La ciudad arterial

Hoy nos detenemos en el Plan de Autopistas Urbanas del gobierno militar, la idea de atravesar con autopistas la ciudad de Buenos Aires que tenía el brigadier Osvaldo Cacciatore.

Hola, ¿cómo estás? Espero que muy bien. A mí el otoño me gusta bastante, diría que es mi estación favorita porque nos da temperaturas primaverales pero sin las alergias que tanto sufro. No obstante, debo decir que estos días lluviosos y la inminente llegada de la segunda ola me están haciendo revisar seriamente mi elección. 

Dictadura, autopistas y gentrificación

El miércoles pasado se cumplieron 45 años desde el último golpe cívico-militar que sufrió nuestro país. Aunque hace un año parecía excepcional, este 24 de marzo tampoco, a causa de la pandemia, hubo movilizaciones masivas. Las Abuelas de Plaza de Mayo convocaron a una acción bien urbana: plantar 30.000 árboles. Si no lo hiciste, siempre estás a tiempo de plantar un árbol, y si es en la vía pública te lo vamos a agradecer aún más.

En 2020 te escribí sobre las tres grandes intervenciones del gobierno militar en términos urbanos: la erradicación de villas, la dolarización y desregulación de la vivienda y el Plan de Autopistas Urbanas. Lo podés leer acá.    

Hoy me quiero detener un rato en el último de esos pilares. La idea de atravesar con autopistas la ciudad de Buenos Aires que tenía el brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente porteño durante la dictadura, contó con el apoyo técnico del ingeniero Guillermo Laura, que había escrito La ciudad arterial unos años antes y que después volvió como asesor durante el menemismo. Sobre esto, la socióloga Gabriela Tavella escribió un artículo que te recomiendo.

Como te conté alguna vez, ese plan faraónico sólo logró concretarse de manera bastante parcial y se construyeron apenas dos de las nueve autopistas planeadas, además de ampliarse hacia el norte la Avenida 9 de julio. Sin embargo, el plan que ponía el auto individual en el centro de la movilidad metropolitana necesitó demoler, previa expropiación, muchísimas edificaciones. Sí, la palabra “expropiación” no siempre estuvo asociada a ideas de izquierda.

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Una de las autopistas -quizás la más alocada- que quedó pendiente fue la AU3 o Autopista Central, que proyectaba partir la ciudad a la mitad, desde Pompeya hasta Saavedra. En este documental de Alejandro Hartman (2011) se cuenta la historia. Lo que me “atrae” a mí de la AU3 es que su derrotero refleja de alguna manera la realidad social y económica de la ciudad en distintos momentos. Desde la expropiación de cerca de 800 viviendas por parte de la dictadura, pasando por la toma de esas viviendas, hasta llegar al proyecto gentrificador que derivó en el codiciado corredor Donado Holmberg, o Do-Ho como gustan llamarlo las inmobiliarias y desarrolladores.    

En rojo las autopistas planificadas por la dictadura

En este artículo se describe acabadamente todo ese proceso. Una de las cuestiones que me parecieron interesantes es que si bien la dictadura pagó por las viviendas expropiadas, las personas que vivían en ellas alquilando no vieron un peso por parte del gobierno de facto. Sólo se contemplaba a quienes poseían las viviendas. 

El trabajo de Cecilia Zapata et al. cuenta que después de la vuelta a la democracia hubo una política de laissez faire por parte del gobierno radical, que permitió que muchas de esas viviendas fueran ocupadas por familias víctimas de la crisis habitacional heredada de la dictadura y la difícil situación económica del momento. Probablemente, parte de esas familias habían sido expulsadas años antes de la ciudad, producto de la política de erradicación de villas de emergencia llevada a cabo también por Cacciatore.  

Ya en los 90, luego de un breve lapso de negociaciones con las familias ocupantes, comenzó una etapa de desalojos forzosos sin ofrecimiento de  ninguna solución. Recién en 1998 se abrió una mesa multisectorial que buscaba dar una solución a las 1.050 familias que vivían en las edificaciones de la traza de la AU3 que habían pasado a manos del Estado. A partir de 2005, aunque el proceso fue más complejo, se hicieron dos cosas: se les ofreció dinero a las familias a cambio de que abandonaran los edificios y se propusieron obras para mejorar las condiciones del barrio claramente deteriorado. 

