El fin de la tregua

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. No te confíes con el número de infectados que esto recién empieza. Cumplamos la cuarentena mientras podamos y entreguémonos al Dios Ciencia para que llegue un tratamiento farmacológico antes del invierno. Spoiler: no pasará. Hoy se cumplen 11 años […]

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. No te confíes con el número de infectados que esto recién empieza. Cumplamos la cuarentena mientras podamos y entreguémonos al Dios Ciencia para que llegue un tratamiento farmacológico antes del invierno. Spoiler: no pasará. Hoy se cumplen 11 años de la muerte del presidente Raúl Alfonsín.
 

Hagan algo

“Perdimos la agenda”. La conclusión de un integrante clave de la coalición del Frente de Todos luego de los cacerolazos que se escucharon anoche en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires colisionaba contra lo que Alberto Fernández le transmitía a sus colaboradores cercanos: “Un General de la Nación gana 110 mil pesos, ¿a ellos quieren que les recortemos el salario? Si vamos a hacer eso también pidámosle un esfuerzo patriótico a los que blanquearon y que donen el 10% de esa plata. Pero hacer eso sería volver a la guerra y yo no quiero volver a la guerra”.

El enojo del Presidente se remonta al sábado a la noche cuando trascendió por los medios que Techint Ingeniería y Construcción había despedido 1450 trabajadores de obras con el sector privado. “En esta instancia el acero es un bien estratégico, que no se pase de vivo, yo no soy Macri”, llegó a decir en privado el jefe de Estado en referencia a Paolo Rocca. Según pudo saber #OffTheRecord, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, se comunicó en ese momento con Daniel Novegil. “Aún no se oficializó nada, sentémonos a conversar”, fue la respuesta del Vice Chairman de Ternium. Fernández interpretó esa actitud como un apriete para que levante la cuarentena; por eso aprovechó las declaraciones del papa Francisco para mandarle un mensaje al dueño de Techint en un tuit durante la mañana del domingo –en el que calificó de “miserables” a los que despiden– y en el anuncio de la noche cuando les exigió “que ganen un poco menos”. Ambas definiciones, que estaban dirigidas exclusivamente a Rocca, fueron utilizadas para generar disgusto en los sectores que no fueron alcanzados, hasta el momento, por ninguna de las medidas anunciadas por la Casa Rosada: la clase media.

Ese fue uno de los puntos desde los cuales se generó conversación en redes sociales para instalar durante varios días tendencias vinculadas a lesionar la confianza en las medidas que recomendaba el comité de especialistas que asesora al Presidente como así también para responderle al jefe de Estado por un presunto destrato a quienes producen y generan trabajo. No sólo eso: varios teléfonos recibieron por WhatsApp mensajes con características del exterior con imágenes muy agresivas contra la figura de Fernández y de flyers sin firma convocando al cacerolazo.

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Esto, que ocurrió durante toda la semana, requiere de expertise y (mucho) dinero. No hay muchos esquemas en Argentina que reúnan ambas condiciones. Uno de ellos es el de la Ciudad de Buenos Aires, administrado por Federico María Di Benedetto. Máster en Comunicación y Estudio de Medios de Warwick University, Di Benedetto es, hace años, un estrecho colaborador de Horacio Rodríguez Larreta, que hoy no encontraría ningún incentivo para una campaña de estas características ya que, además de que su suerte parece estar atada a la del Presidente, algunos de los tuits también apuntaban contra él. El segundo, el de un conocido empresario del rubro que debe estar implorando que al Gobierno le vaya bien para que honren la deuda que tienen con su compañía. “Además las cuentas que generaron conversación no son las de él, te lo digo yo que fui usuario”, bromeaba con este medioun dirigente peronista que transita críticamente las filas de Juntos Por el Cambio.

