La historia electoral de Lukashenko, el mediador entre Rusia y Ucrania

¿Quién es Aleksandr Grigórievich Lukashenko, presidente de Bielorrusia? ¿Cómo llegó al poder? ¿De qué manera gobierna? Un repaso por la historia electoral y política de quien se ofreció a mediar en el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Tres chusmeríos sobre Colombia (vota el domingo legislativas e internas presidenciales), el PP de España y los primeros referéndums en Suiza.

Hola, ¿cómo estás?

Hoy te voy a contar una historia electoral. Algo tétrica y triste, pero electoral al fin. Me voy a centrar en Aleksandr Grigórievich Lukashenko, actual presidente de Bielorrusia, quien se ofreció como mediador para resolver el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. El día anterior a hacerlo, convocó un referéndum de dudosas credenciales democráticas para sostenerse en el poder hasta 2035. El tipo gobierna desde 1994. Sacá cuentas. La historia tiene todos los componentes de un país postsoviético que no pudo hacer pie en la democracia: elecciones amañadas, burdos resultados, partidos proscriptos, represión, opositores exiliados y una estilo de ejercer el gobierno claramente autoritario.

El mejor amigo de Putin. Mirá porqué.

¿Quién es y qué hace Aleksandr Grigórievich Lukashenko?

Bielorrusia es un país particular por muchas cuestiones, pero la que quiero resaltar en esta entrega es su profunda conexión tanto con Rusia como con Ucrania a lo largo de la historia. Por eso no te debería sorprender que hoy en día sea el punto neurálgico donde rusos y ucranianos se han sentado a negociar algunas cuestiones en torno al conflicto armado y su (posible) finalización próxima. Bielorrusia significa en idioma eslavo Rutenia Blanca: Biely quiere decir Blanco y Rus proviene de la histórica comunidad de los Rus, tribus y comunidades eslavas que comenzaron a habitar la región en el Siglo VI. Seguramente te suena de Vikings. Y si no, te recomiendo que mires la última temporada para conocerlos. En la serie vas a ver un personaje central, el gobernante del Estado Rus de Kiev, una federación de tribus eslavas que funcionó desde finales del Siglo IX hasta mediados del XIII. Bielorrusia estaba en el centro estratégico geopolítico de esa unión. Ya vas viendo que no es solo una nota de color.

Cuando se muere Yaroslav I, el Sabio, toda la región se dividió en principados independientes. En el medio aparecieron los mongoles, a quienes se les ocurrió invadir lo que estaba suelto y sin defensas. Por ese temor, muchos de los principados se unieron a lo que se llamó Gran Ducado de Lituania, un Estado que existió entre los siglos XII/XIII y XVIII, hasta que el zar Iván III de Rusia comenzó la reconquista de la región. En el medio, el Gran Ducado se fusionó con el Reino de Polonia y se formó la Mancomunidad de Polonia-Lituania. Por esta razón, los bielorrusos no se han considerado a lo largo de la historia como rutenos (habitantes de la región de Rutenia) sino que se han solido llamar a sí mismos litviny (lituanos) dada su pertenencia al Gran Ducado.

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Más cerca en el tiempo, Bielorrusia formó parte del Imperio Ruso desde el reinado de Catalina II hasta que sufrió las invasiones del Imperio Alemán y del Austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial. En medio del Tratado de Brest-Litovsk declararon su independencia en 1918, lo que dio paso a la formación de la República Popular Bielorrusa. Con la Revolución Rusa se formó la República Socialista Soviética Bielorrusa, con tironeos, divisiones y re-uniones en el marco del proceso que llevó a la construcción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Cuando todo parecía encauzarse, la Alemania de Adolf Hitler invadió el país en el marco de la Segunda Guerra Mundial, pero fue finalmente recuperado por el Ejército Rojo cuando a Adolfo se le dio por parecerse a Napoleón (entre otros “detalles”). A partir de ahí, se terminaron de consolidar sus fronteras y Bielorrusia se convirtió en un potente centro de producción industrial para el modelo soviético. Claro que, como todo sistema político de estas características, adoptó la figura del Soviet Supremo con diferentes presidentes que ocuparon el cargo hasta la disolución luego de la caída del Muro de Berlín.

