El final

Biden toma ventaja en el último tramo, pero la carrera sigue abierta. Trump la quiere definir por escritorio.

¡Buen día!

Sé que va a sonar mal, porque confieso que he abusado mucho, pero tenemos que dejar de hacer chistes con el 2020 al menos por varios años. Ya no quiero escuchar más referencias a Years and Years, y me harté de los memes de todo prendiéndose fuego. Ya sé: yo mismo los aproveché, los exploté todo lo que pude y hasta les debo varios inicios. Pero bien podríamos decir basta. Quizás es porque es el último correo,  o es que estoy sin dormir, no lo sé. Pero basta. Ahora miro hacia atrás, pienso en todo lo que pasó desde que empezamos a escribirnos y siento –seguro me equivoque– que quizás esto merecía terminar así. O, mejor dicho, que no podía terminar de otra manera. 

Empiezo a escribir desde la madrugada. Es jueves. Tengo un vaso de cerveza y en CNN se debate qué va a pasar con Arizona. Sea como sea, se los nota más felices que en 2016. Y tienen con qué: Joe Biden está a pasos de conseguir los 270 votos electorales y convertirse en presidente. La noche ha tenido sus giros. Empezó mejor para Trump, de repente el olor se volvió conocido; pero después Biden remontó, y ahora está cerca, aunque en las últimas horas el optimismo se estrechó un poco. Las encuestas, otra vez, fracasaron. Algunas cosas cambian, otras no. 

Esto es lo que sabemos

  • Con la mayoría de los estados repartidos, Joe Biden tiene una ventaja de 253 votos electorales sobre 214 de Trump. De acuerdo a Fox News y AP, que proyectan una victoria demócrata en Arizona, Biden llega a 264 votos, pero no parece seguro que el estado esté definido. Además de este último, Nevada (con tendencias favorables a Biden), Pensilvania (que ídem, si bien en el escrutinio sigue abajo), Georgia (que está abierto) y Carolina del Norte (que se inclina a Trump) todavía no han sido proyectados. 
  • El Presidente, que se ha declarado ganador en la mañana del miércoles y ha alertado sobre un fraude, por ahora sin evidencias, pidió por un recuento en Wisconsin (Biden ganó por más de 20.000 votos) y presentó demandas para detener e impugnar el conteo en Michigan, Pensilvania y Georgia, que se suman a otras que ya estaban abiertas en Nevada y Pensilvania. Simpatizantes del Presidente han desembarcado en algunos centros de votación a pedir por la detención del escrutinio. Más demandas y amenazas podrían llegar en las próximas horas. 
  • Si bien la batalla judicial está abierta, la ventaja que lleva Biden en los estados que podrían darle la mayoría en el colegio electoral se sostendría aún si se excluyen los votos que llegaron después del martes, uno de los focos de las demandas de Trump. Algunos republicanos han salido a desmarcarse del Presidente y piden que todos los votos se cuenten. 
  • Según estimaciones del sitio Elections Project, la participación electoral superó el 66%, el porcentaje más alto en un siglo. 
  • Según ciertas proyecciones, los Demócratas se encaminan a mantener el control de la Cámara de Representantes, aunque estarían perdiendo bancas; los Republicanos mantendrían el control del Senado. 
  • Las encuestas, otra vez, volvieron a fallar. No solo Trump estaba mejor posicionado que lo pronosticado en Florida, Texas y Carolina del Norte sino que en Michigan y Wisconsin, donde Biden tenía 8 puntos de ventaja en promedio, y en Pensilvania, donde tenía 5, la elección estuvo mucho más pareja. 

