Fútbol evangélico

La Argentina de Messi enfrenta hoy en San Pablo a Brasil, la selección más religiosa del fútbol mundial.

“100% Jesús”, inscribió alguna vez Neymar en su vincha en plena celebración. Gabigol, su socio de ataque en el Brasil que juega hoy contra Argentina, también es evangélico. Su pastor fue Ricardo Olivera, su viejo compañero goleador cuando ambos jugaban en Santos. Otro de los delanteros habituales de la selección de Brasil, Roberto Firmino, se consagró evangélico hace dos meses en la Iglesia Manah, en Maceio, Alagoas. Ya había sido bautizado el año pasado en Inglaterra. Presenció aquella ceremonia el arquero Allison Becker, su compañero de equipo en Liverpool y en la selección. Allison había mostrado su fe evangélica cuando ganó la Champions en 2019 y celebró con una camiseta que tenía una cruz y un corazón enormes. Esa misma tarde Firmino festejó con otra camiseta que decía: “A Dios toda honra y toda gloria”.

Allison y Firmino no estarán hoy contra Argentina porque Liverpool, como sucedió con otros clubes ingleses, les prohibió viajar para la Eliminatoria sudamericana. Poco importa. El Brasil de Tite, DT católico y de misa cotidiana, gana y gana. Lidera la clasificación al Mundial de Qatar con siete triunfos en siete partidos. Además de Neymar, tiene a muchos otros jugadores que son grandes figuras en los equipos más importantes del mundo. Principal exportador de futbolistas (Argentina está segunda), Brasil regala además jugadores a otras selecciones potencias. Jorginho, naturalizado, fue el mejor jugador de la última Eurocopa ganada por Italia. Thiago juega para España. En la selección de Tite aparece un suplente y hace goles. Sucedió el jueves pasado en el triunfo 1-0 contra Chile. El gol lo anotó Everton Ribeiro. Terminado el partido, Everton celebró arrodillado con los brazos y la vista al cielo. El también es evangélico.

“PERTENEZCO A JESUS”

Brasil es la selección más religiosa en el alto nivel del fútbol mundial. En la Copa de 2014, que se jugó justamente en Brasil, los jugadores entraban a la cancha tomados de la mano. Sus líderes se desplomaban en rezo. Lo hicieron cuando ganaron por penales contra Chile y también después de perder 7-1 contra Alemania. Se desplomaron el entonces capitán Thiago Silva y su compañero de zaga David Luiz, ambos también evangélicos. Al año siguiente, David Luiz y otros jugadores invitaron al pastor Guilherme Batista para que celebrara un oficio religioso en plena concentración de la selección en un hotel de Boston, antes de un amistoso con Estados Unidos. La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) prohibió desde entonces cualquier tipo de culto religioso en el lugar de preparación de la selección. Una medida similar había tomado la FIFA después de que la selección de Brasil celebró con rezo colectivo dentro del campo la conquista de la Copa de Confederaciones de 2009 en Sudáfrica. Los jugadores formaron círculo arrodillados y con inscripciones en sus camisetas que decían “Amo a Dios” o “Pertenezco a Jesús”. La última conquista de la selección brasileña fue el oro de los Juegos Olímpicos de Tokio. La figura del equipo, el veterano Dani Alves, también es evangélico.

Datafolha estimó que por lo menos un tercio de los futbolistas brasileños son evangélicos, casi el doble que los católicos. En 1970 representaban al 5 por ciento de los brasileños, en 2010 al 22 por ciento y hoy, uno de cada tres brasileños, es evangélico. En 2032, dicen informes, Brasil será un país con mayoría evangélica. En el fútbol, la movida de los llamados “Atletas de Cristo” comenzó en los ’80. Ya a fines de los ’90 la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), del millonario obispo Eder Macedo, amigo de Bolsonaro, había comprado un equipo en Río de Janeiro. En 2018 nació el Canaan Esporte Club, con un similar proyecto religioso-deportivo. Si es cierto que la teleserie de Netflix El Reino se inspiró en el Brasil de Bolsonaro, a nadie debería sorprender si en la segunda parte que se avecina el pastor Emilio Vázquez Pena (interpretado por Diego Peretti) se hace presidente de un equipo de fútbol. El proyecto evangélico aterrizó en los clubes más grandes y terminó llegando a la selección. Jesús aparece hoy en camisetas, vinchas y en entrevistas de los jugadores. “El hijo del Creador sale al campo todos los días, cada hora”, escribió Aydano Andre Motta. El periodista de O Globo añadió que “en la élite del fútbol brasileño” los evangélicos, la mayoría neopentecostales, “parece una religión única, que llega a las divisiones de base de los clubes e influye en la formación de los jugadores”. Elías Aredes, que aclara su propia fé evangélica, dice que jugadores de otros tiempos y de espíritu crítico como Sócrates, Afonsinho y Paulo César Cajú, “sufrirían” hoy con compañeros a los que describe de “comportamiento pasivo, cómodos para los entrenadores”.

