100 días de la desaparición de Facundo Astudillo Castro: esto es lo que sabemos

El joven de 22 años salió de su casa el 30 de abril y no regresó. Qué pasó y cuál fue el accionar de la policía en el caso.

Facundo Astudillo Castro está desaparecido. Tiene 22 años y salió de su casa el 30 de abril, decidido a recomponer la relación con su ex novia, con la que había convivido los últimos dos años. El vínculo se terminó en febrero y él la seguía extrañando. Ese jueves a la mañana, rompió la cuarentena y se fue a hacer dedo en la ruta 3 para recorrer los 120 kilómetros que separan la ciudad bonaerense de Pedro Luro, partido de Villarino, con la de Bahía Blanca, todo en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Testigos aseguraron haberlo visto en la localidad de Mayor Buratovich, a 30 kilómetros de su salida, donde la policía le labró un acta por violación de las medidas de aislamiento social. Desde ahí, hay versiones encontradas, incluyendo una que indica que Facundo se subió a un patrullero. La Policía Bonaerense fue apartada de la investigación por irregularidades y contradicciones. La familia del joven pide que se investigue si se trata de una desaparición forzada, delito de lesa humanidad, y dice que la policía está encubriendo lo ocurrido. El presidente Alberto Fernández se comunicó con la familia y ofreció su colaboración. Apareció en la comisaría un objeto que podría ser de Facundo y se analizan nuevos hallazgos, a 100 días de su desaparición.

Quién es el joven desaparecido

Hasta que cumplió 18 años y se pudo comprar una moto, la pasión de Facundo era tocar el redoblante con un grupo de batucada. Por amiguero y amante de la música, esa banda lo acompañó toda la adolescencia. Cuenta su mamá, Cristina Castro, que, hasta hace unos días, ella no conocía una comisaría por dentro, pero que, a su hijo y los amigos, “la policía los hostigaba en el grupo cuando eran chiquitos”.

Facundo, el jodón, el que organiza juntadas todo el tiempo, decidió dejar la escuela en tercer año porque no se llevaba bien con el estudio, pero se la rebuscó para trabajar: hizo tareas de albañilería, trabajó en un lavadero, fue empleado en los galpones de cebolla para exportación que se abren en temporada.

Cuando se separó, en febrero pasado, volvió a la casa de su mamá en Pedro Luro. Se había ido de ahí en 2017 a vivir con la novia en Bahía Blanca y conocía ese recorrido a la perfección. Dice Cristina que “de su padre, Facundo sólo tiene el apellido”. De tres hermanos varones, es el del medio. El mayor se casó y tuvo hijos, y en la casa quedaron él, Lautaro –de 19-, y la jefa del hogar. 

Cristina siente culpa. Cree que la última vez que hablaron por teléfono él estaba en peligro y ella no se dio cuenta. “Mis tres hijos me dicen ´bruja´ por ser la única mujer de la casa. Es como un juego. Nunca me dicen de otra forma. Y cuando Facundo me llamó ese día, en medio de su viaje, me dijo ´mamá´”.

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Qué pasó

Cuando Cristina se enteró de que él había decidido romper la cuarentena para volver a una relación que ella consideraba “tóxica”, se enojó mucho. Estaba en su trabajo de cocinera en la estación de servicio de la zona y recibió un llamado de la policía. Le informaban que le habían labrado un acta a su hijo por incumplir la normativa de aislamiento y que necesitaban corroborar su domicilio. Cristina les avisó que podían ir a verla a la casa cuando regresara, para la firma del certificado.

Llamó a Facundo varias veces y nadie la atendió. Cerca de las 13.30 fue él quien se comunicó desde el celular. “Mamá, no tenés idea de dónde estoy. Mamá, no me vas a volver a ver”, dijo. Cristina estaba molesta por lo que Facundo había hecho y pensó que la estaba desafiando, enojado por sus retos. “Le ladré, le ladré muchísimo. Le dije de todo, como cualquier madre que reta a un hijo. Él estaba callado y yo pensé que era por todo lo que le decía. Se cortó. En ese momento, creí que él había cortado, ofendido. Hoy, pienso que alguien le arrebató el teléfono”, le dice Cristina a Cenital.

