Cuando pueda te vacuno

Hoy vamos a hablar de cuestiones clave para evitar rebrotes: encontrar una vacuna, fortalecer el sistema científico tecnológico local y optimizar las estrategias de cuarentena.

Holis, ¿cómo va? Lamento decirte que si leíste el título con ritmo sos grupo de riesgo, pero hay cosas peores, como tener 19 años y estar encerrado hace 4 meses. Después de todo, ¿quién nos quita lo bailado? Aparentemente nadie, y podrían devolvérnoslo.

El viernes se anunció un esquema de flexibilización del ASPO en AMBA y otras áreas con circulación comunitaria, así que hoy vamos a hablar de cuestiones clave para evitar rebrotes: encontrar una vacuna, fortalecer el sistema científico tecnológico local y optimizar las estrategias de cuarentena.

Una dosis que te tenga enamorada, ilusionada, ilusionada

Los clics modernos suenan como pinchazos

El 14 de julio, el New England Journal of Medicine publicó los resultados preliminares de la primera fase de prueba en humanos de una vacuna contra el coronavirus y pinta bien.

¿Qué dice el estudio?

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El paper reporta los resultados de una primera inoculación en un grupo pequeño: 45 adultos de entre 18 y 55 años que recibieron dos inyecciones con 28 días de separación entre cada dosis, que podía ser de 25, 100 o 250μg (microgramos, la millonésima parte de un gramo). Luego de estas administraciones, se observó presencia de anticuerpos contra el COVID-19 en los participantes.

¿Cómo condujeron el estudio?

Para empezar se tomaron muestras de plasma de los participantes, en las que no se observó que hubiera desarrollo de anticuerpos contra el virus. Después de la primera vacunación se midió la presencia de anticuerpos capaces de unirse al virus y se observó que era mayor en quienes habían recibido una dosis más alta. Además de medir esta respuesta, se comparó el plasma de los vacunados con el plasma de personas recuperadas y se vio que los valores en la cantidad de anticuerpos del tipo que neutraliza el virus eran similares luego de la segunda inyección (después de la primera solo se habían podido detectar en la mitad de los participantes).

¿Se reportaron efectos secundarios?

En los ensayos de vacunas, la evaluación de los efectos adversos se llama reactogenicidad y consiste en la entrega de unos formularios con una lista de síntomas que los participantes tienen que valorar según su intensidad. Los síntomas pueden ser locales (que ocurren en el lugar que tuvo contacto con la vacuna, tipo enrojecimiento donde te dan el pinchazo) o sistémicos (que ocurren en el interior del cuerpo una vez administrado el fármaco, como diarrea o vómitos).

En este caso, luego de la primera vacunación, el 33% de los participantes del grupo de la dosis más baja, el 67% de la del medio y el 53% de la más alta reportaron efectos sistémicos entre leves y moderados. Después de la segunda, los porcentajes respectivos fueron del 54, el 100 y el 100, con un 21% del último grupo aduciendo uno o más eventos de índole severa (que tenés que guardar reposo).

Luego de la primera inyección, ningún participante tuvo fiebre. Luego de la segunda, un 40% del grupo de dosis media y un 57% del grupo de dosis alta registró fiebre, con un solo episodio severo (temperatura de 39.6°C).

Los efectos locales reportados fueron todos leves o moderados, entre los que se incluyó frecuentemente sensación de dolor en el lugar de la inyección (el brazo). Respecto a los efectos sistémicos, en más de la mitad de los participantes se observó fatiga, escalofríos y dolor de cabeza.

Luego de evaluar los informes se concluyó que, tanto los efectos reportados que respondían a la lista de síntomas esperables como los que no, no revestían preocupación respecto a su potencial peligrosidad.

¿Cómo funciona la vacuna?

