Hay que pasar el otoño

El impacto económico de la cuarentena y las medidas del gobierno. El rechazo de los bonistas al canje y cómo sigue la saga de la deuda. Y algunas cositas más de economía.

Hola, ¿cómo estás? Me imagino que un poco cansado de estar en tu casa, al igual que yo. Ya me hice todos los platos de Blanca Cotta, sembré el jardín, lijé y pinté las rejas, me armé un compost casero, hasta construí un treillage o celosía (no conocía ninguna de las dos palabras hasta hoy). 

Pero hay que aguantar, no queda otra. Y en el medio esperar a que lentamente esto se vaya flexibilizando y volvamos recuperando la (otra) rutina. Este gráfico, que sale de uno de los mejores artículos que leí hasta ahora sobre la evolución mundial de la pandemia (de lectura obligada para cualquiera que le interese qué hacer y qué no hacer para ganarle al COVID-19), además de esperanzador es elocuente. Venimos bien, pero todavía falta bastante.

Lo otro que me mantuvo con ganas esta semana fue que llegara el momento de escribir este segundo newsletter, para agradecer por la cantidad de sugerencias y comentarios que recibí en estos días. Un mimo al alma.

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Nosotros aguantamos, ¿y la economía?

Además de la cuestión psicológica de las personas, el otro gran frente de batalla es el económico. Como te comentaba en el newsletter anterior, el desafío es doble ya que la actividad venía bastante golpeada, y sobre eso se vino una cuarentena que arrancó con un parate casi total de las empresas y la movilidad de las personas.

Para entenderlo, analicemos el siguiente gráfico, que armé con los datos que Google viene recabando en base a la ubicación de nuestros teléfonos celulares (supuestamente es todo anónimo, pero si sos paranoico/a, recomiendo desactivar el historial de ubicación). 

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Acá se ve clarito cómo todos los espacios –salvo el residencial, lógicamente- empiezan a caer a partir del 12 de marzo, momento en que comienza la emergencia sanitaria, y de manera abrupta a partir del 20, cuando se decreta la cuarentena. Fijate que en todos los casos las caídas fueron muy significativas, entre 60% y 85%. Luego, comienzan a recuperarse aquellos sectores vinculados con la actividad económica (supermercados, las zonas de oficinas y el transporte público), de la mano de la flexibilización paulatina de la cuarentena; mientras que las áreas gastronómicas, de recreación y los espacios públicos continúan prácticamente desiertos.

Desde el punto de vista económico, si bien es alentador el hecho de que los sectores vinculados con la producción y la circulación de las personas esté repuntando, no hay que perder de vista que la caída fue muy dura. Los datos oficiales de marzo ya reflejan esto, a pesar de que más de la mitad del mes se operó con normalidad (ver más adelante), mientras que los de abril plasmaron el cimbronazo en su totalidad.  Por poner algunos ejemplos, las ventas en comercios minoristas cayeron 58% en términos anuales, mientras que las ventas de insumos para la construcción se redujeron 74%. El dato más elocuente es el del sector automotriz: durante abril no se fabricó ni un solo auto.

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Habiendo atravesado ya casi la mitad de mayo, no hay dudas de que la actividad seguirá afectada, aunque empieza a delinearse una bifurcación entre el AMBA y el resto del país (con excepción de Chaco), donde la curva de contagios diarios luce aplanada. Si hacen un poquito de zoom van a ver que, al 11 de mayo, las únicas curvas crecientes son las de Buenos Aires, CABA y Chaco. El gráfico es de Rodrigo Quiroga.

Esto permitió que el resto del país avance a la siguiente fase, lo que significa una flexibilización mucho más marcada y, con ello, el repunte de la actividad económica. El problema es que el AMBA concentra casi el 40% de la población total del país y buena parte del entramado productivo (si sos fumador/a, tranqui, mañana vuelven los puchos).