Acá es donde aparece en escena nuestro amigo Aleksandr Grigórievich Lukashenko (vamos a llamarlo Ale), pero a partir de otro actor clave en este proceso: Stanislav Shushkévich (vamos a decirle Stani). Don Stani fue el último presidente del Soviet Supremo de Bielorrusia y fue, casualmente, el que negoció el Tratado de Belavezha con Boris Yeltsin (Rusia) y Leonid Kravchuk (Ucrania) para declarar la disolución de la URSS. Él mismo fue el que comunicó a Mijail Gorbachov el fin del sistema soviético y el establecimiento de la Comunidad de Estados Independientes. Pero no todos los bielorrusos del poder estaban de acuerdo con esta decisión. A pesar del alto consenso que tuvo Stani para avanzar en estas medidas, encontró la resistencia de Lukashenko en el Soviet Supremo. Fue, de hecho, el único miembro en votar en contra de la disolución de la URSS. Con la caída del sistema soviético, Bielorrusia adoptó la figura del presidente y del primer ministro para gobernar, algo común en los países postsoviéticos dado que replicaba las figuras de presidente y de secretario general del Partido Comunista de los últimos 50 años.

Todo se empezó a caldear cuando Ale pasó a la ofensiva. Además de ser un nostálgico de los años rojos y de resistir con aguante, presidió la comisión anticorrupción del Soviet Supremo (aún en funciones), lo que lo llevó en diciembre de 1993 a presentar un informe donde acusaba a 70 altos funcionarios del gobierno de corrupción. Entre ellos estaban Stani y el Primer Ministro Viacheslav Kébich. Esto terminó en la destitución de ambos, en la redacción de una nueva Constitución y en la convocatoria a elecciones presidenciales democráticas por primera vez en la historia del país en julio de 1994. Hacia esos comicios dirigió sus cañones Lukashenko, con un importante discurso anticorrupción, resaltando las épocas gloriosas del período soviético y sin definirse como de izquierda ni de derecha. El manual del buen populista. Mal no le fue porque logró el 45,8% de los votos en la primera vuelta y más del 80% en el ballotage, donde le ganó al destituido Kébich por más de 60 puntos de ventaja. También había competido Stani, con un magro 10% en primera vuelta y un decepcionante 4° puesto. En esa elección compitieron 6 candidatos, 3 independientes (Lukashenko, Kébich y Shushkevich) y 3 partidarios: Zianón Pazniak (Partido del Frente Popular de Bielorrusia), Alaksandar Dubko (Partido Agrario) y Vasil Nóvikau (Partido de los Comunistas de Bielorrusia). Recordá estos últimos 3 porque van a volver a aparecer. 

Como ves, todo estaba roto. Y Ale se comprometió a arreglarlo. En un escenario donde los partidos políticos estaban completamente desprestigiados, la situación económica no era la mejor y había un intenso reclamo por una renovación dirigencial que terminara con la corrupción, el de bigote frondoso se dispuso a cimentar su poder y minar el de la oposición a partir de tres recursos centrales. En primer lugar, la conexión directa con la ciudadanía. Lukashenko es un hombre de referéndums tomar, lo cual llevó a que ni bien asumiera la presidencia, convocara a dos consultas populares en 1995 y 1996. En ambos, los temas centrales fueron la simbología soviética y la relación con Rusia. La oposición, considerando que él no tenía autoridad para hacerlo, protestó con huelgas de hambre, que de poco sirvieron. En el primero participó casi el 70% del padrón electoral (unos 7 millones y medio de bielorrusos para esa época) y en el segundo más del 80%. Entre las perlas de estos procesos, se aprobó el cambio de la bandera por una que a él le gustó (78% de apoyo), se profundizó la integración económica con Rusia (87% a favor), se lo habilitó a que disolviera el parlamento (más del 80%), se rechazó la elección directa de las autoridades locales (71% en contra) y la abolición de la pena de muerte (casi 82% en contra). Sí, hoy Bielorrusia es el único país europeo en mantenerla en su Constitución. Imaginate por qué y para qué. En el referéndum celebrado en 1996 también se ampliaron los poderes presidenciales y se redujo el del parlamento: se le reconoció el poder de decreto (88% a favor) y se rechazó la posibilidad de que la asamblea enmiende la Constitución (90%). Además de eso, se extendió el mandato presidencial, que era de 5 años, hasta el 2001. Eso lo convirtió en un mandato presidencial inicial de 7 años. Vos andá haciendo números.

