Get Back, la beatlemanija

Un Hilo más cantado que Let It Be, dedicado íntegramente a Lennon, McCartney, Harrison y Starr con motivo del lanzamiento de Get Back, de Peter Jackson. Contexto y senderos que se bifurcan a partir de todo lo que los Beatles provocaron en nuestros corazones solitarios.

Hola, ¿qué tal? Espero que lo mejor posible. Yo bastante cooptada por diciembre y su ansiedad llena de planes imposibles, lidiando con el cansancio y los finales. Mientras tanto, armo balances mentales, reviso listas de cosas que no hice y otra que tengo con todos los libros que leí. No hay ni tiempo de aburrirse.

De entre todos los consumos culturales de 2021, necesito que hablemos de uno que me tiene completamente alucinada y monotemática. No estoy siendo nada original, porque me refiero al lanzamiento de Get Back, el documental de ocho horas que armó Peter Jackson con las grabaciones del momento en que los Beatles estaban ensayando y registrando Let It Be. Así que a título de nada, solo porque es de lo mejor que me pasó en el año, vamos a dedicar este Hilo a Los Beatles y a los senderos que se bifurcan a partir de ellos. Y le puse Beatlemanija porque un poco así quedé: fascinada de nuevo por la historia de estos jóvenes de Liverpool y su legado diseminado por el mundo más de cincuenta años después. 

Me considero una admiradora total, una persona eternamente agradecida por lo que me hicieron sentir desde chica. Es que hay un tipo de sensibilidad que los Beatles me habilitaron que no encuentro en nada más. Y, como con Get Back, cuando se abre la puertita del amor Beatle es muy difícil cerrarla y pasar a otra cosa. Vuelvo a escucharlos todo el día, a tararear las melodías mientras estoy distraída haciendo algo, a pensar de la nada en John y su muerte… Tiendo a creer que entienden de qué se trata esta nebulosa si también sienten lo mismo por su música o por lo que provocaron en las mentes y los corazones solitarios que nacieron en el siglo XX. 

Para ilustrarlo, vamos a usar algunos retratos tomados por Linda Eastman, la fotógrafa norteamericana que se casó con Paul McCartney y que fue madre de tres de sus hijes (o de los cuatro, porque Linda ya tenía una hija que Paul adoptó como si fuera propia y es la niña que aparece en Get Back). Linda era una fotógrafa increíble, muy expresiva, y encima tuvo la posibilidad de estar con los Beatles los últimos años del grupo y tomarles fotos con total naturalidad. También fotografió a otros músicos y artistas, fue activista por los derechos de los animales y hasta publicó un libro de recetas vegetarianas antes de morir a los 56 años por un cáncer de mama. Van por aquí algunas de sus tomas. Y si quieren ver más, dénse una vuelta por su web oficial. 

Volvé a donde alguna vez perteneciste

Empecemos entonces poniendo en contexto Get Back, “un documental sobre un documental”, como lo llamó su director Peter Jackson, y lo que vino después. Tuve que repasar la historia de lo que estaba viendo, y cuando entendí bien me partió un poco más la cabeza todavía.

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Resulta que en 1969 los Beatles venían de grabar el Álbum Blanco y Yellow Submarine. Deciden juntarse durante enero de ese año a componer nuevas canciones con la intención de reunir un puñado y tocarlas y grabarlas en vivo (ya no solían tocar en vivo, tampoco grabarse tocando así). Deciden también filmar todo ese proceso, y hacer con ese material un documental que mostrara el detrás de escena del disco. Entonces se rodean de colaboradores (camarógrafos, microfonistas, ingenieros de sonido, etc.) dirigidos por un tal Michael Lindsay-Hogg y se trasladan a un estudio gigante y vacío (con una acústica pésima) para empezar a trabajar, de día, de lunes a viernes, descansando los fines de semana. 

Viendo ahora Get Back queda muy claro que los cuatro no estaban tan convencidos de toda esta movida: más bien Paul insistió y se cargó al hombro la responsabilidad de darle curso a la actividad, metiendo un poco de presión. Pensemos que es el momento en el que John está muy enganchado con Yoko y Paul con Linda (de hecho, en marzo de 1969, con diferencia de pocos días, ambas parejas se casan), y que habían estado hacía relativamente poco en la India y George seguía bastante impregnado de espiritualidad y con una relación cercana con los hare-krishna. 

