Dos elecciones marcadas por la violencia

Esta semana es la previa a las elecciones en Perú y México. Perú define a su nuevo presidente. México determina la Cámara baja del Congreso, además de otros miles de cargos de autoridades locales. Mientras que, en Israel, los partidos de la oposición tienen hasta el miércoles para intentar formar gobierno.

Buen día, ¿cómo estás? 

Perú está a una semana de definir quién será su nuevo presidente entre dos propuestas antagónicas. En la noche de ayer, los candidatos presidenciales Keiko Fujimori y Pedro Castillo tuvieron su último debate, según algunas encuestas, quedó mejor posicionada la hija del ex presidente que Castillo. Las últimas encuestas pronostican un empate técnico, de manera que cualquiera de los dos escenarios son posibles. 

También es la última semana antes de las elecciones de medio término en México donde Andrés Manuel López Obrador evaluará el nivel de aprobación de su gestión. De igual modo, apuntará a renovar la mayoría en el Congreso que le permita gobernar tranquilo hasta las próximas elecciones.

En las dos campañas, la violencia política se hizo presente. En Perú, con el asesinato de 16 personas que, según sostiene el gobierno, fueron adjudicadas a miembros todavía activos del grupo Sendero Luminoso. Mientras que, en México, ya asesinaron a casi un centenar de políticos desde que comenzó la campaña en septiembre de 2019. Sí, más de 80 políticos, una locura.

En Israel, esta semana los partidos de oposición podrían estar ante las puertas de un nuevo gobierno sin Netanyahu. 

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Empezamos.

Dos elecciones marcadas por la violencia 

Hacer política en América Latina todavía te puede costar la vida. Esta es la semana previa a las elecciones en Perú y México. Perú define a su nuevo presidente. México define a la Cámara baja del Congreso, además de otros 21.000 cargos a gobiernos locales. Y en ambos países, con sus marcadas diferencias, son testigos de cómo el asesinato de cadidatos o simples ciudadanos tiene un objetivo político: incidir en el resultado electoral. 

Perú. Las últimas encuestas, publicadas el viernes pasado, pronostican un empate técnico entre la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, y el candidato de Perú Libre, Pedro Castillo. El escenario se presenta de lo más polarizado y abierto. Todo puede pasar. 

Castillo se presenta como el candidato rural y andino que viene a combatir el centralismo limeño desde un partido con pilares de la izquierda tradicional. Es su primera vez como candidato y no está siendo investigado por corrupción. Si bien el presidente de Perú Libre, Vladimir Cerrón, principal referente político de su espacio político, está condenado.

Fujimori es lo opuesto a Castillo. Nació en Lima, está acusada de corrupción, peleará por la presidencia con un sello político de derecha y, como hija del ex presidente Alberto Fujimori, es sin lugar a dudas parte de la crema de la política peruana. 

Para los peruanos y peruanas que vayan el domingo a las urnas, no hay lugar para los matices. Esta campaña parece girar entre dos clivajes que, con cierto éxito, han logrado instalar los distintos candidatos frente a su oponente: “fujimorismo-antifujimorismo” o “comunismo-anticomunismo”. Sí, a ese nivel. Los electores que no hayan tenido como primera opción ni a Fujimori ni a Castillo, deberán definir el retorno de cuál de esos dos fantasmas les pesa más.

Si tenemos en cuenta que la supuesta “amenaza comunista” denunciada por el fujimorismo parece jugar en esta elección, no es menor que hace una semana hayamos vuelto a hablar de Sendero Luminoso, una guerrilla armada de izquierda que operó en el país desde 1980 hasta 1992 cuando su fundador, Abimael Guzmán, dio por terminados los ataques armados de la organización después de quedar detenido. Sin embargo, desde el gobierno confirman que existen remanentes de este grupo armado operando en el centro del país. 

Hace una semana, 16 personas fueron asesinadas en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), atribuidas a Sendero Luminoso. Las Fuerzas Armadas y la Policía aseguraron que entre los cuerpos encontraron panfletos del partido militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP).

Pase lo que pase el domingo, debemos recordar también que, desde hace cinco años, las diferencias entre el Ejecutivo y el Legislativo llevaron a la caída de tres presidentes y la disolución del Congreso, escenario que no parece volver a detenerse. Ninguno de los candidatos contará, en caso de llegar, con una mayoría especial en la Asamblea. Por eso, lo que pase el domingo lejos está de definir los próximos cuatro años de la política nacional. 

