El guerrero

Maradona siempre vuelve. Adorado y odiado. Del Olimpo a Fiorito. De México 86 a luchar por no descender.

«La Argentina posible que nos enseña un equipo», dice TN. El panel coincide que los políticos deben aprender de la selección que lidera Luis Scola. «El básquet como un modelo: esfuerzo, consenso, acuerdos, solidaridad, y al final, superación», añade Telenoche. Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos, tuitea sobre el básquet como «buen ejemplo donde mirarnos como país» y añade que «sí se puede y vamos a hacerlo». Más austero, Mauricio Macri felicita a la selección que brilla en el Mundial de China por la victoria «impresionante». Los seguidores del Presidente le responden en las redes que «sí se puede» y que el básquet es el «espejo». En la misma línea, el productor televisivo Adrián Suar se pregunta «¿podrá la política imitar el ejemplo del básquet?» en su columna en Clarín. Lo dice también Alfredo Leuco. El conductor de TN contrapone además la figura de Diego Maradona, que debuta este domingo contra Racing como nuevo DT de Gimnasia y Esgrima La Plata. Maradona, dice Leuco, es en cambio, «la síntesis de lo que no debemos ser ni como personas ni como ciudadanos». Y, jugando con el deporte pero ya mirando a las elecciones del 27 de octubre, Leuco afirma que «hoy más que nunca, Argentina tiene entonces «dos caminos…el descontrol o la racionalidad, el populismo o la república».

El Mundial de Sudáfrica fue el punto más alto del Maradona-DT. Diego era la gran atracción en una primera fase aburrida de la Copa. Sus conferencias de prensa y el rendimiento inicial de la selección cosechaban elogios. Diego, entonces, era tema inevitable esa noche de junio de 2010 en una larga sobremesa en un restaurante de Johannesburgo con periodistas extranjeros. A uno de ellos, figura de grandísimo renombre internacional, le molestaba sin embargo Maradona. Y le molestaba el gobierno de los Kirchner. Le molestaba esa Argentina. En un momento de la discusión, el colega, que había vivido en ambos países, comparó Argentina con Sudáfrica. Elogió la salida sudafricana tras medio siglo de apartheid, conducida por Nelson Mandela. Citó como «modelo» su vuelta a la democracia, que permitió a miles de ciudadanos denunciar por fin el horror, la matanza de familiares, amigos o vecinos, aunque sin tribunales que investigaran y condenaran a los responsables. Por eso, le observé al colega, la salida sudafricana era justamente eso, una salida sudafricana, pero no un «modelo» que sirviera para otros países. Le dije, con orgullo, que Argentina, con sus idas y vueltas, había impulsado una política de derechos humanos que permitió juicios y condenas masivas a los dictadores. Enojado, y volviendo al punto inicial de la charla, el colega me dijo entonces que, en rigor, no podía esperarse mucho de un país que tenía «como ídolo a Maradona».

Puede entenderse que Maradona fastidie aún hoy al colega de renombre. Y a muchos otros también. Ostentoso y arrogante. Bocón y contradictorio. Víctima pero también victimario. Ya sin hazañas ni milagros en las canchas, Diego sumó estos años el deterioro de un organismo muchas veces maltratado. Y chavismo. Y cristinismo. Circuló también en estos días un debate feminista sobre Maradona en las redes. Hay que leer a Bárbara Pistoia en la web de Polvo. Su nota sobre el amor, el perdón y el deseo. Sobre el moralismo que prohíbe amarlo. «Nuestro pecado infantil» de «querer que Diego dure para siempre, porque Diego es la voz de todos» y también el que «se desarma y llora frente a la adoración popular. Porque él también adora». Los que omiten al fútbol como factor de poder, los «pseudo intelectuales» que lo menosprecian porque el fútbol «compone un lenguaje universal». Y los «propios periodistas deportivos» que alimentan «rivalidades ridículas e insólitas como un versus entre Maradona y Ginóbili». Desprecio a lo popular y derrape de moralina, dice Pistoia, que afirma que «los pueblos del mundo» aman a Maradona «y él ama a los pueblos del mundo». Una vez le pregunté a un periodista indio por qué hubo protestas populares en ciudades indias cuando Diego fue expulsado del Mundial 94 por doping. «Porque fue nuestro primer héroe en televisión a colores», me respondió.

