La geopolítica de los mares

Cómo el control del agua puede definir el siglo XXI.

¡Buen día!

Espero que esta semana te encuentre bien. Voy a hacer de cuenta que este newsletter tiene una comunidad gigante fuera de Argentina para evitar hablar del feriado largo. Esto, te aviso, no tiene nada que ver con el hecho de que trabajé los dos días mientras las redes me inyectaban escapadas de mate, playa y mar. 

Algo de eso vamos a conversar hoy. Empecemos.

LA GEOPOLÍTICA DE LOS MARES (O CÓMO SU CONTROL PUEDE DEFINIR LA COMPETENCIA DEL SIGLO XXI)

En su libro Historia de los Estados Unidos, Thomas Bender elude la polémica acerca de cómo denominar el acontecimiento de 1492 de una manera particular: el descubrimiento real, dice, no fue el de una tierra sino el del océano. Fue en el agua donde se construyó la idea de un solo mundo, “un todo continuo”. La consecuencia fue una redefinición total del espacio, con la posibilidad de extender redes –comercio, comunicación– globales. Y provocó un reordenamiento geopolítico: el avance marítimo de Europa desplazó el poder del Mediterraneo al Atlántico Norte. Estados Unidos nace y se desarrolla como potencia dominante en este contexto marítimo. 

Hoy vamos a explorar esta hipótesis: que es también en los mares donde se puede sellar la competencia geopolítica de este siglo. 

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

¿Por qué es importante el mar?

A simple vista es una pregunta boluda, en la que no tiene sentido detenerse. En mi caso porque cuando pienso en el mar, digamos, no quiero pensar en cosas serias e importantes sino todo lo contrario. El mar es un refugio de neurosis, tranquilamente un proyecto de vida. 

Pero también es esto:

  • Es la base de la economía global: el 90% del comercio mundial es marítimo. Levantá la cabeza de la pantalla un toque: vas a encontrar al menos un objeto que pasó por el agua.
  • Es el espacio por donde llega la energía: el 70% del gas y el petróleo del mundo se encuentra o es transportado a través del mar.
  • Es una fuente de alimento: produce más de 170 millones de toneladas de pescado y mariscos anualmente, uno de los productos alimenticios más comercializados en el mundo; casi el 90% se destina a consumo humano directo.
  • Es la base material de las telecomunicaciones y nuestra vida digital: los cables responsables de que vos estés leyendo este correo se encuentran debajo del agua (y es el motivo de por qué Las Toninas es mucho más que un balneario decente para ir a disolverse en Semana Santa).
  • Es donde los efectos de la crisis climática se observan con mayor nitidez y se difunden: la desaparición de ecosistemas marinos enteros, la subida del nivel del mar, el deshielo de zonas que solían ser intransitables, la contaminación del agua potable.
  • Es el área por excelencia donde los estados proyectan poder fuera de sus fronteras: el epicentro de la disputa militar entre Estados Unidos y China.

Zona de roces

Para Bruce Jones, autor de Gobernar las olas: cómo el control de los océanos del mundo determina el destino de las superpotencias, así como la Guerra Fría tuvo como protagonistas a los grandes ejércitos terrestres en Europa y los misiles nucleares de alcance intercontinental, hoy la carrera armamentística está concentrada en los océanos, de manera mucho más visible. China enfrenta un dilema: cuanto más crece como potencia comercial, más depende del acceso y circulación en aguas cuyo control proviene mayormente de Estados Unidos y aliados, que a su vez ven al espacio marítimo como un área crucial para la contención de China como potencia militar. 

Ese juego hoy tiene una cancha privilegiada: el Asia Pacífico, o Indo-Pacífico si queremos incluir a India, un tema que ya hemos abordado en el pasado. Mariana Altieri, profesora de la Universidad de la Defensa y directora de la Fundación Meridiano, me explica que Estados Unidos sigue siendo la única potencia naval con alcance global, pero su poder marítimo está siendo cuestionado por potencias regionales mientras que “su capacidad para conducir a otros poderes navales subsidiarios es menor”. El desafío más apremiante, claro, es China. 

China no tiene todavía capacidad de proyección global, pero sí en el Indo-Pacífico, y más concretamente en el Mar del Sur de China, un área donde se superponen reclamos territoriales de Vietnam, Filipinas, Brunei, Taiwán y Malasia, además de la propia potencia, que viene construyendo islas artificiales desde hace unos años. “China está llevando adelante una estrategia para asegurarse el control marítimo de esa zona de influencia”, dice Mariana. “La forma en la que Estados Unidos decida confrontar o no con China ahí será una forma de leer su estrategia global”, agrega. Puede oscilar entre el hostigamiento –no dejarla avanzar– o la contención desde una segunda línea, por ejemplo a la altura de Australia. La inclusión de India en el frente de contención junto a otros aliados regionales es, para Mariana, una de las principales claves de la estrategia norteamericana actual.

