Amazon: la empresa y su contexto

Te cuento un poco sobre el marco que acompañó al surgimiento y crecimiento de este gigante del e-commerce además de explorar las relaciones laborales en Estados Unidos.

Hola, ¿cómo estás? 

Hoy quiero hablarte de Amazon. Pasaron varias cosas en las últimas semanas. Primero, un intento de organización de los trabajadores de su planta de Alabama. Segundo, la nominación de Lina Khan por parte de Joe Biden para integrar la Federal Trade Commission. Tercero, que grabé un episodio del flamante podcast de Burofax sobre Amazon.

Usando el fallido intento de organización sindical en Amazon como disparador, este newsletter te propone dos ideas simples. Por un lado, que el contexto bastante particular de Estados Unidos -la desregulación de mercados y de relaciones industriales, más la ausencia de organización de los actores sociales- tiene mucho que ver con que haya surgido y crecido una empresa como Amazon. Por el otro, que para entender qué pasa con los trabajadores de la compañía es conveniente mirar el contexto de relaciones laborales en el país. Para esto invité a Matías Maito, director del Centro de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD).

Sobre la nominación de Khan, te recuerdo que ya hablamos de ella en un newsletter de Burofax (Lina, ¡te seguimos desde Cemento!). Acá podés leer lo que piensa y darte una idea de qué puede significar su nombramiento. Ojo, Khan será solo una de cinco miembros, con lo cual su poder será muy limitado.  

Sobre el episodio del podcast de Burofax: pronto en tu plataforma favorita. 

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Empecemos.

El fallido intento de organización sindical en Amazon 

Los trabajadores en la planta de Amazon en Birmingham, Alabama, votaron sobre la posibilidad de formar un sindicato. Hubo 1798 votos en contra y 738 a favor (sobre un total de 5800 trabajadores), con lo cual no habrá sindicato. Inmediatamente, las acciones de la empresa subieron. 

Amazon es el segundo empleador más importante en los Estados Unidos, solamente detrás de Walmart. Emplea 950.000 personas, la mayor parte en enormes depósitos y almacenes. A nivel global, Amazon tiene 1.3 millones de empleados. La pandemia le hizo bien: la empresa creció enormemente durante este tiempo y su fundador y hasta hace poco CEO, Jeff Bezos, se convirtió en el hombre más rico del planeta de acuerdo a la revista Forbes.

Mientras tanto, las condiciones de trabajo en esos almacenes están lejos de ser buenas (diré más sobre esto más abajo), por lo que tener un sindicato que agrupe a los trabajadores y defienda sus derechos puede ser atractivo. Pero no lo lograron. ¿Por qué? Bueno, los organizadores del sindicato cuentan cómo Amazon apeló a todo tipo de prácticas anti-sindicales: desde limitar el tiempo en que se podía discutir de la votación hasta cuestionar cuántos deberían votar (incluyendo trabajadores temporarios y por tanto dificultando la tarea de convencer gente). Seguramente sea el caso, pero lo cierto es que el campo de juego está inclinado hace tiempo por el peso de la historia y la política. Veamos. 

Amazon en contexto

En un artículo llamado “The Rise of the Platform Business Model and the Transformation of Twenty-First-Century Capitalism” (en español, El auge del modelo empresarial de plataforma y la transformación del capitalismo del siglo XXI), los investigadores K. Sabeel Rahman y Kathleen Thelen ponen a las empresas de plataforma en contexto histórico y político. En vez de decir que estas empresas son distintas a todo, o fueron una revolución tecnológica que cortó con todo lo anterior, estos autores hacen un repaso por el contexto político, económico e institucional que posibilitó el surgimiento y expansión de estas compañías. 

Los autores hacen tres cosas en ese artículo: rastrear la transformación de la empresa típica del capitalismo (pongámosle el paso de Ford como empresa emblemática a Uber), analizar por qué Estados Unidos está al frente de todos estos cambios y proponer algunas respuestas en términos regulatorios. Acá voy a concentrarme en la segunda parte. 

¿Por qué Estados Unidos es el país de origen de la mayor parte de las empresas de plataforma? Por tres motivos. El primero, un contexto regulatorio débil en el que prima la descentralización y la superposición de marcos legales, por un lado, y la ausencia de actores organizados, empresarios y laborales, por el otro. El segundo, un régimen institucional que favorece las alianzas entre inversores y consumidores, la base de este tipo de empresas. El tercero, una economía sumamente financiarizada y con muchísimo capital disponible, algo que estas empresas necesitan para poder ir a pérdida durante años hasta alcanzar una gran escala. 