Después de esa comunicación, Facundo no llamó más. Ni ese día ni los que siguieron. La mamá se quedó con la idea de que él había llegado a Bahía Blanca peleado con ella y se había amigado con la novia, Daiana González. Así se explicaba que no tuviera noticias sobre él. A la noche, la policía llegó para certificar la dirección de la casa, le dijo que le habían labrado el acta en Mayor Buratovich y lo habían dejado ir. Cristina se quedó con la copia de ese documento.

No fue ella sino los amigos de Facundo quienes se empezaron a preocupar. Recuerda Cristina: “Me llamaban y me decían que algo había pasado porque Facundo no se estaba conectando a sus redes sociales. Me decían que querían hacer la denuncia policial porque habían hablado con la ex y ella les dijo que él nunca llegó a la casa en Bahía Blanca”. Como Cristina y la ex pareja de Facundo no se llevan bien, la mujer desconfiaba de los dichos de Daiana. Creía que ella no decía que estaba con él para molestarla. Los amigos sí le creían y se presentaron a hacer la denuncia, pero no se los permitieron por no ser familiares.

Un llamado de Daiana consiguió que Cristina cambiara de parecer. La chica le aseguró que ella lo había estado esperando pero que él nunca llegó. Se la notaba preocupada. Tantos amigos tiene Facundo que las redes se colmaron de pedidos de averiguación de su paradero, con fotos, mensajes y videos. El 5 de junio, poco más de un mes después de su desaparición, al ver que la búsqueda en redes resultaba infructuosa, Cristina radicó la denuncia en la Ayudantía Fiscal de Villarino por “averiguación de paradero”. Pedía que buscaran su celular, convencida de que eso los llevaría a encontrarlo.

El rastrillaje se hizo el 19 de junio y sirvió para que la familia y los amigos empezaron a sospechar del comportamiento policial. Les llamó la atención que, al llegar a la entrada de Mayor Buratovich, hubiera cinco patrulleros para asistir a una madre preocupada. A pesar de que Cristina y su abogado iban todos los días a la comisaría, recién el día del rastrillaje la policía les informó de un testimonio que había ocurrido cuatro días antes. La oficial Xiomara Flores había declarado en la comisaría que llevó a Facundo desde Mayor Buratovich hasta la entrada de Teniente Origone, 25 kilómetros más adelante, ese jueves al mediodía. También se enteraron ahí de que el día anterior había declarado el oficial Alberto González, que aseguraba haber parado a Facundo en Teniente Origone para pedirle su documentación. Dijo que lo dejó pasar y que lo vio subirse a una camioneta Renault Duster Oroch color plata, rumbo a Bahía Blanca. González recordaba de memoria la dirección de Bahía Blanca que, dice, Facundo le había dado cuando le preguntó a dónde se dirigía. Luego cambió su declaración y dijo el joven que no se fue en camioneta sino caminando.

Una semana después, aparecieron tres testigos que dijeron haber visto cómo a Facundo lo subían a un patrullero en Buratovich a las 15.30 de ese 30 de abril, horario en que se supone que la oficial Flores ya lo había acercado a Teniente Origone. “Yo les creo a los testigos -dice Cristina-. A la gente de la policía no le creo porque, oh casualidad, esta oficial Flores es hermana de la oficial Jana Curruhinca, que le labró el acta a Facundo, y es la madre del hijo del comisario general de Villarino. Parece que se estuvieran cubriendo”. Otro argumento al que recurre la mujer para no creer en la versión policial es que, si la oficial Flores alcanzó a Facundo al mediodía y, según sostiene, cuando lo dejó en Origone él le pidió que no le avisara a su mamá sobre ese viaje, no se explica por qué él mismo la llamó a Cristina poco después ni cómo pudo hacerlo en una zona donde no hay señal de celular.  

Se enojan la familia y sus abogados cuando la prensa local anuncia la aparición de “testigos clave”. Sostienen que hay medios, como La Brújula, que contribuyen a encubrir el hecho y difunden versiones policiales. Los defensores creen que hay al menos nueve policías involucrados en lo ocurrido: los dos jefes de la comisaría de Pedro Luro, cuatro del destacamento de Mayor Buratovich, dos del de Teniente Origone y el último que se presentó diciendo que vio al joven en Bahía Blanca.

Hay cinco puntos que usan como argumento para hablar de “encubrimiento”. Primero, el día que fue visto por última vez, alguien mandó a un amigo de Facundo un mensaje desde el teléfono del joven desaparecido. “Fue un mensaje por SMS, algo que Facundo nunca usaba, y estaba escrito de un modo en que Facundo no escribía”, dice el abogado Luciano Aparicio. Incluso sospechan que la policía pudo haberlo forzado a llamar a su mamá. 