Esto es lo que no sabemos

  • ¿Quién ganó la elección? Cuando tengamos resultados de Pensilvania (20 votos electorales)  o Nevada (6) y Arizona (11) recién lo vamos a saber. Georgia (16) y Carolina del Norte (15) tampoco tienen ganador. 
  • ¿Por cuánto? Tanto a nivel nacional como en los estados clave, no sabemos –lógicamente– cuál va a ser la distancia entre ambos candidatos. Esto puede ser importante para despejar narrativas de fraude y dimensionar la amenaza de los recuentos.
  • ¿Cuándo van a ser anunciados? Entre hoy y mañana podemos tener resultados de Pensilvania, que podrían definir la elección, y Arizona también podría confirmarse. Georgia y Nevada bien podrían anunciarse entre hoy o mañana o tardar más, como será el caso de Carolina del Norte. Para todos, el punto que viene puede tener importancia.
  • ¿Cúal va a ser el rol de la justicia? Con Trump presentando demandas para impugnar la votación en varios estados, no sabemos qué va a pasar con estas disputas, cúal va a ser el rol de los tribunales ni eventualmente el de la Corte Suprema, si es que va a tener uno. De confirmarse la victoria de Biden, el margen en cada uno de los estados va a ser tan importante como la distancia en el colegio electoral. 
  • ¿Va a haber escenas de violencia? Si bien ya se registraron protestas y disturbios en varias ciudades del país, no sabemos hasta dónde puede llegar la tensión, y si puede haber un estallido. El año que pasó, la polarización que vive el país y el contexto de esta elección hacen de este escenario una posibilidad.
  • ¿Cúal va a ser la composición del Congreso? Todavía quedan varias bancas por anunciar, y en algunos casos puede haber una segunda vuelta entre dos candidatos a ocupar un escaño. Tenemos proyecciones acerca de qué partido va a controlar cada cámara, pero no sabemos por cuánto, y si estas se van a confirmar. 

Apuntes

Algunas ideas apuradas, a la espera de más datos y con pocas horas de sueño.

Donald Trump hizo una gran elección. No hubo ola azul ni por asomo, aunque Biden podría ganar el colegio electoral con ligera holgura. 

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Leo a Ernesto Calvo: después de cuatro años de Trump, las preferencias de los votantes se han mantenido estables. El mapa electoral no ha registrado muchos cambios; por ahora han sido pocos estados los que han cambiado de color (Wisconsin y Michigan, si seguimos esperando por Arizona) y son apenas algunas piezas, en determinados territorios, las que se han movido. Por lo demás, el equilibrio sigue igual. Y es aún más impactante: Trump ha sumado más de 6 millones de votos en relación a 2016. El tipo que una vez dijo que podía empezar a dispararle a la gente en la quinta avenida y aun así no perder votantes despedazó su libreto económico en pocos meses, llevó al país a la peor crisis sanitaria en un siglo –con un saldo superior a las 230.000 muertes–, profundizó y explotó tensiones raciales de manera alevosa y aún así logró expandir su base de votantes y realizar una elección competitiva. Me suena a que hay algo más que polarización. 

Recuerdo que en el correo a propósito del estallido social de mayo te dije que una de las cuatro cosas a seguir pensando en la elección era cuán grande iba a ser la llamada «mayoría silenciosa». A juzgar por los datos de participación y el aumento de votos a Trump, esta pudo haber sido importante. El Presidente ensanchó su base incorporando a nuevos votantes, que no participaron en 2016. ¿Por qué ahora sí?

Hablo por teléfono con Juan Negri, profesor de Ciencia Política en la Universidad Di Tella y San Martín. “Hay que ponerle signos de interrogación al axioma de la política estadounidense que dice que un boom de participación beneficia a los demócratas”, me dice. Y agrega un clivaje piola. El aumento de participación, que benefició a su manera a ambos candidatos, tuvo dos cronologías distintas: demócratas por correo y de manera anticipada; republicanos de manera presencial. ¿Estos nuevos patrones de participación llegaron para quedarse?

Si Biden gana, de todas maneras, difícilmente su victoria se explique sin hacer hincapié en el aumento de la participación, especialmente de afroestadounidenses y jóvenes, y en el midwest, el punto de quiebre. 

Hablo por teléfono con María Victoria Murillo, profesora de la Universidad de Columbia. Se pregunta: ¿Quiénes son esos nuevos votantes? ¿Dónde están? ¿Cuáles son sus intereses?

Según las boca de urna que andan circulando, el argumento de Trump acerca de la importancia de la economía, su perfomance previa a este año y la confianza en su futuro administrador tuvo más lugar que el esperado. ¿Qué rol terminó jugando la pandemia en la elección?

Todavía no encuentro conclusiones que me convenzan acerca de los perfiles demográficos, si bien parece haber cierto consenso de que así como Biden mejoró la performance del partido Demócrata en el electorado blanco, Trump mejoró la suya en el latino, para poner un caso.  

Recuerdo una nota de Elena Reina sobre los mitos del voto latino y se me viene el primero a la cabeza: no son un bloque. Leo un tweet hace unas horas: “Va siendo hora de dejar de hablar del ‘voto latino’ y de empezar a profundizar en su heterogeneidad. Hay descendientes latinos de varias generaciones, sectores más vulnerados, sectores que votan pensando en su país de origen y también elites que defienden su status quo”. 

