Horacio tiene quien le escriba

Semana de altísima exposición para el jefe de Gobierno. La carta de Macri que podría haber sido un mail. Recelos internos luego del motín policial y falta de motricidad fina en el Frente de Todos.

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Yo contento, gracias por preguntar. Por suerte, luego de lamentar durante semanas la densidad del debate público en Argentina, un ex Presidente -que sacó más de 40 puntos en las últimas elecciones- reapareció y decidió utilizar figuras como “luz” y “oscuridad” para referirse a dos opciones políticas. Nice.

Horacio tiene quien le escriba 

«Yo no siento que Emilio Monzó sea parte de nuestro espacio político. Él tiene desde hace tiempo la voluntad de generar conflicto y dividirnos”. Las palabras de Jorge Macri hacían referencia al reportaje que el ex presidente de la Cámara de Diputados le brindó a Infobae. Las dudas en el entorno del tejedorense eran si el enojo del primo inteligente tenía que ver con la reacción de Mauricio Macri en privado -“hay que echarlo”, bramó con reacción de jefe corporativo- o con sus deseos propios de pelear por la gobernación bonaerense -algo que Monzó confesó en el reportaje con Perfil-.

La pregunta que se impone a los deseos del Macri verificado es “¿de dónde?”. Afiliado al PJ desde su juventud, Monzó es -hace mucho tiempo- un apátrida. Sin lugar en el PRO ni en el Frente de Todos, cerca suyo responsabilizan a Sergio Massa y Máximo Kirchner por no haber “hecho lo suficiente” para permitir el alejamiento de los diputados que le responden del bloque de Cambiemos al comienzo de la gestión de Alberto Fernández. “En enero nosotros ya los habíamos partido, pero no fue gratis: pagamos los diputados más caros del mundo y los gobernadores nos hicieron pelo y barba”, recuerdan quienes interlocutaban con los entonces peronistas racionales. 

Para el presidente de la Cámara Baja y el jefe de bloque oficialista esa no podía ser la salida por diferentes motivos. Con más peronistas de centro en la coalición, la importancia de Massa podría haberse visto diluida. Por el lado de Kirchner, la respuesta que repite incluso ante la insistencia, en su momento, de CFK es siempre la misma: “No creo en esa manera de construir”. El rechazo de Máximo no es (sólo) por una cuestión honestista: creía que era una mala estrategia política, cortoplacista. Y lo sigue haciendo. Sólo así se explica la negativa permanente al reclamo de devolución de contratos de la gestión anterior del diputado José Luis Martiarena.

Monzó y Kirchner intercambiaron mensajes luego del reportaje en el que Emilio insistió con que “Cristina y Macri tienen que dar un paso al costado”. También le escribieron con tono de reconocimiento Martín Lousteau y varios ministros del gabinete nacional -algo que debería llamar la atención del Presidente ya que el diagnóstico del ex socio fundador de Cambiemos fue muy duro-, pero nadie del PRO, la UCR o los lilitos. Si bien el tono de las entrevistas parecía querer balizar el camino de Horacio Rodríguez Larreta luego de su lanzamiento, el momento generó algunos ruidos en la sede de Uspallata: “No nos sirve ahora, veníamos consolidando la unidad gracias a los errores del gobierno y esto mete un ruido innecesario”. 

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El propio Larreta fue protagonista esta semana por la polémica en torno a la coparticipación. Su performance luego del anuncio de Fernández fue virtuosa y su búsqueda por fuera de los límites de la General Paz, innegable. El jefe de Gobierno cuenta con dos ventajas comparativas, una de registro histórico y otra de coyuntura. 

La primera es la efectividad que tienen los alcaldes porteños para transformarse en presidentes. Esto desanda la idea de una supuesta torpeza oficial en obsequiarle un escenario y una oportunidad inmejorables para oficiar de punta de lanza opositora: los titulares del ejecutivo de la Ciudad, por definición, tienen proyección nacional. No necesitan que nadie les regale ningún escenario. Viene con el cargo. La segunda es menos comentada, pero sirve más para pensar la resolución de la interna en JxC que las elecciones generales o de medio término: Clarín lo eligió. Hasta el menos conspicuo puede advertir que este endorsement no pasa desapercibido en un espacio político que creció al calor de las relaciones de(l) poder.  

Otro activo menos comentado tiene que ver con las posibles repercusiones por fuera de la Ciudad. La narrativa que tercerizó el oficialismo porteño no impacta sólo en los votantes capitalinos sino que puede extenderse a provincias donde a Fernández le fue mejor de lo que esperaba en la elección nacional, pero puede ver mermada su cosecha si al traspié por Vicentin se le suma lo que semantizó, con fastidio, un asesor del Presidente: “Si no salimos a explicar queda como que le sacamos guita a la Ciudad para dársela a los negros de La Matanza”. La trampa a la que hace referencia el funcionario tiene un antecedente de la campaña 2019 en la que el entonces senador Miguel Ángel Pichetto dividió al país entre “las provincias luminosas” y “la Argentina oscura del conurbano”. Depende de la economía 2021 que este discurso se expanda o se mantenga en el núcleo duro de votantes opositores.