En cuanto al debate por la pena de muerte, una idea te podés hacer por acá. El segundo recurso favorito de Lukashenko fue la construcción de un entramado de instituciones represivas que acosaron, encarcelaron y (hasta se dice) asesinaron a dirigentes, referentes y líderes opositores. Una de las perlas de este manojo de represión institucionalizada es actualmente su policía secreta. Si te digo cómo se llama, no me crees: KGB. Igualita, pero propia de Bielorrusia. Acá te dejo la web (que, claramente, no anda). Oficia de su brazo policíaco personal, espiando y persiguiendo a toda resistencia que se le cruce. Esta fuerza de seguridad ha sido duramente cuestionada por casi la totalidad de los países europeos, como consecuencia de su accionar de más que obvias credenciales no democráticas. Un nostálgico de los buenos tiempos, Ale. Si no, mirá el loguito:

El tercero y tan poco sutil como los dos anteriores fue el reconocimiento a gusto y piacere de los partidos políticos legalmente habilitados para competir en elecciones. Ha sido práctica usual en Bielorrusia que el Ministerio del Interior quite la personería y prohíba la participación de partidos políticos opositores. Un ejemplo de ello fue lo sucedido con el Partido del Frente Popular de Bielorrusia. Son continuadores del Frente Popular Bielorruso, un movimiento político y cultural que promovió la caída del sistema soviético de la misma manera que ocurrió en Estonia, Letonia y Lituania. Eran democracristianos que pregonaban por la libertad de pensamiento y participación electoral. Con la normalización de la vida política, compitieron en las primeras elecciones de 1994, pero una vez que asumió Lukashenko prohibió por decreto el uso de la palabra “bielorruso”, “nacional”, “popular” y “pueblo” en todos los partidos políticos. A partir de ahí tuvieron que cambiarse el nombre a Partido BPF (por sus siglas en inglés). Con el correr de los años tuvieron diversas divisiones internas, algunas para el centro y otras para la derecha. En abril de 2021 la policía secreta arrestó a su líder Ryhor Kastusiou y a otros dirigentes, acusándolos de intento de golpe de Estado.

Al mismo tiempo, también es común que el gobierno bielorruso intervenga en la división de los partidos que considera opositores y fomente la formación de nuevas organizaciones a favor de Lukashenko. Esto ocurrió con el Partido de los Comunistas de Bielorrusia, la continuación del Partido Comunista de Byelorrusia que gobernó durante el período soviético. En 1996 una facción pro-Ale armó el Partido Comunista de Belarús. Con el correr de los años, los comunistas opositores fueron quedando cada vez más afuera del juego político. Luego de la derrota estrambótica de 1994 que te conté más arriba, en 2001 y 2015 no fueron habilitados para participar, y en 2010 y 2020 decidieron no hacerlo. Solo compitieron en 2006, cuando sacaron solo el 6,2% de los votos. En 2009 cambiaron su nombre a Partido de Izquierda Unida de Bielorrusia «Un Mundo Justo». Hoy forman parte del Partido de la Izquierda Europea, que coordina acciones en el Parlamento Europeo y promueve la integración de la franja más a la izquierda de la socialdemocracia tradicional.

En este grupo también aparece el Partido Agrario, que solo fue opositor en la primera elección parlamentaria de 1995. Su fundador fue Syamyon Georgiyevich Sharetski (vamos a decirle Sya), parte de la vieja guardia soviética. Sya no reconoció el referéndum de 1996 y se declaró opositor a Ale. Eso lo obligó a exiliarse primero en Lituania y después en Estados Unidos. Su hijo partidario desapareció súbitamente, pero posteriormente fue reinscrito en 1999 por un grupo de dirigentes y a partir de ahí pasó a ser oficialista. Como opositor, ganó 34 bancas en las elecciones parlamentarias de 1995. Como oficialista, llegó a un máximo de 5 en las elecciones del 2000 y a partir de ahí rondó entre 3 y 1 banca. Tanto el Partido Agrario como el Partido Comunista, ambos con renovados aires lukashenescos, han sido desde el año 2000 los únicos dos que han ganado al menos una banca en cada elección parlamentaria celebrada. Los agrarios solamente faltaron al recinto entre 2016 y 2019, las únicas donde no participaron con candidatos.