En efecto, es muy fácil identificar estos tres rasgos con Amazon. Sobre lo primero, Jeff Bezos empezó vendiendo libros online y hoy vende de todo. En el medio se llevó puesto a sectores enteros de la economía e instituyó nuevas regulaciones en su plataforma, que son más importantes que las regulaciones comerciales de su país de origen. Jamás negoció con ningún sector empresario y ésta no es la historia del abanderado del libre mercado contra los “grupos rentistas enquistados”, sino de un negocio que compite de modos leales y desleales. Entre los segundos está la baja artificial de precios para destruir a la competencia, pero también casos más específicos. Acá, por ejemplo, podés leer lo último en la pelea entre Birkenstock (la empresa alemana de zapatos) y Amazon, que empezó cuando la europea descubrió que la americana vendía productos truchos de su marca; siguió con la negativa de Amazon a hacer algo al respecto, y culminó con Birkenstock yéndose de la plataforma. ¿Por qué hace Amazon estas cosas? Porque puede. No hay regulaciones que se lo prohíban y no hay asociaciones empresarias o sindicatos fuertes que le resistan. 

Esto me lleva a lo segundo: la alianza inversores-consumidores. En esa misma nota que te enlacé hace unas líneas aparece una vocera de Amazon diciendo: «En nuestra misión de ser la empresa más centrada en el cliente de toda la Tierra, Amazon se esfuerza por ofrecer a nuestros clientes la mayor selección de productos, al precio más bajo y con la entrega más rápida». Premio actriz dramática 2021, pero funciona. Amazon tiene, con precios bajos y envío casi inmediato, a los consumidores en el bolsillo. Esto tiene dos consecuencias en términos regulatorios: por un lado, que el análisis de defensa de la competencia en Estados Unidos está regido por el bienestar del consumidor. Esto quiere decir que hay problema de competencia solamente cuando hay perjuicios a los consumidores, por ejemplo, precios altos (esto nos lleva otra vez a Lina Khan, que presenta otra forma de ver las cosas). En este marco, Amazon es fantástica, porque los consumidores son supuestamente felices (no importa si el producto que le venden es trucho, o si Amazon manipula precios y calificaciones para poner sus productos por encima de los de otros). Por el otro, que los políticos se van a animar menos a limitar a una empresa que tiene el amor de los consumidores. Después de todo esos consumidores son votantes y los políticos no quieren que se enojen con ellos.

Sobre lo tercero, Bezos empezó su empresa con un préstamo del padre, pero en los años siguientes consiguió varios inversores más y, con muy abundante capital, financió muchos años de pérdida. Todo lo que entraba a la empresa lo reinvertía. Mal no le fue, pero, claro, eso solo es posible con un enorme exceso de capital -algo que existía en ese momento en Estados Unidos, pero no en otros países y no en otros momentos de ese país-. 

Entonces, Amazon -y las empresas de plataforma en general- no surge de un repollo, ni son solamente consecuencias de cambios en los mercados o avances tecnológicos. Tiene que ver, también, con condiciones económicas, políticas e institucionales.

Por cierto, en esta nota podés rastrear de manera bastante gráfica el crecimiento de la empresa y ver números para algunas de las cosas que charlamos acá: la expansión, la fidelidad de los consumidores (asegurados vía Amazon Prime) y las ganancias.

Trabajar para Amazon

Entre las cosas que te mencioné en la sección anterior está la ausencia de organización de los trabajadores. Quiero expandirme un poco sobre eso acá. 

Lo cierto es que Amazon tiene varios formatos de relaciones laborales. De mayor a menor protección, tenemos a los empleados muy calificados que trabajan en sus headquarters, luego a los empleados que trabajan en sus establecimientos, y finalmente los que no son empleados, sino autónomos que realizan tareas para la empresa (en un formato muy parecido a los repartidores de Pedidos Ya o los conductores de Uber).  

Vamos uno por uno. 

Primero, los trabajadores calificados y bien pagos en la empresa. Hace varios años, en 2015, salió una investigación en profundidad en el New York Times sobre cómo era trabajar en Amazon. Para este artículo, los autores (por cierto, la mujer en esta dupla luego publicaría junto con otra periodista las investigaciones sobre Harvey Weinstein que dieron inicio al #MeToo) entrevistaron a 100 empleados de Amazon, incluidos algunos en puestos de dirección que habían sido expresamente autorizados por la empresa para hablar. Bezos se negó a ser entrevistado.

