor y ayudado por la pandemia, el madurismo ha cerrado filas y hoy se muestra lo suficientemente fortalecido para abrirse a ciertas concesiones y avanzar en una fórmula que siempre ha dado frutos: dividir a la oposición. 

El tablero nacional

“Maduro no busca solucionar el pleito interno. Su problema son los recursos. Es un país con una economía de guerra, pero sin guerra. Necesita guiños de la comunidad internacional, aunque sean implícitos. Para eso debe mostrar señales de normalización”, me explicó Patricio Talavera, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y especialista en política venezolana. 

El indulto a más de cien figuras de la oposición y la apertura a la observación electoral son dos de esas señales, que pueden significar intento de normalización pero no normalidad: todavía quedan cientos de presos políticos y los principales partidos opositores han sido intervenidos en junio por el oficialismo. Algunos dirigentes liberados, por otro lado, ya empezaron a narrar lo que vivieron adentro, con relatos que se adaptan a las escenas de tortura y violación de Derechos Humanos que detalló el último informe de Naciones Unidas, publicado en julio.

Unas elecciones legitimadas por más de un sector de la oposición y de la comunidad internacional, por otro lado, son el paso previo al desembarco en la Asamblea Nacional, el Congreso venezolano, que ganó la oposición en 2015 y que luego abandonó el oficialismo, una estrategia que culminó en la formación de una Asamblea Constituyente que batió un récord global: ya lleva más de 600 días sin la presentación de un proyecto constitucional. El madurismo podría ahora desechar la Constituyente para regresar al Parlamento –con una mayoría–, donde encontraría como interlocutores a distintos sectores de la oposición, que a su vez se diferenciarían de aquellos que decidan no participar en la elección y que, por consiguiente, no tengan representación. Nace un nuevo criterio de demarcación.

El madurismo sos vos cortando vueltas en educación física: es volver a la Asamblea Nacional cuando esta se renueva, lo que implica la expiración de la mayoría parlamentaria opositora, una ecuación que tiene nombre propio: el interinato de Guaidó, que se autoproclamó como presidente de gobierno el año que asumió la presidencia de la Asamblea, vence en enero. Aunque el líder ya avisó que quiere un referéndum para validarlo, el astillado portal de legitimidad se está cerrando. 

Ante el fracaso de su promesa fundante, que minó los incentivos de diferentes sectores de la oposición para conservar la unidad, Guaidó está acorralado. Sus promesas y nuevas iniciativas se registran como espasmos. En el fondo, la estrategia –empuñar el apoyo internacional para asfixiar y desplazar al régimen, con ayuda desde adentro– sigue siendo la misma, cuando el escenario es otro. Y cada vez son más actores, como Capriles, los que lo reconocen.

Le pregunté a Marisela Betancourt, politóloga venezolana, sobre la estrategia de Guaidó de cara a las legislativas. “La utilización de la abstención en las elecciones presidenciales del 2018 fue correcta: te permitió reposicionar a Venezuela en el escenario internacional, arrogándote la representación legítima. Pero hoy el escenario es otro, los objetivos planteados no se lograron y por ende tienes que cambiar la estrategia. Otra abstención no tiene ya sentido”, me dijo. Y agregó que Guaidó podría verse empujado al exilio cuando venza su mandato parlamentario.

Pero la movida de Capriles no significa un cambio de mando en la oposición sino el primer movimiento de escisión dentro del bloque que lidera Guaidó –conocido como G4, por los principales partidos de la oposición antichavista– en un marco importante como lo es la renovación de la Asamblea Nacional. 

“Capriles, que ha pagado un costo alto tras las derrotas presidenciales, tiene un reto enorme. Debe convocar a unas elecciones donde se sabe que la oposición no va a ganar. Solo a partir de la unidad nacional podrías hacerlo, y eso es inviable. Sabes que vas a perder y luego tienes que manejar el golpe anímico posterior a los resultados, en un país que intentas repolitizar. Es una tarea compleja”, me apuntó Marisela. Capriles, quien está personalmente inhabilitado para presentarse, inscribió un frente electoral pero avisó que los candidatos “no serán definitivos”, a la espera de nuevas condiciones electorales. Ya recibió una invitación de los dialoguistas, entre los que se destacan el pastor evangélico Javier Bertucci y el ex candidato presidencial Henri Falcón, para sumarse a una alianza electoral. Maduro, por otro lado, lo acusó de querer “sabotear” el proceso.