Y como es demasiado obvio dividir partidos para encontrar oficialistas, el gobierno de Ale también se adentró en el mundo de crear oposiciones constructivas, como el Partido Patriótico, originalmente creado para apoyarlo en 1994 pero que presentó su propia candidatura presidencial en 2015 (con magros resultados, claramente). Pasó parecido con el Partido Liberal Democrático. Otros ejemplos pintorescos fueron los aliados inventados, como el Partido Social Deportivo, y el Partido Republicano del Trabajo y la Justicia. Ninguno de ellos llegó a tener más de 6 bancas y a veces ni entraron al parlamento.

Toda esta historia que te vengo contando tuvo su efecto sobre el desarrollo político de Bielorrusia y su régimen político. A continuación te dejo un gráfico que sintetiza los resultados electorales presidenciales (1994, 2001, 2006, 2010, 2015 y 2020) y los parlamentarios (1995, 2000, 2004, 2008, 2012, 2016 y 2019). Cuando lo veas, miralo en paralelo con el que te mandé con la entrega dedicada a las elecciones rusas del año pasado. No solo es el mejor amigo de Putin, también su fiel aprendiz. Así describieron las últimas elecciones presidenciales en 2020, que precipitaron las protestas más grandes en la historia del país.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia.

Al igual que su vecino y amigo, Ale comenzó gobernando con oposición en un equilibrio de fuerzas parlamentarias que daba un empate táctico. Además de eso, los niveles de democracia (medido con la línea punteada del indicador de democracia electoral de V-Dem en el eje derecho) eran bajos pero prometedores para un país que salía del sistema soviético. A medida que el gobierno de Lukashenko fue consolidándose a fuerza de referéndums y elecciones presidenciales ganadas por afano, pasaron dos cosas. Primero, que la oposición real se fue haciendo cada vez más chica en representación parlamentaria. Pasó de casi el 50% del recinto a 0% en una elección. Solo logró una banca en 2016. Burdo. Segundo, este proceso fue acompañado por un deterioro drástico y sostenido en el tiempo respecto del nivel de democracia en el país. Hoy se ubica en valores similares a los más duros regímenes políticos del continente africano y del asiático. Preocupante.

Ahora, vos te preguntarás por qué las columnas verdes dicen “bancas independientes” y no “bancas oficialistas”. Al respecto, aprendí sobre una nueva táctica de Ale en estos años de ejercicio del poder político. Es común en las elecciones bielorrusas que se presenten candidaturas no partidarias ni registradas en ninguna fuerza política legalmente (y fácticamente) reconocida por el Ministerio del Interior. Eso es algo que comenzó en las primeras parlamentarias de 1995 y fue creciendo en paralelo a la consolidación de Lukashenko. Resulta que el hombre tiene sus partidos aliados y sus oposiciones constructivas, pero gobierna con los independientes levantando la mano. Según se registra en cada elección parlamentaria convocada, la casi totalidad de las candidaturas independientes son pro-Ale y muy pocas de las habilitadas son opositores declarados. La garantía para que sus amigos se queden con la banca es el sistema electoral. 

La legislación de 1994 estableció que los 110 miembros de la Cámara de Representantes tenían que ser electos a distrito uninominal. Esto fue así a partir del año 2000, porque para las elecciones de 1995 el Parlamento aún se llamaba Soviet Supremo y tenía 260 bancas (de las cuales 66 nunca se cubrieron). Para acceder a una de ellas, cada candidato o candidata tenía que sacar la mayoría absoluta de los votos (50%) y la participación tenía que ser de, al menos, el 50%. Si ninguna de las dos condiciones se daba, se celebraba una segunda vuelta entre los dos primeros candidatos. En este ballotage parlamentario la participación mínima requerida tenía que ser del 25%. Así fue hasta el año 2013, cuando se modificó la normativa eliminando el requisito de mayoría absoluta, convirtiendo al sistema en uno de mayoría simple (first past the post). Ahora bien, hoy en día si en un distrito se presenta un solo candidato o candidata, para ganar la banca tiene que sacar al menos el 50% de los votos (los bielorrusos de ese distrito pueden votar negativo o nulo). Lo que se sigue manteniendo hoy en día es el requisito de participación del 50% de los electores en ese distrito para que sea considerada válida. Cuando eso no ocurre se repite la elección. Estas reglas empezaron a correr para las elecciones parlamentarias de 2016 y se repitieron en 2019.