Manufacturada por Moderna, una empresa biotecnológica estadounidense, contiene una parte del material genético del virus, particularmente la que da las instrucciones para sintetizar un antígeno de la “corona”, que es la porción viral que al ser reconocida por las células estimula la producción de anticuerpos. O sea que lo que se inyecta es la información del virus para que, en vez de reproducirse entero, produzca solo la parte que estimula nuestra respuesta inmune. Así, si entramos en contacto con el virus posta ya tendremos defensas sin haber cursado la infección.

¿Ya está entonces?

No. Para empezar, como es obvio, 45 personas no son el mundo y una vacuna viable necesita poder serlo. Pero son buenas noticias, ya que se observó buena producción de anticuerpos neutralizantes (el objetivo primario de la vacunación) y los efectos secundarios reportados son muy similares a los de otras vacunas que ya se vienen utilizando de manera segura.

Sin embargo, como ya te conté antes, aún no entendemos bien cómo es la respuesta inmune frente al coronavirus, por lo que la respuesta de neutralización que observamos hoy puede no ser efectiva mañana. Por supuesto tampoco es un parámetro arbitrario: sabemos que es un correlato de inmunidad frente a otros virus respiratorios como la gripe y en ensayos en monos se probó que brinda protección ante el coronavirus.

Otro tema es cuánto dura la respuesta, pero acá hay varios puntos: por un lado, que este estudio es muy reciente así que no hizo un seguimiento prolongado de la persistencia de los anticuerpos (aunque está estipulado hacer monitoreo durante un año). Por otro, algo que también charlamos, los anticuerpos no parecen durar para siempre, cosa que en principio no sería para alarmarse dado que, como bien explica este hilo, no son la única parte de una respuesta inmune (pero que también le baja las ínfulas a los titulares de estos días, porque lo que este ensayo logró es producir anticuerpos y no inmunidad).

¿Qué es lo que sabemos entonces?

Que la administración de dos dosis de la vacuna de Moderna generaron la producción de anticuerpos en 45 personas de entre 18 y 55 años que no reportaron efectos secundarios graves (el rango de edad es importante considerando que el grupo de mayor riesgo son los adultos mayores). Y que esto, lejos de querer decir que ya se encontró la vacuna quiere decir que este ensayo puntual puede pasar a la siguiente fase (cosa que ya está sucediendo). Además de probarla en más gente, hay que determinar si la capacidad de producir anticuerpos se corresponde con la de producir una respuesta inmune completa. 

Conejillos de américas

A esta altura, probablemente ya hayas recibido varias cadenas de WhatsApp en las que el anuncio de la inclusión de Argentina en las pruebas de una nueva vacuna producida por las farmaceúticas Pfizer y BioNTech son calificadas de una conspiración para utilizarnos de conejillos de indias. Varias cosas sobre esto.

Primero, aclaremos algo sobre el latiguillo de siempre, ese de “la política sanitaria no es un desprendimiento directo de la evidencia”. Si bien esta frase pone el foco sobre factores externos a los aspectos técnicos en una decisión, que puede ir desde la implementación de un tipo de tests en vez de otro hasta la decisión de quiénes perciben un plan social, esto no quiere decir que todo lo que está por fuera de la producción formal de conocimiento es oscuridad y corrupción. Sin ir más lejos, nuestro comandante Iván habló de cómo esta vacuna, que de funcionar sería producida en Alemania, no puede tener impedimentos de comercialización por parte de Trump, de que los funcionarios antivacunas de Bolsonaro habrían hecho que Brasil saliera de la lista de candidatos y hasta cuenta un episodio pintoresco de un ego herido entre los altos funcionarios del gobierno.

Además, este es un ensayo de fase 3 (la siguiente a la de los resultados de la vacuna de Moderna que te comenté recién), o sea que ya cuenta con algunas garantías, como haber generado anticuerpos y pocos efectos secundarios. La etapa Argentina no tiene que ver con una modificación de lo que probaron sino con la escalabilidad: de 45 participantes se va a pasar a 30 mil.