Sin embargo, la temprana subida al ring del Pelado también se podría ver como un beneficio ¿no buscado? para el peronismo. En un mismo movimiento, Fernández le quitó un punto de coparticipación, se lo restituyó a quien administra hoy el corazón territorial del poder kirchnerista, obligó a Larreta a adelantar su lanzamiento y lo expuso a conflictos propios y ajenos a los que no sólo no está acostumbrado sino que les escapa con un énfasis conocido.

El primero, qué duda cabe, fue la carta publicada por Macri en el diario La Nación donde el ex Presidente, entre muchas otras cosas y alejado de cualquier ímpetu maniqueo o populista, planteó: “Hay que dar una discusión profunda y responsable sobre cuáles son los principios que deben regir Nuestro Orden Social: es la República o la republiqueta; es Democracia o demagogia; es elecciones libres o no habrá transparencia en los resultados; es seguridad o vivir con miedo; es el Estado de Derecho o es la jungla; es la propiedad o es la apropiación; es libertad de expresión o censura; es educación o adoctrinamiento. Es verdadero o es falso. Es luz o es oscuridad”. 

De las muchas cuestiones a discutir del texto escrito por Hernán Iglesias Illa, Julieta Herrero y Hernán Lombardi, poner en duda la confiabilidad de los resultados electorales continúa el deshielo del consenso alfonsinista que Macri inauguró durante su gestión. Si de algo tiene para enorgullecerse la generación posdictadura es de haber generado algunos mecanismos institucionales validados por toda la sociedad para dirimir conflictos políticos: las urnas. Macri, con la columna, anticipa el envío de un exocet a esos acuerdos transversales como hizo, por ejemplo, Donald Trump en Estados Unidos. Es un razonamiento predemocrático. La carta, además, podría haber sido un mail con copia oculta: estaba dirigida a Larreta y su sistema de alianzas.

Por su parte, Axel Kicillof -que ayer volvió a escribirse con el jefe de Gobierno- enfrentó su semana más difícil, tanto por el motín policial como por las sospechas de un laissez faire de los intendentes ante los reclamos de la fuerza. No termina ahí: CFK identifica a algunos caciques importantes como promotores de las tomas como parte de una enorme unidad de negocios. Algunas de estas imperfecciones tienen que ver con que muchos jefes comunales están enfrentando su último mandato, producto de aquella ley impulsada por Sergio Massa para limitar las reelecciones. El interlocutor para intentar resolver estas demandas sin que le exploten al Gobernador es, otra vez, Máximo Kirchner, líder de la organización a la que varios oficialismos locales le recelan por su acelerada expansión en el conurbano bonaerense. Y una paradoja: fue La Cámpora el único espacio de lo que luego sería el Frente de Todos que se opuso a la ley que le puso fin a las reelecciones. Los propios diputados y senadores provinciales que representaban a los intendentes acompañaron la iniciativa de Massa y María Eugenia Vidal. El destino es una fuerza generadora.

El gobernador tiene un problema extra: Sergio Berni. Al ministro se le perdonaban sus excesos mediáticos porque además de contener fugas de votantes ocasionales ejercía un control político sobre la policía. No pasó. El domingo cruzó otro límite para el espíritu kirchnerista: apuntó contra los organismos de Derechos Humanos. “Fue una mala declaración y pidió disculpas”, le restaron importancia desde La Plata. 

Hay un análisis muy extendido en el círculo rojo que deja a Kicillof en el lugar de alguien sin la malicia necesaria para el cargo. “No roba y eso le podría generar problemas de gobernabilidad”, es un postulado extendido entre los tomadores de decisiones, el tiempo dirá si es cierto. Una pregunta se impone: ¿por qué Vidal no tuvo esos problemas de gobernabilidad? Nadie duda de la honestidad de la ex mandataria bonaerense, ¿pero de su equipo de trabajo más cercano? Otra inquietud, producto del más elemental razonamiento inductivo: ¿será que al sistema le importa menos de lo que dice la corrupción? ¿Y las instituciones? Un buen ejemplo de eso fue el silencio atronador de las entidades empresariales sobre el motín policial alrededor de la Quinta de Olivos. Los hombres y mujeres de negocios perdieron una oportunidad de oro para demostrar que no están tan lejos de la sociedad que pretenden interpretar. O tal vez oficiales armados por el Estado cercando la residencia del Presidente no ponían en riesgo la salud de la República. Quién sabe. Las interpretaciones de la realidad tienen caminos insondables.