Si bien algunos de ellos lo niegan –“wrong data”, fue la respuesta ante la consulta de este correo–, el esquema residual de la jefatura de Gabinete que comandaba Marcos Peña es el principal apuntado. “¿Te parece muy trillado?”, deliberó un macrista que conoce a los actores mencionados ante las dudas de #OffTheRecord. “Guille Riera, Mati Fernández; es lo mismo. Los que trabajaban en Balcarce y Belgrano”, insistió. A esto se le suma el regreso del propio Peña a la actividad política a comienzos de marzo y que el mismo Mauricio Macri estuvo llamando a periodistas de medios audiovisuales para destacar la actitud de Luis Lacalle Pou y sugerirles que se replique en nuestro país. Hábil lector el ex Presidente: Fernández decía ayer que su par uruguayo tomó esa medida porque tiene dificultades para controlar la pandemia.

Marcos pasó toda la tarde del sábado 7 de marzo con Macri “abocado a construir un nuevo discurso”, según pudo reconstruir este medio, y las semanas siguientes reuniéndose con representantes del PRO duro como Guillermo Dietrich o Humberto Schiavoni. Que el fin de la tregua haya llegado tan rápido no debería sorprender: el macrismo tiene una base electoral muy dura a la cual representar. Anoche se decretó el fin de la tregua. Algo esperable, pero peligroso: están jugando con cosas que no tienen repuesto.

Al margen de los posibles promotores, el Gobierno no debería subestimar el reclamo. Si bien en términos económicos el recorte sería absolutamente marginal, el volumen de la demanda puede escalar mucho más de lo que se escuchó ayer a la noche producto de la carga simbólica de la misma. Según un sondeo de la consultora Isonomía, la imagen de Alberto Fernández escaló a 77%, la de gestión a 79% y el acuerdo con la postura del gobierno nacional frente al coronavirus al 96%. Rivalizar con esos números puede ser una tentación desaconsejable; apropiarse del reclamo y dotarlo de impronta propia, el camino a seguir. El momentáneo éxito de la cuarentena puede generar distorsiones en una población que tal vez asuma que esta es la normalidad de la pandemia y no entienda que lo peor está por venir. Albert Einstein decía que había dos cosas infinitas, “el universo y la estupidez humana”. Estaba equivocado: eran tres. Le falto la volatilidad de la opinión pública en Argentina.

Es por esto que a última hora del lunes en el Instituto Patria las dudas giraban en torno a qué podría llegar a hacer un Sergio Massa fastidioso por la “falta de iniciativa” del Gobierno en las últimas semanas. Nadie descartaba, incluso, que tomara él mismo una medida en su carácter de presidente de Diputados en sintonía con las demandas sociales. Sí hubo algo que generó estupor transversal en el bloque del FDT. El énfasis con el que Mario Negri reclamó el recorte al gasto político es bastante similar al que le imprime a la pelea de contratos en la Cámara Baja.

La nota del día la dio Miguel Boggiano que, en el balcón de su departamento al grito de “bájense el sueldo, hijos de mil puta”, golpeaba con cuidado la sartén de su “jermu” según su propio testimonio. Además de estar ligeramente descalzado de los tiempos que corren, el economista debe haber atravesado cenas familiares bastante controvertidas: su padre, el destituido juez de la Corte menemista Antonio Boggiano –sindicado como el que peticionaba los sobresueldos–, estuvo litigando 10 años para obtener la jubilación de privilegio, reclamo que fue finalmente rechazado por el máximo tribunal en el 2016.

Correr de atrás

El reclamo de la clase media es una preocupación central hoy en el gobierno que evalúa más medidas para las pequeñas y medianas empresas además de las que impulsaron hasta el momento como la suspensión de embargos, del cierre de cuentas y de los cortes de servicios públicos, la flexibilización de Repros y créditos blandos. Sin embargo, al no saber cuánto durará la parálisis por la pandemia y mientras cae la demanda, es difícil que alguien opte por sacar un crédito sin saber si podrá pagar la primera cuota. Ampliar la exención de pagos de cargas patronales era algo que se evaluaba anoche en Casa Rosada.

