De Gil a todos

La historia de los propietarios del Atlético de Madrid, a días de la definición de La Liga.

Hola, ¿cómo estamos?

Hay sólo dos equipos en las ligas top de Europa cuyos dueños son sudacas. Ambos están por descender. Quedan dos fechas en la liga de España. Hay tres que bajarán a la segunda categoría. Entre seis a los que diferencian cinco puntos se dirime la cosa. Valladolid marcha anteúltimo. Su propietario es el brasileño -acá ponerse de pie- Ronaldo, el Fenómeno, ídolo de una generación, manual perfecto del delantero. La última posición, con 30 puntos en 36 partidos, es del Elche. El mayor accionista es el representante argentino Christian Bragarnik. Una vez le preguntaron si era cierto que Daniel Angelici también era inversor del proyecto y respondió que no, pero sí estaban involucrados los futbolistas Darío Benedetto y Gustavo Bou.

La pelea por el campeonato está que arde. La cima la lleva el Atlético Madrid de Diego Simeone. A dos puntos tiene el hocico del eterno vencedor Zinedine Zidane. El Cholo juega el domingo de local contra el Osasuna y va en busca de su segunda Liga. En otros newsletters te hablé de Florentino Pérez, dueño del Real Madrid, y de la rosca del Barcelona. La historia de los propietarios actuales de los colchoneros es un delirio.  

Un cocodrilo, un productor de cine y un petrolero de Israel

Hay un cocodrilo bebé sobre un escritorio. Las cámaras y los flashes lo agobian como si fuera un refuerzo. Con un micrófono color aluminio y un cable eterno, Jesús Gil y Gil presenta a la prensa a Furia. Es mediados de los noventa y afirma que se lo regaló Fidel Castro. El reptilito mide 70 centímetros. Cuando el empresario se entere de que llegará a los siete metros, lo donará al zoológico de Madrid para que lo cuiden. Hace apenas unos días contrató a Adolfo Valencia, mitificado como el Tren. Acunado en el oscuro capítulo de la pelota argentina como uno de los grandes verdugos del 5-0 de Colombia a la Selección del Coco Basile por las eliminatorias del Mundial 94. Pero las cosas en el Atlético Madrid no le salen y el presidente le tira en los medios un comentario para tranquilizarlo: “Si no mejora, será la merienda de Furia”. Podría ser una metáfora, pero muchos años después, en una entrevista antes de morir, reflexiona: “Mi problema fue haber tratado a los jugadores como personas”.

Atlético Madrid era un club de los socios y las socias que fue apropiado por dos familias. Sin pagar un peso. Con la Justicia asumiendo que se trataba de un robo. Pero, casi, sin que pase nada. Es 1990 y en España se sanciona la Ley del Deporte. Las instituciones deportivas andan quebradas y se viabilizan las sociedades anónimas. Apenas cuatro logran mostrar cuentas claras y sobreviven a la privatización: Real Madrid, Barcelona, Athletic Bilbao y Osasuna. Se pone un tope de supervivencia: para competir, hay que presentar avales de 2.800 millones de pesetas -algo así como un millón de euros de hoy, en un mercado menos lavado-. Jesús Gil y Gil es presidente electo y aprovecha la movida. Da el aval de un banco y se autodenomina poseedor del 95% de las acciones colchoneras. El problema es que la Justicia demora tanto en fallar que, recién en 2004, se lo asumió culpable y sobreseído por prescripción de causa. Apenas en 1999 quedó separado del cargo por el curso de la investigación. Por esos días, llamaba a los jugadores y les decía: “Pierdan, así pierden los interventores y regreso más rápido”. 

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Gil y Gil nació sin dinero y con una cabeza dispuesta a lo que fuera por el poder. Demostró que era capaz de vivir en el fuego cuando en 1969 un comedor suyo se derrumbó, murieron 58 personas, lo acusaron de homicidio culposo, se comprobó que no tenía los papeles de habilitación y lo indultó Francisco Franco. El favor por el decreto que lo absolvía lo pagó durante la década del 80 siendo uno de los pocos intendentes de España que defendía la dictadura. Había fundado un partido político hecho a su medida: le puso GIL, como su apellido, bajo las siglas Grupo Independiente Liberal. Gobernó Marbella durante once años, con un discurso sexista, homofóbico y racista. Léxico que mantuvo siendo presidente del Atlético Madrid, sobre todo en un post partido contra el Ajax: “Esto parece el Congo, salen negros de todas partes como si fueran churros”. 

Su presentación como presidente fue exactamente igual que la de Florentino Pérez. Su par en el Real Madrid prometió comprar a Figo, se tomó un avión y se trajo a la figura del Barcelona. Él viajó a Oporto, gastó 450 millones de pesetas en el portugués Paulo Futre, regresó a la capital de España y lo presentó en el boliche Jácara, devenido hoy en un shopping.