Cuestión que durante ese enero pasa de todo entre ellos (más abajo comentamos) y finalmente, después de varias idas y vueltas, terminan descartando tocar con público pese a la insistencia del director, pero se les ocurre grabar tomas en vivo de varios temas en la famosa azotea de Apple Corps, estudio al que se mudan cuando se dan cuenta de que ese galpón gigante donde estaban ensayando solo empeoraba las cosas. El 30 de enero, en Londres, suben a la terraza y graban varios temas nuevos (“Get Back”, “Don’t Let Me Down”, “I’ve Got a Feeling”). Pero no quedan conformes con nada de lo que sucede, así que no los editan ni muestran (todavía). 

Ese mismo febrero del 69 deciden con George Martin (su productor musical) trabajar en otras canciones. Durante los meses siguientes arman Abbey Road, que finalmente se lanza en septiembre del mismo año. Y acá diremos lo que es muy sabido: Abbey Road es en verdad el último disco de Los Beatles, aunque Let It Be se haya editado después. Qué manera tan majestuosa de despedirse, ¿no? También es cierto que las canciones de los dos discos se compusieron casi a la par. Algunas quedaron en un disco y otras en otro, por eso en Get Back los vemos tocar varias que están en Abbey Road (como “Maxwell Silver Hammer”, por mencionar alguna).

¿Pero qué pasó entonces con todas esas grabaciones de enero? Con las de cámaras, el director Michael Lindsay-Hogg armó finalmente un documental que se llamó Let It Be y que se estrenó en 1970. Les recomiendo verlo también. Está online acá, con subtítulos. Hay varias tomas que también aparecen en Get Back y momentos tensos entre Paul y George. Es un documental con poco valor artístico pero mucho valor testimonial (en su momento ganó un Oscar que nadie fue a recibir). Y con las grabaciones musicales hubo más discordias. Le terminaron dando, por insistencia de Lennon, todas las cintas al polémico productor musical norteamericano Phil Spector (borrando del mapa a George Martin), y él remezcló, empalmó y sobregrabó las canciones. El disco, que en un principio iba a llamarse Get Back, termina apareciendo con el título Let It Be junto con el documental el 8 de mayo de 1970, un mes después de que Paul anunciara la disolución del grupo. Es sabida la anécdota de que Paul odió siempre la mezcla final. Muuuchos años después, se sacó la bronca editando Let It Be… Naked (ver más abajo). 

Palimpsestos 

Ahora sí, llegamos a Peter Jackson con Get Back y sus muchos aciertos. Lo primero que me interesa destacar es que Jackson accedió a las filmaciones de otro. 90 horas de cintas que filmó Michael Lindsay-Hogg con un montón de cámaras, y otras 120 horas de audios. O sea que tuvo que operar como director sobre el palimpsesto de otro director, y restaurar y revisar muchísimo material. El trabajo de montaje que hace Jackson es completamente descomunal. Las decisiones de qué mostrar y qué no, de qué manera, durante cuánto tiempo, poder transmitir con la edición el tedio que sentían los Beatles, o el entusiasmo, o la camaradería o el desconcierto, está en función de que los entendamos a ellos no solo como artistas, sino también como personajes. Esto no pasa en la peli Let It Be original. Acá en la de Jackson los Beatles son cuatro personajes que requieren también de otros personajes para hacer avanzar las situaciones. Y allí está en primer lugar el director Lindsay-Hogg, que no lidia demasiado bien con los músicos; Mal Evans, el asistente grandote y medio torpe; Glyn Johns, el ingeniero de sonido; George Martin, siempre elegante y un poco tímido; Yoko como sombra de John medio desubicada; Linda muy amigable visitando a Paul cámara en mano y hasta con su pequeña hija; un hare-krishna amigo de George que se sienta a escuchar y mirar; Billy Preston y su humor tan cálido, y hasta los policías que suplican que dejen de tocar cuando están cantando en la terraza. La lucidez de Jackson está en que todo ese contexto cobre relevancia para que comprendamos que los procesos artísticos son siempre colectivos, vivos, y no mecánicos ni programáticos. Y que los Beatles no eran solo unos genios increíbles sino también personas que trabajaban mucho, y que a veces se llevaban bien y a veces no tanto. Toda la interpretación de parte de periodistas y críticos que tuvimos que soportar tantos años para saber de ellos –basada en rivalidades, exageraciones varias– era pura espuma. Es más transparente y sencillo viéndolos relacionarse. Get Back es auténtico al mostrar el desgaste de la banda, pero también al retratar la amabilidad permanente, la falta total de violencia, una amistad hermosa y también la complicidad que solo es posible cuando te conocés con alguien tan de cerca durante mucho tiempo. Para enero de 1969 los Beatles eran más conocidos que Jesucristo y así y todo trabajaban con mucha humildad y perseverancia, como si el dinero no les importara, ni ser filmados mientras ensayaban (bueno, a George un poco sí le molestaba). Estaban haciendo lo que sabían hacer: componer, ensayar, tocar. El resto es el espectáculo.