Además, hay razones específicas para probarla en Argentina. ¿Te acordás que cuando hablamos de la vacuna desarrollada en Oxford te conté que para realizar ensayos clínicos es necesaria la circulación comunitaria del virus? Bueno, creo que no hace falta que te aclare que acá tenemos de sobra. Por otro lado, el argumento conspiranoico de los conejillos de indias toma ribetes sorprendentes si tenemos en cuenta que, como dice en esta entrevista Fernando Polack, médico pediatra infectólogo que liderará el ensayo en nuestro país, el 75% de la investigación se realizará en Estados Unidos (así es, las pruebas en Argentina serán posteriores a las inoculaciones en norteamérica).

Respecto a la vacuna en sí, funciona de manera similar a la de Moderna, mediante ARN mensajero. Polack lo explica así: en este tipo de vacuna se trata de “usar directamente el código genético de una proteína viral y dejar que el cuerpo humano lo tome y produzca la proteína tal como si se hubiera infectado. Para lograr eso, tenes que usar el ARN mensajero, que son instrucciones que le da el virus al cuerpo humano para que sintetice una de sus proteínas exactamente igual; es solo una parte muy pequeña del virus, que es donde hay que atacarlo».

Al día de hoy, no hay ninguna vacuna en el calendario obligatorio que utilice este mecanismo, por lo que la novedad no es solo la enfermedad que combate, si no la metodología en sí misma. La ventaja que presenta es fundamental en este contexto: rapidez. Las fracciones de material genético pueden producirse rápidamente y el cuerpo las asimila con velocidad. ¿La desventaja? Como mencioné respecto a la otra vacuna, se desconoce su capacidad para generar una respuesta inmune completa.

Respecto a las ventajas de participar en el ensayo, Polack señaló: “El beneficio de realizar estas pruebas es que pone a la Argentina en un mapa de la ciencia y permite que muchos actores estén pensando en nosotros, y típicamente a los países que evalúan las vacunas o los medicamentos, se les abre la puerta para acceder a las remesas de vacunas o medicamentos con prioridad”.

Por último, aunque aún falta el visto final de ANMAT para comenzar con las pruebas, pareciera ser que este no será el único ensayo en nuestro país. El Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, declaró que se están manteniendo conversaciones con varios laboratorios y que pronto habrá dos o tres vacunas más testeándose en el país.

¿Y por casa cómo andamos?

Otro aspecto central en la elección de Argentina para el ensayo de Pfizer tiene que ver con la capacidad y el prestigio del sistema científico tecnológico, hay muchos investigadores muy buenos e instituciones de renombre internacional con quienes contar. Hace una semanas, discutimos la idea de soberanía ligada al desarrollo local de las ciencias y su relación con las demandas del mercado. Si bien no podemos establecer que tener producción científica se traduzca directamente en una distribución más equitativa de los recursos que es, en definitiva, el motivo ulterior de cualquier mejora social, podemos convenir en que esto será más probable si existen y se mantienen las instituciones nacionales.

Por eso, además de la investigación propia para elaborar una vacuna de la que hablamos en esta edición, los científicos argentinos siguen trabajando sobre otros aspectos de la pandemia:

  1. En el fin del mundo, numerosos grupos de investigación de la Patagonia obtuvieron 57 nuevos genomas de coronavirus: 22 provenientes de muestras clínicas de pacientes de Neuquén, 4 de Río Negro y 31 de Tierra del Fuego. Esto cumple con los objetivos del proyecto PAIS, destinado a conocer la genética del coronavirus y realizar estudios a partir de ello y que, en esta primera etapa, buscó identificar los linajes virales que ingresaron a nuestro país a través de personas con antecedentes de viaje e identificar las redes de transmisión local (los análisis se hicieron sobre muestras recolectadas durante marzo y abril, al comienzo del brote en Argentina). Al conocer la genética de los virus que están circulando podemos saber más sobre cómo se dio esa circulación e identificar los nodos de transmisión. Además, permite monitorear mutaciones y conocer aspectos del comportamiento del virus en general.
  2. A partir de la detección de casos en un barco pesquero, el Área Programática Sur del Ministerio de Salud Chubutense entrevistó a los contactos estrechos y elaboró el gráfico que les dejo más abajo con las conductas de riesgo acontecidas. Este tipo de trabajo resulta de gran importancia a la hora de generar campañas de prevención, que cuanto más específicas son más efectivas. No es lo mismo decir “quedáte aislado” que “no compartas el mate” y si bien en un escenario de aumento de casos esto podría parecer menor ya que la indicación es minimizar todo contacto, esto cobra especial relevancia a la hora de pensar en escenarios en los que hay estabilidad o disminución, ya que esto induciría a flexibilizaciones de la cuarentena que podrían redundar en nuevos brotes. En este sentido me gustó mucho este decálogo que elaboró el grupo R en Buenos Aires sobre prácticas responsables al mostrar datos sobre COVID-19.
  1. El gobierno anunció la inversión de 745 millones de pesos para la compra de equipamiento científico. En esta nota de Pablo Esteban, se afirma que la inyección de dinero, parte de la cual es una reasignación de la AFI será destinada a “poner en marcha un programa especial para el escalamiento y la preparación, para exportar los dispositivos diseñados por las científicas y los científicos y las tecnólogas y los tecnólogos, apoyados en las diferentes convocatorias realizadas en el marco de la respuesta frente al coronavirus como, por ejemplo, los test de diagnóstico serológico y moleculares surgidos desde el CONICET y las Universidades Nacionales”. La decisión contrasta con los reclamos de investigadores e investigadoras, que, entre otras cosas, denuncian una caída del 50% en sus salarios, nula recomposición en lo que va de 2020 y ausencia de paritarias y convenio colectivo de trabajo. Por supuesto, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa y no se trata de que la inversión en equipamiento científico sea banal o de que haya que desatender las urgencias para subsanar los problemas estructurales. Es, simplemente, una muestra más de que no existe tal cosa como invertir “en ciencia”, sino en un tipo de sistema científico tecnológico.

¿Y mientras tanto?

Entre la llegada de la vacuna y la creación de un sistema científico tecnológico que no dependa de la precarización de sus trabajadores para subsistir, seguiremos transitando una pandemia. Va, como dice Juan Elman, un picadito de novedades:

  • Se está trabajando en una nueva generación de tests. La idea principal es reducir el tiempo para la obtención de resultados a menos de una hora. Muchísimos nuevos tests se encuentran en etapas iniciales de desarrollo, por lo que habrá que esperar para ver si funcionan. Algunas claves: muestras de saliva y no de sangre o hisopado, testear simultáneamente virus y anticuerpos y detección por reacción química. 
  • Si vas a la peluquería, usá barbijo. Un informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses mostró que, en mayo, alrededor de 140 personas interactuaron con dos peluqueros que tenían coronavirus y nadie se contagió. Si bien no puede determinarse una causa única que explique por qué no hubo un brote, los expertos señalan que el hecho de que el uso de barbijo fuera obligatorio en el salón habría tenido mucho que ver.
  • ¿Alguien quiere pensar en los perritos? Esta me rompe el corazón. En esta nota de Bloomberg una entrenadora de perros (dale Agostina, ni siquiera es ciencia esto), dice que con la cuarentena los perritos están generando un sobre-apego y que cualquier mini separación les produce mucha angustia. ¿Sus recomendaciones? Empezar a encerrarlos un ratito por día en otra habitación e irlo incrementando, comprarles juguetitos, reintroducirlos a la actividad llevándolos a un lugar transitado y exponiéndolos a los ruidos.

El final de la pandemia no está cerca, pero el de esta carta ya llegó. Te recuerdo que si te gusta mi curaduría de memes podés colaborar con Cenital y ayudarnos a continuar con nuestro perfeccionamiento en humor gráfico. Porque tal como una pequeña pieza de imagen y texto puede resumir una idea compleja, plantearla en capas e intervenir sobre sus sutilezas, si hablamos de ciencia durante una pandemia en realidad estamos hablando un poco de todo. 

Te mando un beso enorme,

Agostina

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.