En 2009 esos subsidios fueron acompañados por algunas soluciones habitacionales (aunque insuficientes ya que eran 210 unidades en 5 complejos para más de 1000 familias) en la misma zona para quienes no habían aceptado los subsidios. Quienes sí habían aceptado el dinero fueron obligados a firmar una cláusula decididamente expulsiva: establecía que solamente buscarían una solución habitacional por fuera de las 14 manzanas que abarcaba la fallida AU3. 

Además, ese mismo año comenzó el Programa Barrio Parque Donado-Holmberg, que incluía obras importantes de infraestructura y un código urbanístico específico para atraer inversiones inmobiliarias destinadas a familias de sectores medios-altos, que hoy son una realidad. 

El artículo que te mencioné antes concluye que el proceso que se dio (y sigue dándose) en el Do-Ho fue “un proceso de renovación urbana con consecuencias  gentrificadoras.  En otras palabras, en parte se promueve una política de desplazamiento de los sectores populares ocupantes de estas  viviendas, intentando resolver de manera regresiva dicha fractura”. Pero las consecuencias gentrificadoras y la expulsión no fueron sólo para las familias ocupantes sino también para las familias de clase media que vivían en la zona hace tiempo, dueñas y también inquilinas. 

No es menor señalar que durante este proceso el Estado porteño hizo algo para lo que tiene muchísima gimnasia: subastó gran parte de las parcelas que le pertenecían, aquellas que la dictadura había expropiado. Así, una vez más, la inversión y acción pública permitieron la rentabilidad privada y un cambio definitivo en la fisonomía material y social de un sector de la ciudad con mucha historia.  

Así lo explican las autoras de ¿Normativa urbana para quién? El caso del nuevo barrio Parque Donado Holmberg: “El acondicionamiento urbanístico del barrio (en materia de infraestructura social y urbana) y la unificación de parcelas, sumadas a la posibilidad de densificación, determinaron el acceso a la subasta pública solo a aquellos privados que contaran con el capital monetario suficiente para afrontar una gran inversión (en suelo y construcción). Por ende, se visualiza claramente el rol del Estado como subsidiario de los grandes desarrolladores inmobiliarios”.  

Situación de calle y casas sin gente

La desaparición de una niña la semana pasada, y las condiciones precarias donde ella y su familia viven en el barrio de Villa Lugano, pusieron al descubierto, una vez más, la situación de las personas en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. 

La cifra de personas viviendo en esta situación en territorio porteño es objeto de disputa, ya que las cifras oficiales (1.147 personas) son mucho más bajas que las que arroja el último Censo Popular que organizó la Asociación por la Igualdad y la Justicia junto a otras organizaciones. Según la ONG, en 2019 había 7.251 personas en esta situación (cerca de 5.000 sin contar a quienes están en paradores y otras situaciones intermedias). Más allá de este debate,  desde ACIJ aseguran que la cifra aumentó durante 2020 a causa de la crisis derivada de la pandemia.

Uno de los problemas recurrentes es que las familias que habitan la vía pública porteña muchas veces no quieren ir a dormir a los paradores de la Ciudad por una variedad de factores que van desde la aglomeración de personas hasta las condiciones que se les imponen al entrar. En la actualidad hay 2.000 camas en estos paradores porteños y sólo 700 se sitúan en establecimientos del gobierno. El resto surgen de convenios con diferentes instituciones como clubes y parroquias, que llegan a duplicar sus camas en épocas invernales. Incluso en ese momento, la capacidad no llega a cubrir el número relevado por ACIJ.

Para entender un poco más esto hablé con Patricia Malanca, que fue la primera coordinadora del BAP (Buenos Aires Presente), la red para atender la cuestión que nació en el año 2000 cuando el número de personas viviendo en las calles de Buenos Aires había aumentado al calor de las políticas del menemismo. “El BAP es como un SAME social, está pensado para una situación de emergencia, es una política de contención, no para dar una solución de fondo”, define Patricia. 

Cuando le pregunté cuáles serían esas soluciones de fondo, no lo dudó. “Que el gobierno de la Ciudad solucione la emergencia habitacional a través de la construcción de viviendas para ese segmento de población y otorgue subsidios y créditos habitacionales, que hoy son muy escasos. El IVC se abocó a reurbanizar algunos barrios populares pero no construye ni una vivienda”, señala la psicóloga y exfuncionaria durante las gestiones de Aníbal Ibarra y Jorge Telerman.