Acceder a una especie de reality show sucedido hace 50 años con los Beatles como protagonistas es un lujo que nunca creímos que íbamos a darnos. Ver Get Back es lo más cerca que vamos a estar nunca de pasar tiempo con ellos. Y lo digo habiendo visto todos los documentales del Anthology dos veces cada uno. Por supuesto que me parece increíble el momento en el que está Paul sacando “Get Back”, o cuando George tararea “I’m Me Mine” por primera vez. También lo sexy que está Ringo, ¿no? Pero me conmovió mucho ver el reverso del ensayo. En qué orden llegaban, cómo se saludaban, qué ropa elegían, el vaso de vino blanco que siempre pedía George, la manera en la que todos se sentaban de a ratos en la batería de Ringo, o afinaban, o se prendían un pucho mientras repetían algo por enésima vez. Me impactó ver a John medio sucio y desangelado y después más poderoso y creativo. Me emocionó también presenciar cómo se deliraban entre ellos. Una burla de esas que no lastiman pero meten un poco de punch, como cuando cantan “Help” en joda, o John le hace caras a Paul. Ser testigo de esos códigos me hizo volar. Me encanta ver también que tocaban muchos covers y temas suyos viejos, que trataban de sonar parecidos y distintos a otros músicos que les gustaban. 

Párrafo aparte merece el momento en el que George se enoja y abandona el grupo, y las maniobras a las que están dispuestos los demás para que él regrese, limando asperezas, desmalezando los egos. (Esa conversación privada entre Lennon y McCartney que nos dejan escuchar, qué lujo, por favor.) Y después el acierto de convocar a un tecladista tan ameno y talentoso como Billy Preston, que les permite volver a concentrarse en la música y desarmar las tensiones.

Ahora que las ocho horas de Get Back se estrenaron y ya las vimos, ¿qué otra sorpresa nos queda? El vacío que dejan los Beatles tampoco se parece a nada. 

Popurrí 

Infinitos, interminables, inagotables, todos esos adjetivos sirven para describir la impotencia de asir a los Beatles de una vez y para siempre. Mejor como mortales conformarnos con haber sido contemporáneas a su música y poder elegir una serie de representaciones culturales para que nos sigan acompañando. 

Van acá algunas derivas posibles si estás manija como yo o si te gustan pero nunca investigaste demasiado.

  • Let it Be vs Let It be… Naked

Retomando lo de más arriba, les dejo esta playlist (que armó el periodista Diego Lerer) para que comparen las versiones del álbum producido por Spector con las que finalmente Paul retocó (más depuradas en todo sentido). Hay también algunas tomas mezcladas por Glyn Johns. Y está “Don’t Let Me Down”, grabada junto con los temas de Let It Be (tocada dos veces en la terraza) pero no incluida en el álbum final. 

  • Esher Demos del Álbum Blanco

Hace pocos años se conocieron finalmente estas grabaciones remasterizadas que circulaban de manera pirata de la época en que los Beatles grabaron los demos del  Álbum Blanco en la casa de campo de Harrison en Esher. Ahí bocetaron canciones de manera bastante artesanal y las grabaron con guitarras acústicas a ver qué formas iban tomando. Es como escuchar los gérmenes de los temas que sonaron mil veces antes de que fueran lo que son. Incluso hay algunos que finalmente no quedaron y después usaron en sus carreras solistas como “Child of Nature”, que Lennon convirtió con el tiempo en “Jealous Guy”. 

  • La suerte de ser secretaria de los Beatles

Una chica de 17 años va a ver una banda nueva a The Cavern invitada por unos compañeros y se da cuenta al instante de que tienen algo. Son Los Beatles. Y por ese azar de estar en el momento exacto en el lugar justo, Freda Kelly conoce también a Brian Epstein (el mánager que los hizo saltar al estrellato) y se vuelve su persona de confianza. Durante más de una década, Freda tuvo quizás el mejor trabajo del mundo: acompañar a los Beatles en sus primeros años, leer y contestar las cartas de las fans, y mantener la cordura cuando se transformaron repentinamente en ídolos. De todo esto habla el hermoso documental Good Ol Freda, de 2013. Es tierno y muy respetuoso con las elecciones de esta mujer que después decide abandonar su puesto y dedicarse a criar hijos. Es discreto también, porque Freda era leal y no cuenta los secretos, aunque algunas cosas se insinúan. Otro detrás de escena posible a través de la mirada y la voz de una testigo privilegiada y nada encandilada con el éxito. Acá pueden ver la peli entera con subtítulos.