El tablero externo

“Europa tiene una oportunidad histórica para ayudar a que este país recupere la democracia”, le dijo Capriles a El País. ¿Qué pasa si la Unión Europea o Naciones Unidas aceptan la invitación y acuden como observadores, respaldando el proceso? La posición de Guaidó, cuya legitimidad se debe a la representación internacional, está amenazada también por esto. Para la estrategia de Capriles, el apoyo internacional, especialmente de Europa (leyendo El País uno advierte que España ya está a bordo), quizás importa más que los apoyos internos. Para que la UE acuda como observadora, sin embargo, Maduro deberá ofrecer más condiciones. Un punto importante es el calendario: las misiones electorales se preparan con tiempo y faltan menos de tres meses para los comicios; el oficialismo, por ahora, descarta una postergación.

“Para que la misión tenga valor no puede ser un tour guionado por el gobierno”, me explicó Talavera, con experiencia en observación electoral. “El sistema funciona cuando vos podés agarrar un auto de imprevisto y acudir a un centro en las afueras de la ciudad, por ejemplo. Veo difícil que la Unión Europea acepte otra cosa”.

En otro fragmento de la entrevista con el diario español, Capriles despliega un argumento potente contra la estrategia de máxima presión internacional: “Las sanciones pueden tener el efecto contrario. Maduro no se queda sin gasolina, los venezolanos sí. Si nosotros somos más débiles a lo interno, ese tejido social que necesitas para presionar al régimen, lo pierdes. Cuidado con debilitar un tejido social ya tan debilitado. En la medida en que eres más pobre, dependes más del Gobierno, en la comida, en el poco combustible”. El propio informe de Naciones Unidas también pide aliviar las sanciones, una filosofía compartida en Europa. Para Maduro, un interlocutor como Capriles significa abrir una ventana internacional que con Guaidó como único líder estuvo siempre, como condición necesaria, cerrada.

La estrategia internacional de Capriles, sin embargo, debe navegar por un equilibrio delicado, especialmente en las costas de Florida, donde debe impedir que la retórica inflamada de Trump contra Venezuela, una de las cartas para ganar un estado que considera vital para la reelección y donde se aloja buena parte de la comunidad latina anticastrista, se traduzca en políticas concretas, una tentación que podría aparecer si la maniobra toma volumen. Ejemplos como el de Irán, donde EEUU ha conseguido bloquear las promesas de alivio de sanciones de Europa, invitan a la cautela. Guaidó sigue siendo reconocido públicamente por la administración, pero tanto Trump como el resto de los halcones han confesado –o filtrado– su frustración. Nunca debe descartarse, sin embargo, un último giro de timón previo a las elecciones. El calendario, como verás, se puso picante.

La nueva normalidad de la Venezuela pandémica se parece mucho a la vieja: una oposición dividida, con cada grupo cuidando sus propios intereses y recursos. Maduro, a la espera del próximo movimiento, sonríe. 

EVO Y CORREA, AFUERA

A propósito de las continuidades en la región, la justicia tanto de Bolivia como de Ecuador confirmaron, la misma tarde del lunes, las inhabilitaciones a Evo Morales y Rafael Correa para ser candidatos en las próximas elecciones.

  • En Bolivia, el Tribunal Departamental de Justicia de La Paz confirmó la inhabilitación a Evo como candidato a Senador por no cumplir el requisito legal de residencia en el país en los dos años inmediatos anteriores a los comicios (Morales dejó el país en noviembre del año pasado, exiliado tras un golpe de Estado). La decisión inicial había sido tomada en febrero por el Tribunal Supremo Electoral (TSE); ahora se confirma. 
  • En Ecuador, el Tribunal de Casación de la Corte Nacional rechazó un recurso presentado por el correísmo y dejó firme la sentencia a 8 años de prisión y 25 de inhabilitación para ocupar cargos públicos para Rafael Correa, en la causa conocida como “Sobornos”. Correa aspiraba a ser candidato a vicepresidente. 

La tendencia, de la que ya fue testigo Brasil, se repite: ambos países se encaminan a elecciones donde los principales líderes de oposición no son admitidos a presentarse, generando cuestionamientos de una parte importante de la ciudadanía sobre el proceso electoral. 

El impacto de las inhabilitaciones, sin embargo, no es el mismo para los dos países. 

