¿Cómo vende el fútbol argentino?

Cada vez más mercados, pero menos a clubes top.

Hola, ¿cómo estamos?

Me acuerdo que antes de jugar en Quito, contra Ecuador, el día de sus tres goles que nos metieron en Rusia, Messi comentó al pasar: “A mí la altura no me hace nada”. Jamás lo vi presumir sobre algo suyo, pero dudé. No podía ser verdad. El partido contra Bolivia de esta semana reafirma su teoría.

“Nos van a extrañar”

Sergio Agüero lo vomitó y después se arrepintió. “Cuando no estemos más, nos van a extrañar”, le ladró en octubre de 2016 al diario Olé, a meses de haber perdido la final de la Copa América, con Edgardo Bauza como técnico y con Lionel Messi ya arrepentido de haber anunciado su retiro de la Selección. Hacía una década que jugaba en Europa y, desde hacía cuatro años, compartía el podio con Noel Gallagher de las personas más admiradas en Manchester. La coyuntura del batacazo en La Paz podría poner en discusión las palabras del Kun si no fuera porque el segundo tiempo de Lionel Messi fue un escándalo. Tres datos golpearon la mesa esta semana. Exequiel Palacios, Matías Zaracho y Nicolás Domínguez son categoría 1998 y, a partir de su aparición en inferiores, el vox populi de los especialistas en juveniles decía que eran cracks. El ex River fue una de las figuras contra Bolivia, pero es suplente en el Bayer Leverkusen. El ex Vélez es el primer recambio de Lionel Scaloni en la mitad y su pase pertenece al Bologna, que perdió dos de las tres primeras fechas de la Serie A. El ex Racing fue vendido a Atlético Mineiro, a una liga semejante a la local, pero con más dólares. Desde 2018, con Lautaro Martínez al Inter, que no se exporta a clubes europeos top. Mucho dato vuela por los aires. Quizás tenía razón Agüero.

El New York Times metió el dedo en la llaga la semana pasada alertando sobre el descenso en la exportación de futbolistas argentinos basándose en dos datos: hace una década, había 47 en Italia, ahora 24; y 23 en la Premier frente a 11 en la actualidad. Uno de sus principales argumentos es comparar a Argentina con Brasil desde el punto de vista de la atención a los scoutings -cazatalentos-: “Los brasileños te invitan, te dan una vuelta por la academia, te ofrecen un café, te hablan de los jugadores” vs “los argentinos no te dan facilidades ni para entrar al estadio”. Es llamativo que una nota sobre el fútbol y el mercado esté explicada solamente desde el mercado: “Cae -como me planteó un renombrado scout- en olvidarse que son seres humanos y no paquetes de fideos idénticos que se producen en una máquina a ritmo industrial y sin contexto”. Aunque no deja de ser cierto que en un clásico milanés de la Primavera (o sea, la Reserva) hay 150 acreditados de clubes de todo el planeta y se sirve catering en el entretiempo. El valor de ser el centro del mundo y de haber colonizado a los otros continentes pesa también en el capitalismo de la pelota.

Un informe de Nicolás Rotnitzky en Big Data Sports grafica: en las cinco ligas más importantes del globo (España, Italia, Inglaterra, Francia y Alemania) hay 78 argentinos, pero muy pocos en los mejores de la Champions League. 

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En los últimos tres planteles de Argentina en los Sudamericanos sub 20, de 69 futbolistas solo 17 juegan en Europa -Gonzalo Maroni sería el 18, fue a la Sampdoria y regresó a Boca-. Dos lo hacen en equipos de primera línea: Lautaro y Ángel Correa (Atlético Madrid).

Pero la condición exportadora de Argentina es indiscutible: según el Observatorio de Fútbol de CIES, es el tercer país con más jugadores en el extranjero con 972 y el 75,5% en clubes de primera. Brasil es el líder con 1.600 y Francia le sigue con 1.027. Nuestro país vecino tiene 210 millones de habitantes. En el último Mundial, 14 de 23 de los campeones mundiales eran descendientes de las colonias de África: Paul Pogba de Guinea, Kylian Mbappé y Samuel Umtiti de Camerún, N’Golo Kanté de Mali. En ambos casos, la cantidad de jugadores es determinante. Lo que se modifica es el precio: según un informe de Superliga Innova, entre julio y septiembre de 2019, los franceses vendieron por 876 millones de dólares mientras que Brasil y Argentina -en el noveno y en el décimo puesto- no llegaron a los 200. 

