La nueva ruta de la seda: un proyecto a medida de la ambición china

El megaproyecto busca consolidar el lugar del país asiático como gran potencia.

La llegada de Alberto Fernández a la presidencia trajo algunos cambios en la política exterior de la Argentina de los últimos años. La postura con respecto al golpe de Estado en Bolivia, o incluso su posicionamiento sobre cómo contribuir a una posible salida para la crisis venezolana, como era de esperarse, se diferencian de las de su antecesor, Mauricio Macri. Sin embargo, el gobierno nacional sorprendió con un reciente anuncio acerca de la intención de avanzar próximamente en la rúbrica un memorándum con China, por el cual el país formaría parte del ambicioso proyecto de la Ruta de la Seda. La firma estaba freezada, y se da no solo en el marco de un conflicto comercial entre el gigante asiático y Estados Unidos, sino también en una situación compleja para el país, en la que se propone ser cuidadoso en su vínculo con la potencia norteamericana, especialmente por la deuda contraída durante el macrismo.

Tras conocerse la postura del gobierno con respecto al vínculo con China, país al que ya fue invitado a visitar por el gobierno de Xi Jinping, fuentes de la Embajada del país asiático en Argentina aseguraron a Cenital su disposición a avanzar en negociaciones comerciales con la nueva administración. «La parte china está dispuesta a profundizar la comunicación y coordinación con el flamante gobierno argentino en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la cual se ve reflejada en la rúbrica de los instrumentos de cooperación concernientes, la promoción de los proyectos sustanciales y el fomento de la interconectividad e integración regional», explican.

Desde la sede diplomática explican que en los 47 años de relaciones diplomáticas entre ambos países lograron convertirse en «íntimos amigos», especialmente tras la firma de la Asociación Estratégica Integral China-Argentina en 2014, por la cual se implementaron una serie de «megaproyectos estratégicos» en el país, y con énfasis, en los que se puedan desarrollar de ahora en más. Entre las iniciativas, figuran la construcción de una central nuclear en Campana, o incluso la posibilidad de que desembarque la tecnología del 5G, lo que podría generar un fuerte roce con Estados Unidos, ya que ese tipo de tecnología es el punto más álgido en el conflicto entre ambos el país asiático y el norteamericano.

Del lado chino, destacan además la participación de los países latinoamericanos, de los cuales ya 19 forman parte del Memorándum de Entendimiento. «Aunque la Iniciativa de la Franja y la Ruta se originó de China, las oportunidades y los frutos que genera esta iniciativa pertenecen a todas las latitudes, incluida Argentina», y prometen que la «participación importante e indispensable de América Latina en su instrumentación» traerá «un mayor beneficio de ambos pueblos». Pero a todo ésto ¿Qué sabemos de la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda?

Una nueva Ruta de la Seda

«China ha tenido una economía cerrada en sí misma. La lección es que no podemos construir y desarrollar el país con nuestra puerta cerrada», decía en 1978 el por entonces líder máximo chino, Deng Xiaoping, al dar paso a la apertura económica del país asiático tras la Revolución Cultural, una apertura que primero significó abrir a China a los capitales y hoy cambia su sentido. A tal punto se tomó en serio la premisa del ex líder comunista que su actual líder Xi Jinping, concibió uno de los planes más ambiciosos para la economía mundial: la nueva Ruta de la Seda. Una proyecto que, de concretarse en la extensión planeada, terminaría con la preeminencia económica de occidente.

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A través de OBOR (por sus siglas en inglés de One Belt One Road, una franja, una ruta), China se propuso volver a utilizar los caminos de la Ruta de la Seda, que hace más de dos mil años unieron Asia con Europa y África. En ese momento, se comerciaba principalmente desde el Oriente el género de tela más preciado y el té, y desde occidente pimienta y clavo, entre otras mercancías. Dos milenios más tarde, el programa promete trazar los tres continentes a través de diversos corredores terrestres y marítimos de manera que alcance la mayor vinculación comercial en el mundo. Sin dejar afuera a estados de Latinoamérica y de Oceanía.

En el 2013 en una gira por los países centrales y del sudeste asiático, Xi anunció el ambicioso proyecto de la Nueva Ruta de la Seda con una inversión inicial de 40 mil millones de dólares, y la creación del Banco de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) de 50 mil millones, abierto al aporte de otros estados. A través de préstamos e inversiones, el Gobierno chino facilita obras de infraestructura para los estados que se unan al proyecto, sumando puentes, ferrocarriles y gasoductos, entre otras construcciones.