“China es la potencia naval que más crece, pero todavía está al inicio de su capacidad de proyección global. Recién está acumulando los medios para desarrollarla”, me cuenta Paulo Botta, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica. Una medida de ese proyecto es el lugar protagónico que tienen los puertos en las inversiones de infraestructura en todo el mundo. “Pero a medida que construís puertos tenés que protegerlos. China hace quince años no tenía una infantería de Marina; hoy tiene una destacable”, apunta Paulo, y asegura que la potencia asiática está copiando lo que hizo Estados Unidos en su ascenso como poder naval. “Hoy China tiene una capacidad concentrada en su área primaria de interés. Pero una vez que cuente con los medios podrá usarla en otro lado. No creo que se limite”, sintetiza.

Paulo destaca dos elementos de poder naval que están en el centro de las noticias de estos días. El primero son los portaaviones, “lo que te permite proyectar poder más allá de tu costa”. La semana pasada, por ejemplo, Estados Unidos, Reino Unido y Japón montaron un ejercicio con portaaviones en el norte de Taiwán. Fue la misma semana en la que China condujo más de 140 aviones a la zona aérea taiwanesa, una maniobra sin precedentes que llevó al ministro de Defensa taiwanés a declarar que Beijing va a ser plenamente capaz de invadir la isla para 2025. Si bien Estados Unidos tiene bases en la zona (Japón y Corea del Sur, entre otras) y China juega de local, una parte importante de ese despliegue se desarrolla en el agua. Los portaaviones son también una medida: China está terminando de construir el tercero; Estados Unidos tiene once. 

El segundo elemento son los submarinos. A diferencia de los portaaviones, que cumplen una función ofensiva, estos tienen un carácter defensivo. “Están pensados para la denegación de acceso. Protegen las aguas de incursiones enemigas”, me explica Paulo. Y así, como quien no quiere la cosa, esta edición vuelve a Aukus, la alianza entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia de la que nos ocupamos hace unas semanas y que implica, entre otras cosas, que los aussies van a poder ostentar submarinos nucleares. The Economist la rotuló como “la maniobra más dramática y decidida de Estados Unidos hasta ahora para contrarrestar lo que ve como una amenaza creciente de China en la región del Indo-Pacífico”. Se trata de la primera vez que el país norteamericano comparte tecnología nuclear con un aliado que no es Reino Unido. Es, unas semanas después de la caótica retirada de Afganistán, la consolidación del pivot militar a Asia.

Hablando de submarinos nucleares, esta semana uno de Estados Unidos se llevó puesto un objeto desconocido en una operación de rutina. Once marineros resultaron heridos. El submarino merodeaba las aguas del Mar del Sur de China.

Más allá del Indo-Pacífico

Pero la importancia de los mares excede a la disputa entre Estados Unidos y China en el Indo-Pacífico. Arriba hablábamos sobre el cambio climático y los efectos en el agua. Hay uno que para las potencias se revela como oportunidad: con el derretimiento de grandes bloques de hielo, espacios (rutas) que antes eran intransitables ahora pueden ser explorados. Y donde hay una oportunidad nace una disputa. El caso más resonante es el del Ártico.

Apenas hace unos años que los barcos pueden atravesar el Ártico para ir de Europa a Asia en cualquier estación y sin utilizar grandes buques rompehielos. La ruta es más rápida –y por ende más barata– que otras opciones como el Canal de Suez y el interés para transitarla va a crecer a medida que el deshielo se profundice. El caso rebotó bastante cuando Trump dijo que quería comprarle Groenlandia a Dinamarca, que ni siquiera consideró la oferta. La importancia geoestratégica del espacio que comparten Canadá, Estados Unidos (por Alaska), Rusia y los nórdicos europeos, sumado a disponibilidad de recursos naturales (aloja 13% de petroleo y 30% de gas no descubierto, según consigna Victoria Enríquez en un completo artículo) se puso en agenda. 

Mariana me cuenta que si bien por el momento “las líneas de navegación se encuentran delimitadas, la confrontación aparece en escenarios futuros. El Ártico es una zona potencial de quiebre, es decir, una zona donde lo que pase ahí va a tener impacto en términos de distribución de poder a nivel global”. A medida que florezcan más rutas comerciales en la zona, es posible que canales como el de Suez o Gibraltar pierdan peso. “La idea de tener una base militar en Groenlandia tendría mucho más sentido”, me apunta. 