Gil y Gil fue una personalidad de la farándula española. HBO en 2019 lo volvió serie. El pionero te mete en un pacto ficcional en el que terminás respetando a un ser desagradable. Falleció en 2004, aunque antes ya había dividido su poder en Atlético Madrid. Desde el comienzo, su socio fue el actual mandatario colchonero: Enrique Cerezo. Un asistente de cámara que se transformó en el magnate del cine del país y hoy es propietario del 70% de las películas que allí se produjeron. Cosechó su fortuna con el olfato dispuesto a rastrear buenos títulos a poco costo. Hoy atesora siete mil obras. Tocó el cielo con las manos cuando, en 1982, Volver a empezar, dirigida por José Luis Garci -altísima peli- ganó el Oscar a la mejor extranjera. Alex de la Iglesias es su director fetiche en la actualidad, aunque también trabajó con argentinos como Sergio Renán y Eliseo Subiela. 

Cerezo también aparece en más de una sección de los diarios españoles. En la parte de farándula, se chusmea que todas las mañanas va un peluquero a su casa a acomodarle un jopo barnizado. En la parte de espectáculos, analiza cómo destruir a Netflix -tiene su propia plataforma Flixolé-. Y, en la deportiva, al menos las últimas semanas, da su posición sobre la Superliga Europea y sobre los refuerzos que le contrarán a Diego Simeone. 

En los comicios que propulsaron a Gil y Gil a la presidencia, Cerezo estaba en otra lista. Perdió y al mes recibió una propuesta del ganador: ser vicepresidente. No sólo fue parte del plan para adueñarse del club sino que con el tiempo se quedó con el 19% de las acciones y el poder político. Los herederos del franquista tienen el 51% y son representadas por Miguel Ángel Gil, que estudió veterinaria y mezcló ese berretín con ser consejero de la entidad de sus amores.

La muerte de Gil y Gil, el éxito de Simeone, una crisis económica y el propio devenir del capitalismo vuelto imperialismo, llevó a vender, en 2015, el 20% de las acciones a Wang Jialin. El exsoldado chino y la cuarta fortuna más acaudalada de su país según Forbes funcionaba como la cabeza del grupo Wanda, dedicado a los bienes raíces a nivel universal y a la administración de salas de cine. Ser amo y señor de la cadena Hoyts lo ponía en el mismo idioma que Cerezo. Entró con todo y desembolsó los billetes para hacer un estadio nuevo que hoy es realidad. El Metropolitana Wanda salió 310 millones de euros y ya fue sede de la final de la Champions League de 2019. Es tan impresionante que Florentino Pérez se endeudó hasta el fondo con el JP Morgan con tal de que el Real Madrid tuviera una cancha todavía mejor. En 2019, Jialin y su gente, con el trabajo realizado, decidieron vender sus acciones. Movieron la plata hacia el fútbol chino: ya habían cosechado todo el knowhouse necesario para impulsar el deporte más popular del mundo en su propio país. 

Su pedazo de la torta lo asumió Idan Ofer, un empresario israelí que heredó 6 mil millones de dólares de su padre. Tras el sepelio, se juntó con su hermano, pusieron una bolsa con papelitos y empezaron a dividir, en sorteo, los cuadros de Picasso, Dalí, Degas y Van Gogh. El interés por la pelota también lo legó su progenitor. Sammy Ofer era tan manija del fútbol que aportó la plata para la construcción del estadio de Haifa, que lleva su nombre.

Hay dos grandes caminos por donde la familia amasó su fortuna. El primero fue adquirir Israel Corporation, la empresa de múltiples rubros estatal. La segunda es una tradición que fue mutando de rubros. Sammy se especializó en comercio marítimo y en construcción de barcas para traslados. Eyal, su hermano, propietario de la Royal Caribeean -tradicionales cruceros-, llegó a Hong Kong y relanzó la compañía. Fundaron Tanker Pacific, la flota de buques para traslado de petróleo más poderosa del mundo. Actividad que les dio la llave para meterse en la cancha grande de la política: abandonaron Israel, pusieron sede en Londres para gambetear impuestos y arrancaron a mover hilos. No siempre les resultó bien y, tras descubrirse que habían estrechado lazos con Irán, Estados Unidos les lanzó un boicot internacional. Lo supieron frenar a tiempo. 

“No se podían comprar el Barcelona y el Real Madrid porque son de los socios, así que Atlético Madrid nos pareció una buena plataforma de negocios”, blanqueó Idan, como si la institución nacida el 26 de 1903 fuera lo mismo que Burger King. El sentimiento lo ratificó el día en que se dio a conocer que había comprado una réplica de un Balón de Oro de Cristiano Ronaldo. Situó un trofeo que le salió 600 mil euros en el living de su casa. El problema es que era un homenaje al ídolo del otro club de Madrid. Nadie se quejó: la plata puede volver vulgaridad hasta a la pertenencia. Aunque sea el amor de tu vida.

Pizza post cancha

  • El alemán Philip Lahm habla de su amor por Diego Maradona con Cristiano Grosso en La Nación. No puede fallar.
  • Los dos Escobar es un documental de los 30×30 de Espn. Es una maravilla y es un retrato en otros días difíciles en la historia colombiana.
  • Gran entrevista a Willy Caballero en el podcast #GaladeChampions de Verónica Brunati y de Martín Reich. Una joya.
  • Para la libertad es un libro de Ramiro González Gainza sobre experiencias en recreación. Se presenta hoy, a las 16, por Zoom
  • Mañana, a las 16, se juega la final de la Champions League femenina. Chelsea y Barcelona van por la gloria. ESPN 3 lo televisa. Va bien como previa del Superclásico.

Esto fue todo.

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Abrazo grande, 

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.