La diferencia radica en los destinos: los cinco países donde más jugadores exportamos son Chile, México, España, Italia y Ecuador. Asombroso es que entre las veinte plazas donde más argentinos hay están Malta y Chipre. 

El trabajo que hace Futbolistas AXEM es muy recomendable para seguirle las huellas a los argentinos por todo el mundo.

La Generación Dorada

Por su altura y porque su hermano Diego ya jugaba en Liga Nacional, a Chiquito siempre le gustó el básquet. El 27 de marzo de 2007, Fernando de Tomasso, segundo presidente de Blanquiceleste, anunció su venta al Az Alkmaar por 1,45 millones de euros. Antes de irse, pasó a saludar al entrenador de la pelota naranja en Racing, de quien se había hecho amigo, y le dejó un deseo: “Ojalá mi venta sirva para que a ustedes les paguen”. Sergio Romero nació en 1987 y vivió uno de los tramos más duros de la historia académica. Se fue apenas con 5 partidos en la espalda, pero sabiendo que su transferencia era una manera de salvar a un club en crisis con un gerenciamiento en crisis -en 2008, la empresa se fue con deudas-. Se vendrían años durísimos, también, para Independiente, San Lorenzo y River, cuyas gravísimas economías los hicieron descender o estar al borde de perder la categoría. Lo paradójico es que coincidiría con una de las mejores generaciones de futbolistas argentinos.

“Hay procesos que son generacionales. Porque buenos jugadores hay siempre, excepcionales no. Durante la década pasada nos la pasamos elogiando a la Masía como centro de formación. Salieron Lionel Messi, Xavi Hernández, Sergio Busquets, Andrés Iniesta, Cesc Fábregas y Gerard Piqué. ¿Vos viste en estos años alguno como esos? No”, teoriza un scout, que rechaza la hipótesis de que nuestro fútbol es peor. Otro brillante ejemplo es la generación del ’92 del Manchester United: David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt y los hermanos Neville. Nunca dejaron de germinar, pero pocas veces se van a repetir tantos talentos a la vez. 

Tanto en los mundiales sub 20 de los Países Bajos como en el de Canadá, Argentina fue campeón. Esos planteles, poblados de futbolistas nacidos entre 1985 y 1988, ostentaban una interminable lista de talentos que brillaron en grandes equipos de Europa. En el 2005, estaban: Ezequiel Garay, Pablo Zabaleta, Lucas Biglia, Fernando Gago, Emiliano Armenteros, Sergio Agüero y Lionel Messi. En el 2007, Romero, Federico Fazio, Gabriel Mercado, Ángel Di María, Ever Banega, Papu Gómez, Pablo Piatti y Mauro Zárate. En esta nómina no aparece Gonzalo Higuaín, a quien el Real Madrid le había prohibido participar del certamen.

Fue en diciembre de 2006 que el mercado sopló a favor de Argentina. El Real Madrid invirtió 27 millones de dólares por Fernando Gago y 18, por Higuaín. Con Messi en el Barcelona, parecía que el universo se rendía a nuestros pies. Pero no siempre había sido así. Basta con mirar dos años antes cuando Corinthians dispuso 19,5 millones de dólares por Carlos Tevez y 15 por Javier Mascherano. Los dos categoría 84 tuvieron que pasar por la vidriera brasileña para escalar la montaña europea. Acaso Zaracho tenga suerte y siga el mismo recorrido. 

Una hipótesis muy atractiva para el análisis sociológico de la pelota es vincular situaciones económicas de la niñez de los futbolistas. En este caso, no es tan fácil de aplicar ese criterio porque coincide con los años de la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín. Aunque una salvedad es la misma característica que diferencia a las generaciones anteriores del tenis argentino con la de hoy: con todos sus impactos adversos, el uno a uno posibilitó viajar y competir con los mejores. Pero si esa lupa se pone en los Sudamericanos citados coincide con los años de declive del menemismo y la crisis del 2001. Lo que resulta una alarma más que preocupante para la vida que impactaría en el fútbol: el INDEC informó el último agosto que en diciembre de 2020 el 63% de las infancias en Argentina estaría en situación de pobreza.      

