El cambio climático ya está aquí: impactos, adaptación y vulnerabilidad

Nuevo informe del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad del cambio climático. Ejemplos de Kiribati y CABA.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Hace unos días salió un nuevo informe del IPCC (el panel intergubernamental de cambio climático, ¿te acordás que hablamos de cómo funciona en este correo?). A diferencia del informe que salió a mediados del año pasado, que detallaba el conocimiento actual de las bases físicas del cambio climático, esta entrega está dedicada a la recopilación de los impactos del cambio climático que ya estamos experimentando.

En un abordaje interdisciplinario entre ciencias sociales, naturales, ambientales y económicas, el informe evalúa los impactos y riesgos del cambio climático, las políticas de adaptación que se están llevando adelante en el mundo y cómo este proceso particular dialoga con otras dinámicas ambientales como la pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas, el consumo de recursos naturales, la pobreza y la desigualdad, entre otros aspectos. 

Sostiene que “el calentamiento global ha causado perturbaciones peligrosas y generalizadas en la naturaleza y el cambio climático está afectando la vida de miles de millones de personas, a pesar de los esfuerzos por adaptarse”. 

Y la conclusión a la que arriba es que “la evidencia científica acumulada es inequívoca: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier retraso adicional en la acción global anticipada concertada sobre adaptación y mitigación perderá una ventana de oportunidad breve y que se cierra rápidamente para asegurar un futuro habitable y sostenible para todos”.

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Veamos un poco más en detalle.

¿Qué diagnóstico tiene el IPCC?

Según el IPCC, actualmente entre 3.3 y 3.6 mil millones de personas viven en puntos críticos de alta vulnerabilidad al cambio climático. Es decir, en lugares que combinan algunos de una serie de desafíos superpuestos: 

  • Acceso limitado a servicios de agua, saneamiento y salud 
  • Medios de vida sensibles al clima  (por ejemplo, agricultura de subsistencia)
  • Altos niveles de pobreza 
  • Falta de financiamiento

Por ejemplo, en un esquema como el de esta imágen. 

Traduzco porque el IPCC es lento para proveer la información en español: en un escenario de aumento de temperaturas y sequías, genera estrés por calor en los trabajadores agrícolas, ambas cuestiones combinadas reducen la productividad de los campos, lo que sube los precios de los alimentos y reduce los ingresos de los productores terminando en efectos locales y globales.

A su vez, el calentamiento global está poniendo en riesgo una serie de servicios ecosistémicos como:

  • la polinización
  • la protección costera
  • la recreación y el turismo
  • fuentes de alimentos
  • la salud
  • el aire limpio
  • la regulación del clima

Como futuros riesgos climáticos globales el informe menciona:

  • Estrés por calor: la exposición a las olas de calor seguirá aumentando con el calentamiento adicional.
  • Escasez de agua: a 2 °C de aumento, las regiones que dependen del deshielo para la provisión de agua potable, podrían experimentar una disminución del 20% en la disponibilidad de agua después de 2050.
  • Inseguridad alimentaria: el cambio climático socavará cada vez más la seguridad alimentaria
  • Inundaciones: alrededor de 1.000 millones de personas en ciudades bajas junto al mar y en islas pequeñas en riesgo por el aumento del nivel del mar para mediados de siglo.

Si bien frente a estos riesgos, los gobiernos de los diferentes países han comenzado a implementar medidas de adaptación, el progreso es desigual y no lo suficientemente rápido. Por eso, cada vez hay más brechas entre las medidas de adaptación adoptadas y lo que se necesita. 

Para salirnos un poco de la abstracción del IPCC me interesa contarte dos casos: el de Kiribati y el de la Ciudad de Buenos Aires.

Kiribati: un paraíso que se queda bajo agua

Kiribati es una nación de tres grandes grupos de islas, compuestas por 32 atolones de coral y una isla de piedra caliza elevada con una superficie total de 811 km2, ubicada en el Océano Pacífico central. 

En el país, las principales actividades económicas son la agricultura de subsistencia y la pesca, y gran parte de los alimentos y el combustible que necesita la población son importados. Dada la geografía de islas largas y angostas, la población y la infraestructura se encuentran principalmente a lo largo de las costas y así quedan muy expuestos a la subida del nivel del mar provocada por el calentamiento global.

A su vez, estos atolones de coral de Kiribati son muy bajos, tienen como máximo una elevación de 3 o 4 metros sobre el nivel del mar. Por eso, es uno de los países más vulnerables  al cambio climático, especialmente por el aumento del nivel del mar que aumenta el riesgo de inundaciones esporádicas y permanentes, la contaminación del agua dulce y la degradación de los ecosistemas.