Para ir cerrando con la historia de Ale y su Bielorrusia, un día antes de ofrecerse como mediador entre Vladimir Putin y Volodímir Zelensky celebró un referéndum más para consultar sobre su permanencia en el poder. Pinochet está celoso de esto. La consulta fue sobre la reintroducción del mandato presidencial de 5 años con posibilidad de una sola reelección (eso había cambiado con otro referéndum en 2004). Esta nueva regla comenzaría a correr a partir de la próxima elección, la cual deberá celebrarse en 2025. Esto llevaría a que pueda quedarse en el poder hasta, al menos, 2035 si no la vuelve a cambiar. Serían 41 años de gobierno de mano dura si contamos desde 1994, y tendría 81 años para ese entonces. Un longevo poderoso. Además, se preguntó sobre la conformación de una Asamblea Popular de Todo Bielorrusia, órgano no electivo que sería designado por el actual gobierno y que tendría la potestad de iniciar juicio político al presidente, nombrar a jueces y a miembros de la Comisión Central Electoral (organismo que organiza y digita todas las mañas electorales en el país). Imaginate el sticker de Francella poniendo cara de Francella. El referéndum, claro, tuvo muy dudosas credenciales democráticas. No se permitió la observación electoral de parte de la OSCE, práctica usual en democracias europeas consolidadas. Sí se habilitó a Rusia, China, Azerbaiyán, Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Moldavia, Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán. Más sticker de Francella. El proceso del referéndum, además, implicó falta de información clara a la población, encarcelamiento a quienes hicieron preguntas incómodas en los encuentros de discusión y, la cereza del postre, la siguiente pregunta en la casilla de votación: “¿Acepta las enmiendas y adiciones a la Constitución de la República de Bielorrusia?”. No se preguntó por ninguna de las medidas propuestas en particular. El resultado fue de 86,6% a favor y 13,38% en contra con un 78% de participación del electorado (casi 7 millones de bielorrusos). Estoy sorpresa.

Todas estas situaciones hacen que Bielorrusia tenga casi nulos componentes democráticos. 

Los siguientes gráficos los armé con la herramienta que ofrece V-Dem y contiene a todos los países del continente europeo. Los dos primeros son sobre el nivel de democracia electoral (en qué medida se vota bien y libre) y los dos segundos sobre el nivel de democracia liberal (en qué medida se permite, respeta y promueven las libertades y derechos individuales por parte del gobierno). En ambos, el eje vertical es un año (2000 y 2021) y el horizontal otro (1994 y 2000). Lo que busco es evaluar la evolución de la democracia en ambas dimensiones, para ver si hubo mejoras y progresos, o mermas y retrocesos, entre los años indicados. Tomo como punto de partida 1994 por ser el año en que Ale resultó electo y también el año 2000 porque es el primer registro de caída drástica de la democracia en Bielorrusia.

Fuente: V-Dem. 

Tal como podés ver, la tierra de Lukashenko en el gráfico de arriba comenzó en rojo al tener valores cercanos a 0,5 (el punto medio de la escala) en 1994 y un poco peores en el año 2000 (0,57 en 1994 y 0,31 en 2000). Eso quiere decir que se perdió calidad democrática. Además de eso, aparece por debajo de la línea de evolución de todo el continente europeo y bastante lejos de los países pintados de verde (mejoraron en esos 6 años) y de los pintados en gris oscuro arriba a la derecha (siempre tuvieron valores altos y así se mantuvieron). La parte fea del asunto viene en el segundo gráfico, donde Bielorrusia aparece al fondo a la izquierda del gráfico con peores valores que en los ’90, el peor registro del continente y sin mejora en el período 2000-2021. Cerca aparece Rusia con su mejor amigo. Coincidencias. 