La segunda parte del encubrimiento, según los letrados, se ejecuta a principios de junio, cuando le toman declaración a un amigo de Facundo en la comisaría. “Anotaban lo que decía en un papel de rotisería y me decían que tuviera paciencia, que ya iba a aparecer”, dijo el amigo. “A partir del 15 de junio se dan los hechos más gráficos, donde la policía empieza a meterse en casas sin orden de allanamiento, aprieta testigos, hace falsos rastrillajes, y hasta aparece una persona, una única persona, que dice que vio a Facundo en Bahía. Justo un empleado de la policía”, relata Aparicio.

Como cuarto elemento, la familia cuenta la aparición de testigos truchos y los rastrillajes en Bahía Blanca, acompañados por el secretario de Seguridad bonaerense Sergio Berni. “Trataban de meter a personas con muchas carencias, de barrios marginales”, sigue Aparicio, “y la quinta parte se produce cuando intentan involucrar con datos falsos e inducidos a una persona que dice que lleva a Facundo a Bahía Blanca”, a donde la familia considera que el chico nunca llegó. La familia no pidió ninguno de los últimos rastrillajes y cree que, de aparecer algo en esos procedimientos, sería porque “está plantado el cuerpo”.

El otro abogado, Luciano Peretto, y la Comisión Por la Memoria (CPM) acompañaron a Cristina como querellantes en otra denuncia, esta vez en la justicia federal, ante el juzgado 2 de Bahía Blanca, para que se investigue la desaparición forzada, hoy a cargo de toda la causa. “Los agentes de la policía bonaerense podrían haber obrado abusivamente respecto de Astudillo Castro, lo que promovió que se lleve adelante una pesquisa en este fuero por un hecho de violencia institucional”, dice la resolución, y agrega que “los supuestos autores aún no se encuentran individualizados”, pero “se investiga un supuesto de privación ilegítima de la libertad agravada”.

Después de que la justicia aceptara a la familia y a la CPM como querellantes, personal de la Federal de Bahía Blanca allanó la subcomisaría de Mayor Buratovich para secuestrar documentación, a pedido de la jueza federal María Gabriela Marrón y el fiscal Santiago Ulpiano Martínez. Consiguieron los libros de guardia, handies del personal policial, la camioneta Hilux doble cabina señalada por testigos como el móvil al que el personal policial hizo subir a Facundo, otros vehículos de la dependencia, y se ordenó el secuestro de los celulares de los efectivos policiales Alberto González, Xiomara Ayelén Flores, Jana Curruhinca y Mario Gabriel Sosa, que se están peritando. 

La jueza también les envió un oficio a Facebook e Instagram para que aporten, con la mayor rapidez posible, «los datos que obren en sus bases de datos del titular de dichas cuentas, las direcciones de correo electrónico alternativo, números de teléfono, el registro de los últimos accesos a la cuenta (con detalle de fecha, hora e IP de conexión), efectuados desde el día 29/04/2020 a la fecha, así como también, cualquier otro dato de relevancia que pudiera llegar a surgir de las comunicaciones y/o interacciones que hayan tenido esos usuarios». La respuesta de la compañía fue que Castro usó sus redes sociales por última vez un día antes de desaparecer, el 29 de abril pasado.

La subsecretaría de Derechos Humanos le solicitó a la justicia que desplazara a la Policía Bonaerense de la investigación y lo consiguió. «Por esa presentación y por normativas provinciales y de la Procuración, hemos tomado esa resolución, más allá de no encontrar elementos objetivos que nos permitan pensar en una actuación ilegal policial o que sea determinante para que no podamos hallar a Facundo», dijo el fiscal provincial De Lucía, a cargo de la averiguación de paradero, según consigna el diario local La Nueva. Auxilian ahora en la búsqueda efectivos de la Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y Seguridad Aeroportuaria.

La familia había solicitado que la jueza local de garantías Susana Calcinelli se inhibiera y la investigación quedara a cargo del fuero federal. Calcinelli resolvió «declinar la competencia en favor de la Justicia Federal para entender en el marco de la investigación instruida por la presunta desaparición forzada de Facundo José Astudillo Castro». 

