Depp vs. Heard: entre el show y la justicia

Internet amplificó el abuso contra la exmujer del actor. El juicio como un espectáculo y creador de contenidos para las redes. ¿Hubo justicia?

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La historia es así. Johnny Depp y Amber Heard estuvieron casados. En el 2016, Heard pidió el divorcio, una orden temporal de alejamiento contra Depp y salió en la tapa de la revista People con marcas de abuso en su cara. En diciembre de 2018, escribió una editorial en el diario Washington Post donde decía: “Hace dos años, me convertí en una figura pública que representaba el abuso doméstico y sentí toda la fuerza de la ira de nuestra cultura hacia las mujeres que hablan”. La editorial, sin embargo, no nombraba a su ex marido ni hacía alusión a tipos específicos de abuso. Depp decidió demandarla por difamación y reclamó 50 millones de dólares: dijo que le arruinó la carrera y la reputación. Herd lo contra-demandó por 100 millones. A principios de este mes Depp ganó, llevándose 10 millones, más 5 por daños. Heard obtuvo 2 millones porque le dieron razón en un solo punto.

Un dato importante es que esto ya había sido juzgado. Depp perdió en Inglaterra cuando la High Court de Londres decidió que Depp sí había abusado de Heard. El diario The Sun lo llamó wife beater (o sea, golpeador de mujeres). Depp demandó al diario, pero perdió porque la High Court encontró que Depp le había pegado a su esposa al menos 12 veces. O sea, Depp fue un wife beater. Esta vez, el juicio fue en Fairfax, Virginia (Estados Unidos) a pesar de que ellos vivieron y desarrollaron su relación en California. La elección de ese distrito fue por sus regulaciones específicas sobre la difamación y la posibilidad de televisar el juicio. Entonces, el abuso se convirtió en show y cumplió los deseos de Depp. En 2016, en medio de la separación, el actor le había escrito un mensaje de texto a un amigo en el que decía lo siguiente: “Ella [por Heard] está pidiendo una humillación global. La va a tener”.

Revisando extractos del juicio y artículos sobre lo que se armó alrededor no pude evitar sentir bastante sorpresa y horror acerca de lo que somos capaces de convertir en entretenimiento. Yo misma habiendo seguido poco el juicio hace algunas semanas dije una cantidad de pavadas al respecto en una conversación con amigos. ¿Por qué? Diría al menos dos cosas. La primera es bastante obvia: internet es una máquina de convertir cualquier cosa en espectáculo y entretenimiento. Basta dar un paseo por YouTube para ver los videos más ridículos. A veces trabajo con el método Pomodoro que en general consiste en 25 minutos de trabajo y 5 de recreo, con un timer que suena cada vez. Pues bien, YouTube ofrece videos de gente que se filma haciendo exactamente eso y entonces podes hacer tu Pomodoro con ellos. ¿Por qué querría ver a un desconocido mirando un libro en mi pantalla? Me supera. Ni hablar de los videos de reacción donde la gente se filma reaccionando a cosas y entonces uno puede pasar el tiempo viendo a personas haciendo ni más ni menos que eso. Todo puede ser entretenimiento. La segunda es menos agradable: nos encanta burlarnos y abusar de otros. Todo es un aliciente: si la persona tiene poder (Heard es una actriz hermosa), si la persona no tiene poder (Heard es una mujer joven que estaba en una pareja violenta con una mega-estrella de Hollywood más grande y con más recursos que ella), todo sirve. Quizás pienses que jamás harías algo así, pero seguro participaste de algo parecido: un poquito de bullying en el colegio, una burla a alguien que tuiteó algo que se viralizó, unos insultos en alguna situación en la calle, o una catarata de críticas al amigo que se fue primero de la reunión. Lo primero, internet, potencia lo segundo, el gusto por el abuso.

El abuso

Hay fotos de cortes, moretones e hinchazón en el cuerpo de Heard. Hay audios en los que se escucha a Depp abusar verbalmente de su entonces esposa. La hermana de Heard, sus amigos y varios terapeutas contaron que conocían el abuso. También gente que trabajaba para Depp. Heard subió al estrado y contó, otra vez, varios episodios de violencia y ataques. Depp le pegó, le tiró cosas, abusó sexualmente de ella, etc. La celaba y vigilaba constantemente. Hay también evidencia de que Heard fue violenta con Depp: al menos una vez ejerció violencia física y hay un audio en el que se la escucha burlarse de él. Acá podes leer más sobre el abuso.