Hay que pasar el otoño

Frente a este panorama, el gobierno implementó una serie de medidas destinadas tanto a la contención social como productiva, donde las dos más relevantes –por alcance y magnitud- fueron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP). Otros instrumentos de asistencia que también se observaron fueron aquellos vinculados con el financiamiento (créditos a pymes, empresas recuperadas y también financiamiento digital a tasas del 24% para pequeños comerciantes y monotributistas).

Por el lado social, el IFE implica la transferencia por parte del Estado de una asignación de $10.000, cuyo objetivo es sostener el ingreso de la población más vulnerable (personas desempleadas, cuentapropistas o que tienen un trabajo informal). Casi 8 millones de personas fueron aceptadas para el cobro de abril, y se espera que se renueve en mayo. Si bien puede parecer mucha la cantidad de personas, lamentablemente esto se encuentra en línea con las estadísticas laborales del país. Actualmente hay alrededor de 1,8 millones de personas desempleadas, 5,1 millones en la informalidad y 4,4 millones de cuentapropistas (acá una nota muy completa con datos sobre quiénes cobran el IFE).

Por el lado productivo, el ATP busca evitar el cierre de empresas, en particular las pymes, que fueron las más afectadas (durante abril las empresas con hasta 15 trabajadores sufrieron en promedio caídas superiores al 20% en su facturación). Además, estas empresas albergan casi al 60% del total de los trabajadores del sector privado.

La medida implica el subsidio directo del 50% del salario neto de todos los trabajadores de las empresas del sector privado que se hayan visto significativamente afectadas por el COVID-19, sumado a la postergación del pago de las contribuciones patronales. Hasta ahora, el ATP alcanzó a unas 160.000 empresas y a 1,2 millones de trabajadores del sector (lo que representa aproximadamente el 20% del total), lo cual luce insuficiente ya que el parate de abril afectó seriamente a más de la mitad de las empresas del país.

No obstante, hace unos días el Ministerio de Producción publicó un informe a partir del análisis de los datos de facturación de las 445.000 empresas que se registraron al programa, e identificó varias cuestiones vinculadas con los requisitos para acceder al mismo (sectores excluidos, límite de facturación y tamaño de las empresas) que permitirían incrementar la cantidad de empresas beneficiadas y llegar a unos 550.000 trabajadores más.

¿Y el canje?

Este fue, sin dudas, el tema que generó más consultas, frente al proceso de reestructuración de la deuda que, por si fuera poco, también está poniendo en jaque a la economía. Para no hacerlo muy extenso ni autoplagiarme, dejo acá una nota que escribí a principios de febrero donde justamente explico qué es una reestructuración, cómo nos metimos en esto y cuáles son las estrategias más probables de cada una de las partes. Además, recomiendo mucho esta nota de Magdalena Rua, que muestra quiénes son en realidad “los bonistas” con los que el gobierno está negociando.

¿Dónde estamos ahora? En la etapa de negación, digo negociación. Guzmán realizó una oferta formal de canje (esto significa reemplazar los bonos de la deuda que emitió el país por otros títulos nuevos, por un monto total menor) que no logró el nivel mínimo de aceptación por parte de los bonistas para que el canje sea exitoso. Se necesitaba por lo menos el 65% y, según trascendidos –porque no hay datos oficiales- se ubicó por debajo del 20%.

Podrías pensar que entonces estamos lejísimos de un acuerdo, pero en realidad era esperable que esto sucediera. La estrategia suele ser la de rechazar la primera oferta y utilizar eso como carta para negociar mejores condiciones, que habrá que ver si el gobierno está dispuesto a conceder (aunque, con esa misma lógica, es probable que el gobierno haya hecho una oferta inicial baja, anticipando este rechazo). Sí, lo sé, suena complicado, pero en realidad es casi casi lo mismo que el regateo que harías vos cuando vas a un mercado de pulgas o a una feria.