¿Vieron las diez horas ininterrumpidas sobre Maradona que trasmitió el miércoles TyC Sports? Vean, que ya está cerca de llegar a la Argentina, la película «Diego Maradona» que estrenará este lunes justamente en Nápoles Asif Kapadia, el mismo director británico que documentó las vidas de Ayrton Senna y Amy Winehouse. Los trabajos de Kapadia y de TyC Sports muestran que, si bien entendible, como leí en algunos textos, es imposible separar al Diego de Villa Fiorito del Maradona objeto de la industria pornográfica. Fernando Signorini, su preparador físico histórico, le cuenta a Kapadia que una vez le dijo al 10 que «con Diego voy hasta el fin del mundo, pero con Maradona no doy ni un paso». Y que el 10 le respondió: «Sí, pero si no fuera por Maradona todavía estaría en Fiorito». En rigor, Maradona volvió muchas veces a Fiorito. Nápoles, lo entendió bien Kapadia, fue Fiorito. «La provincia más norteña del Africa», como dice el personaje de Vittorio Gasman en «Perfume de mujer». En el medio, es cierto, están el tapado, la cocaína, la Ferrari, Menem, los escándalos y el exilio cotizado en petrodólares de Dubai. Ahora, a su modo, Gimnasia, que está al borde del descenso es el nuevo Fiorito. Excepto Boca (aunque Boca también es pueblo) y su paso fugaz y hasta incómodo por Barcelona, el Maradona crack jamás jugó en equipos de élite. Menos lo iba a hacer el Maradona DT. Gimnasia ratifica la respuesta que dio el intocable Gianni Agnelli cuando una vez le preguntaron en Italia por qué la poderosa Juventus no contrató nunca a Maradona: «Porque no somos tan ricos para tenerlo, ni tan pobres para necesitarlo».

Los dineros del nuevo rico no tienen el mismo blindaje. Es más fácil sospechar sobre de dónde salió el dinero del Napoli, Dorados de Sinaloa o Christian Bragarnik, el poderoso representante de técnicos y jugadores local, un poder paralelo en el fútbol argentino, y que acercó a Maradona a México y al Bosque. Primero a luchar por el ascenso (frustrado) de Dorados a Primera. Y ahora a la misión casi imposible de evitar el descenso de Gimnasia a la B. «Si no hay una pelea, él comenzará una», dijo meses atrás Kapadia sobre Maradona. En su primera película, en 2000, Kapadia indagó sobre el dolor de Lafcadia, «El Guerrero», un sicario que recauda para el señor feudal a los pies del Himalaya, en la India, tierra de origen del cineasta, nacido él en Inglaterra. Lafcadia decapita ancianos que no pagan el diezmo, hasta que un día encuentra a una niña y jura que jamás volverá a usar la espada, aún cuando el señor feudal, su viejo patrón, comienza a buscar su cabeza. Antes de Maradona, Kapadia se valió de la letra de sus propias canciones para emocionarnos con el camino alcohólico y autodestructivo de Amy Winehouse. «No, no, no», avisaba Amy en «Rehab» (Rehabilitación). Diego murió en las redes y en algunas placas de Crónica TV. Por sobredosis en Punta del Este. O en un estadio ruso en pleno Mundial de 2018. Pero desde La Plata, aún cascoteado, avisa otra vez que sigue vivo.

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Cuenta Daniel Arcucci, apreciado colega, biógrafo de Diego, que Maradona desairó la primera de las entrevistas pactadas por contrato con Kapadia, cuando ya estaba todo el equipo de técnicos, iluminadores, sonidistas y demás asistentes en la casa de Palm of Jumierah, en Dubai. El segundo gran contratiempo, con la peli ya terminada y presentada en Cannes, surgió cuando Diego dijo que él no iría a verla y pidió a sus seguidores que tampoco la vieran. Estaba furioso porque al título principal, «Diego Maradona», se le agregaron las palabras «Rebel» (Rebelde), «Hero» (Héroe), «Hustler» (Estafador en la traducción al español) y «God» (Dios). «En el título -protestó Diego- dice que soy un estafador. Yo no le robé la plata a nadie maestro. La hice toda trabajando». Arcucci recordó una vieja película de Paul Newman llamada «The Hustler». Newman engañaba que no era bueno en los «snooker halls» (locales de billar) y, cuando entonces aparecían las apuestas, jugaba de verdad y así llegaba a fin de mes. Arcucci nos dice que también Kapadia, de origen humilde, fue a su modo un «hustler». Los admiradores de Diego escriben D10S. Eduardo Galeano dijo alguna vez que Maradona-Dios, sí, pero «Dios sucio», es decir, «el más humano de los Dioses». De Fiorito al Olimpo y del Olimpo a Fiorito. La vida misma.

 

Soy periodista desde 1978. Año de Mundial en dictadura y formidable para entender que el deporte lo tenía todo: juego, política, negocio, pueblo, pasión, épica, drama, héroes y villanos. Escribí columnas por todos lados. De Página 12 a La Nación y del New York Times a Playboy. Trabajé en radios, TV, escribí libros, recibí algunos premios y cubrí nueve Mundiales. Pero mi mejor currículum es el recibo de sueldo. Mal o bien, cobré siempre por informar.