México.  Habrás leído por todos lados que México se prepara para las elecciones “más grandes de su historia”. Y algo de cierto hay. Nunca antes se eligieron tanto cargos en simultáneo: más de 21.000 puestos. La Cámara de Diputados elegirá a sus 500 legisladores, 15 gobernaciones están en pelea, 30 Congresos locales, diputados locales además de varias alcaldías locales.

Estas elecciones de medio término son importantes porque también miden la popularidad del presidente, Andrés Manuel López Orador. Actualmente, Morena concentra una clara mayoría de 338 diputados, algo que se pone a prueba en esta elección. 

Pero no todo se resuelve en las urnas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llamó al gobierno a que prevenga y sancione los hechos de violencia que están teniendo lugar en medio del proceso electoral. Desde el inicio de la campaña en septiembre de 2020 hasta el 26 de mayo de 2021, 89 políticos murieron asesinados como consecuencia de la violencia, 35 de ellos eran precandidatos y candidatos. 

La consultora Etellekt, destaca que el 75% de los 89 políticos asesinados eran opositores a los gobiernos estatales y que, de los 35 candidatos asesinados 30 buscaban cargos municipales, y el 90% de ellos eran opositores a los alcaldes de los municipios que buscaban gobernar. Este es un dato clave porque confirma que los grupos criminales lo que buscan al terminar con la vida de un candidato, es acceso a la información y datos sobre las políticas de seguridad que se aplicarán de ahora en más.

La incertidumbre de Bibi

Esta semana, el Parlamento israelí podría llegar a poner fin a doce años de gobierno de Benjamin Natanyahu, el primer ministro que más tiempo ha ocupado el cargo en Israel. Hay tiempo hasta el miércoles para que la oposición  presente una mayoría diferente a la de Netanyahu en el Parlamento para formar gobierno. 

¿Qué cambio? Naftali Bennett, dirigente de la derecha radical, anunció este domingo que su partido, Yamina, se sumará a las conversaciones con Yair Lapid, del centrista Yesh Atid, para formar un gobierno de coalición que deje afuera al actual primer ministro. Pero también tienen que incluir a otros siete partidos además de sumar con la abstención a dos espacios políticos árabes con representación en el Parlamento. 

El escenario político israelí está fragmentado en 13 partidos que se reparten las 120 bancas del parlamento. Lapid encabeza un bloque de partidos de un amplio arco ideológico que va desde la izquierda hasta la extrema derecha, cuyo único elemento de unión es su rivalidad con Netanyahu. Bennett argumenta que lo hace porque la derecha no llega a formar gobierno y esta sería una forma de evitar las quintas elecciones en dos años. Yamina, en este momento, es clave.

¿Qué dice Netanhyahu? El primer ministro definió como un “peligro para la seguridad nacional” la posibilidad de un gobierno entre Lapid y Bennett. Desde 2015, Netanyahu cuenta con una coalición marcadamente conservadora, frágil y ortodoxa que rechaza el proceso de paz con los palestinos. Muchos ven en la obstinada reacción del primer ministro de no dejar el poder un modo de salvataje personal ya que enfrenta las causas de corrupción, fraude y abuso de confianza en tres casos, cargos que niega por completo.

¿Podrán los opositores a Bibi?  El horario límite es antes de la medianoche del miércoles. De todos modos, en el caso de llegar, será un gobierno frágil a causa de la diversidad, por eso nada asegura que sea de larga duración. Tampoco hay garantías de qué es lo que van a poder hacer juntos ya que Lapid es un laico de corte moderado y Bennett es un derechista religioso. Es evidente que el único objetivo, en lo inmediato, es terminar con Netanyahu y evitar una nueva y desgastante elección. 

Hasta acá llegamos hoy.

Nos volvemos a encontrar en una semana.

Ayelén

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Soy periodista especializada en política internacional. Estudié Ciencia Política (UBA) y tengo un máster en Periodismo (UTDT). Viví un tiempo en Caracas, Madrid y Londres. Co-conduzco la Edición Internacional del noticiero de TV Pública y soy columnista en la semana en la Edición Central. Produzco y conduzco el podcast de análisis político de la revista Nueva Sociedad y escribo en distintos medios como Le Monde Diplomatique. Tengo tres obsesiones políticas: Bolivia, Brasil y Venezuela.