Debates en el desfiladero

Las discusiones sobre precios, tarifas y FMI se encendieron esta semana en el oficialismo. Qué piensa cada actor de la coalición. El equilibrio entre la macro y la política en el centro de las deliberaciones.

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Vuelve el fútbol argentino y todo es alegría. Semana (muy) clave para el oficialismo por los temas que vamos a desarrollar en esta entrega: precios, tarifas y FMI. 

Debates en el desfiladero

El quincho de la residencia de los Massa fue el lugar elegido para un encuentro de alto volumen político. Los anfitriones recibieron a Wado de Pedro, Máximo Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner el domingo por la noche con una agenda que tuvo como ejes centrales la economía en sus diferentes variables -precios, tarifas, negociación con el FMI- y cómo resolver la organización o suspensión de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). 

El encuentro -que ningún participante quiso confirmar e intentaron mantener en el mayor hermetismo- se dio en el marco de algunas diferencias sutiles dentro de la coalición respecto al acuerdo con el Fondo. Mientras que Martín Guzmán apunta a un período de cuatro y medio a diez años para el repago -que es lo que determina el programa de facilidades extendidas-, otros entienden que el lapso podría al menos duplicarse. “El Fondo jugó políticamente para financiarle la campaña a Macri vulnerando su propio estatuto, no pueden ser más duros que los bonistas privados”, fue una de las reflexiones del mitin según pudo reconstruir #OffTheRecord. 

Esos argumentos tienen fortalezas y debilidades. Si empezamos por el principio, le asiste la razón. Con el patrocinio de Donald Trump, el FMI desembolsó un monto histórico acelerando tiempos y saltando etapas elementales para un préstamo de esa envergadura. En el marco de la campaña para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone le aportó al peronismo una herramienta extra: en una videoconferencia con el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales, el hoy titular del BID sugirió que las gestiones del entonces presidente de los Estados Unidos fueron para ayudar políticamente a la reelección de Mauricio Macri. 

Sin embargo, recordemos, el Fondo no es sólo Estados Unidos sino también Alemania, Italia, España. Rusia. China. Intentar modificar la estructura de las finanzas internacionales en medio de la crisis más importante de la historia del capitalismo es una idea seductora -máxime con el antecedente único del arreglo con el Club de París en el que se llegó a un acuerdo por fuera de un programa con el FMI-, pero de éxito improbable. La respuesta de las potencias -muchas de ellas claves para pavimentar el camino del acuerdo con los bonistas privados- para disciplinar a la Argentina en caso de un desafío semejante es mejor no imaginarla aunque podríamos aproximarnos: corte de acceso a recursos vía Banco Mundial, BID o la CAF y cero financiamiento privado. Un país con problemas de escasez de dólares que vería agravada su condición con el riesgo cambiario que eso implicaría.

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Además de los países centrales hay un actor fundamental que ayudó a la Argentina a llegar hasta acá y a su vez ingresó a la Oficina Oval de la mano de Joe Biden: el papa Francisco. Bergoglio ofició de maestro de ceremonias cuando en la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales (PACS) cobijó el seminario sobre «Nuevas Formas de Fraternidad Solidaria de Inclusión, Integración e Innovación (I+I+I)” en el que coincidieron el ministro Guzmán, la directora gerente del Fondo, Jeffrey Sachs, Joseph Stiglitz et al. En aquel momento, el Papa permitió el inicio de una gira que cosechó apoyos de los líderes globales en los diferentes encuentros con Alberto Fernández y que culminó en el acuerdo con BlackRock y sus salieris. Tensionar de más con el Fondo luego de aquel episodio podría ser visto como un desplante al Santo Padre. El oficialismo necesita muñeca para la economía, pero mucho más para la política.

Dentro y fuera de la Argentina, el sistema narra a Cristina como una líder pasional sin anclaje en la realidad que desconoce el funcionamiento de los fenómenos globales. La realidad se obstina en desmentir esa caracterización apalancada en prejuicios ideológicos y de género. El kirchnerismo reniega del posibilismo y ha demostrado tener aptitudes superiores a la media para jugar al chicken game. Las diferencias con otros momentos de negociaciones con organismos multilaterales son atendibles. De este y otros temas suelen hablar el Presidente y su vice que recuperaron diálogo permanente remoto y presencial como el del almuerzo del último domingo. 

Las tarifas también generan debates dentro del Frente de Todos y con el mismo énfasis. El esquema que diseñó Guzmán prevé una inflación alta en los primeros meses del año por el ajuste de precios regulados y la depreciación del tipo de cambio en términos locales. La suba de commodities, en internacionales. Hay quienes en el oficialismo sostienen que el aumento “tiene que ser lo que pueda pagar la gente”. “¿Y eso cuánto es?”, consultó #OffTheRecord. “Habría que hacer los números, pero si es 2% que sea 2%”. La visión de Guzmán es otra. El ministro sostiene que un aumento en los subsidios podría derivar, vía emisión, en más presión sobre el tipo de cambio y que una devaluación sería muy dañina para el bolsillo de la gente.

Máximo Kirchner, por su parte, sostiene en privado que no ve con malos ojos un aumento de tarifas que las empresas consideren razonable, pero tiene que estar por debajo de las mejoras salariales. El objetivo del gobierno es que el crecimiento previsto para este año -4.5% según el Fondo, casi 6 para algunas consultoras privadas- compense, de mínima, el desastre producido por la pandemia. “Si la suba es del 25% estamos hablando de 12.5% por año, después de la inflación que dejó Macri no es algo intolerable, pero para aceptar eso hay que ser más firmes en el control de los precios de los alimentos”, suele reflexionar el líder de la bancada oficialista en la Cámara Baja. 

Desde la presidencia de ese cuerpo se materializó la iniciativa más taquillera del Frente de Todos en materia económica en mucho tiempo: la modificación del Impuesto a las Ganancias con el cual dejarán de pagar el tributo casi 1 millón 300 mil argentinos. La decisión se tomó en Chapadmalal en una reunión entre Alberto Fernández, Sergio Massa, Guzmán y Santiago Cafiero. A fines del año pasado, Economía envió un proyecto que discontinuaba el sendero del macrismo de reducción de ganancias de sociedades. Esto, que fue presentado por fuera del presupuesto, representaba un extra de ingresos fiscales de 80 mil millones de pesos. Parte de esos recursos serán utilizados para financiar la iniciativa elaborada por un asesor de Massa -con vasta experiencia en temas tributarios- en conjunto con Economía y la Administración Federal de Ingresos Públicos. 

Bonus track

  • Preocupante: la embajada de una potencia abrió una beca para estudiantes argentinos. Se anotaron casi 20 mil y la mayoría de los argumentos para aplicar eran las ganas de irse del país.
  • La pericia en la causa del Plan Qunita determinó por unanimidad que el material cumplía los objetivos buscados, que no se pudo determinar la existencia de sobreprecios ni de direccionamiento alguno en el proceso de licitación. 
  • YPF: puede haber buenas noticias mañana de no mediar sorpresas. Sobre el tema, esta nota. Miguel Gutiérrez, mandamás de la gestión anterior de la compañía, dijo que Macri lo condicionó.

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La recomendación de hoy es Un caballero en Moscú de Amor Towles.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván

Soy director de un medio que pensé para leer a los periodistas que escriben en él. Mis momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no me gustan los tatuajes. Me hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que soy un conservador popular.