El Mediterraneo, por otro lado, que concentra el mayor tráfico marítimo y es uno de los epicentros de los flujos migratorios a Europa, seguirá siendo una región clave para seguir de cerca, con presencia de todas las potencias. Un poco de zoom nos acerca al Mediterraneo Oriental, una zona rica en hidrocarburos que enfrenta a Turquía, cuya posición quedó consolidada luego de la guerra en Libia, con una alianza entre Grecia, Francia, Italia, Chipre, Israel y Egipto. La tensión entre Turquía y los europeos ocupó un lugar relevante en la agenda global del año pasado y hace apenas una semana el gobierno de Erdogan advirtió a Grecia sobre la violación de su plataforma continental para ejercicios de exploración. Llegó después de una noticia que contamos la semana pasada: el acuerdo de seguridad entre griegos y franceses para que los primeros ganen masa militar.

Los mares son también cada vez más relevantes para la disputa en Medio Oriente. Recientemente Israel y Estados Unidos compartieron un ejercicio marítimo en el Mar Rojo; la semana pasada, un comandante de la Quinta Flota de la Marina norteamericana viajó a Israel a reunirse con el ministro de Defensa. El trasfondo son los roces cada vez más frecuentes con Irán en la zona. “En el pasado pensamos ese conflicto con el lente terrestre. Hoy Israel e Irán se enfrentan en el mar”, dice Paulo. 

Y América Latina tampoco se queda fuera del juego. En esta era del deshielo, la Antártida, y su llegada a través del Pacífico y el Atlántico Sur, es otra zona clave a mirar. Debido a sus oportunidades de posicionamiento geoestratégico, acceso a recursos naturales y hasta gestión de turismo, la discusión sobre las plataformas continentales es cada vez más relevante, como demuestra el reciente conflicto diplomático entre Chile y Argentina por los límites territoriales. 

Cierro el picadito con esto. En la primera vida (amén) de Mundo Propio le dimos mucha importancia a la disputa tecnológica entre las principales potencias, con las redes 5G como uno de los escenarios donde se estaba desplegando. La seguirá teniendo. Este correo no se trata de hacer excluyentes esos terrenos sino de complementarlos (aunque, como vimos arriba, ya lo están), sumar una variable más de análisis, prestarle atención a dinámicas que se juegan en espacios con reglas particulares. Como te digo siempre: calibrar el lente. Y que cuando pienses en el mar también pienses en geopolítica. O no. Mejor no. 

Links que están piola (gentileza de Mariana Altieri)


Qué estoy siguiendo

Borrón y cuenta nueva para Pedro Castillo en Perú. Una nueva etapa comienza en el gobierno luego de la salida de Guido Bellido como presidente del Consejo de Ministros y del recambio de otros siete funcionarios. Bellido era el miembro más polémico del gabinete y mano derecha de Vladimir Cerrón, el líder de Perú Libre, el partido que llevó a la presidencia a Castillo, y de impronta más radical. Según el presidente, el recambio obedece a la búsqueda de mayor “gobernabilidad”. Bellido tenía mala relación con otros miembros del gabinete, había pedido públicamente la cabeza del canciller y vociferaba un discurso económico diferente al de Castillo, que ha buscado moderarse en las últimas semanas, un giro que consolidó con una visita a Estados Unidos. 

La primera reacción del ala dura de Perú Libre fue catalogar el movimiento como una traición. Luego matizaron: “No estamos de acuerdo, pero los dejaremos trabajar”, dijo Waldemar Cerrón, hermano de Vladimir y jefe de la bancada del partido, sobre el nuevo gabinete. Lo cierto es que el partido ya estaba dividido desde antes de la maniobra, con una facción ligada a Cerrón y otra a Castillo, como detalla un análisis del medio Ojo Público. Lo que no se sabe es cuántos hay de cada lado. El misterio posiblemente se devele cuando el Congreso vote para ratificar al nuevo gabinete.

En lugar de Bellido asume Mirtha Vásquez, abogada especializada en Derechos Humanos que milita en el Frente Amplio, un partido de la centroizquierda, corriente que gana peso en el nuevo engranaje. Perú Libre se queda con dos carteras –Interior y Trabajo– mientras que en Energía y Minas y en Producción asumen dos figuras provenientes del sector privado. El rumbo económico del gobierno, así como la posibilidad de una reforma constituyente, sigue en el limbo. 