«La Ruta de la Seda tiene un doble propósito, por una lado, busca la integración interna de China a través del desarrollo económico para superar la brecha entre zonas altamente industrializadas, entre otras intermedias, y otras con bajos niveles de producción. A su vez, busca una mayor inserción y vinculación en el mundo», explica en diálogo con Cenital, Carlos Moneta, director de la Maestría en Economía y Negocios con Asia Pacífico e India de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF), sobre el ambicioso proyecto chino.

El Interior chino

Moneta explica que el actual desarrollo de Obor, también conocido como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), tiene sus bases a fines de la década del ’70, tras la Revolución Cultural que llevó adelante Mao Tse Tung entre 1965 y 1976. El movimiento que tenía como objetivo acabar con los vestigios capitalistas del país, dejó una economía devastada. Es luego de esa experiencia que el líder Deng Xiaoping declara la apertura económica del gigante asiático, y da inicio a dos etapas de desarrollo con miras al 2020, 2040 y 2050.

Entre los principales objetivos de esos planes a largo plazo, en que se enmarca la Ruta de la Seda, se busca corregir la inequidad del ingreso y de desarrollo de la industria en los distintos rincones del territorio chino, donde hay amplias zonas con poca población y algunas consideradas subdesarrolladas. Durante más de dos décadas, China alcanzó un crecimiento de su economía de más del 8% que se redujo a 6,5% en el 2018 como consecuencia de la guerra comercial con Estados Unidos. Pese a ese crecimiento sostenido, no ha logrado acabar con la desigualdad territorial interna, que divide a las ciudades costeras, más desarrolladas, del interior del país. Por ese motivo, uno de los puntos de OBOR es generar mejores condiciones para las regiones menos desarrolladas a través de la nueva vinculación comercial con los países vecinos.

Avance asiático

Un dato importante es que en las últimas décadas los países del este y sur de Asia registraron los índices más altos de crecimiento económico mundial, al punto que tres de las siete economías más grandes del planeta son asiáticas: China, Japón e India. «La iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, dirigida a conectar a Eurasia, seguramente facilitará que crezcan aún más las economías del megacontinente. Ello podría afectar la preeminencia económica de un Estados Unidos que se presenta crítico del multilateralismo, el libre comercio y la integración», explica a Cenital, Jorge Malena, director de Estudios sobre China Contemporánea de la Universidad del Salvador.

Hay que recordar también que Estados Unidos transita con China lo que conoce como guerra comercial desde el año pasado, a pesar de estar en una etapa de tregua. Si bien el conflicto se plantea como algo comercial, sobre todo tras los aranceles impuestos por ambos países, el trasfondo de la pelea está más relacionado a la competencia estratégica, donde son centrales la innovación, el desarrollo y la investigación tecnológica y científica, ámbito donde el estado asiático de desarrolló notablemente sobre todo en los últimos 15 años. Una de las luchas tiene que ver con las solicitudes de patentes, donde empresas chinas como Huawei y ZTE lideran el ranking mundial. Y allí surge otro de los grandes temores de Trump que enfrenta a las dos potencias, el 5G.

Temores

Pese a que organizaciones mundiales como las Naciones Unidas apoyen el proyecto chino, como lo hizo su titular, António Guterres, al asegurar que la Nueva Ruta de la Seda generará un mayor desarrollo y vinculación global, hay algunos líderes políticos que se oponen rotundamente. Entre ellos, en primer lugar se ubica Estados Unidos, pero también miran con cierto recelo el desembarco comercial asiático estados como Japón, India, Alemania, Reino Unido y Francia.

Un caso reciente de este 2019 que despertó la crítica desde el país del norte y de algunos líderes de Europa, fue la visita en marzo pasado del presidente chino a Italia. Allí, Xi Jinping y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, firmaron diversos acuerdos por los cuales el país europeo, el primero del Grupo de los siete (G7) estados más industrializados del mundo, en incorporarse a la Ruta de la Seda.

El ingreso de Italia al plan chino, generó tanta molestia que desde Estados Unidos amenazaron con sacar al país de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y desde el Consejo de Seguridad Nacional sostuvieron que su adhesión a la «depredadora» inversión china no generará beneficios para el pueblo italiano. Desde la Comisión Europea también demostraron su descontento a través de una declaración conjunta, en la que alertan sobre el «creciente poder económico e influencia política de China» y pidieron revisar las relaciones.

Lo cierto es que desde el país europeo ven la inversión china como un respiro, en medio de la situación económica que atraviesa agobiado por la recesión desde el pasado año. «Italia no quiere dejar atrás a sus socios europeos. Seguimos firmemente en la alianza euro atlántica, pero hoy Italia quiso llegar primera, en un asunto de comercio exterior», sostuvo Luigi Di Maio, vicepresidente del gobierno y líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) durante la visita de Xi, al referirse al plan que cuenta con más de setenta países asociados, y otros en trámite, entre los que se encuentra su vecina Grecia, con su puerto de El Pireo, por el cual se podrá viajar desde Oriente al Mediterráneo.