En Bolivia

Como conversamos hace unas semanas, el MAS se ha recompuesto rápidamente después del golpe y hoy lidera las encuestas. El último sondeo presentado por Unitel le da un 37% de intención de voto al MAS sobre votos válidos, cerca de ganar en primera vuelta (en un balotaje perdería con Carlos Mesa). Según el periodista Fernando Molina, la investigación por terrorismo a Evo, en la que se desprende una acusación de pedofilia difundida por la prensa amarilla y fogoneada por el gobierno de Añez, afectó la posición del MAS, al igual que los bloqueos de rutas. Estos sondeos, realizados telefónicamente, podrían subestimar el apoyo del partido, que domina en las zonas rurales y en el voto en el extranjero.    

Lo cierto es que a poco más de un mes, la fórmula del partido ya está consolidada y no dependía de la habilitación. Para Pablo Stefanoni, a quien invitamos en el último correo sobre el tema, el fallo “beneficia por partida doble al MAS: victimiza a Evo y lo saca del centro de la escena en la campaña”, tuiteó

En Ecuador

La inhabilitación de Correa significa que el binomio, en el que el ex presidente acompañaba al desconocido Andrés Arauz, un economista de 35 años, deberá completarse. Tres nombres suenan fuerte: el periodista progresista Carlos Rabascall; Pierina Correa, la hermana de Rafael; y la ex ministra de economía María Elsa Viteri. Para el correísmo, el escenario electoral, donde la derecha aparece unificada detrás de la candidatura de Guillermo Lasso, a la que se sumó el ex alcalde de Guayaquil Jaime Nebot, aparece más cuesta arriba, con varios interrogantes pese a la baja de Correa, un desenlace esperado.

Para Paulina Recalde, directora de la consultora Perfiles de Opinión, con base en Quito, el problema para el correísmo, que no resuelven a priori los candidatos barajados, es ampliar la base. “Si en 2017 Moreno contaba con el voto duro correísta y tenía a todo el aparato estatal y ganó por la mínima, ahora que tienes todo el aparato en contra y la derecha va unida, la única posibilidad de que vos potencies tu voto duro es ampliando tu base”, me dijo. 

El registro oficial de candidatos es en una semana.

PICADITO

  1. México daría quórum para la elección en el BID; Claver-Carone, a un paso de ser presidente.
  2. Más 2020: postulan a Trump al Nobel de la Paz.
  3. Serbia y Kosovo anuncian la normalización de relaciones económicas, con guiños a Israel.
  4. Paraguay: desaparece un expresidente; acusan a la guerrilla EPP de secuestro.
  5. Brexit: Boris plantea violar el acuerdo de retirada; crece la amenaza de una salida sin acuerdo.

QUÉ ESTOY LEYENDO

Puede que hayas visto el artículo publicado en el Guardian que está escrito con inteligencia artificial (en inglés pero con traductor va joya). El título es sugestivo: “Un robot escribió todo este artículo. ¿Seguís asustado, humano?”. Obvio que sí. El argumento, de todas maneras, vale la pena, aunque también salieron otras notas cuestionando el texto, que al parecer tuvo bastante ayuda humana. 

Mi impresión, después de conversarlo con Valentín Muro, quien sabe mucho de estos temas, es que no es tan blanco y negro: nos encaminamos hacia un futuro donde el periodismo utilice cada vez más herramientas de inteligencia artificial, pero los humanos seguirán estando. La discusión, como dice Valentín, quizás sea más interesante por lo que revela: si creemos que un robot puede reemplazar a un periodista entonces algo estamos haciendo mal como periodistas.

QUÉ ESTOY SIGUIENDO

El presunto envenenamiento del opositor ruso Alexei Navalny, que salió del coma esta semana, está afectando el vínculo entre Alemania, donde se encuentra el bloguero, y Rusia, dos países que han sabido separar economía y política en los últimos años. En Berlín está creciendo la presión para dar de baja el gasoducto conocido como Nord Stream 2, el megaproyecto que conecta ambos países –salteando rutas de provisión de gas tradicionales, como Ucrania– y que ha sido muy cuestionado en el seno de la Unión Europea.

El gobierno de Merkel ha admitido que la construcción del gasoducto, al que le quedan aproximadamente 180 km de un total de 1.200, puede verse afectado. La presión interna crece y el Kremlin, según dicen desde Berlín, no ha entregado pruebas o un relato convincente para blindar las críticas. Sería el primer coletazo para Moscú en el caso Navalny.  

LO IMPORTANTE

Ayuda: sigo en la droga de los memes de historia. En la entrega de hoy, Polonia.

Un recordatorio de que si crees que tu país tuvo o tiene mala suerte, bueno,  siempre hay casos peores. 

Eso fue todo por hoy. Gracias por tu tiempo de lectura.

Nos leemos el próximo jueves.

Un abrazo,

Juan

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Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.