La madre de Facundo también pidió el apartamiento del fiscal federal Santiago Ulpiano Martínez por “extrema lentitud” y «parcialidad» en la causa. «Le pido como madre que me comprenda”, le dijo Cristina a la jueza Marrón. Aparicio explicó: “El fiscal tiene una lamentable trayectoria en causas de la Triple A o de lesa humanidad. Fue denunciado por organismos de derechos humanos”. Ulpiano Martínez rechazó la recusación con costas, lo que implica que el pago del proceso quedaría a cargo de Castro, y amenazó con denunciar a los defensores de la querella en el Colegio de Abogados. La mamá del joven también sospecha que haya complicidad del intendente de Villarino, Carlos Bevilacqua.

Comenzado el mes de agosto, la Policía Federal allanó la comisaría del otro pueblo donde pudo haber transitado Facundo y en la cual la Bonaerense asegura que jamás estuvo: la de Teniente Origone. «Cristina quedó afuera del lugar con el jefe de la Federal. El perro, Yatel, trabajaba suelto, con una toma de olor. Se paró ante una puerta que estaba cerrada con un alambre. Pedí que la abrieran y Yatel empezó a ladrar y descartar la basura. Tomó con su boca una bolsa transparente, con mucho olor a descomposición, y adentro apareció un elemento de madera. Cristina quedó muy impactada y lo reconoció de inmediato”, le dice a Cenital Marcos Herrero, el adiestrador canino que fue parte del allanamiento. El “elemento” del que habla es una caja, del tamaño de un huevo, pintada a mano, con una réplica de una vaquita de San Antonio en su interior, objeto que la abuela le había regalado a Facundo tiempo atrás y que él solía llevar en su mochila. «Está la posibilidad de que Facundo esté sin vida, lo he hablado con la mamá. El perro también puede buscar manchas hemáticas, de sangre, y había algo que podría ser sangre. Lo tiene que determinar la Policía Científica», advirtió Herrero.

Los abogados de la familia solicitaron la detención de cuatro policías, mientras que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenó al Estado argentino adoptar todas las acciones necesarias para proteger la vida e integridad del joven.

Otra novedad le llegó a Cristina a través de alguien que se identificó como una “vidente”. Le dijo que en un lugar determinado del campo, en un camino de tierra al costado de la Ruta 3, a la altura del kilómetro 780, sobre un desagüe del río Colorado que queda cerca de Pedro Luro, podía encontrar rastros. La jueza Marrón escuchó el pedido de la mamá de Facundo: allí hallaron restos óseos, que podrían ser de un animal, ropa y una mochila. También eso se está investigando. Según el comunicado de la Fiscalía Federal, publicado en el sitio web del Ministerio Público, Cristina “manifestó que el buzo hallado entre las prendas de vestir podría relacionarlo con aquel utilizado por Facundo al momento de su detención”.

Diputados del Interbloque de Juntos por el Cambio solicitaron a la secretaría de Derechos Humanos de la Nación y al Ministerio de Seguridad que “se investiguen las responsabilidades policiales y políticas de todos los actores correspondientes e involucrados en la desaparición forzada del joven de 22 años”. El intendente bahiense Héctor Gay se pronunció a través de su cuenta de Twitter: «Necesitamos que se esclarezca de manera urgente esta situación angustiante para toda su familia y amigos. Apoyamos el pedido de informes realizado por el bloque de Juntos por el Cambio». Semanas más tarde, el presidente del interbloque de diputados, Mario Negri, presentó un proyecto de resolución donde solicita en la Cámara la presencia de la ministra de Seguridad, a fin de que brinde información sobre la desaparición de Facundo y «otros casos de violencia institucional en los que están involucrados, a lo largo y ancho del país, efectivos de las fuerzas de seguridad provinciales y federales», desde que comenzó el aislamiento social obligatorio, el 20 de marzo.

También se conoció un comunicado con varias firmas, como la de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Liga Argentina por los Derechos Humanos e H.I.J.O.S. Capital, que expresa preocupación y solidaridad con la familia y los amigos del joven. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le solicitó al Estado argentino información sobre el caso y, en una carta, el Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) solicitó una investigación independiente y protección para los testigos que declararon.