Otro de los sectores apuntados son los bancos que, antes del COVID-19, tenían sobrante de pesos. La liquidez era el doble que en 2017, ¿qué hacían con esos pesos? Nada. ¿Por qué? Porque, justamente, no querían prestar en el medio de una crisis; menos en el medio de una pandemia. Una solución podría ser que den un crédito de $10.000 a todos sus clientes (suma fija, para que sea más para los que menos tienen) y que estos puedan usar ese crédito a tasa cero a 24 meses para, por ejemplo, cancelar parte de su tarjeta de crédito. Para los bancos es un click. Para la gente, un alivio enorme. Y si crees que esto es un shock de oferta y no de demanda, cambiá los montos y “clientes” por “empresas”.

El Gobierno detectó que los bancos públicos y privados nacionales fueron más proactivos a la hora de informarles a sus clientes los nuevos anuncios de créditos blandos y que los extranjeros estuvieron más remolones. La no renovación de Leliqs de miércoles y jueves les dio 375 mil millones de pesos de liquidez a las entidades para, eventualmente, poder prestar. En este contexto, es una incógnita la situación de la cadena de pagos. Si antes del coronavirus era menos del 2%, hoy el nivel de cheques rechazados es del 10%. “No podés parar la cadena de pagos por eso, hay que buscarle otra solución”, reflexionaban ante #OffTheRecord desde el BCRA.

Por su parte, el propio Arroyo con su par de la Ciudad, María Migliore, están en permanente contacto para evaluar la situación del Gran Buenos Aires ya que por más que la PBA reaccionó rápido, se descuenta que no tiene la musculatura para enfrentar el horizonte económico y sanitario que se avecina. En ese punto, en la Ciudad de Buenos Aires sostienen que están preparados para atender la demanda que habrá entre los porteños y contemplan un porcentaje “extra” para quienes se acerquen desde Provincia debido a la saturación del sistema bonaerense. “Siempre y cuando sigamos achatando la curva, si no es otro cantar”, aclararon.

La colecta del millón

Eran cerca de las 20:30 cuando Rodrigo Zarazaga se retiró de la Quinta de Olivos. El sacerdote jesuita está organizando una colecta que tiene como objetivo la distribución de un millón de cajas en el AMBA que contarán con agua mineral, dos kilos de arroz, fideos y harina, uno de lentejas, dos latas de conserva y de puré de tomate, cuatro latas de picadillo, tres litros de leche larga vida, tres unidades de ensalada de frutas conservada, una botella de lavandina, un detergente y dos jabones de tocador.

La campaña titulada #SeamosUno, cuenta con el apoyo del CIAS –la escuela de liderazgo político que dirige Zarazaga–, Cáritas, el Banco de Alimentos, el Consejo de Pastores Evangelistas de CABA, AMIA, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangelistas de la República Argentina y otras organizaciones empresariales y sociales.

Zarazaga le juntó la cabeza a varios de los empresarios más importantes de la Argentina que van a aportar 1200 millones de pesos para costear la iniciativa que debería estar circulando en los próximos diez días. “Lo necesito antes”, les pidió el Presidente a los presentes entre los que se encontraban el ministro Daniel Arroyo, Eduardo Valdés, Julio Vitobello y Guillermo Olivieri.

Bonus track:

  • Muchas advertencias y poca realidad efectiva en sanciones a empresarios. Algunos recordaban cuando Despegar utilizó su estructura para, en medio del cepo, girar dólares al exterior y la AFIP denunció a la empresa, le suspendió el CUIT y lo bloqueó en la SEC.
  • La defensa de Miguel Ángel Toma a Techint evidenció la inacción oficial: continúan todos los directores del FGS de la gestión anterior. No es el único organismo: SUBE también. “Se entera antes Rodríguez Larreta que Meoni de lo que pasa con el transporte público en el AMBA”, rezongaba ayer un funcionario.

La recomendación de hoy es Un hombre singular de James Patrick Donleavy.
 

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván.

Soy director de un medio que pensé para leer a los periodistas que escriben en él. Mis momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no me gustan los tatuajes. Me hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que soy un conservador popular.