  • Pioneros del videoclip

Seguramente sepan que cuando dejaron de tocar en vivo (por los gritos de las fans y la euforia que causaban), los Beatles experimentaron con un formato nuevo: el videoclip. Grabaron varios videos geniales de sus temas que eran pasados en la televisión o se incluían en sus películas gracias a los cuales terminaron de conquistar a distintos públicos. Acá les dejo algunos de los oficiales, como por ejemplo el de “Penny Lane” en el que pasean por Liverpool y también aparecen montando unos caballos blancos. O el de “Hey Jude”, que se menciona en Get Back porque justamente fue uno de los pocos que incluyó al público. Dura ocho magnéticos minutos en el que repiten el estribillo (Na, Na, Na, NaNa, Na, Na) rodeados de personas afortunadísimas que se cuelgan ahí con ellos, los rodean, corean, aplauden, sonríen. Y también uno de los más lisérgicos, el de “I’m the Walrus” (creo que mi parte preferida es cuando hacen que tocan todos un cello blanco). O el de “Strawberry Fields”, que es hermosísimo porque juegan con un efecto que hace que caminen como si fueran dibujos animados mientras un piano en el medio del pasto se llena de hilos atados a los árboles. Y me pongo romántica para sumar también el de “Something”, este temazo de George en el que aparecen todos ellos con sus respectivas novias, ya más maduros y enamorados. Pasaría todo el día mirándolos.

  • Yo también quiero sacarme la foto en Abbey Road

No puedo dejar de poner el link para que vean en vivo la cámara instalada en el cruce de Abbey Road. Si lo abren a una hora del día coherente con el huso inglés, verán una calle bastante común y corriente por la que a cada rato pasan turistas replicando la foto que le dio una imagen tan famosa al último de los álbumes editados por los Beatles. Un poco me parece una pavada pararse a posar en medio de la calle, pero es obvio que si estuviera en Londres iría ahí y me sacaría la misma foto. 

Pasando ya a los Beatles separados, sigamos explorando.

  • McCartney 3, 2, 1 

Este documental estrenado en agosto de este mismo año también estuvo entre lo mejor que vi. Son seis capítulos de media hora en los que McCartney repasa su etapa Beatle en un set con Rick Rubin, un productor musical muy groso, campechano y amigable, que le pregunta desde la curiosidad y la admiración cómo fue que se le ocurrieron algunas de sus mejores canciones. Grabado en blanco y negro y una producción sencilla, es la gran oportunidad de escuchar a Paul (con 79 años) hablando específicamente de música: de armonía, de acordes, de formas de grabación, de su pasaje permanente del bajo a la guitarra y el piano, de sus influencias (Beach Boys, Fela Kuti, John Cage, en distintas etapas de su vida). Hay dos momentos que me pusieron la piel de gallina: el que cuenta cómo la melodía de “Yesterday” se le aparece en un sueño, y el que compara su infancia feliz con la infancia oscura de John. También me enteré de que Paul no sabe escribir ni leer música (la tiene toda adentro). Y el final… qué decir. Es perfecto.

  • The Late Late Show with James Corden en Liverpool

Hablando de Paul, no se pierdan el especial del programa de James Corden en el que recorre con Paul toda Liverpool en auto hablando de su infancia y parando cada tanto a ver cómo están en la actualidad los lugares que McCartney frecuentaba de joven. Dura 23 minutos. Y a ver si pueden evitar emocionarse cuando llegan a ese pub… Cada vez que lo veo, lloro y río al mismo tiempo. 

  • Living in the Material World, de Martin Scorsese

En este plan de documentar la vida de los ex Beatles, Scorsese armó una película total, llena de imágenes de archivo, sobre la vida de George Harrison. La estrenó en 2011, al cumplirse diez años de su muerte, autorizada por su viuda Olivia y producida por HBO (estuvo en Netflix). Más de 200 minutos necesitó para retratar la trayectoria y las influencias que hicieron de Harrison uno de los músicos más sensibles y complejos de la historia. Los Early Takes de sus temas salieron casi al mismo tiempo y son  hermosos. Se los súper recomiendo.