Piñera, acorralado por los Pandora Papers. La semana pasada Tomi te comentó sobre el impacto de la investigación en Chile, que llevó a la oposición a confirmar que va a pedir por un juicio político a Piñera. Su caso es particularmente sensible porque en la investigación figura un acuerdo, sellado en las Islas Vírgenes, en la que la familia Piñera –cuando Sebastián ya era presidente– vende las acciones de un proyecto minero a un empresario amigo del mandatario a cobrarse en tres cuotas; en la tercera cuota aparece una condición particular: que el proyecto no debía detenerse, algo que podía suceder dado que se encuentra cerca de un área ecológica. Lo polémico, entre otras cosas, es que esa decisión dependía del propio Piñera. El viernes, la Fiscalía de Chile decidió abrir una causa para investigar si existió un delito. Piñera, que calificó a la decisión como “difícil de comprender”, había sido absuelto en 2017, pero en ese entonces no se conocían los detalles del acuerdo original, además de que el foco no estaba concretamente en este proyecto minero.

Piñera podría ser entonces arrestado o destituido, si alguno de los dos procesos avanza. La oposición se apura para presentar el martes el texto final de la acusación constitucional. Según cuenta el medio Pauta (sí, nombre bastante feo para un medio), la decisión de la Fiscalía agitó las aguas tanto en la oposición como en el oficialismo, donde no están claras las posiciones de todos los parlamentarios. Por lo pronto, la oposición tiene el número para ganar la batalla en la Cámara baja, aunque con lo justo, mientras el oficialismo corre con ventaja en el Senado. Eso, claro, si el bloque decide salvar a Piñera. Sebastián Sichel, el candidato de la coalición oficialista, ya está tomando distancia con el presidente. Otro fenómeno debe ser seguido de cerca: José Antonio Kast, el candidato de la ultraderecha, gana lugar en la campaña y según algunas encuestas aventaja a Sichel. Faltan siete semanas para las elecciones.


PICADITO

  1. Austria: salpicado por un escándalo de corrupción, renuncia Sebastian Kurz, el niño mimado de la centroderecha europea.
  2. El petróleo toca precios récords tras el rechazo del club de productores de aumentar la producción.
  3. Alemania: Verdes y Liberales deciden comenzar a negociar con la socialdemocracia, que aumenta las chances de llegar al poder.
  4. Informes desclasificados en EEUU detallan la “simbiosis” del Ejército de Colombia con los paramilitares.
  5. Irak celebra unas elecciones marcadas por la baja participación.

Qué estoy leyendo

Todo el rollo de la caída temporal del imperio Facebook, de la que escribió Jime la semana pasada, me agarró terminando un libro que trata sobre la crisis de identidad en la era de redes sociales. O al menos así está presentado. Lo cierto es que La vida secreta (Anagrama, 2020) presenta tres reportajes separados que alumbran distintos fenómenos que se dieron en estos años. El primero es una crónica de cuando el autor del libro, Andrew O’Hagan, convivió con Julian Assange como su ghostwriter, para una autobiografía que el fundador de WikiLeaks no quería publicar. El retrato de Assange es brutal. Influenciado, es cierto, por la experiencia personal del autor conviviendo con él, pero también por eso único. Y muy bien escrito.

Si le decías que fregara los platos, te respondía que estaba tratando de liberar a los esclavos económicos de China y no tenía tiempo para eso. Estaba en el centro de un pequeño imperio de aficionados y todas las iniciativas de profesionales –abogados, cineastas, editores–, aunque estimuladas previamente por él, eran inmediatamente descartadas. Su soberbia podía envolver en llamas toda la habitación.

Las otras dos historias son sobre cómo es posible falsear una identidad en internet, al punto de recibir tarjetas de crédito en un domicilio ficticio, y otro fascinante reportaje sobre el supuesto inventor de Bitcoin, Craig Wright. El autor deja en claro que eligió a las historias como fenómenos en sí mismos y no como reflejo de un contexto mayor. La lectura, de todos modos, abre preguntas totales acerca de cómo la vida en redes sociales trastoca no solo nuestra identidad y la percepción de uno y del otro sino nuestro entendimiento de qué es una persona. Pero ante todo son retratos apasionantes sobre protagonistas –Assange y el presunto inventor del Bitcoin– de nuestro tiempo.

Además de recomendarte este libro, y aprovechando que Tomi recién vuelve mañana con su picadito de notas del fin de semana, te sumo esta entrevista al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, publicada en español, que viene bien para complementar. Son como quince títulos para seguir pensando.

Hasta acá llegamos por hoy. Gracias por haber leído todo este correo.

Nos encontramos el lunes.

Un abrazo,

Juan

Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.