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El show

El algoritmo convirtió ese abuso en show, pero no fue un show ecuánime. En lenguaje de internet, los posteos no se hicieron igualmente virales. En TikTok, si el posteo iba con el hashtag #JusticeForAmberHeard lograban alrededor de 21 millones de vistas, pero si iban con #JusticeForJohnnyDepp tenían más de 5 mil millones. En Facebook, en una de las cuatro semanas que duró el juicio, hubo 16 posts en favor de Heard con 10.415 interacciones. En cambio, hubo 1.667 posteos con el hashtag en apoyo a Depp, que lograron más de 7 millones de interacciones.

¿Qué podíamos ver en este tiempo en internet? Un video de gatitos con peluca con el testimonio de Heard de fondo. Un audio de Heard llorando con video de Kim Kardashian diciendo “so cringe” (algo así como qué vergonzoso o qué incómodo). Un ex NSYNC actuando el testimonio de Heard. Una marca de cosméticos que se metió a desmentir a Heard cuando su abogada dijo que ella usaba maquillaje para cubrir las marcas de los golpes -y logró de ese modo una popularidad sin precedentes para su marca-. El poder del algoritmo fue tal que gente que generalmente hace videos de otras cosas viró su contenido al juicio, para darle al público lo que le gusta (acá y acá podés leer más al respecto).

Ojo, no fue todo espontáneo. Hubo algunos medios trabajando explícitamente a favor de Depp, como el medio conservador The Daily Wire. Este sitio es el segundo más popular en Facebook y gastó mucho dinero en publicidad para promover artículos sobre el juicio. Esos artículos eran, obviamente, contra Heard.

En la vida real, mientras tanto, había dos personas exponiendo su caso ante un juicio por jurados. La jueza al final de cada día les decía a los miembros del jurado que no hagan nada de “outside research”, o sea que no hagan investigación por fuera.

Pero lo cierto es que no hacía falta ser un detective privado y hacer “investigación”, bastaba abrir el teléfono para encontrarse muchísimo contenido -como dicen en este artículo del New York Times: “No seguí el juicio por difamación entre Depp y Heard, el juicio me siguió a mi”-. Hay dos posibilidades: la jueza no sabe que vive en 2022 o a la jueza no le importa y aprovechó ella también para tener un poco de publicidad.

El punto fue que un tema complejo y serio, donde se busca justicia, no fue tratado con la seriedad que requería. Una vez que las imágenes del juicio se hicieron públicas, internet las convirtió en show.

La mala víctima

Algo que me llamó la atención de las imágenes que vi durante el juicio era el aspecto de Amber Heard. Vestida como una señora conservadora, tenía siempre una cara seria y sufrida. Me encontré pensando que ese look no debía dar bien en cámara. Yo y millones de personas más, evidentemente, pensamos que una víctima de abuso tiene que actuar y lucir de determinada manera. Mientras tanto, por cierto, Depp iba vestido de gala a cancherear cada día.

Posiblemente estaba festejando la multiplicación del abuso. Mientras que durante su matrimonio fue solo él quien abusó de Heard, con el juicio consiguió que todos nos convirtiéramos en abusadores. Todos pudimos diseccionar, comentar y burlarnos de la llorosa Amber, cuya palabra quedó otra vez silenciada. Esa es la cosa con internet: le da voz a todos, pero no a todos por igual.

El del estribo

  • Un artículo de Vanina Escales en Anfibia sobre este tema.
  • El post de Heard en Instagram después del veredicto.

Gracias por llegar hasta acá.

Un abrazo,

Jimena

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Soy economista (UBA) y Doctora en Ciencia Política (Cornell University). Me interesan las diferentes formas de organización de las economías, la articulación entre lo público y lo privado y la relación entre el capital y el trabajo, entre otros temas. Nací en Perú, crecí en Buenos Aires, estudié en Estados Unidos, y vivo en Londres. La pandemia me llevó a descubrir el amor por las plantas y ahora estoy rodeada de ellas.