En cuanto a la democracia liberal la evolución tiene la misma tendencia con números más bajos.

Fuente: V-Dem. 

Entre no democracias se entienden. Y Zelensky está en el medio.

Chusmerío Electoral

  • El domingo 13 que viene arranca la danza electoral en Colombia. Se votan las legislativas y las internas de aquellas coaliciones que no definieron candidatura de unidad. Respecto de las primeras, se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y del Senado, y acá te explican cuánto se pone en juego. Para ambos hay listas cerradas y bloqueadas, las bancas se reparten por sistema proporcional y aplica la ley de cupo para la definición de candidaturas (30% según la Ley N° 1.475). Acá te dejo un compendio muy pintoresco de las reglas y acá ejemplos de los tarjetones (boletas). Lo jugoso va a venir por las consultas interpartidistas. Acá Laura Wills Otero sintetiza en 3 minutos cómo funciona el mecanismo. Yo prestaría atención a la interna de la Coalición de Centro Esperanza, que puede tener alguna sorpresa. Además, viene caldeada desde hace algunas semanas con acusaciones de traición, respuestas y chicanas. Para conocer quienes juegan, volvé a la primera entrega del año.
  • En la última entrega dediqué una buena parte a la telenovela del PP en España. Bueno, pareciera que bajaron los ánimos. Se reunió la Junta Directiva del partido la semana pasada, donde los barones del partido acordaron mantener a Pablo Casado como presidente hasta la celebración de un Congreso Extraordinario los primeros días de abril. Ni lerdo ni perezoso, Alberto Núñez Feijóo se adelantó para lanzarse como candidato, con el aval de todos los viejos. Es el Presidente de la Junta de Galicia, uno de los bastiones populares. Te dejo esto y esto para que lo vayas conociendo. Acá el discurso que dio Pablo Casado con la cola entre las patas ante la Junta Directiva. En este hilo cuentan todo su derrotero como presidente del partido, acá argumentan por qué perdió todo en 5 días y acá analizan la derechización del PP. Las tres cosas me gustaron mucho.
  • Quedó algo viejo pero no pude sumarlo antes. Y ya que Ale me dio el pie, a mediados de febrero se celebraron los primeros referéndums en Suiza. Es una fuerte tradición lusitana a la que se convoca regularmente y que podrás ver en el Google Electoral Calendar (acá desde tu compu y acá desde tu celu). Los partidos suelen apoyar por el “sí” o por el “no” dependiendo su posición programática. Acá hay un poco de geografía electoral sobre los 4 que hubo el mes pasado, todos de variados pero interesantes temas como podés ver. Te dejo este paper que plantea un argumento revolucionario sobre el caso suizo: estudiaron 148 consultas entre 1981 y 1999, y encontraron que los referéndums mejoran la representación democrática. La otra cara de la moneda es este trabajo, que se centra en las limitaciones que tiene esta herramienta cuando se consulta sobre cuestiones relacionadas a la Unión Europea. Este argumento de Yanina Welp me pareció muy interesante al respecto. Te recomiendo que busques entre sus trabajos porque la tiene clarísima con el tema. Este es el último que sale pronto y me pasó este sobre Ale (y otros casos similares).
  • Ayer miércoles votaron para presidenciales en Corea del Sur. En el sprint final Yoon Suk-yeol, del Partido del Poder Popular, le ganó por 0,73% (unos 247.000 votos) a Lee Jae-myung, del Partido Demócrata. Yoon se presentó con una postura más dura contra Corea del Norte, entre otras propuestas algo radicales que te sintetizan en este buen hilo. Pero lo más espectacular de todo es cómo se presentaron los resultados en la televisión coreana. Miralo entero y hasta el final, que no tiene desperdicio.

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Un abrazo electoral, cuidate y nos leemos en dos semanas,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy me encuentran dando clases en UBA y UTDT. Me encantan las elecciones y me sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tengo es aprenderme la historia de los partidos políticos. Creo que la política marida muy bien con un tinto.