  • La Sociedad Lennon/McCartney y Michael Jackson como traidor

Desde chica me gusta jugar a adivinar o darme cuenta de qué Beatle es cada canción. Reconocer el grano de la voz de cada uno, cómo pasan de un registro más dulce y suave a otro bien roto y rockero en el caso de Paul y John. Los timbres de George y Ringo son más inconfundibles. Y más allá de los sonidos de esas voces, es clave también el tema compositivo, porque Lennon y McCartney se asociaron muy tempranamente y decidieron firmar los temas de uno y otro como si fueran de los dos. Esto tenía sentido sobre todo en los primeros discos, porque pasaban mucho tiempo juntos y componían a la par. Pero se empieza a enrarecer en los últimos, cuando es más fácil de distinguir qué tema le pertenece a cada uno o incluso cómo una parte de una canción es muy Paul y la otra muy John (“A Day in a Life”, por caso). 

Poco tiempo después de la muerte de John, y con una maniobra un poco turbia porque supuestamente eran “amigos” (grabaron un tema juntos), Michael Jackson compró por 47 millones de dólares las composiciones de Lennon/McCartney sin avisar y Paul tuvo que lidiar durante años con el hecho de que sus propias canciones no le pertenecieran. Es una historia larga, llena de chanchullos, traiciones y especulación sobre los derechos patrimoniales y morales de las canciones que excede a este humilde newsletter, pero que vale traer a colación por si les interesa seguir tirando del Hilo. 

  • Lennon por Jonas Mekas

Cuando Lennon se mudó a Nueva York con Yoko en 1971, enseguida trabó relación con el lituano Jonas Mekas, que para entonces era un cineasta experimental que circulaba en el under y conocía a muchos artistas. Se hicieron amigos, sus sensibilidades fueron afines. Tanto que Mekas llegó a filmar un cumpleaños de John y lo editó en 1995. Happy Birthday to John es un corto de 24 minutos (que está en MUBI) en el que vemos una ronda de amigotes sentados en el suelo, zapando hasta altas horas, medio borrachos. El momento de soplar las velitas está registrado también, con Yoko a cargo de una torta con una guitarra gigante. Ya sé que siempre hablo de Mekas pero bueno… Este corto es entrañable y amoroso.

  • ¿Qué decir de Yoko? 

Es tan impune que no puedo ni amarla ni odiarla del todo. Tampoco entenderla demasiado, menos interpretarla. No hablaré de ella como artista conceptual ni de sus incursiones musicales. Pero qué fuerte verla ahí en Get Back tan pegoteada a John. Sobre este tema puntual, les dejo un artículo de Amanda Hess que salió esta semana en el New York Times y, como curiosidad, esta entrevista en Buenos Aires con Petinatto para Duro de acostar, allá por 1998. 

  • Ucronías

Para ir terminando, hablemos de las ucronías beatle. Me refiero a esas obras literarias o cinematográficas que suponen algún tipo de realidad alternativa y ficticia que los tiene como protagonistas por presencia o ausencia. Por ejemplo la novela del fanático Juan Alberto Badía llamada El día que Lennon vino a la Argentina, publicada en 1990 por la editorial Sudamericana, que no pude conseguir online pero sí está en Mercado Libre. O la comedia de Cohn y Duprat, Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo en el que un personaje entra en un bucle temporal y hace pasar como suya una canción que era de los Beatles. Pero quizás la más lograda como ucronía sea Yesterday, de Danny Boyle (el director de Trainspotting en una faceta súper light). Estrenada en 2019 y disponible online acá, la película cuenta la historia de un cantautor mediocre que por un fenómeno medio mágico se convierte de la noche a la mañana en la única persona del mundo que recuerda a los Beatles. Así que hace pasar como propias todas las canciones y se hace famosísimo. El film es también una historia de amor y cuenta con la actuación del músico británico Ed Sheeran haciendo de sí mismo. Es medio tonta y medio tierna, ideal para ver un domingo nublado o un día en que no se quiera pensar mucho. Y parece que contó con el visto bueno de los dos Beatles que siguen vivos.

Ahora sí, me despido hasta dentro de 15 días.

Espero que este Hilo no te haya empalagado. Y que ahora quieras escuchar a los Beatles todo el día, sin parar. Si elegís bien el disco, vas a ver que son ideales para cualquier ocasión.

Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

Malena

PD.: Si te gusta lo que hacemos, acordate que siempre podés colaborar con Cenital.

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.