¿Qué encontraron los periodistas? Fundamentalmente que Amazon empuja a sus empleados al límite. Con el discurso de “estamos revolucionando el mundo”, muy común en todo este tipo de compañías, los empleados trabajan fuera de horario, compiten despiadadamente entre ellos (esto varía entre empresas: en algunas hay mejor clima; en otras peor; y en otras ha ido cambiando, como en Uber).

¿Está mal esto? No está claro que ejercer presión máxima sobre tus empleados saque lo mejor de ellos, pero creo que mientras que Amazon no rompa ninguna regla/ley, no está mal. Sea como sea, debe pagar las horas extras o tener recompensas acordes. Lo que sucede con los empleados calificados como estos es que pueden perfectamente elegir irse a otra empresa porque, en general, los datos muestran que hay mucho trabajo en este sector. No solo eso, sino que además las empresas se pelean por estos trabajadores calificados. 

Este es el puntapié para pasar al segundo y tercer grupo de relaciones laborales: aquellas que suceden en los almacenes de Amazon y aquellas de quienes reparten paquetes de Amazon. En ambos casos hay una situación en común: los trabajadores no están en condiciones de elegir. 

Al integrarse verticalmente, y pasar de vender cosas de terceros a vender cosas propias, además de almacenar y transportar cosas de terceros, Amazon construyó una serie de establecimientos propios y contrató muchísima gente. Son, básicamente, almacenes llenos de cosas y empleados que empaquetan esas cosas y las sacan para su envío. El trabajo allí es mucho más mecánico, requiere empleados menos calificados y se paga menos. Sobre las condiciones de trabajo en estos espacios, hace años que hay denuncias e investigaciones que solo recrudecieron en tiempos de covid, tiempos en los que estaban más desprotegidos en general y en particular. ¿Cuáles son las acusaciones? Un nivel de exigencia altísimo traducido en objetivos mega cuantificados de producción, que dejan nada de tiempo para cualquier cosa que no sea trabajar. Esto no es solo un “uh, qué mal, no puedo mirar TikTok”. Esto es “no se cumplen los tiempos de almuerzo, pausa y descanso”. Hay, también, denuncias de altos índices de riesgo y accidentes laborales. Las condiciones de los que reparten paquetes de Amazon en camionetas con el logo de la empresa son, posiblemente, aún peores: dan vuelta por la ciudad con objetivos imposibles de cumplir. Otra vez, aquí hay todo tipo de denuncias. La más resonante: que los conductores hacen pis en botellas porque no tienen tiempo de parar e ir al baño. 

El tercer grupo de trabajadores son aquellos que no son empleados formales de Amazon, sino gente que se baja una app, llamada Amazon Flex, se loguea y cobra por paquete entregado. No es muy distinto a ser un repartidor de Glovo o Rappi, o un conductor de Uber o Lyft. Tienen que trabajar sin parar para que rinda.

El grupo por el que la empresa ha recibido más cuestionamientos es el segundo: los trabajadores de sus almacenes. ¿Qué dice Amazon al respecto? Dos cosas. Una, que las condiciones no son así de duras porque, si fuera así, nadie querría trabajar para ellos. Esto no me lo invento, sino que es literalmente lo que un CM de Amazon tuiteó en respuesta a un político demócrata que los acusaba por el tema del pis en las botellas.

El tuit dice: “Realmente no crees lo de orinar en botellas, ¿no? Si eso fuera cierto, nadie trabajaría para nosotros. La verdad es que tenemos más de un millón de empleados increíbles en todo el mundo que están orgullosos de lo que hacen y tienen excelentes salarios y atención médica desde el primer día”. 

Lo segundo que dicen desde Amazon para defenderse es que ellos ofrecen mejores condiciones que el resto. Dejo lo segundo para dentro de unos párrafos y me concentro en lo que tuiteó Amazon: ¿acaso las personas elegimos nuestras condiciones de trabajo? En la mayoría de los casos, no. Trabajar no es una opción sencillamente porque las cosas cuestan dinero y solo obtenemos dinero vendiendo nuestra fuerza de trabajo. Por supuesto que, si somos herederos, vivimos de alguien o nos hicimos ricos con alguna idea maravillosa (o malísima, pero que tuvo éxito), no necesitaremos trabajar. Pero esta no es la realidad de la mayoría de las personas. En general, la mayoría trabajamos por obligación. De acuerdo a nuestras circunstancias, tendremos más o menos posibilidades de elegir nuestro lugar de trabajo y de negociar las condiciones. El punto es que, mientras los que trabajan de ingenieros en Amazon pueden elegir, los que reparten paquetes no. 