Cree que uno de los problemas es que hace años que el gobierno porteño abandonó el modelo de construcción cooperativa de viviendas, que resultó ser la solución para centenares de familias viviendo en situaciones precarias como hoteles y pensiones, que en muchos casos es un paso previo a la calle. Recuerda que el último desarrollo de envergadura (326 viviendas) bajo ese modelo se inauguró en 2007, meses antes de que Mauricio Macri asumiera la Jefatura de Gobierno. Hace poco más de un año te escribí sobre este tema. Según Patricia, un escalón intermedio sería que el gobierno porteño alquilara pisos o pusiera a disposición inmuebles del Estado como lugares de tránsito de mediano plazo para personas en situación de calle, una política más costosa pero, asegura, mucho más efectiva. 

En Montevideo, desde 2019 funciona una política que apunta en ese sentido. El Proyecto Fincas Abandonadas busca rehabilitar departamentos abandonados o con deudas en el casco histórico de la ciudad y ponerlos a disposición de quienes necesitan un techo de manera urgente. El plan ya está funcionando. Este tipo de iniciativas busca combatir algo sobre lo que alguna vez te conté: “Gente sin casas y casas sin gente”. 

En la ciudad de Buenos Aires, el IVC relevó -con una metodología conservadora- que el 9,4% de las viviendas porteñas (cerca de 145.000) están vacías. En Rosario, donde se calcula que alrededor de 80.000 viviendas no están habitadas por nadie, el año pasado un grupo de concejales propuso gravar con un adicional del impuesto inmobiliario a esas viviendas. 

No es la primera ciudad que propone algo así ni sería la primera en instrumentar una política semejante. La lista de países y ciudades que castigan impositivamente (en algunos casos hasta llegar a la expropiación del derecho de uso) la vivienda ociosa o premian la vivienda ocupada, la otra cara de la moneda, es bastante larga: Holanda, Francia, Berlín, Reino Unido, Uruguay, Vancouver, entre varios otros. ¿Da resultado? Hace poco leí un artículo que concluye que sí.     

Bonus tracks

  • Hace unos días se conocieron los ganadores del Premio Pritzker de Arquitectura: Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, arquitectos franceses que aplican en sus obras un enfoque de sustentabilidad ambiental y social. Entre sus obras más destacadas está la reciente renovación de Grand Park, un complejo de 530 viviendas de interés social en la ciudad francesa de Bordeaux construido en los sesenta y que estaba notablemente deteriorado. La pareja de arquitectos se negó a tirar abajo el edificio, como algunos otros estudios sugerían. La novedad es que el premio suele otorgarse a otro tipo de arquitectura, más asociada con apuestas de diseño de alto vuelo y grandes inversiones y no con la austeridad y el acceso democrático a la vivienda.
  • Me pareció muy buena esta iniciativa, Cartografías de la memoria, que organiza el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) donde se propone un recorrido audioguiado de las inmediaciones del ex centro clandestino de detención para contar la historia del terrorismo de Estado desde el territorio.
  • Ante la llegada de la segunda ola y posibles nuevos cierres de actividades, el CELS alerta por el inminente final del DNU que congela los precios de los alquileres la semana que viene y propone una serie de acciones en el corto y el mediano plazo.
  • La semana pasada se cumplieron 150 años de la Comuna de París, uno de los hechos históricos más importantes en cuanto a organización del movimiento obrero. El modelo de ciudad implantado por Haussmann de alguna manera se relaciona con lo que te conté hoy del modelo de la dictadura argentina y la expulsión de elementos no deseados por los sectores dominantes. Al respecto, me gustó este hilo con algunos datos sobre cómo era la París de la época en términos urbanos y algunos cambios en cuanto a cómo gestionar los recursos en el territorio que trajo el fugaz gobierno obrero.

Eso es todo por hoy.

Que tengas un lindo fin de semana.

Abrazos,

Fer

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Escribe sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de su trabajo. Estudió Sociología en la UBA y cursó maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en sus ratos libres juega a la pelota con amigos. Siempre tiene ganas de hacer un asado.