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El jugador del club alemán Bayer Leverkusen, Paulinho, de 20 años, flamante campeón olímpico con Brasil, fue nota durante los Juegos cuando dedicó un gol ante Alemania al Candomblé y reivindicó las religiones de origen africano de su familia. Unos meses antes, en el sitio de Player’s Tribune, en el que numerosos deportistas cuentan historias personales, Paulinho había cuestionado duro al presidente Jair Bolsonaro. Su “desprecio por la salud”. Y por “quienes necesitan seguridad, amparo, vacunas”. En las redes lo maltrataron. “En nuestra sociedad estructuralmente racista, el fundamentalismo religioso está creciendo, con la agresión y represión de las religiones africanas”, avisó el pastor bautista Henrique Vieira.

LA MARCHA PROBOLSONARO DEL MARTES

Hoy juegan Argentina-Brasil y la pelota domina todo. Pero apenas dos días después del clásico, 7 de setiembre, Día de la Independencia de Brasil, el país será escenario de una multitudinaria demostración de los seguidores de Bolsonaro. El presidente, coinciden los analistas, sabe ya que el retorno de Lula está marcándole derrota en su deseo de reelección y por eso está preparando un autogolpe para desoír frenos judiciales y pasar a gobernar de modo más autoritario. Amplios informes muestran de qué modo sectores del agro, productores de soja, financian la marcha, que cuenta además con un fuerte apoyo de los militares y de conocidos pastores tele-evangélicos. Todos apuntan en videos contra miembros de la Corte Suprema, alertan que “hay que recuperar la libertad” y que Brasil está “al borde de una guerra civil”. Y anuncian que saldrán a las calles dos millones de brasileños, que tendrán trasporte y comida asegurada y protección para instalar carpas frente a la sede gubernamental en Brasilia. “Vamos a honrar nuestra bandera antes de que se ponga roja”, escribió el empresario de trasporte Emilio Dalcoquio.

En crisis económica agravada por la pandemia y en medio de un caos organizativo que privilegia reclamos políticos y mantiene demasiados clubes en Primera, el fútbol argentino se quedó sin equipos en semifinales de la Libertadores por primera vez desde 2010. Siete de los últimos ocho duelos directos regionles entre equipos de uno y otro país fueron ganados por equipos de Brasil. Boca y River fueron eliminados sucesivamente por Atlético Mineiro, un club que representa los nuevos tiempos del fútbol de Brasil, con fuerte apoyo privado que permite comprar a nuestro mejor jugador (Nacho Fernández) y también a goleadores que hasta poco atrás brillaban en Europa (Diego Costa y Hulk). El Lado B poco difundido del crecimiento omite que el Mineiro es el club más endeudado del fútbol de Brasil y que Cruzeiro, el otro grande de Belo Horizonte, sufre desde hace un tiempo peleando por salir de la Segunda división. ¿Podrá Brasil trasladar esa superioridad de los clubes hoy a la selección? ¿O podrá Argentina repetir ese bloque sólido que le permitió ganar a Brasil en la final de Copa América en el Maracaná? Como sea, las crónicas de hoy privilegiarán a Messi y a Neymar. Porque, que se sepa, Jesús por ahora no hace goles.

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Soy periodista desde 1978. Año de Mundial en dictadura y formidable para entender que el deporte lo tenía todo: juego, política, negocio, pueblo, pasión, épica, drama, héroes y villanos. Escribí columnas por todos lados. De Página 12 a La Nación y del New York Times a Playboy. Trabajé en radios, TV, escribí libros, recibí algunos premios y cubrí nueve Mundiales. Pero mi mejor currículum es el recibo de sueldo. Mal o bien, cobré siempre por informar.