Nos queda la personalidad

–¿Qué se busca en el jugador argentino?
–El futbolista argentino siempre compite bien, hay jugadores que tienen un plus de mentalidad que los coloca donde están, porque en Europa ya tienen jugadores dotados técnicamente, y hoy vienen a buscar la personalidad del jugador argentino.

Un scout -los clubes europeos les prohíben declarar- da la pauta de qué se puede encontrar. Esta semana, en una videollamada divulgada entre Pep Guardiola y el jugador profesional de cricket indio Virat Kohli, el entrenador fue en la misma sintonía: “A la hora de fichar, lo primero que miramos es la habilidad, pero lo más importante es la personalidad”. Según un informe de Big Data Sports, 21,5 es la edad promedio de los futbolistas argentinos que emigraron a las cinco mejores ligas del mundo entre 2016 y 2019. Si los rasgos que configuran una forma de ser son fundamentales para cualquier jugador esa condición crece cuando se trata de alguien que debe cambiar de continente. Un especialista grafica con un caso: “Hace años, que los mejores clubes ingleses siguen a Thiago Almada. Es un chico de 19 años y es sin dudas una de las grandes apariciones. Pero nació en Fuerte Apache y toda la vida se entrenó en Vélez, que le queda cerca de la casa. No es nada sencillo dejar de ser la figura de tu club en inferiores para irte al frío de Manchester a ser suplente”. Un ejemplo semejante podría ser Benjamín Garré, quien dejó el club de Liniers para irse a vivir al predio del City, donde estuvo entre 2017 y 2019 hasta quedarse libre. Apenas quince minutos jugando en Racing, contra Newell’s, le alcanzaron para que el Cilindro apresurara a Eugenio Mena para que sacara rápido un lateral desde atrás de la mitad de cancha en el sector izquierdo y le tirara rápido la pelota al flamante wing derecho.

Distinta es la última gran venta del fútbol argentino: Lucas Martínez Quarta desembarcó a la Fiorentina por 15 millones de dólares brutos. El central titular de la Selección arriba al mismo club que, en la década del noventa, nos hacía buscar la RAI para ver a Gabriel Batistuta vistiendo esos colores, con los que obtuvo la Copa Italia en nueve temporadas disputadas, una en la segunda división. En la última década, River es el equipo que más recaudó vendiendo jugadores de sus inferiores al extranjero: con Erik Lamela y Palacios encabezando las más acaudaladas, sumó a sus arcas 165 millones de dólares. Curioso es el caso de Boca: un informe de Matías Conde de 2019 señalaba que de los 29 jóvenes surgidos de la cantera azul y oro que jugaban en la Primera División, apenas 5 lo habían hecho en ese club.

La exportación de jugadores no baja en sus cantidades. Hay muchos datos y montones de hipótesis sobre por qué no estamos produciendo nuevos Messi. Este informe no llega a ninguna conclusión precisa, pero sí propone que las juventudes le pregunten a sus mayores cómo se vivió la nostalgia cuando Diego Maradona dejó de jugar. Creo que como sociedad estamos empezando a hacer un duelo demasiado confuso: cada vez que queremos lamentarnos porque el 10 de Argentina y del Barcelona ya tiene 33 años, el tipo reaparece para hacernos sentir infinitos.

Pizza post cancha

Esto fue todo.

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Abrazo grande,

Zequi

Soy periodista desde 2009, aunque pasé mi vida en redacciones con mi padre. Cubrí un Mundial, tres Copa América y vi partidos en cuatro continentes diferentes. Soy de la Generación de los Messis, porque tengo 29 y no vi a Maradona. Desde niño, pienso que a las mujeres les tendría que gustar el fútbol: por suerte, es la era del fútbol femenino y en diez años, no tengo dudas, tendremos estadios llenos.