La ñata contra el vidrio

El sábado se produjo la elección del Banco Interamericano de Desarrollo. Como ocurre casi siempre que se disputa la conducción de un organismo internacional con un actor tan dominante como los Estados Unidos jugando fuerte, sucedió lo que se suponía desde el momento en que su gobierno decidió proponer un candidato propio por primera vez en la historia: se impuso con comodidad y contundencia. Una mayoría expresiva que incluyó a 23 de los 30 países de la región, y superior al 60% de las acciones. 

Si en algún momento se especuló en otro sentido, fue por la posibilidad de que una maniobra coordinada entre México, Argentina y la Unión Europea dejara a la asamblea sin el quórum del 75% de los miembros y pospusiera la votación para marzo. Argentina, que impulsaba la candidatura de Gustavo Béliz, había propuesto expresamente posponer la elección. La reacción estadounidense ante esta posible maniobra fue milimétrica en cuanto su efectividad y podría ser dañina para el país. Claver-Carone desarticuló las posiciones europeas de mayor dureza, se acercó a México (y a Costa Rica, otro de los que habían planteado reparos) para asegurar su participación en la elección y, en cambio, confrontó con contundencia al gobierno argentino al que acusó de «ir perdiendo y querer llevarse la pelota».

Para el comienzo de la última semana, las expectativas locales sobre el acompañamiento mexicano eran casi nulas y el jueves el gobierno anunció que se abstendría en la elección.

Visto desde nuestro país, el resultado no es el peor posible. Junto a la Argentina, se abstuvieron, además de México, los gobiernos de centro derecha de Perú y Chile y los once países de la Unión Europea con votos en el organismo, para sumar más del 31% de los votos por la abstención, un récord histórico y una muestra de la falta de consenso del flamante presidente electo del Banco.

Estados Unidos decidió romper una regla no escrita que venía rigiendo al organismo desde su creación y por primera vez en la historia no será dirigido por un ciudadano latinoamericano. El objetivo explícito de Claver se enmarca en la confrontación regional con China y la disposición para enfrentar su dominio en materia de financiamiento. Mala noticia para una región a la que lo que menos le conviene es un tironeo agresivo entre las potencias. 

Para Argentina, la noticia es un poco peor, porque fue el blanco favorito del estadounidense antes de la elección. Sin embargo, a pesar de una exposición un tanto inconveniente por su alto perfil, la postura criolla demostró algunos méritos. Los principios de funcionamiento que guardaban la presidencia para un latinoamericano fueron defendidos públicamente por varios de los considerados habitualmente como estadistas regionales, con mayor o menor justicia, como Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso, Juan Manuel Santos, Julio María Sanguinetti, mientras que otros notados comunistas como el candidato Joe Biden habían cuestionado a Claver por sus posiciones ideológicas y su indisoluble ligazón a las políticas del Partido Republicano.

En cuanto a los países, lejos de quedar aislada, Argentina pudo mostrar una vez más cercanía en sus posiciones internacionales al continente europeo y al gobierno mexicano y, además, aproximar su mirada a administraciones con visiones de la política, sobre todo económica, bien diferentes, como Perú y Chile, al que el Presidente Alberto Fernández se había referido, en más de una ocasión desde que ganó las elecciones de manera desafortunada. Argentina se ubicó en una posición de principios que mostró una legitimidad importante y quedó muy lejos del mentado «aislamiento» del que hablan algunos analistas. También quedó muy lejos de imponer su posición y quizás ese principismo público termine llevando al país a pagar algún costo innecesario. Peor, claro, hubiera sido abandonar una posición correcta por motivos de puro seguidismo, a imagen de nuestros hermanos mayores brasileños; sin embargo, como en algunas otras cosas, el gobierno parece haber pecado de cierta candidez al evaluar sus posibilidades de influir que podría pagar en el futuro. 

Bonus track

  • “El 4 a 1 de activo vs. pasivo no existe más, hay que pensar alternativas”. Ese podría ser el título del almuerzo entre Martín Guzmán, Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro ayer en el Congreso donde se habló de la necesidad de darle progresividad a la reforma tributaria que está delineando el gobierno. Respecto al presupuesto, se sextuplican las partidas destinadas a políticas de género.

Antes del libro, te quiero recordar que –producto de la situación global y del rubro en particular, pero también del ethos de Cenital– abrimos la posibilidad de que seas parte del proyecto a través del sistema de apoyo económico para poder seguir creciendo. 

La recomendación de hoy es Homo Sacer de Giorgio Agamben.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván

Soy director de un medio que pensé para leer a los periodistas que escriben en él. Mis momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no me gustan los tatuajes. Me hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que soy un conservador popular.