En la conciencia de millones tardará en volverse tolerable

El correo de hoy te va a llevar poquito tiempo. Sacarnos esta tristeza nos va a llevar toda la vida.

El correo de hoy te va a llevar poquito tiempo. Sacarnos esta tristeza nos va a llevar toda la vida. 

El 25 de noviembre de 2020 murió Diego Armando Maradona. El gobierno decretó tres días de duelo nacional (aquí el decreto). El velorio es en Casa Rosada desde las 6 AM. El estadio San Paolo de Nápoles pasará a llamarse Diego Armando Maradona.

Algunas cositas para dejar de fondo mientras hacemos como que la vida sigue igual. 

Acá podés ver Argentina-Inglaterra completo en HD y con relato de Víctor Hugo Morales. Brasil-Argentina también está para volver a ver entero. Ese programa increíble que era De Zurda cuando Argentina pasó a la final con Alemania en Brasil 2014. 

Su entrevista a sí mismo en La noche del diez. O podés ver su discurso en el partido de despedida, que quedó en la memoria por “la pelota no se mancha” pero todo lo anterior es fantástico. Pero si ya te lloraste todo y te querés reír un rato: el Mar de Fondo con Ortega y el Turco García. 

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Podés leer este texto de la escritora Carolina Trujillo de agosto de 2019 por el estreno de uno de los cientos de documentales. Y esto que escribió ayer Gabriela Cabezón Cámara es de las cosas más lindas que leí: “Eras un lujo, Diego, y un zarpe”. 

El partido, de Andrés Burgo, es un lindo libro para empezar hoy. O el documental de Kusturica, con esas imágenes en el tren del Alba yendo a la contracumbre de Mar del Plata contra el ALCA. La defensa de Dolina a Maradona. Una galería de fotos sobre el culto a Maradona. Gary Lineker sobre Maradona. Y este texto de Valdano (que tenés que leer viendo esto de fondo): 

“Cuando entrenaba, y solo para dar un ejemplo, la tiraba hasta el cielo con un efecto que solo él entendía y, mientras la pelota viajaba, Diego hacía ejercicios como si no se acordara de lo que había dejado colgado en el aire. Pero cuando la pelota, ya cayendo, llegaba a su altura, volvía a mirarla haciéndose el sorprendido, para devolvérsela al cielo con otro efecto y olvidarse de ella otro ratito. Sabía exactamente el momento y el lugar del reencuentro. Lo demás corría a cuenta de su precisión milimétrica. Su infinito repertorio acomplejaba”.

Nos encontramos mañana.

Tomás

Soy politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la agencia de comunicación Monteagudo. Soy co editor del sitio Artepolítica. Nací en Olavarría, una metrópoli del centro de la provincia de Buenos Aires. Vi muchas veces Gladiador.