La aparición con más fuerza de las inversiones chinas en Europa llegó, según explica Moneta, tras la crisis económica del 2008. «China compró empresas, puertos, se ve una mayor presencia del país asiático en el continente europeo en los últimos años», agrega el académico de la UNTREF y asegura que el temor de los líderes de la región tiene que ver con la competencia comercial, como pueden ser de los ferrocarriles alemanes o franceses con los del país asiático, y que prevén una mayor influencia de la República gobernada por Xi en el marco legislativo comercial e influencia política.

«Estados Unidos estaría ejerciendo presión sobre Europa para que no adhiera a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, en virtud de que percibiría en ella a un proyecto chino de creación de un nuevo ordenamiento económico. Por el momento, parte considerable de Asia, África, Europa Oriental y América Latina han adherido a la misma, si bien los países de mayor peso económico se muestran renuentes», afirma Jorge Malena, con respecto a las incertidumbres de los líderes que temen perder la preeminencia económica.

¿Sin importar el color político?

«La Nueva Ruta de la Seda es una iniciativa para la cooperación económica, en lugar de una alianza geopolítica o liga militar, y es un proceso abierto e inclusivo en lugar de un bloque exclusivo o Club de China», había asegurado el presidente Xi en una de las tantas presentaciones del proyecto. Con esas palabras el mandatario asiático hace referencia a una de las realidades del plan, que no distingue entre los actores. Es decir, al Gobierno chino no le importa demasiado la política local, puede negociar con una democracia africana como con una dictadura, a diferencia de las relaciones comerciales de Estados Unidos, criticable o no, siempre pone más exigencias a sus socios comerciales.

Moneta reafirma lo de la no injerencia china: «Sin dudas una de las diferencias más relevantes entre la vinculación que propone China y otras como puede ser la Unión Europea o incluso las relaciones comerciales de Estados Unidos con otros países, es que Xi Jinping asegura que no le interesa meterse en los asuntos internos de sus socios. Una vinculación con diferentes modelos políticos, económicos, sociales y religiosos».

América Latina

En la región son 19 los países que tienen a China entre sus principales socios comerciales y forman parte de OBOR Chile, Uruguay, Perú y Bolivia, entre otros estados que ya están dentro de la asociación de la Ruta de la Seda, mientras que países como Argentina y Brasil están en trámite. De acuerdo a lo que explica el académico de la Universidad del Salvador, los países latinoamericanos se debaten entre aceptar las inversiones y el temor a generar broncas con Trump, como es el caso de Jair Bolsonaro, quien asumió el cargo de presidente declarándole la guerra a China para seguir el lineamiento estadounidense, pero los números comerciales obligaron a revisar la ecuación.

«En América Latina existe el debate sobre qué hacer ante esta iniciativa global de China, ya que se observa que la misma por un lado ofrece inversiones en infraestructura, mientras que por el otro genera roces con Washington. También hay preocupación sobre el eventual uso de la iniciativa como ‘trampa de endeudamiento’ o herramienta de ‘expansión geoeconómica’, afirma Jorge Malena, y sobre esta última hipótesis se basa especialmente Estados Unidos.

Mientras que desde el país asiático aseguran que OBOR permitirá mayor desarrollo y destacan obras como el tren que une a China con Laos y Tailandia, la realización de la primera autopista en África Oriental, el primer puente de Maldivas para unir las islas y la conexión de Kazajstán al mar pese a no tener salida litoral, desde Estado Unidos, el vicepresidente, Mike Pence, advirtió recientemente que con la Nueva Ruta de la Seda los estados asociados caerán en la «trampa del endeudamiento».

Lo cierto es que ya son más de 125 los países y 29 las organizaciones internacionales que firmaron acuerdos de cooperación con China en el marco del BRI, según se indica en el propio portal de la Ruta de la Seda. El avance del megaproyecto chino, se espera una ronda de negociaciones con Estados Unidos para destrabar la guerra comercial. Mientras, el gobierno de Xi Jinping continúa ganando adeptos, entre los que se incluirá posiblemente a Argentina, para el ambicioso proyecto que tanto irrita al gobierno norteamericano.

Soy periodista de política internacional. Me interesa lo que pasa en Latinoamérica, Medio Oriente y el Magreb. Hago radio en Nacional AM870 y Futurock. Soy del rojo por herencia familiar y de Colo Colo por amor, voy en bici a todos lados y me malhumoro cuando se me pincha una rueda.