Además del mensaje de organismos de derechos humanos, la mamá de Facundo recibió el apoyo de los hermanos de Santiago Maldonado y de algunos sectores de la prensa, pero, apenas se difundió la noticia, se comunicaron con ella muy pocas autoridades políticas. Una fue el ministro de Seguridad Sergio Berni, quien se hizo presente en el allanamiento a la sede policial, pero Cristina asegura que el funcionario “defiende a los policías y los pone en un lugar de carmelitas descalzas”. Berni había dicho que sacaría a la Bonaerense de la investigación, si ése era el deseo de la mamá del joven. Luego fue la justicia quien tomó la decisión. El abogado Aparicio sostiene que “el encubrimiento excede a la policía”, señala las actuaciones judiciales y dice que “si Berni no descubrió nada, es un incompetente. Y si descubrió algo y no lo denunció, es un encubridor”. 

El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se comunicó con la familia de Facundo y aseguró que “no se va a encubrir a nadie ni a prejuzgar a nadie”. El último fin de semana de julio, el llamado fue del presidente Alberto Fernández, quien le ofreció a Cristina que lo llamara “con lo que le quiera pedir”, según detallaron los abogados. Dos semanas después, la mujer declaró en Radio Continental: “El presidente me llamó una vez, pero estoy muy decepcionada. Le pedí un favor personal como madre y todavía estoy esperando. Ahora quiero que me devuelvan a mi hijo, esté como esté. No tengo expectativa de encontrarlo con vida”. Ya en conferencia de prensa, unos días antes, Cristina había dicho, en referencia a Fernández y Kicillof: “Parece que no se enteraron de que desapareció un pibe”.

Una vez que la Bonaerense quedó separada de la investigación, se conoció la última imagen del joven: aparece de espaldas, junto a uno de los uniformados investigados. La fotografía es parte del expediente judicial y parece haber ocurrido cerca de las 10 de la mañana de ese 30 de abril, horario en que le labran el acta de infracción. 

Para la familia, fue un avance que los perros aportados por el adiestrador Marcos Herrero marcaran uno de los móviles policiales asignado al destacamento de Teniente Origone. Había tres móviles secuestrados en la sede de la Policía Federal. En el blanco, un Corsa, donde la policía dice que lo llevó, no se detectaron rastros del joven. En la camioneta blanca y negra, donde se supone que un policía le saca a Facundo una foto de su carnet de conductor en Origone, el perro detecta “una presencia mínima”: muerde el asiento del conductor. En la tercera camioneta, la de la foto, ahí sí los perros detectan la presencia del chico desaparecido.  

A eso se sumó que el subcomisario de Mayor Buratovich, Pablo Reguillon, quedó relevado de su cargo por orden de la Auditoría de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad de la Provincia, después de que uno de los abogados de la familia de Facundo, Luciano Raúl Peretto, denunció que había sido amenazado. Durante el fin de semana largo, Peretto recibió mensajes de un vecino de Pedro Luro que decían que un grupo de jóvenes había encontrado restos óseos en un basurero de Mayor Buratovich. La Policía Federal rastrilló el lugar y consideró que los huesos no parecían de un ser humano. En su denuncia, el abogado dijo que allí también había cinco policías bonaerenses, uno de ellos el subcomisario Reguillon, quien lo habría amenazado en presencia de dos testigos, advirtiéndole que estaba siguiendo de cerca todas sus declaraciones en los medios.

Cómo seguirá la investigación

Los abogados de Cristina tienen su propio perito para la causa, que solicitará medidas que por ahora prefieren no revelar, incluso otros rastrillajes, y desalientan la idea del fiscal de imponer recompensa, para que dejen de aparecer supuestos testigos. Mientras tanto, escuchan los testimonios que propuso la Policía Bonaerense y que ellos consideran “truchos”. 

La justicia federal analiza el material secuestrado en sede policial para entender lo ocurrido y continúa trabajando en la búsqueda del joven desaparecido. Los amigos de Facundo siguen haciendo movilizaciones en Pedro Luro, donde el aislamiento se encuentra en fase 5. Explica Cristina: “Somos un pueblito chiquito pero somos gente muy solidaria. Hoy me mueve el dolor, me mantiene firme. Tengo que encontrar a mi hijo, esté como esté y donde esté. Me sale estar de pie y seguir peleando hasta que aparezca”. La consigna de las marchas: “que Facundo Astudillo Castro aparezca pronto y con vida”.

Me siento periodista desde antes de terminar la escuela, cuando colaboraba en programas de Rock & Pop y Supernova. Trabajo en Información General; salud y educación son mis temas preferidos. Hice tele de chica y madrugué siete años para el aire de Metro. Hoy soy conductora de Ahora Dicen en Futurock. Trato de no ser tan porteñocéntrica.