De hecho, Amazon pidió disculpas por el tuit que te copié arriba (dijo que la respuesta había sido un “gol en contra”) y admitió que esto es algo que sucede entre sus trabajadores de delivery, pero no entre los que están en almacenes, que sí tienen baños cerca y pueden usarlos. 

Estamos en 2021, estamos hablando de una de las empresas más exitosas del mundo y los trabajadores postean fotos de botellas con pis en su sub-canal de Reddit y dicen que no dan más. Al menos la empresa lo terminó reconociendo como cierto. 

Ahora bien, pasemos al segundo punto de la defensa de Amazon: las condiciones laborales en Estados Unidos. Para eso cuento con el aporte de Matías Maito, director del CETyD.

“Durante las últimas décadas tuvo lugar un debilitamiento muy fuerte de los sindicatos en Estados Unidos. Los datos al respecto son elocuentes. Mientras que a mediados del siglo XX el 33% de los trabajadores estaba afiliado en la actualidad la proporción se reduce al 10%”, me dijo. Como comparación entre países desarrollados, te cuento que ese número en Alemania es más del 16, en Inglaterra 23, y en Noruega casi 50 (datos de la OCDE). Los números de Estados Unidos son comparables con los de los países europeos excomunistas, o con Francia, pero en el país galo las leyes laborales son mucho más protectoras y extendidas. 

Esto nos lleva al siguiente punto: la individualización de las relaciones laborales en Estados Unidos es extrema. Sos vos frente al empleador, sin un marco legal más amplio que te proteja. Efectivamente, Matías nos explica: “De la mano del debilitamiento sindical ocurrió una ‘des-colectivización’ de las relaciones laborales y un empoderamiento de la patronal al interior de los lugares de trabajo. La negociación colectiva redujo su cobertura durante las últimas décadas y, actualmente, sólo rige para el 7% de los trabajadores del sector privado. Además, la propia normativa incentiva a que la unidad de negociación sea la empresa, y no el sector de actividad, lo cual debilita la posición de los trabajadores. Y en los lugares de trabajo, donde las relaciones entre gerencia y trabajadores no están regidas por el unilateralismo, las estrategias de management y recursos humanos proponen diálogo y cooperación con los trabajadores pero a través de canales alternativos a los de los sindicatos”.

¿Por qué canales alternativos? Matías me explica: “Hay muchos factores que influyeron en esta situación. Pero uno de los problemas es que, como se vio en el caso de Amazon, son muy lábiles las protecciones para los trabajadores que quieran organizarse. Los empresarios pueden tomar todo tipo de represalias contra estas iniciativas sin que el Estado los limite”. Esto lleva un tiempo siendo así, pero Matías agrega que “durante la presidencia de Trump, esa situación se agudizó con una fuerte ofensiva antisindical por parte de organizaciones no gubernamentales y del propio Estado. De hecho, en uno de los fallos más emblemáticos de la Corte Suprema de Justicia, en 2018, uno de los jueces sostuvo que ‘designar a un sindicato como el representante exclusivo de los empleados restringe sustancialmente los derechos de los empleados individuales’”.

Entonces, la vara está muy baja y, en ese contexto, Amazon actúa como el resto. En realidad, miento, Amazon chapea con que es mejor que el resto. Resulta que, en Estados Unidos, el salario mínimo no se actualiza desde 2009 y está en 7,5 dólares la hora (ojo, esto varía luego a nivel subnacional y, en algunos sitios, es superior). En ese contexto, Amazon se destaca: paga un salario mínimo de 15 dólares. No solo eso, sino que ha estado pidiéndoles a los políticos que suban el mínimo nacional a esa figura. 

Dos desvíos. Costco, cadena de supermercados de Estados Unidos que emplea 200.000 personas, paga en promedio, 24 dólares la hora, y planea subir el salario inicial a 16 dólares la hora. O sea que Amazon no está solo en eso de pagar por encima de lo que marca el mínimo legal. 

El segundo desvío es más innecesario, pero no puedo no incluirlo porque Amazon nos da mucho material. Este asunto del salario mínimo dio lugar a otro tuit “vivillo” porque Dave Clark, el nuevo CEO de Amazon, corrió por izquierda a Bernie Sanders.  Te lo copio abajo: 

Se traduce algo así como: “Doy la bienvenida a @SenSanders a Birmingham y aprecio su impulso hacia un lugar de trabajo progresista. A menudo digo que somos los Bernie Sanders de los empleadores, pero eso no es del todo correcto porque nosotros sí logramos ofrecer un lugar de trabajo progresivo”. ¿Se entiende? El CEO de Amazon tuiteó que su empresa es mejor que Bernie porque Bernie promete pero no hace, en cambio, Amazon, sí. ¿Cuánto café le pondrá al whisky de la mañana Dave Clark?