Dicho esto, habría que mirar en qué segmentos del voto latino penetró Trump o se quedó corto Biden. En Florida, por ejemplo, las comunidades cubanas y anticastristas fueron un punto de quiebre. “La política exterior hacia América Latina fue destinada a ganar Florida. Y lo lograron”, dice Murillo. Además de lo que pasó en Texas, sería útil analizar Arizona, quizás el único estado pendular donde las encuestas se acercaron, si se confirma la victoria de Biden. 

Sobre demografías, veo esta boca de urna que dice que a Trump le fue mejor que en 2016 con todos los segmentos (latinos, mujeres, afroestadounidenses, etc) a excepción del electorado blanco, donde retrocedió:

Y aunque deberíamos esperar otros datos más robustos, creo que hay algo ahí. 

Leo un interrogante: ¿Las encuestas se rompieron para siempre o solo no sirven cuando Trump está en la boleta?

El Times dice que no hay consenso sobre por qué fallaron y es importante advertir que no en todos lados fracasaron igual. El margen de error en Florida o Texas fue menor al de Wisconsin y Michigan, los estados donde Biden medía en el mismo nivel que su promedio nacional de 8 puntos, que tampoco se mantuvo. De todas formas, no se puede hacer un análisis de por qué fallaron las encuestas sin tener los resultados completos. No sabemos cuál va a ser la distancia en Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Arizona y Nevada. 

Biden recibió más votos que Obama en 2008, y con otro sistema electoral el escenario no hubiese parecido tan reñido, aunque tampoco una paliza. El ex vicepresidente vendió desde un comienzo que su candidatura funcionaba para recuperar el midwest, volver a pintar el muro de azul. Lo hizo en Wisconsin y Michigan, y está cerca de lograrlo en Pensilvania. Si Biden logra ganar la elección la tarea va a estar cumplida. Me cuesta ver, por falta de elementos (quizás en estos días los conseguimos), un escenario donde una candidatura más hacia la izquierda hubiese logrado un triunfo más holgado, con control del Senado inclusive. Dicho esto, un contrafáctico que a estos efectos cobra relevancia: con estos números, Trump hubiese tenido muchas más chances de reelegir sin la pandemia.

El trumpismo, como llamamos a la fuerza social y cultural que antecede y excede a Trump, que predomina en zonas rurales y no dejaría de votar por él por nada en el mundo, no iba a desaparecer ni siquiera ante una paliza de Biden. Pero estos resultados sin duda le dan más vitalidad que la que se le auguraba. Y confirma, como reconocen desde el propio Axios, que ni los medios ni Twitter entienden a Estados Unidos. Si ni ellos se entienden a sí mismos, nuestro esfuerzo debe ser aún más grande. Sin embargo, todo el mundo parece reconocer la fractura social de la primera potencia global y los serios problemas domésticos que esta enfrenta a futuro. El mundo está mirando. 

Las próximas horas y días serán cruciales. Biden está cerca de llevarse la elección, pero seguramente deberá atravesar una tormenta judicial, social y política para hacerse con el poder. No parece una tarea fácil. 

LO IMPORTANTE

Van algunos que me gustaron mucho. 

ADIÓS

Como ya sabés, este es el último #MundoPropio que vas a recibir. No quiero hacerlo solemne. Solo te quiero agradecer por haber estado del otro lado. Escribir este newsletter fue una hermosa aventura en la que aprendí y disfruté muchísimo, aunque debo confesarte que fueron varias las semanas en las que me hubiese gustado escribirte de otra cosa (la coyuntura global ciertamente no ayudó mucho que digamos). Espero que a vos te haya dejado algo también. 

Estoy muy orgulloso y satisfecho del ida y vuelta que logramos tejer acá, en un tema que a veces parece tan ajeno y lejano como lo es la política internacional. Veo este ejercicio semanal como la prueba de que informarse sobre el mundo no tiene por qué ser aburrido, y que podemos divertirnos sin perder profundidad. O que la seriedad y la solemnidad son dos cosas bien distintas. 

Quiero agradecerle a cuatro personas responsables de estas entregas. A Iván, que confió en este newsletter y jamás pidió tocar una coma, aun cuando no estaba de acuerdo con lo que escribía. A Martín Schapiro, fuente inagotable de consulta de contenido y un hombre con mucha paciencia. Por último, a Valentín Muro y Axel Marazzi, que leyeron todas las entregas (me han salvado de varios escandalones) y con quienes construimos el proyecto newslettero de Cenital. 

Para mí esto siempre fue una excusa para escribirte y hacerte compañía una vez por semana. Voy a extrañar los jueves. 

Un abrazo,

Juan

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Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.