Las consecuencias en términos humanos entonces son la degradación de las condiciones de vida de los habitantes de Kiribati y en última instancia la eventual desaparición del país bajo agua. Por ahora, los habitantes están mudándose a los terrenos más altos y construyendo muros contra el agua con los recursos que les permite su economía y pidiendo asilo como refugiados climáticos en países vecinos como Nueva Zelanda.

Para conocer más sobre el tema, está bien este documental de la Deutsche Welle.

Desigualdad de calor en la Ciudad de Buenos Aires

El otro caso que te quería contar es un trabajo que se hizo sobre la Ciudad de Buenos Aires. La licenciada en Ciencias Ambientales Paula Galansino hizo un estudio con imágenes satelitales que encontró que, en un mismo momento, en distintos puntos de la ciudad se registraron diferencias térmicas de hasta 23 °C entre el norte y el sur porteño.

Específicamente, durante el mes de febrero de 2020, la investigadora registró temperaturas de 19°C en el norte de la ciudad y 42°C en el sur.

¿Las causas? Según el trabajo, la principal explicación tiene que ver con la superficie vegetada en cada zona de la ciudad. Las áreas verdes reducen la temperatura del aire, mientras que las superficies de concreto retienen más calor que van liberando impidiendo la disminución de las temperaturas. Esto es muy sencillo de comprobar tan solo con pasar caminando por al lado de una pared y un espacio verde. En el Trama Urbana de ayer Fer Bercovich lo explica un poco más y vas a poder ver el mapa que es clarísimo.

En un escenario de calentamiento global donde las temperaturas van a seguir en aumento y momentos de altísimas temperaturas como las que vivimos a comienzo de año se van a repetir, los espacios verdes son una medida de adaptación absolutamente necesaria para aliviarlos.

Volvamos al informe del IPCC.

¿Qué acciones de adaptación recomienda?

Las sugerencias del informe están divididas temáticamente y se vinculan con diferentes sectores como la administración del agua, la seguridad alimentaria, la transformación de ciudades, la adaptación de asentamientos informales y otros. 

Por ejemplo, la ampliación de las capacidades de riego, el almacenamiento de agua de lluvia, la utilización de tecnologías para el ahorro de agua, asegurar la provisión de agua potable, gestión del riesgo de inundaciones y sequías, el ordenamiento territorial, la ampliación de los espacios verdes, el establecimiento de redes de seguridad social para la administración de desastres, la construcción de capacidades en materia de información y financiamiento, la participación ciudadana y local y muchas otras.

Limitaciones a la adaptación

Sin embargo, hay límites para estas medidas de adaptación: cuanto más suba la temperatura media global, encontraremos más disrupciones y alteraciones en el funcionamiento “normal” de la naturaleza. Por ejemplo, por encima de 1,5 °C, la falta de agua dulce podría significar que las personas que viven en islas pequeñas y los que dependen de los glaciares y el deshielo ya no puedan adaptarse. Asimismo, si llegamos a los 2 °C de calentamiento, habrá algunas especies que tendrán dificultades para ser cultivadas allí donde crecen ahora. A su vez, llega un punto en el cual no se pueden prevenir las pérdidas y daños, por más plata que pongamos y medidas que tomemos. Recordemos el caso de Kiribati.

A su vez, hay restricciones de otro orden, como:

  • La insuficiencia de los flujos financieros globales actuales 
  • La mayoría de los objetivos financieros apuntan a la reducción de emisiones en lugar de adaptación
  • Los impactos climáticos pueden ralentizar el crecimiento económico

¿Qué hacemos con esto desde Argentina?

La coyuntura mundial está dejando muy claro que -al menos por ahora- priman los intereses nacionales. ¿Cuáles son?

  1. Hacer un vuelco importante en términos de foco, prioridad, esfuerzo y recursos de la mitigación hacia la adaptación. No depende de nosotros y, como las cosas sigan así, el cambio climático pinta cada vez peor, así que tenemos que acelerar las medidas de adaptación pensando en cómo va a funcionar nuestro país y cómo va a vivir nuestra gente.
  2. Planificar bien la transición energética y la estrategia de descarbonización de largo plazo que garantice la soberanía energética y el desarrollo nacional. En la búsqueda frenética de salir de la dependencia de los combustibles fósiles rusos, queda claro que el problema ahí no es el tipo de energía sino de dónde proviene, por eso tenemos que pensar nuestra transición priorizando las capacidades y potencialidades de nuestro país.

¿Qué necesitamos para esto?

  • Compromiso político, coordinación entre áreas y niveles de gobierno
  • Un marco institucional que establezca objetivos, prioridades y responsabilidades
  • Mejorar el conocimiento de los impactos y riesgos particulares de nuestro país
  • Seguimiento y evaluación de las medidas que se van llevando adelante 

Hasta acá llegamos por hoy. Te mando un abrazo, nos leemos en dos semanas.

Eli

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Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.