Vuelvo. Entonces, Matías nos contaba cómo el ambiente antisindical empeoró con Trump, pero, ¿qué pasa con los demócratas? Sigue Matías: “El gobierno demócrata recientemente asumido parece dar muestras de querer revertir esta situación en un marco en el que, según distintas encuestas, la aprobación social de los sindicatos viene creciendo paulatinamente durante los últimos años. Algunos incluso ya se animan a decir que Biden es el presidente más ‘pro-labor’ de la historia de Estados Unidos. Fuera cierto esto último o no, como lo demuestra la experiencia de Amazon, no es para nada menor la experiencia que se debe desandar para dotar nuevamente a los trabajadores de las herramientas y protecciones necesarias para que puedan organizarse libremente en sindicatos”.

En efecto, Joe Biden emitió un mensaje a favor de la sindicalización en Amazon (o sea, se jugó). Pero fíjense una cosa: mi director de tesis doctoral siempre decía que “nadie habla de ‘clase trabajadora’ en Estados Unidos” y, en efecto, en el video, Joe se refiere a “la clase media”. Son trabajadores, Joe, y muchos de ellos son pobres

Pero Biden parece ir por más. El 26 de abril la Casa Blanca anunció la formación de un equipo de trabajo para “movilizar políticas, programas y prácticas del gobierno federal para capacitar a los trabajadores para que se organicen y negocien con éxito con sus empleadores” (aquí más información). En pocas palabras, Biden quiere revivir a los sindicatos. ¿Podrá?

Una idea

Esta vez es más bien una confesión. Este newsletter iba a ser cortito y al pie sobre la votación por el sindicato de Amazon en Alabama, pero una cosa llevó a la otra. Espero que todo esto sirva para entender un poco mejor a esta empresa y cómo el contexto juega a su favor. Admito que soy parcial: estos temas son los que trabajo, me gustan mucho y tengo varias lecturas pendientes sobre la historia del movimiento obrero en Estados Unidos (¡teléfono para Biden!).  

El del estribo

  • En este episodio del podcast diario del Washington Post (diario del que Bezos es dueño) se habla de la nominación de Lina Khan a la Federal Trade Commission. Un comentario a cuento de nada: hay extractos de cuando Bezos fue al Congreso de Estados Unidos a testificar y su voz me sorprendió. Me la imaginaba distinta. 
  • En este otro episodio del mismo podcast conversan sobre el intento de armar el sindicato en Alabama. El testimonio principal es el de una mujer negra que se harta de la vigilancia constante y de cómo les roban tiempo.
  • En su gran newsletter “No somos una hermandad”, Celeste Murillo habló de las mujeres negras protagonistas del armado sindical en Amazon -y de las luchas en Black Lives Matter y de tantas otras cosas-. Lo leés acá
  • Entrevista al abogado laboralista Juan Manuel Ottaviano, que ya ha opinado en este newsletter, sobre este mismo tema en Página/12. Juan escribió algo más amplio también acá
  • Nomadland. La que se llevó el Oscar a mejor película, mejor dirección y mejor actriz (¡entre otros!) retrata a los trabajadores errantes de Estados Unidos, gente que vive en viaje con trabajos ocasionales. Ahí también aparece Amazon, aunque, al parecer, la película tiene una visión neutra y casi benigna de lo que es trabajar allí. La tengo en mi lista y la veré pronto, después les cuento. 

Gracias por llegar hasta acá.

Como coda, te dejo un tema alusivo de Viejas Locas: ”Homero”

Un abrazo,

Jimena

PD: Desde hace meses recibo en mi casilla varios de los newsletters de Cenital, y ahora estoy (también) del otro lado. Si tenés ganas, podés colaborar con nuestro periodismo acá. Y, si todavía no lo hiciste, te recomiendo que te sumes al canal de Telegram que lanzó Cenital.

Soy economista (UBA) y Doctora en Ciencia Política (Cornell University). Me interesan las diferentes formas de organización de las economías, la articulación entre lo público y lo privado y la relación entre el capital y el trabajo, entre otros temas. Nací en Perú, crecí en Buenos Aires, estudié en Estados Unidos, y vivo en Londres. La pandemia me llevó a descubrir el amor por las plantas y ahora estoy rodeada de ellas.