Por lo pronto Guzmán ya anunció la extensión del canje hasta el 22 de mayo, fecha para nada casual dado que ahí vence el plazo definitivo para pagar USD 500 millones de esos bonos. Si para ese día no hay acuerdo, y el gobierno decide no pagar, el país caería oficialmente en default. Por ende, la estrategia oficial es utilizar esta fecha como ultimátum para los bonistas y evitar que este proceso se siga extendiendo en el tiempo. Porque en realidad se podría seguir extendiendo si, llegado el 22 de mayo, el gobierno decide desembolsar los USD 500 millones. Esto le permitiría esquivar el default y dilatarlo hasta el siguiente vencimiento de la deuda, al mes siguiente. Sí, esto puede llegar a ser así de tedioso.

La pelota ahora está del lado de los bonistas, ya que Guzmán dijo que está abierto a escuchar sus propuestas, siempre que respeten la condición de sostenibilidad de la deuda (es decir, que sea pagable en función de los recursos actuales de Argentina y su capacidad futura para generarlos). Con lo cual, habrá que esperar de acá al 22 a ver si los acreedores realizan alguna propuesta formal y la respuesta del gobierno.

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Los indicadores de la semana

  • Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) de abril: Todos los meses el BCRA realiza una encuesta a las principales consultoras del país por sus proyecciones para las variables macroeconómicas más relevantes (PBI, inflación, tipo de cambio, etc.) de cara al 2020 y 2021. Esto no solo le sirve como fuente de información sino también para calibrar mejor su política económica. Se esperaba mucho este dato ya que es el primer REM publicado tras la cuarentena, y sus resultados no son para nada alentadores. En promedio, el mercado espera para 2020 una caída del 7% en el PBI (que de confirmarse sería el peor registro desde 2002, cuando se redujo 10,9%). Para tener una idea del golpe que significó el COVID-19, dos meses atrás la caída proyectada para 2020 era del 1,2%.
  • Condiciones de vida de los hogares (al segundo semestre de 2019): Si bien este informe se publica con bastante rezago, es importante para tener un panorama y una dimensión de la situación de los hogares. Hay varios datos importantes que cobran aún más relevancia en el contexto actual. Alrededor del 5% de la población (más de 2 millones de personas) vive en situación de “hacinamiento crítico”, lo que significa que habitan más de tres personas por cuarto. Asimismo, el 12% de la población (unas 5,3 millones de personas) no tienen acceso a agua corriente, un factor clave de higiene sanitaria frente al COVID-19. Por último, el informe señala que Argentina terminó el 2019 con el 35,8% de su población en condiciones de pobreza (unos 17,2 millones de personas).
  • Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI) de marzo: A pesar de que solo hubo 10 días de cuarentena en marzo, el IPI presentó una caída del 17% respecto del mes anterior, siendo la baja de actividad industrial más fuerte desde 2002.
  • Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) de marzo: Al igual que la industria, este rubro clave para la actividad económica mostró en marzo una caída del 32,% en relación a febrero, algo que tampoco se observaba desde 2002.

¿Más economía?

Para profundizar sobre el impacto que está teniendo el COVID-19 en América Latina vean este trabajo del BID (proyecciones, análisis y recomendaciones de política económica para los distintos países). También esta conferencia –online y gratuita- sobre big data, coronavirus y economía.

¿En qué puedo ahorrar? Muchas consultas sobre este tema. Acá Santiago Bulat cuenta sobre los cedears, una opción para cubrirse del riesgo cambiario.

¿Un libro para arrancar? Otra pregunta difícil. Pero de todo lo que hay dando vueltas, creo que me quedo con el de Dani Rodrik, Una economía, muchas recetas (lo tengo digital, si alguien lo quiere me avisa y se lo presto 😉

Bueno hasta acá llegamos por hoy. Ojalá que ahora sientas que entendés un poco más de esta cosa tan difícil que parece la economía argentina.  Espero tu respuesta.

Te mando un abrazo grande.

Juanma

Me dedico a estudiar la macroeconomía argentina, algo que en este país debe ser similar a tener un doctorado en física molecular. Soy magister en Desarrollo Económico en la UNSAM y estoy haciendo el Doctorado homónimo en la UNQUI. Padre de gemelas y docente universitario.